Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La frase de la nueva canción de Shakira “las mujeres ya no lloran, facturan” ha causado revuelo mundial. Y no es para menos. La letra de la canción hace alusión a la reciente separación de su marido, el futbolista catalán Gerard Piqué, en la que le reclama su infidelidad y las cuentas pendientes por pagar ante el fisco.
En Colombia, se está discutiendo una reforma para incorporar el divorcio voluntario o unilateral en la legislación civil. El proyecto de ley, cuya autora principal es la congresista Katherine Miranda, propone incorporar una décima causal para solicitar el divorcio: “La sola voluntad de cualquiera de los cónyuges a través de una propuesta de divorcio”.
Esto quiere decir que bastaría con que la persona que quiera separarse demande ante un(a) juez(a) el divorcio, avanzando una propuesta de separación que incluya cómo se va a cumplir con las obligaciones alimentarias, la liquidación de la sociedad conyugal (si hay un patrimonio o bienes en común), las responsabilidades respecto del cuidado y la crianza de lo(a)s hijo(a)s (en caso de haberlos) y el régimen de visitas.
El proyecto de ley establece también que la parte demandada “sólo podrá oponerse al contenido de la propuesta de divorcio, proponiendo una distinta”. Por lo tanto, si no hay un acuerdo entre las partes, la autoridad judicial tendrá que evaluar las dos propuestas y decidir las medidas necesarias para garantizar los alimentos, el cuidado y crianza de lo(a)s hijo(a)s tomando en cuenta el interés superior de la infancia, así como las reglas civiles sobre la liquidación de la sociedad conyugal, en caso de que tengan bienes en común.
Sin embargo, el diseño de estas medidas no interfiere para que decrete por terminado el matrimonio.
Además, el proyecto de ley contempla una “compensación económica” para el cónyuge que sufra un desequilibrio económico a raíz de la separación. El monto de la compensación será calculado y fijado judicialmente tomando en cuenta la dedicación al hogar durante el matrimonio, el estado de salud, la edad, así como la capacidad laboral y económica de las partes.
En su defensa del proyecto ante el Congreso, la representante Katherine Miranda consideró que esta iniciativa respeta la voluntad de cualquier cónyuge de separarse y acabará con “la agonía de los conflictos conyugales”.
Es verdad que ninguna persona debe sentirse obligada a permanecer en una relación que ya no le funciona. El divorcio unilateral es una vía que, en este sentido, respeta la autonomía de la voluntad de las personas, y ya se ha ensayado en otros países de América Latina, como México y Argentina, con un cierto grado de éxito al ser más rápida procesalmente para obtener la disolución del matrimonio en los juzgados familiares.
En Colombia, la iniciativa del divorcio unilateral ya fue aprobada en la Cámara de Representantes. Este año deberá pasar por otro debate en la Comisión Primera del Senado y luego ser discutida en plenaria para convertirse en ley.
Si bien la inclusión del divorcio unilateral sería un paso hacia adelante para favorecer la salida de una relación desgastada, eso no quiere decir que se eliminen las problemáticas que toda separación representa, sobre todo cuando hay hijo(a)s y bienes en común y no hay acuerdo entre las partes de cómo resolver esas cuestiones.
Tener que hablar sobre las facturas pendientes, el cuidado infantil y derramar un poco de lágrimas es algo común en toda separación. Y por más que la ley intente aligerar el proceso, algo de agonía siempre hay en los divorcios. Aunque no es cosa fácil, de ser posible, lo mejor es sentarse a conversar con la expareja para llegar a un arreglo.