Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Este artículo fue escrito por Yurany Perdomo, licenciada en Ciencias Sociales, y Juan David Macuace, activista Afro-Lgbtiq+.
Una de las fechas más polémicas en los últimos años en varios países de Latinoamerica es el 12 de octubre.
Esta festividad ha sido sometida a intensas críticas por parte de científicos sociales, movimientos antirracistas y diversos grupos indígenas que argumentan que conmemorar esta fecha equivale a enaltecer el genocidio de los pueblos originarios, la esclavización de personas africanas y la instauración de un modelo económico basado en la explotación.
En el caso de Colombia, el 12 de octubre fue celebrado bajo el nombre del “Día de la raza” desde 1914 hasta el 2021. En ese año, el Ministerio de Cultura, a través de la resolución 0138 del 31 de mayo, decidió cambiarlo a “Día de la diversidad étnica y cultural”, en un intento de redefinir su significado inicialmente colonial.
Con esto, Colombia se suma a otros países que han optado por modificar el nombre y el propósito de esta fecha, siguiendo ejemplos como los de Venezuela (“Día de la resistencia indígena”), Argentina (“Día del respeto a la diversidad cultural”), Bolivia (“Día de la descolonización”), Nicaragua (“Día de la resistencia indígena, negra y popular”), México (“Día de la Nación pluricultural”) y Perú (“Día de los pueblos indígenas y del diálogo intercultural”).
Durante muchos años, e incluso en la actualidad, el 12 de octubre ha simbolizado la celebración del “descubrimiento de América” atribuido a Cristóbal Colón, así como la supuesta llegada de la “civilización” gracias la cultura occidental que los europeos trajeron consigo.
La historia oficial se encargó de convertir esta fecha en un hito histórico sin precedentes, que debía conmemorarse anualmente y enseñarse en las aulas escolares.
Por esta razón, hasta hace poco era común que las instituciones educativas organizaran jornadas pedagógicas en las que se llevaban a cabo representaciones teatrales de la llegada del navegante genovés en la Pinta, la Niña y la Santa María.
Estas representaciones enfatizaban la noción del “descubrimiento del nuevo continente”, habitado por “salvajes” y “pecadores”, un territorio exuberante “desaprovechado”, un terreno fértil que permanecía inexplorado hasta la heroica llegada de la civilización europea, cuyos representantes parecían venir a salvarle.
Estas formas de narrar y celebrar la historia pasaban por alto los profundos impactos de este acontecimiento histórico. No tenían en cuenta los cambios demográficos del continente, la trágica desaparición de culturas, lenguas y conocimientos ancestrales, ni las condiciones inhumanas a las que fueron sometidas las personas africanas y sus descendientes durante casi cuatro siglos.
Además, estas narrativas privilegiaban de manera injusta el papel de los hombres blancos europeos en la construcción del mundo, situándolos como el estándar bajo el que se medía la belleza, la inteligencia y la civilización, se negaban otras historias, y los valiosos aportes de las personas negras e indígenas.
Todo esto ha tenido graves implicaciones a nivel social, ya que estas narrativas han contribuido a perpetuar las jerarquías y prejuicios raciales que se establecieron durante el período colonial.
Estos planteamientos ejercen una influencia significativa en las interacciones sociales, políticas y económicas, y continúan marginando a las poblaciones no blancas, relegándolas a posiciones precarias en términos materiales y simbólicos.
No obstante, en las últimas décadas, ha habido un esfuerzo por cambiar las narrativas históricas que se enseñan en las aulas escolares, se ha buscado incluir a grupos que antes eran ignorados, como las mujeres o las poblaciones indígenas y afrodescendientes.
Pese a estos avances, persiste en la sociedad colombiana un “daltonismo racial”, una incapacidad arraigada en la historia que dificulta la capacidad de reconocer, comprender y representar adecuadamente a las poblaciones étnicas, sus luchas, sus resistencias, sus contribuciones y los desafíos que, como resultado del legado colonial, enfrentan en la actualidad.
Los actos discriminatorios y racistas que con frecuencia se documentan en la prensa y otros medios de comunicación son una prueba contundente de esa incapacidad.
De manera paradójica, las instituciones educativas, a pesar de los esfuerzos de muchas de ellas para contrarrestar estas prácticas, siguen siendo uno de los escenarios en donde el racismo se manifiesta de manera cruel, a veces de forma encubierta, hacia personas afrodescendientes, ya sean estudiantes o docentes.
Por ejemplo, en Bogotá, entre 2018 y 2022, se registraron aproximadamente 109 casos de racismo en entornos escolares. Además, en 2022, salió a la luz un caso en un colegio del municipio de Paya, Cundinamarca, en el que una docente y sus dos hijos fueron víctimas de actos perjudiciales.
Estas realidades ponen de manifiesto la necesidad urgente de darle un nuevo significado al 12 de octubre. No solo cambiándole el su nombre, sino también involucrando a la sociedad en ejercicios de reflexión crítica sobre como las nociones de civilización europea y su superioridad racial han marginado y olvidado la historia, los aportes y los conocimientos ancestrales de las personas afrodescendientes y de otras poblaciones étnicas.
Como parte de nuestros esfuerzos para contribuir a esta resignificación, desde la Línea de Historia y Memoria del Centro de Estudios Afrodiaspóricos (Ceaf) de la Universidad Icesi, desarrollamos un taller dirigido a las y los estudiantes de grado 11° de la Institución Educativa Santa Fe en la ciudad de Cali.
El objetivo fue entablar un diálogo con las juventudes sobre la Diáspora Africana en Colombia, explorando temas como los procesos de emancipación de las personas esclavizadas, el sistema de castas y la jerarquización racial durante la colonia.
A través de estas discusiones intentamos promover una reflexión sobre las implicaciones del sistema colonial y esclavista, al que fueron sometidas las personas africanas y sus descendientes en lo que hoy llamamos Colombia.
Ante la presentación y las actividades que realizamos en torno a estos temas, los y las estudiantes (aunque en número limitado) mostraron interés en comprender la lucha de las personas esclavizadas por su libertad en un contexto inhumano y desafiante, especialmente aquellos de descendencia africana.
Además, su deseo de entender por qué fueron sometidas a tales condiciones por parte de la sociedad blanco-mestiza, su interés, nos hizo pensar en como la historia de la Diáspora Africana parece interesarle muy poco a la comunidad educativa en general. Es preocupante, pues estos asuntos deberían competirles a todos y todas las colombianas, sin importar su pertenencia étnica.
Creemos que la apatía de un gran número de estudiantes por conocer del pasado de la población afrodescendiente manifiesta la urgente necesidad de que, en las escuelas, se enfatice en la historia de las poblaciones étnicas.
Esto no solo implica celebrar fechas como el 12 de octubre de forma distinta, sino también ampliar los programas de estudio y desarrollar herramientas pedagógicas que fomenten la participación de los y las estudiantes, y les permitan comprender la diversidad étnica del país desde una perspectiva crítica.
Concluimos esta reflexión reconociendo el esfuerzo de la Institución Educativa Santa Fe por replantear la enseñanza de Ciencias Sociales. No obstante, subrayamos la necesidad de seguir promoviendo la enseñanza de la historia para dignificar el pasado y el presente de las poblaciones afro e indígenas.
Además, reiteramos que el 12 de octubre debe considerarse una oportunidad valiosa para discutir la situación de la diversidad étnica y cultural de Colombia, y para adoptar medidas concretas que aborden la desigualdad histórica que las comunidades étnicas han afrontado durante siglos.

Yurany Perdomo Forero
Licenciada en Ciencias Sociales, Magíster en Estudios Sociales y Políticos de la Universidad Icesi. Coordinadora de la Línea de Historia y Memoria del Centro de Estudios Afrodiaspóricos (Ceaf) de la Universidad Icesi.

Juan David Macuace Torres
Activista Afro-Lgbtiq+, estudiante de Historia y Geografía de la Universidad del Valle. Practicante de la Línea de Historia y Memoria del Centro Estudios Afrodiaspóricos (Ceaf) de la Universidad Icesi.