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El pasado 27 de junio los periodistas venezolanos celebraron su día en medio de un oscuro panorama para la libertad de expresión que se ha evidenciado en el masivo cierre de medios y las detenciones arbitrarias y el exilio de muchos de comunicadores.

Silenciar las voces disidentes, acallar las denuncias que los medios de comunicación hacen en su papel de contralor y alcanzar la hegemonía comunicacional para imponer al país el discurso del poder, son preceptos que están en el manual de cualquier régimen autoritario.

El de Nicolás Maduro los cumple a cabalidad y se ha empleado a fondo en ello. Para lograrlo, no solo no ha dudado en aplicar medidas expresas que cercenan los derechos informativos de los venezolanos, sino también ha recorrido sinuosos caminos para tener atado, y bien atado, el control informativo sobre la población.

El pasado 27 de junio los periodistas venezolanos celebraron su día en medio de un oscuro panorama para la libertad de expresión que se ha evidenciado en un masivo cierre de periódicos, emisoras radiales y estaciones de televisión, detenciones arbitrarias de comunicadores, el exilio de otros, la aplicación de una legislación draconiana que permite a las autoridades judicializar a los comunicadores por motivaciones subjetivas, la asfixia económica de las empresas de comunicación y la compra de medios por parte de  aliados del gobierno con dudosos fondos cuyos orígenes algún día se conocerán.

Este desalentador panorama represivo ha sido claramente documentado por organizaciones internacionales y de la sociedad civil que han demostrado la brutal y sistemática arremetida del gobierno de Nicolás Maduro contra el derecho a la información en Venezuela, factor este fundamental en el ejercicio democrático de las sociedades.

Una de las más claras demostraciones del ataque contra la libertad de información nos lo ofrece el Instituto Prensa y Sociedad (Ipys), de Venezuela, que da cuenta de que desde 2013, cuando Nicolás Maduro llegó al poder, a mayo de 2019, 68 periódicos en Venezuela dejaron de circular parcial o permanentemente. De ese total, 52 medios impresos fueron cerrados definitivamente y 16 sufrieron suspensiones temporales. De los medios que dejaron de salir, 56 por ciento no tienen versión digital por lo que su voz fue acallada de manera permanente.

Entre los periódicos que han dejado de circular se encuentran algunos que han sido auténticas instituciones en Venezuela: el capitalino El Nacional, con 75 años de historia; Panorama, de Maracaibo, con 104 años; y El Impulso, de Barquisimeto, con 114 años. Es como si, de un día para otro, El Tiempo, de Bogotá; El Heraldo, de Barranquilla, y El Colombiano, de Medellín, por citar solo algunos a modo de ejemplo, ya no llegasen a sus lectores, producto de la persecución judicial a sus directivos y periodistas, las trabas de las autoridades para que puedan adquirir papel para imprimir –cuya importación hoy en día es un monopolio del Estado- y la agobiante crisis económica.

Una idea de la crítica situación de la prensa en Venezuela la da el hecho de que en seis estados del país ya no hay periódicos y en diez de ellos circula apenas uno.

Podríamos pensar que la tendencia mundial de los periódicos es migrar hacia versiones digitales, pero esta es una opción que tampoco se da en Venezuela. Según Ipys, en 2019 se agravaron los problemas de conexión de los usuarios venezolanos debido a las crecientes fallas en la infraestructura de telecomunicaciones en el país y aumentaron los mecanismos de censura implementados por proveedores de internet públicos y privados contra los principales portales de noticias. De acuerdo con la organización no gubernamental Freedom House,  Venezuela, con una valoración de 30 puntos, fue uno de los países con menor libertad de internet del mundo, en una escala donde la categoría libre se sitúa entre 70 y 100.

En 2019, Ipys contabilizó 39 ataques y 38 bloqueos a portales informativos venezolanos y, en 2020, esta tendencia se ha acentuado en el marco de la emergencia desatada por la pandemia de la covid-19. El portal del diario colombiano El Tiempo, así como el de la televisora colombiana NTN24, han sido objeto de bloqueos ordenados por el gobierno venezolano, por lo que su consulta por parte de los internautas venezolanos ha sido dificultada, si no impedida.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cigh), en su Informe Anual de  2019, dado a conocer en febrero de 2020, constata esta situación que califica como un patrón de censura en Venezuela y que se realiza “mediante el bloqueo sistemático de sitios web de medios periodísticos, redes sociales o servicios de streaming ordenados por las autoridades estatales y ejecutados por la proveedora pública de Internet, Cantv”.

Podría pensarse que los periodistas en Venezuela tuvieron pocos motivos para celebrar su día. Sin embargo, los enaltece la lucha titánica que llevan a cabo para mantener encendida la llama de la libertad en condiciones sumamente difíciles, corriendo claros riesgos personales y enfrentándose a un adversario no escatima esfuerzos en intentar aplastarlos. El regreso de la democracia cuenta con ellos.

Daniela Carvajalino es Directora Social de la organización de la sociedad civil latinoamericana - TECHO en Colombia, siendo la máxima responsable del desarrollo del modelo de intervenciòn social en el país, y la promoción de la conciencia y acción social desde el programa de voluntariado institucional....