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La crisis por el covid llevó a que muchas personas estuvieran en desacuerdo con la implementación de la reforma tributaria propuesta por el Gobierno de Colombia, lo que originó el Paro nacional de 2021, que duró casi dos meses. Este paro dejó un golpe socioeconómico importante en el país e, indudablemente, Cali se convirtió en el epicentro de las protestas.
La economía informal de la ciudad se vio duramente afectada y muchos negocios de subsistencia de la región tuvieron enormes pérdidas e incluso, llegaron a la quiebra. De hecho, según el último Indicador Mensual de Actividad Económica (Imae) desarrollado por la Pontificia Universidad Javeriana de Cali sobre esta coyuntura, en el Valle del Cauca se estimó una caída económica en el segundo trimestre de 2021 de 3,8 %. Solo en Cali la contracción fue del 5 %.
A un año del inicio del Paro nacional, continúan estas afectaciones que, si bien tienen una carga histórica, se incrementaron durante ese periodo e hicieron que la recuperación socioeconómica del país después de la pandemia haya sido más lenta de lo esperado.
Hacer un análisis de cómo se ha avanzado desde esa fecha permite evidenciar que es necesario voltear la mirada hacia la economía regional y propiciar el lente de género, para buscar soluciones donde las mujeres cuenten con las herramientas y garantías necesarias para su sostenimiento y el de sus familias.
Según el Dane, para el trimestre abril-junio de 2021, la proporción de hombres ocupados informales fue de 46,5 %, mientras que para las mujeres fue de 48,4 %. Para febrero de 2022, la cifra de mujeres ocupadas informales se redujo (42,7%). Sin embargo, este impacto positivo no se evidenció de igual forma en cuanto al desempleo, pues para febrero la tasa de desempleo de las mujeres fue de 16,5 %, mientras que para los hombres fue de 10,3 %. Esto muestra que las mujeres se encuentran en desventaja para acceder a la economía formal, ya sea mediante un empleo o un negocio, debido a las diversas brechas de género que deben afrontar, y es más posible que busquen mecanismos alternos e informales para sobrevivir.
De acuerdo con la Cámara de Comercio de Cali, el 33 % de los negocios de subsistencia en la ciudad son liderados por mujeres, mientras que el 19 % por hombres. Este dato es corroborado por el Observatorio de Políticas Públicas (Polis) de la Universidad Icesi que, en conjunto con la Fundación WWB Colombia, realizaron el informe “Datos en Breve N°39, Paro Nacional Colombia: la necesidad de una agenda pública enfocada en la economía informal en la ciudad de Cali”, donde se encontró que el 80 % de los negocios encuestados son liderados por mujeres, ubicados principalmente en Cali (40 %), seguido de Buenaventura (16 %) y Palmira (8 %). Lo anterior evidencia que las mujeres encuentran en el emprendimiento una manera de generar ingresos para ellas y sus familias, en actividades económicas que, si bien requieren de mucho esfuerzo, no son bien remuneradas, tales como alimentos, confecciones, comercio al por menor y restaurantes.
Adicional a esto, durante el Paro, se evidenció que los negocios experimentaron una caída en ventas del 43 %. Esta pérdida económica llevó también a que el 21 % de los emprendimientos tuviera que prescindir de las personas empleadas, cifra importante teniendo en cuenta que estos micronegocios no superan los diez trabajadores. La financiación y el capital de trabajo son también elementos importantes para este tipo de negocios, ya que el 63 % indicó tener estas necesidades como consecuencia de la coyuntura. Todos estos factores, llevan a que muchas emprendedoras tengan que enfrentarse a momentos de crisis sin el apoyo o respaldo adecuado de instituciones.
En este informe se encontró que el 88 % de los negocios presentó dificultades de operación durante el Paro nacional. Sin embargo, el 89 % de las personas encuestadas apoyaron las demandas del mismo, lo que demuestra que quieren y necesitan un cambio. Lo sucedido con el Paro evidenció las desigualdades existentes en nuestro país, además de las enormes deudas socioeconómicas que, por años, no han sido resueltas en muchas de las regiones. Después de lo acontecido, es innegable la necesidad de la construcción de una agenda pública inclusiva que recoja las particularidades del sector informal en términos de afectaciones, expectativas y necesidades, para garantizar la atención de esta población de forma oportuna y pertinente, desde el sector público y privado.
En este diseño de agenda, las mujeres –desde el emprendimiento– deben ser las protagonistas de la reactivación y recuperación económica para que, en situaciones coyunturales, tengan un mayor margen de acción para tomar las mejores decisiones y así alcanzar el sostenimiento de sus negocios.
Es importante resaltar que las personas emprendedoras necesitan de programas e iniciativas que les permitan crecer y así impulsar su fortalecimiento empresarial basado en un liderazgo personal. Esto debe complementarse con la entrega de capital de trabajo de acuerdo con las características de cada negocio que responda a las necesidades de esta población vulnerable; la generación de redes empresariales, que aprovechen la asociatividad como oportunidad para superar las afectaciones en los negocios, ya sea entre los mismos emprendimientos del sector informal o generando conexiones comerciales entre estos y grandes grupos económicos; y la capacitación y asesoría en componentes empresariales, tecnológicos y personales, con el fin de incrementar en esta población sus habilidades en gestión financiera, comercial y administrativa.
Todo esto, con un enfoque diferencial de género, datos desagregados e iniciativas que permitan cerrar brechas de desigualdad y genere mejores condiciones para las mujeres al fomentar en ellas su autonomía, independencia financiera y desarrollo.