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Las mujeres no queremos o pedimos una participación privilegiada, simplemente buscamos ser medidas con raseros justos y tener las mismas posibilidades

Foto de portada cortesía de Juan Sebastián Marulanda

Colombia tiene una enorme deuda con la participación política de las mujeres. Se dice que hemos avanzado en derechos y en presencia en espacios de toma de decisiones, pero esto no es del todo cierto. De los 258 escaños que existen en el Congreso, solo 56 (21 por ciento) son ocupados por mujeres. 

Muchas mujeres que llegan a escenarios de decisión como el Congreso, llegan en listas cerradas (en donde se vota por un partido y no por personas), o con cargos heredados de hombres que están impedidos para ejercer la política. Tal y como ocurre con la propiedad privada, las mujeres parecemos acceder a los cargos públicos por “matrimonio” con algún partido político, o por herencia de seres queridos o padrinos políticos.

¿Por qué en este país no se confía en las mujeres para gobernar? 

Una de las explicaciones que doy frente a esto es que cuando las personas imaginan un gobernante, lo primero que viene a su cabeza es una figura masculina. Los estereotipos sobre el poder y la gobernanza como algo asociado a la “fuerza” y el “carácter” nos llevan como sociedad a imaginar a hombres en el poder. Esto se recrudece en los escenarios regionales. De hecho, en la Cámara de representantes, expresión regional del Congreso, de las 166 curules existentes, las mujeres sólo conquistaron 31. Se habían inscrito 637 candidatas. 

Actualmente las mujeres colombianas están representadas en las instancias de decisión política con 21 por ciento de congresistas, el 17 por ciento en asambleas departamentales, el 18 por ciento de los Concejos Municipales, el 12 por ciento alcaldías y el 15 por ciento de gobernaciones. 

En ningún caso la cifra llega a más de 30 por ciento. Esto demuestra lo lejos que estamos de la paridad en la participación en escenarios políticos.

Las medidas sobre participación política de las mujeres que están en el punto 2 del Acuerdo de Paz, por solo poner un ejemplo de todo lo que nos falta frente a frente a éste, no se han cumplido en lo más mínimo. En los intentos que hubo en 2017 de implementar la lista cremallera, que obligaba a los partidos a presentar en sus listas a cargos de elección popular a hombres y mujeres por igual, solo hubo una respuesta burlona de parte de los congresistas del momento. 

A las mujeres hasta el momento nos ha correspondido una “política residual”, en donde nos buscan como relleno de listas, o para “calentar el puesto” de políticos investigados o impedidos. Por ello urgen movimientos de mujeres que le apuesten política electoral con una mirada en los problemas que vivimos actualmente y con una agenda encaminada a eliminar la discriminación y violencias basadas en género. 

Las mujeres no pedimos que se nos elija por el hecho de ser mujeres. Simplemente buscamos un espacio para participar en igualdad de condiciones y con juego limpio. Por eso, movimientos feministas como “Estamos listas”, que recientemente se presentó como lista independiente a elecciones locales con una nómina de candidatas increíbles, son de fundamental importancia. 

También sabemos que el solo hecho de ser mujer no garantiza que una candidata defienda los derechos de todas nosotras, o que sea una buena política. Las mujeres no queremos o pedimos una participación privilegiada, simplemente buscamos ser medidas con raseros justos y tener las mismas posibilidades de acceso a los espacios donde se toman las decisiones.

Es el momento de pasar de la identificación del problema a la acción. Necesitamos más mujeres conscientes y comprometidas con la equidad y la lucha contra las violencias basadas en género en la política. 

¿Y usted ya revisó que candidatas hay en las listas de su región a Concejo y Asamblea?

@alejandracollag

Abogada. Magistra en Estudios de Género de la Universidad de Hull y la Universidad de Granada. Consultora en Derechos Humanos. Ha desarrollado investigaciones en acceso a la tierra para las mujeres en Colombia y es investigadora para el Crime State Initiative del King's College de Londres. Participó...