Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
¿Que implicaciones tienen ciertos preceptos bíblicos en la existencia del celibato y de prácticas pederastas en instituciones religiosas hoy?
Sigo una hipótesis de lectura según la cual, las relaciones de poder que se estructuran a lo largo de los tiempos en sociedades y culturas que hoy reconocemos como patriarcales, están en la base no sólo de las formas de dominación sobre la mitad y un poco más de la población mundial (histórica y actual), sino también en la base de una cantidad significativa de problemas de abusos y violencias sobre los cuerpos que padece hoy el mundo “occidental”, mucho más visible para nosotros que el otro lado de la historia (la de Oriente o buena parte de este).
Quiero traer a cuento una extensa referencia de un historiador muy prestigioso, haciendo una excepción intencionada en mi marcada preferencia por la literatura escrita por mujeres. Se trata de George Duby[i] y dice así en relación con la Iglesia católica primitiva:
“Desde el momento en que se pensó en la celebración eucarística como en un sacrificio, se afirmó la necesidad para los participantes, de purificaciones previas” (p.18) ¿Qué implicó esta concepción sacrificial eclesiástica para la institución matrimonial?, se pregunta.
Este es su interés en la obra El caballero, la mujer y el cura que se desarrolla en la Francia feudal (siglo XI) y allí cuenta cómo con base en unos pocos preceptos sustentados en “la palabra de Dios”, algunos sacados del Antiguo Testamento, del libro del Génesis, se fue construyendo a lo largo de los siglos, una concepción del matrimonio que prevalece en la actualidad (pero no sólo del matrimonio, como podremos observar). Aquellas ideas centrales se pueden leer en el segundo relato de la creación, según el historiador, quien resume cuatro proposiciones mayores:
“1. «No es bueno que el hombre esté solo». Dios ha querido a la especie humana bisexuada y la unión de esos dos sexos.
2. Pero ha creado desiguales esos sexos: «Es preciso que le dé una ayuda (adjutorium) que se le parezca (simile sibi)». El hombre ha sido primero; él conserva la prelación. Él mismo es imagen de Dios. La mujer no es más que un reflejo de esa imagen, un reflejo secundario. «Carne de [la] carne de Adán», el cuerpo de Eva fue formado lateralmente. Lo que le sitúa en una posición menor.
3. Estos dos cuerpos están llamados a confundirse: «El hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y ellos serán [volverán a ser] una sola carne»: el matrimonio conduce a la unidad.
4. Sin embargo, el matrimonio no abole la desigualdad: al ser menor, la mujer es frágil. El hombre se perdió por ella, fue expulsado del Paraíso. La pareja se ha visto condenada, desde entonces a copulaciones imperfectas, a no amarse sin vergüenza, y la mujer sufre un castigo suplementario, la dominación” (p. 16).
He aquí el sustento bíblico de la dominación patriarcal.
Pero, volvamos a la pregunta. ¿Qué implicó esta concepción de las relaciones entre los sexos para la institución matrimonial? El autor sostiene que desde los tiempos remotos del cristianismo este se vio influenciado por las corrientes del ascetismo en medio de discusiones y desacuerdos en el seno de la Iglesia por el dominio de una moral ascética entre los clérigos, obispos, presbíteros y diáconos.
El ascetismo dominante en la cultura helénica se acentuó bajo la influencia de los ritos sacrificiales de otras sectas. “El pensamiento de Oriente que representaba el universo como una batalla entre espíritu y materia, llevó a concluir a los intelectuales de entonces que todo lo carnal está bajo el imperio del mal (p. 18) “El sentido obsesivo de que el mal viene del sexo echó raíces” (p. 19).
La idea de los clérigos de entonces era separar de lo sagrado al matrimonio tanto como fuera posible pues se consideraba repugnante. La concupiscencia, la copulación eran pecado mortal. El matrimonio hacía del sexo un pecado venial, pero la iglesia fue reservando para cierto selecto grupo de monjes la calidad de seres perfectos y superiores, autorizados para imponer su moral a todos los demás.
Aquí cabe reformular la pregunta… ¿Y qué implicó esta concepción de las relaciones sexuales ya no para la institución matrimonial sino para la propia iglesia? Al parecer, se inició en la vida de laicos y religiosos una lucha tenaz a lo largo de los siglos, por imponer la abstinencia y con ello el celibato.
Según Duby, exigir la superioridad de lo espiritual sobre lo temporal, mantener la jerarquía subordinando el pueblo laico a un clero, implicaba, pues, instaurar entre los varones una estricta separación de carácter sexual, obligar a una parte de ellos a la castidad permanente.
El combate fue duro; sin embargo en 1031 lo vemos [el celibato] ya establecido en la Francia del norte: el concilio de Bourges excluye de las órdenes a los hijos de sacerdote, a un diácono, o al hijo de uno de ellos, o tomar por esposa a la hija de la «mujer» de un sacerdote o de un diácono (pp. 68 y 69).
Así, desde los tiempos más remotos, la Iglesia católica (también otras iglesias, por supuesto) se inventaron el celibato, la repulsa por “lo carnal”, la misoginia o el odio hacia las mujeres, herederas de las debilidades de Eva, aun en contra de una fuerte corriente que creía en el matrimonio como la mejor forma de espantar a los demonios de la carne.
Así también, unos hombres que con el pasar de los siglos se suponían ajenos a la vida en pareja, a la sexualidad (?), a la maternidad y a la paternidad, mediante la propia ausencia de esos espacios, y mediante una supuesta abstinencia y sacrificio de su deseo y de sus sentidos, se convirtieron en la autoridad moral frente a la familia y en verdugos severos de las decisiones de las mujeres sobre su cuerpo, tomadas por fuera de aquellos preceptos.
Sin embargo, siempre ha sido esquizoide el ser humano, hasta los clérigos. Una cosa piensan o dicen y una muy distinta hacen. La historia está plagada de casos, de ejemplos, y la vida cotidiana también. Es más, lo que estamos cuestionando hoy es si ese absurdo invento del celibato –para librarse de satán- no fue un error garrafal que ha llevado a que los sacerdotes busquen alternativas a una espiritualidad imposible.
La que menos nos gusta, por supuesto, es esa que muy recientemente nos está haciendo sentir, ahí sí, repugnancia por los sacerdotes pedófilos, violadores y abusadores, y por quienes les han encubierto descaradamente.
Sospecho que durante siglos se han cometido infinidad de atrocidades y vejámenes contra niños, niñas, jóvenes, mujeres y hombres y no solo en esos santos claustros. También en todos aquellos sitios que propician el ejercicio de relaciones de poder abusivas y violentas.
Esto es cada vez más difícil pues tenemos clara conciencia de que además de “pecados”, se trata de delitos graves. Es muy poco probable que la gente ignore que tienen derechos y más, hoy día, los niños y niñas. También existen hoy miles de alternativas de denuncia, formas de obtener pruebas, de resistirse, de denunciar y vencer al abusador, contra el silencio de las instituciones. Hoy nos creen y les creemos.
Es, por lo mismo, muy recientemente que estamos encontrando eco al sufrimiento de muchas familias víctimas de los abusos de sacerdotes. Chile, Argentina, Australia, Irlanda, Estados Unidos, México[ii], son, entre otros, lugares del clamor de los dolientes y de algunos procesos investigativos y judiciales en curso.
El caso de Pensilvania es uno de los más divulgados. Allí, una investigación judicial halló evidencia contra más de 300 curas que abusaron de niños e identificó a más de mil víctimas menores de edad durante décadas de abuso sexual encubierto por la Iglesia católica, según registra la prensa internacional[iii].
Los irlandeses se han distanciado de la Iglesia católica por la misma causa y la lista de crímenes es increíble.
No solo casos de abuso a menores, sino maltrato, venta ilegal de bebés (cuando las niñas quedaban embarazadas fuera del matrimonio), esclavitud en los negocios de las monjas y abortos, registra la prensa internacional. El encubrimiento de las autoridades eclesiásticas ha sido el denominador común en todos los países.
Aunque las estadísticas son variables, algunas fuentes se atreven a mostrar algunos números, como el cardenal prefecto de la Congregación para el Clero del Vaticano, el brasileño Claudio Hummes quien reconoce la gravedad del asunto y señala que afecta al 4% de los sacerdotes, o sea que si en el mundo hay alrededor de medio millón de sacerdotes católicos, sostiene, serían unos 20.000 los implicados.
Pero este 4% no minimiza el daño de una práctica atroz: 1.880 curas involucrados, 4.440 niños abusados y un millar de instituciones católicas acusadas. En total, cerca del 7% de los sacerdotes australianos han sido acusados de abusos. Esas son las cifras del escándalo de abuso sexual a niños y niñas por parte de la Iglesia católica en Australia. Los datos los suministró una comisión investigadora que examina denuncias de casos ocurridos entre 1950 y 2010 (6 de febrero de2017)[iv].
Sin embargo, el funcionario de más alto rango en el clero condenado es el arzobispo australiano Philip Wilson quien tendrá prisión tal vez domiciliaria, por un año, a lo sumo, por encubrir abusos sexuales de menores en los años 70[v].
Algunos señalan como “factores de riesgo” presentes en el abuso sexual en los seminarios y conventos, el celibato forzado y la política del silencio encubridor de las jerarquías eclesiásticas (Des Cahill en The Guardian, Australia) lo cual permite no solo el abuso, sino que convierte a esta institución en una más en la que no hay “transparencia, ni rendición de cuentas por los delitos cometidos”.
Des Cahill asegura que el peligro que corren hoy los niños en las iglesias de Australia se han reducido, pero el riesgo persiste en parroquias, escuelas e instituciones católicas de otros países[vi].
El Papa Francisco por su parte ha estado muy compungido con estos informes y después de pretender hacerse el desentendido con los casos de la iglesia chilena, no ha tenido más que manifestarse públicamente y con alguna firmeza en una carta colgada en la página web del Vaticano en esta semana.
Sin embargo no se ve por ningún lado alguna claridad de qué piensa hacer la Iglesia para erradicar, prevenir, evitar y no solo sancionar cuando ya están muertos muchos de los pedófilos.
Es importante tener presente el celibato como una práctica fuera de todo contexto y realidad. Muchas Iglesias hoy se modernizan, dejan ingresar a las mujeres en sus jerarquías, comparten la vida con una pareja, como lo que son, simples mortales, y aprenden en la práctica lo que significa amar, con o sin matrimonio, con o sin hijos.
Pero, hay que insistir en ello, un problema de fondo es el poder que pueden ejercer instituciones y hombres que tienen facultades para aislar y quebrantar fácilmente la voluntad de un niño o niña, mediante la intimidación de todo tipo, entre otros, con las propias ideas del mal, el pecado, del demonio y cosas como esas.
Personalmente, no aconsejaría llevar un niño o niña a un internado de estos, ni de otros. Hoy más que nunca hay que desconfiar hasta de los sacerdotes.
En resumen, si retomamos el mito bíblico narrado por Duby en el inicio de este escrito, es menos que absurdo pretender sostener 20 siglos después, ideas y prácticas consecuentes que ignoran que las sociedades y las culturas han cambiado radicalmente. Aunque a alguna gente le pueda resultar una herejía, creo, con Beatriz Preciado[vii] que ningún texto es sagrado.
[i] Duby, George. El caballero, la mujer y el cura. El matrimonio en la Francia feudal. Santillana Ediciones, Madrid, 2013. Versión en pdf.
[ii] https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/los-casos-de-abuso-sexual-mas-graves-que-enfrenta-el-papa-articulo-808035
[iii] https://www.nacion.com/el-mundo/conflictos/300-sacerdotes-acusados-de-pedofilia-en/OC56F5QJMRFBBBJVF6FDJ3IZKE/story/
[iv] https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38887798
[v] http://www.rtve.es/noticias/20180703/arzobispo-australiano-philip-wilson-condenado-12-meses-encubrir-abusos-sexuales-menores/1759444.shtml
[vi] https://news.culturacolectiva.com/noticias/causas-de-los-abusos-sexuales-en-iglesia-catolica/
[vii]https://www.youtube.com/watch?v=7vXlHhWgtrA