Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Nota sobre las denuncias que contra el Defensor del Pueblo han venido haciéndose en los últimos días.
Juicio contra mi mismo
Ni la existencia del delito de acoso sexual en Colombia, ni las investigaciones disciplinarias, ni los marcos o herramientas legales internacionales o incluso los acuerdos regionales, parecen ser suficientes ni contar con el tiempo requerido, para lograr una sanción ejemplarizante contra un funcionario público. Ni mas ni menos, en este caso, EL funcionario Defensor del pueblo. Pueblo del que aunque a veces no lo parezca, también hacen parte las mujeres y acciones que son delitos que si bien las afectan mayoritariamente a ellas y aún son vistos por muchos como hechos menores, son en todo caso delitos, y en ningún caso, menores. De esos que denotan con mucha claridad la forma y fuerza del poder.
Y si no hay tiempo, y no hay procedimiento para apartarlo del poder, solo queda que Otálora emprenda un juicio contra si mismo.
Y en el juicio se necesitan dos: la voz de quien denuncia y la voz de quien juzga. La denuncia la han respaldado ya periodistas valientes que si entienden que este es un delito grave que no sólo compete a quien lo sufre allá en su fuero interno, y la amplifica el movimiento de mujeres que ha entendido hace ya mucho que el poder tiene muchas caras y adopta muchas formas. Ahora se necesita que, como dice la Silla Vacía, esa denuncia se haga un queja de toda la sociedad para que al Defensor no le quede otra que renunciar como un gesto con el que reconozca con vergüenza el daño causado a quienes se dicen víctimas de sus actuaciones. Que su renuncia sea el resultado del veredicto que tenga ese juicio contra si mismo.