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En 1981 en el I Encuentro Feministas Latinoamericano y del Caribe, realizado en la ciudad de Bogotá, 260 mujeres nos comprometimos ética y políticamente a sacar de los armarios, de los diarios íntimos, de las cocinas y del llamado “dulce hogar”, la violencia que a diario se comete en nuestra contra en nombre del amor.

En 1981 en el I Encuentro Feministas Latinoamericano y del Caribe, realizado en la ciudad de Bogotá, 260 mujeres nos comprometimos ética y políticamente a sacar de los armarios, de los diarios íntimos, de las cocinas y del llamado “dulce hogar”, la violencia que a diario se comete en nuestra contra en nombre del amor.

En ese I Encuentro mujeres de América Latina y el Caribe, Estados Unidos, Canadá, España e Italia, decidimos que todos los 25 de Noviembre sería el día para unir voces, rebeldías, propuestas, exigencias, movilizaciones y toma de las calles para, en una sola voz, decir: “Basta de Violencias en Nuestra Contra, de silencios y sufrimientos”.

Han pasado 35 años desde ese Encuentro, y en el transcurso de estas décadas hemos logrado colocar en la agenda política la violencia contra las mujeres como un asunto de violación a los derechos humanos. En todo el Continente Americano, Europa, Asia y África la violencia contra las mujeres sale del espacio privado e irrumpe en lo público como un asunto político. En casi todos los países Latinoamericanos y del Caribe se sancionan las violencias contra las mujeres, se han formulado políticas para atenderla, prevenirla, investigarla y sancionarla y se ha ganado sensibilidad de las sociedades para que se reconozca como un inaceptable ético y como una práctica violatoria de los derechos humanos.

Hoy, gracias al trabajo continuo del feminismo las mujeres ganamos autonomía y nos damos a la ardua tarea de desnaturalizar las violencias en nuestra contra. En ese proceso de autonomía son cada vez más las mujeres que se liberan de la culpa por la violencia vivida o por haber roto el silencio. Cada vez más, las mujeres se atreven a terminar con relaciones violentas y con el mandato patriarcal de “aguantar la violencia para no desestabilizar a la familia o por el bien de hijas/os”. Hoy continuamos, exigimos una vida libre de violencias y que cesen las guerras públicas y privadas que el patriarcado nos ha declarado a las mujeres.

Pues bien, esta es una realidad que parece desconocer al candidato a la Fiscalía General de la Nación Néstor Humberto Martínez N, al afirmar que “uno percibe que la criminalización de esa conducta debe de ser objeto de un revisión desde el punto de vista sociológico muy importante porque lo hemos percibido al criminalizarse la violencia intrafamiliar finalmente se está generando una ruptura del núcleo familiar a partir de expresiones de violencia de ocasión. Además atosigando a todo el sistema penal colombiano”.

Señor Néstor Humberto Martínez N., con todo respeto Usted se equivoca en varias de sus afirmaciones: Uno, la violencia contra las mujeres no es un “episodio ocasional” o “atípico”; basta ver las siguientes cifras para derrumbar su percepción o su poco conocimiento de la realidad que enfrentan las mujeres en Colombia. Según la Procuradora Delegada para Asuntos Penales, Paula Ramírez, “se producen aproximadamente tres agresiones graves contra la mujer, pero cada tres días se produce un feminicidio en el país, esto nos ubica como uno de los países más violentos en atentados contra la vida de la mujer”. ¿A Usted señor Martínez le parece esto un “episodio ocasional”?

Si su afirmación es falta de información, es muy grave que un candidato a la Fiscalía General de la Nación no tenga un real conocimiento de la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos de las mujeres en el “dulce de hogar” que, dicho sea de paso, para muchas mujeres no es nada dulce; por el contrario, representa para ellas un campo de batalla que día a día deben enfrentar. Y si no es falta de información, sino lo que Usted piensa, es mucho más preocupante porque como candidato al segundo cargo más importante del país, es portador de valores anacrónicos, machistas y desconocedores de los derechos de las mujeres y está yendo en contravía de la normatividad nacional y de los acuerdos internacionales del Estado Colombiano, en esta materia.

Este marco normativo establece una serie de derechos y deberes teniendo como marco la debida diligencia que implica que los Estados tienen responsabilidades relacionadas con la prevención a través de políticas públicas efectivas, que generen transformaciones en los imaginarios, prejuicios, paradigmas, hábitos; con la atención y protección inmediata y especializada, con enfoque integral y por el tiempo que la mujer lo requiera; e investigación y juzgamiento, que debe garantizar la satisfacción de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación integral.

Dos, la sanción de la violencia intrafamiliar no es la que atenta contra el núcleo familiar, lo que atenta contra él es el despotismo, la subvaloración de las mujeres, la violencia como arma para disciplinar, controlar y ejercer poder los varones contra las mujeres. Lo que atenta contra ese núcleo familiar, del que Usted es su defensor, es que en él se cercena la autonomía, la diferencia, el debate, el amor y la sexualidad libremente elegida. Tres, las mujeres en la mayoría de las veces no comparecen “ante el funcionario público para reclamar la integridad del núcleo familiar”, las mujeres acuden para tratar de salvar su integridad física, emocional y sexual y para salvar sus vidas; y para desgracia de las mujeres en la generalidad de los casos no encuentran una atención adecuada y humana.

Cuatro, los abusos de poder a través de la violencia contra las mujeres en el espacio del “dulce hogar”, no se “sedan” con su sanción; por el contrario de lo que se trata con la sanción es de erradicar el imaginario “todo se vale” y en desvelar la grave y crítica situación de los derechos humanos, en ese espacio que Usted parece defender a ultranza; y como dice el dicho popular tomando “el rábano por las hojas”. Puedo compartir con Usted, que la cárcel y lo punitivo por lo punitivo no soluciona tan crítica situación de violación de derechos humanos, que se hacen necesarias políticas integrales y profundas transformaciones en la sociedad y en varones y mujeres. Pero esto no implica que debemos transitar por minimizar este delito.

Quinto, la congestión del sistema de justicia no es gracias a la violencia intrafamiliar, sino a la ineficacia del sistema, a la impunidad, a la corrupción, a los prejuicios de las funcionarias/os de la rama de la justicia, de la Policía y de la Comisarías de familia, que consideran que los hechos de violencia se deben conciliar para no atentar contra la “sagrada familia”. Se concilian cuotas alimentarias, custodia de hijas/os, aspectos legales de las separaciones, entre otros; pero bajo ningún pretexto se puede conciliar la violación de un derecho o presionar a una mujer para continué viviendo con el agresor para no atentar contra la “armonía familiar” o para no congestionar el sistema de justicia.

Las mujeres esperamos, yo espero, que la Corte Suprema de Justicia sea coherente con algunos de sus pronunciamientos en defensa de los derechos de las mujeres, y que su candidatura sea desestimada para el cargo de Fiscal General de la Nación. Anhelo que la Presidenta de la Corte Suprema de Justicia, Margarita Cabello, anteponga a sus intereses y compromisos políticos, su compromiso con los derechos de las mujeres y del reconocimiento de sus vindicaciones por una vida libre de violencias en nuestra contra.

Si Usted queda elegido como Fiscal puede estar seguro que no abdicaremos a nuestras vindicaciones y a la vigilancia a los compromisos del Estado colombiano en esta materia. Por último, Señor Martínez si la maquinaria política funciona en desfavor de las mujeres y Usted queda como Fiscal General de la Nación “apague la luz y vámonos” o como diría el Chapulín Colorado: “quién podrá defendernos” de Usted con tanto poder y los tantos intereses privados en juego que Usted representa.

Feminista activista e investigadora colombiana. Autora de investigaciones y artículos sobre paz y mujeres, derechos sexuales y reproductivos, participación política y social de las mujeres, violencias contra las mujeres, feminismos, democracia y poder. Ha representado al gobierno colombiano y a organizaciones...