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En cuanto al país vecino y compañero de una frontera de 2.219 kilómetros, el Gobierno electo de Gustavo Petro y Francia Márquez marca desde ya una diferencia considerable con el de Iván Duque. Desde la campaña, ya Petro prometía el restablecimiento de relaciones entre Colombia y Venezuela, después de haber sido interrumpidas por varios años como resultado de tensiones a las que se sumó, en su momento, el reconocimiento de Duque a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
El equipo de Petro y Márquez ha venido trabajando el tema Venezuela desde el empalme con el gobierno antecesor en la mesa intersectorial encabezada por el canciller designado Álvaro Leyva. El 28 de julio, días antes de la posesión presidencial, el ministro (d) se reunió con el gobernador del estado Táchira, Freddy Bernal, y el canciller venezolano recientemente nombrado, Carlos Faria, para avanzar en el restablecimiento de la relación bilateral. De esa reunión resultó una declaración firmada por ambos gobiernos que propone la revisión de los temas de interés binacional, realizar esfuerzos conjuntos para garantizar la seguridad en la frontera y optar por el respeto y entendimiento mutuos.
Sin duda, el acuerdo más concreto y decisivo de los últimos para el reinicio de las relaciones bilaterales ha sido la designación de embajadores a lado y lado. Con la eventual elección de funcionarios consulares se empezarán a atender a los connacionales que se encuentran en Venezuela que no han sido censados, pero se estima que son más de tres millones y a los migrantes venezolanos que están en Colombia, más de 2,4 millones. Con la puesta en marcha de los consulados, será posible expedir documentación certificada de nacimientos, defunciones, matrimonios y/o divorcios; renovar pasaportes o licencias de conducción, apostillar documentos, entre muchos otros trámites vitales cuando se hace vida en el exterior.
Hay elementos clave para vaticinar el carácter de la política exterior de Petro. Desde que estaba en campaña, en mayo, mencionó en Cúcuta que la frontera activa es imprescindible y prometió un restablecimiento total de la relación bilateral. Después, a los pocos días de ser electo, informó vía Twitter que había conversado con Nicolás Maduro sobre la reactivación sin dar muchos detalles, pero dando muestras claras de voluntad de diálogo, algo impensable en el gobierno anterior.
A pesar de que la relación entre Maduro y Petro no es amigable, según se ha comunicado, y que incluso Petro ha adoptado una narrativa más recalcitrante hacia Maduro a través de los años hasta llegar a calificarlo como “dictador”, su postura parece ser más pragmática para retomar temas operativos. Empezando por la reapertura de la frontera, a la que vincula con el alcance de la prosperidad de Cúcuta y con la lucha contra el hambre tanto en Colombia como en Venezuela. En tanto la seguridad alimentaria ha sido una bandera que Petro ha enarbolado desde su campaña, relacionarla con la dinámica fronteriza da la impresión de que quizá esta última será una prioridad durante su administración.
Otra podría ser la historia en cuanto al tema migratorio. Petro se ha pronunciado con decisión sobre la reapertura de la frontera, pero no con tanto ahínco sobre la migración venezolana. Se conoció hace pocos días por parte de Iván Gaitán, quien hace parte del equipo de asuntos migratorios que estuvo bajo la coordinación de Laura Mendoza en el empalme, que se pretende dar continuidad al Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos y que se extenderá a otras nacionalidades. Esto demuestra que Petro pretende abordar otros flujos migratorios, los extracontinentales. Sin embargo, para estos migrantes Colombia es solo un punto de paso para llegar a otros destinos, a diferencia del flujo venezolano que si tiene vocación de permanencia en el país. Aunque a todos ellos, evidentemente, se les debe dar garantía en derechos humanos, tanto migrantes en tránsito, como pendulares (que se mueven constantemente de un lado a otro de la frontera) y con vocación de permanencia requieren de un abordaje con enfoque diferencial. Este podría ser el inicio de una nueva perspectiva migratoria que se logre constituir como política de Estado y que refleje la nueva realidad de Colombia como país receptor de inmigrantes.
El nombramiento de Álvaro Leyva como canciller y cabeza del proceso de reconstrucción de confianza entre Colombia y Venezuela también da pistas sobre el futuro de la relación bilateral. Petro ha dicho que será una cancillería para la paz. Eso depende de que el régimen de Maduro lo posibilite, pero es importante tener en cuenta que Leyva es un hombre con gran trayectoria como negociador entre gobiernos y grupos guerrilleros, llegando a ser la piedra angular de los diálogos con las Farc en La Habana. Sus habilidades como diplomático serán claves para llegar a acuerdos con un Gobierno autoritario como el venezolano.
Principalmente, a la hora de toparse con temas álgidos, como podrá serlo la intención de restablecer los derechos humanos para la población en la zona de frontera que debe ocurrir pronto, en tanto se ha convertido en una región ingobernable en la que los grupos armados organizados tienen el poder absoluto. Pero seguramente no será fácil, pues hay una investigación en curso en la Corte Penal Internacional que señala a autoridades civiles, miembros de fuerzas armadas y simpatizantes del Gobierno de Maduro de cometer crímenes contra la humanidad. Igualmente, Human Rights Watch ha señalado a las fuerzas de seguridad venezolanas de ser cómplices de los grupos armados en la frontera. En ese sentido, las amenazas son, aunque comunes, una ficha muy sensible de mover.
Otro tema delicado durante la negociación para restablecer las relaciones bilaterales es el trato que Petro le dé a la oposición venezolana. No se han conocido noticias sobre comunicación entre el presidente electo y Juan Guaidó, de quien si se hizo cercano el presidente Duque. El encargado de negocios de la Embajada del Gobierno interino en Colombia mencionó en una entrevista que respeta la decisión de Colombia de restablecer la relación con Maduro. Y aunque Petro ha sido claro en que hablará con cual sea el gobierno que esté del otro lado, mientras no hubo ni la más mínima comunicación entre Caracas y Bogotá, la Embajada de Guaidó creó algunas alternativas para facilitar la vida de los migrantes en el país. Por ejemplo, ante la dificultad de apostillar en Venezuela, el gobierno de Colombia y la Embajada instauraron un mecanismo temporal como alternativa a la apostilla para poder convalidar títulos de educación superior. De ahí la importancia de no dejar de lado al Gobierno interino.
De hecho, mantener una relación cordial con la oposición puede ser un parte de tranquilidad para muchos de los migrantes venezolanos que están en Colombia. Desde la campaña presidencial, se hacían sentir voces de temor por el triunfo de Petro y su presunta cercanía con Maduro en cuanto a la posible extradición de activistas y periodistas opositores venezolanos. Aunque Petro negó que esto ocurriría, conferir protección internacional a opositores en riesgo será primordial en esta Cancillería.
Se debe optar porque esa relación con la oposición venezolana sea apacible, pero hay algunos temas a los que se les debe prestar atención. Para el empalme con el Gobierno Duque, Petro designó una mesa específica para el tema Monómeros (empresa filial de Petróleos de Venezuela, Pdvsa, dominada por Juan Guaidó) y Ferticol (empresa de la industria petroquímica fundada por Ecopetrol que fue liquidada en 2021).
Da cuenta del interés de Petro en la recuperación de fertilizantes por medio de Monómeros, pues ha acusado a Duque de regalársela a Guaidó después de expropiarla. Resulta ser un tema importante para los colombianos, en tanto el discurso de Petro referente al tema se ha focalizado en argumentar que la caída en la producción de Monómeros hizo que Colombia tuviera que importar fertilizantes al triple costo, terminando por alzar los precios de los alimentos. Actualmente, Monómeros está bajo el control de la Superintendencia de Sociedades que la intervino en 2021 “tras identificarse situaciones susceptibles de mejora en sus procesos económicos, jurídicos y administrativos”.
En el corto plazo, la apertura de la frontera, que es el primer paso en el que se avanzará mientras se concreta la reanudación de relaciones bilaterales, será positiva para los habitantes binacionales, que son más de 12 millones. En la reapertura han venido trabajando los gremios y sociedad civil organizada de la región. En 2020, Freddy Bernal y autoridades colombianas iniciaron reuniones de trabajo sobre temas ambientales, de transporte y de bioseguridad por la pandemia. Emergió el Acuerdo de San Antonio entre autoridades colombianas y venezolanas para la reapertura de la frontera en torno a cuatro puntos, incluyendo que Venezuela removiese los contenedores que bloqueaban los puentes internacionales. Esto demuestra que los esfuerzos de los locales han excedido las voluntades políticas de los presidentes y han logrado acuerdos para movilizar causas de mutuo interés.
Petro debe retomar diálogos ya avanzados y privilegiar la diplomacia local que ha conseguido tejer lazos con Venezuela. Especialmente, ahora que la dolarización venezolana ha movilizado la economía de la frontera de ese lado y, por tanto, a la migración pendular.
En todo caso, tanto los diálogos para la reanudación de relaciones entre Colombia y Venezuela como la reapertura total fronteriza requerirán un manejo habilidoso del canciller Leyva y del embajador o embajadora a designar en Caracas. Asimismo, en cuanto al vínculo con Maduro, Petro debe ser prudente. No se puede pasar por alto que la concepción que se tiene de Venezuela en Colombia está plagada de miedo y desconfianza y que el régimen que allí gobierna es, si no dictatorial, cuando menos, autoritario. El manejo que se le dé tendrá implicaciones en la favorabilidad del Gobierno electo con los colombianos.