Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Lo conquistado en estos 25 años de la Constitución del 91, tiene sus raíces y su historia. En 1988, el gobierno del Presidente Virgilio Barco, en confluencia con sectores sociales y políticos, propone una Reforma Constitucional y mesas de trabajo. La Casa de Mujer y el Colectivo de Mujeres, participan activamente en las mesas de trabajo: “Por la Paz y la Reconciliación Nacional”.
Hay una mala manera de creer tener derechos
y una mala manera de creer que no se tienen.
Simone Weil, Cuadernos II.
Las vindicaciones de las mujeres por sus derechos, es producto de construcciones sociales y políticas, y como tales complejas y contradictorias. Complejas porque se produce un enmarañamiento de acciones, de interacciones tanto en lo nacional como lo internacional. Detrás de estas conquistas, directa o indirectamente se encuentra la voluntad, el deseo y el coraje de las mujeres, en su ineluctable progreso hacia su emancipación de las cadenas del patriarcado.
Lo conquistado en estos 25 años de la Constitución del 91, tiene sus raíces y su historia. En 1988, el gobierno del Presidente Virgilio Barco, en confluencia con sectores sociales y políticos, propone una Reforma Constitucional y mesas de trabajo, que permitieran recoger la opinión y las propuestas de diferentes sectores de la sociedad. La Casa de Mujer y el Colectivo de Mujeres, participan activamente en las mesas de trabajo: “Por la Paz y la Reconciliación Nacional”.
Se gesta, este mismo año, la propuesta de Reforma Constitucional, elaborada por 17 grupos de mujeres. El Proyecto de Reforma Constitucional fue presentado en la Comisión Tercera de la Cámara, el 10 de marzo de 1988. En su preámbulo se afirmaba: “Nosotras, pueblo colombiano, en uso de nuestra soberanía, proclamamos nuestra fe en los derechos fundamentales del ser humano como la dignidad y el valor de la persona, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y la igualdad y respeto de las razas, la cultural y las tradiciones con el fin de garantizar los bienes de la justicia, la libertad, la paz, de asegurar la convivencia democrática y un justo orden económico y social; de consolidar un estado de derecho que exprese la voluntad popular; de lograr una mejor calidad de vida y el pleno ejercicio de los derechos humanos; de promover el progreso de la economía, la ciencia y la cultura y contribuir al desarrollo de las relaciones pacíficas y de cooperación con todos los pueblos del mundo, decretamos…” La propuesta de reforma constitucional incluía el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas con plenos derechos; reconocimiento de derechos sociales y humanos, no contemplados en la anterior constitución; la modernización de las instituciones sociales y políticas; la eliminación del Concordato entre la Santa Sede y el Estado Colombiano, entre otros temas.
La Red Mujer y Constituyente como espacio de coordinación y de acción del Movimiento Social de Mujeres, impulsa una serie de actividades de cabildeo con las-os Constituyentes, de concertación con las organizaciones y grupos de mujeres y de divulgación de sus propuestas. Algunos de los temas acordados entre las organizaciones de mujeres fueron: el derecho a la igualdad, la libre opción a la maternidad, el derecho a la equitativa participación política, la sanción a la violencia contra las mujeres, el reconocimiento de las diversas formas de familia, y la consagración del principio de la no-discriminación.
A la Asamblea Nacional Constituyente se presentaron 698 propuestas relacionadas con los derechos de la familia, el niño, la tercera edad, y la mujer. Y luego de un arduo trabajo de discusión, cabildeo, difusión y concertación, el 7 de julio de 1991, la Asamblea Nacional Constituyente terminó su trabajo y expidió una nueva Constitución. Los derechos de las mujeres que fueron consagrados en la Constitución se establecieron fundamentalmente en los artículos 40, 42 y 43.
Los pronunciamientos de la Corte Constitucional, en relación con la defensa de los derechos de las mujeres, se han referido a aspectos importantes de la vida de ellas, como sujetos de derechos y como ciudadanas. La Corte Constitucional ha fallado en torno a la libertad procreativa, la libertad sexual, la libertad de opción de vida en pareja, la igualdad del trato para las mujeres, al derecho a la valoración económica del trabajo doméstico, al derecho a no ser sometida al maltrato físico por parte del cónyuge/compañero, el derecho de la mujer a no ser maltratada, la despenalización del aborto en tres causales, el reconocimiento de derechos para las mujeres lesbianas y de las mujeres en situación de desplazamiento.
En cuanto a las mujeres víctimas de desplazamiento forzado, la Corte Constitucional abrió el escenario institucional para que el país reconociera las dinámicas y los impactos de este delito atendiendo a la condición particular de las mujeres y ordenó medidas específicas para ellas. Este trabajo de la Corte ha llevado al país a reconocer la condición especial de las mujeres frente a otras circunstancias, como por ejemplo la violencia por su condición de tales.
La Asamblea Nacional Constituyente y la Constitución del 91, no marcan desde ninguna dimensión el término de las luchas de las mujeres por la ampliación y ejercicio de sus derechos. Por ello, tal vez resulte más fructífero no hacer un relato cronológico de los desarrollos legislativos en estos 25 años. Es evidente que se han modificado aspectos de la vida de las mujeres, las niñas y las jóvenes, los cuales no se asemejan a la situación de sus abuelas y sus madres.
Pero persisten las relaciones de subordinación y opresión, injusticias e iniquidades para grandes colectivos de mujeres, a los cuales no se les ha brindado ni reconocimiento ni igualdad de oportunidades para el ejercicio de su ciudadanía; patrones culturales que sitúan a la mujer en un plano de inferioridad; la violencia que a diario se ejerce sobre ella, por el simple hecho de ser mujer; las prácticas discriminatorias; la escasa representación de las mujeres en la política formal y en los cargos de decisión; el no reconocer la autoridad de las mujeres, y la carencia de autonomía para casi todos los colectivos de mujeres, son aún hoy una realidad.
Considero que lo conquistado desde 1991 es insuficiente, han cambiado leyes, roles y costumbres, pero no cambia la cultura patriarcal. Estamos lejos de tejer y entretejer la democracia como una forma de vida. Por supuesto, ésta no es una tarea que compete sólo a las mujeres o a sus organizaciones; es necesario, que la sociedad colombiana la asuma como su problema porque de la forma que lo resolvamos o lo ignoremos dependerá la estructura y la forma que tenga la sociedad del futuro.