Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La vida de la gente no se ha detenido y las mujeres siguen teniendo embarazos que no desean, que ponen en riego su vida o su salud o incluso que fueron el resultado de una violación.
En una de sus muchas nuevas resoluciones o decretos, el Ministerio de Salud ha dicho que las EPS e IPS deben adecuar sus instalaciones para garantizar la prestación de los servicios de IVE en tiempos de covid, reconociendo que aún en tiempos de terror, miedo colectivo y pandemia, la atención en salud no debe ni puede suspenderse.
Y es por ello que muchas organizaciones feministas han venido insistiendo en que la situación actual no suspende la protección de derechos fundamentales, o que muchas organizaciones prestadoras de servicios, le han salido al paso a la crisis poniendo a disposición de las mujeres plataformas que les permitan interrumpir los embarazos no deseados en forma virtual.
Curiosamente, este mismo Ministerio, se está “cuidando” de no emitir la tan anunciada resolución sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo que la Corte Constitucional le ha pedido hace más de un año ya. Primero vino la presión de los grupos religiosos y conservadores sobre el Presidente Duque, luego vino la demanda de la abogada Bernal -y la prudente decisión de esperar un pronunciamiento de fondo de la Corte-, y ahora, ahora vino la epidemia. Y con ella, la irresponsabilidad y la mejor excusa: es tiempo de emergencia. No hay tiempo para temas menores, aprovechemos que todo el mundo está aislado así desbaratamos lo ganado frente al derecho al aborto… y así, podría seguir imaginando motivos. Pero no, prefiero atenerme a la realidad y a los hechos.
Primero, por mucho que nos intimide el Covid, por mucho que haya logrado amedrentarnos y por mucho que aceptemos que el confinamiento es la mejor medida posible para el momento actual, la vida de la gente no se ha detenido y las mujeres siguen teniendo embarazos que no desean, que ponen en riego su vida o su salud o incluso que fueron el resultado de una violación. y frente a esos embarazos siguen teniendo el derecho a ser atendidas, y a serlo con un importante sentido de urgencia puesto que el embarazo no deseado es una de esas situaciones emblemáticas en las que, si no actúas, tendrás que asumir consecuencias dolorosas e indeseadas por el resto de la vida. Por ejemplo, la de vivir una maternidad forzada subordinando tu proyecto de vida de ahí en adelante. Situaciones que solo pueden entenderse desde el sentido de urgencia que el tiempo impone cuando se trata de interrumpir un embarazo.
Segundo, mucho se ha dicho ya en tan poco tiempo -pues los datos nos ofrecen material ilimitado al respecto- sobre la violencia de la que son víctimas las mujeres en sus casas en tiempos de confinamiento, en forma aún más desproporcionada que la que ya sufren de forma cotidiana. Y esa violencia lamentablemente se sigue asociando con embarazos no deseados que tienen como resultado la maternidad forzada -violación- o que tienen lugar en el contexto de vidas violentas que las mujeres no quieren reproducir más para sus hijos e hijas.
Tercero, nada más torpe, más autoritario y menos científico que pensar que la pandemia desplaza toda actividad humana que requiera el sistema de salud porque se trata de una emergencia. ¿Será que “guardando” el decreto por unos meses más el gobierno va a ganar algo? ¿Va a mejorar la vida de las mujeres o a impedir los contagios durante la pandemia? ¿Va a ahorrarse algo de dinero como si emitir un decreto tuviera algún costo para el Estado? No le cuesta nada, pero en sus cálculos cree -desde su absurda miopía- que puede hacerle un giño a ese puñado de conservadores que quieren imponer sus puntos de vista sobre las mujeres y nada mejor que una emergencia, que una crisis, que el miedo infundido por la pandemia. O sea, nada mejor que alguna, cualquier excusa.
Sabemos que esta absurda decisión sólo va a sumarle a la emergencia del Covid la emergencia de las maternidades forzadas, de los nacimientos no deseados, de las ciudadanías truncadas de tantas mujeres que siguen estando incompletas porque se les impide lo más básico de cualquier existencia humana: elegir el destino de su propia vida.