Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Bajo la consigna ” Eso no se dice, eso no se toca”, seguimos apostandole a la mogijateria y dejando a nuestros niños y niñas sin educación sexual.
Como cumpliendo con el adagio popular “Eso no se dice, eso no se toca” Colombia decidió no dar educación sexual a niños y niñas de primaria, aun teniendo unas vergonzosas tasas de embarazo adolescente, con lo que eso significa para el desarrollo del país, y aún más importante, para la vida de las niñas y adolescentes. Recientemente la Corte Constitucional le dio la razón a la procuraduría manifestando que la educación sexual en la primeria infancia no es una obligación del Estado y no hace parte integral del derecho a la educación.
Aún no tenemos a disposición el fallo de la Corte Constitucional, pero de lo que se ha filtrado en los medios podemos deducir que la decisión se basó en que el deber de dar educación sexual solo aplica para la educación media y media vocacional, y no hay una norma en el derecho colombiano que obligue a las entidades educativas a hacer esto en la primera infancia.
Cuando leí las notas de prensa al respecto, me remití a mi infancia pensé: ¿Cuántos de nosotros no aprendimos sobre sexualidad en conversaciones con los amigos/as o con lo que nos decían en programas de televisión? Claramente ninguno de esos dos medios es idóneo, ni cuentan generalmente con información precisa. ¿No hubiese sido infinitamente mejor que nos hubiéramos criado teniendo acceso a información oportuna de boca de nuestros profesores/as? (Aclaro que estoy hablando de educación sexual de calidad, en donde se le dé información veraz a los niños, desprovista de estereotipos y moralismos).
Colombia es un país tremendamente violento con sus niños y niñas, y la violencia sexual es quizá una de las más comunes y dolorosas expresiones de esto. El país no tiene cifras actualizadas, pero los datos ofrecidos por Medicina Legal a 2014 son lo suficientemente alarmantes: Hubo cerca de 15.000 casos de delitos sexuales contra menores de 17 años, y en el grupo de 5 a 9 años, la tasa de agresiones sexuales fue de 187 niñas abusadas por cada 100.000 habitantes. Tenemos un aparato Estatal que se enfoca en atender a las niñas y niños cuando ya son víctimas y no en prevenir los ataques sexuales. Una de las formas más eficaces de evitar delitos sexuales es precisamente la educación sexual en la primera infancia, a la que el Procurador y los sectores conservadores se oponen. Los niños y niñas que ha recibido educación sexual y tienen una buena comunicación con sus profesores y familiares tiene muchas más posibilidades de reconocer una agresión sexual que aquellos que nunca ha recibido formación en el tema. De hecho, la desinformación de los niños y niñas es un arma de los agresores, que muchas veces hacen pasar sus abusos como algo “normal”. Súmenle a eso que las agresiones a niños y niñas suelen provenir de personas del entorno cercano, y que tienen la confianza para acercarse. Solo la educación sexual y la información permiten que los niños y las niñas reconozcan los límites entre el cariño y el abuso.
La procuraduría afirmó que la educación sexual a temprana edad “estimularía la curiosidad hacia conductas sexuales y aceleraría de manera inconveniente el inicio sexual de niñas y niños”.. Nada más errado. En Colombia cada vez se inicia más temprano la vida sexual justamente porque la falta de información y la prohibición estimulan la necesidad de experimentar “lo prohibido”. La clínica Mayo, una de las más prestigiosas de los Estados Unidos, recomienda dar información precisa a los niños y niñas sobre sexualidad, y recomienda responder claramente las preguntas de los niños y niñas sin importar la edad.
Al final, quienes pierden en esta discusión son los niños y las niñas que seguirán sin recibir una información a la que tienen derecho, mientras seguimos siendo testigos silenciosos de la violencia sexual contra ellos y ellas.
@alejitacoll