Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Los nuevos látigos de los viejos amos se muestran en la contienda electoral.
En las guerras independentistas, muchos esclavistas de ambos bandos manipularon u obligaron a sus esclavos a tomar parte activa en las batallas. En muchos casos el engaño consistía en hacerles pensar que la independencia traería mayores sufrimientos de los que ya el sistema esclavista les generaba.
En la actualidad electoral colombiana veo con claridad como algunas de estas estrategias siguen vigentes. Los grandes señores del país a través del sector empresarial y todo el aparato estatal intenta por todos los medios de manipular a las masas con mentira o “posverdad” (si es quej existe alguna diferencia). Ya sea en nombre del Dios cristiano o del capital, intentan que voten a favor de las mismas castas/mafias/clanes/sectas que han gobernados este país por más de un siglo.
Los nuevos látigos son la polarización o el castrochavismo. La estrategia para ocultar de la vista de las masas el encarcelamiento de los líderes que no han podido ser asesinados o desterrados. Sara Quiñones y su madre y los demás líderes asesinados o desplazados no hacen parte de la discusión de las masas entretenidas con el discurso de los grandes señores.
Evitar la polarización para mantener feliz o calmado al amo
Cuando algún hombre o mujer negra se escapaba de la mina o de la Hacienda , el amo castigaba fuertemente a los otros esclavizados para que estos entendieran que la desobediencia de unos cuantos generaba molestias en el poder y tenía consecuencias.
Cuando escucho hablar de los candidatos a la presidencia que polarizan y de la necesidad de buscar el centro, me pregunto si buscar el centro es evitar el enojo del amo. El sabio Carlos Gaviria solía plantear la necesidad de distinguir entre la izquierda y la derecha y en ese ejercicio señalaba la inconveniencia de las aguas tintas (el centro). Decía Gaviria que si la derecha quiere perpetuar e incluso profundizar el modelo de desigualdad, el deber de la izquierda es cambiarlo. En consecuencia, el centro sugeriría mantener las cosa como están, poniéndose en consecuencia muy hacia la derecha.
A la estrategia de “no molestar al amo”, ahora le llaman polarización. Los excluidos del país deben permitir que los sigan desangrando los vampiros del poder para que la armonía permanezca en uno de los países históricamente más violento de la región. De lo contrario, es decir, si se hacen reformas que generen molestia a los privilegiados, el país entrará a un universo oscuro de inestabilidad, desconfianza para la inversión extranjera, debilidad democrática y caos.
Los grupos de poder en el Estado colombiano, que por siglos han desangrado a la clase trabajadora, hoy advierten que si el pueblo no los reelige en el poder se corre el riesgo de la llegada del castrochavismo, un mal mayor que los llevará a la desgracia total.
El demonio del castrochavismo
El castrochavismo es el nuevo demonio. El pago por desobedecer el mandato divino de la obediencia servil a los antiguos amos. Entonces, los que han generado la debilidad económica del país y concentrado sus riquezas por décadas nos advierten de la amenaza y nos piden defender la estabilidad del país por ellos destrozada.
Ahora el futuro del país depende de mantener a los de siempre en el poder, de lo contrario llegará la ruina a causa del comunismo.
Nada tiene que ver la muerte de niños por hambre y falta de agua en la Guajira con saqueo de dos siglos de los recursos del país y el abuso a la clase trabajadora. Tampoco se debe relacionar la exclusión a la que han sido sometidas las mujeres y las poblaciones étnicas del país, y menos el asesinato sistemático de nuestras mejores dirigentes (hombres y mujeres) en más de dos siglos de masacres, con la mezquindad perversidad de las élites que siempre han gobernado.
Ahora el mal mayor, el causante de todas nuestras desgracias es el castrochavismo. Y como en la época esclavista, los esclavos deben evitar que el status quo cambie o serán los únicos responsable de la desgracia.
Sara Quiñones, su madre y los muertos del pacífico: lo que oculta el proceso electoral

Mientras los esclavos/sometidos son abrumados con la amenaza del castrochavismo y de la polarización que nos llevarían a la desgracia, sus líderes más influyentes son asesinados o judicializados sino aceptan con resignación el destierro.
Es el caso de Sara Quiñones Valencia y su madre, dos aguerridas mujeres que han tenido que sufrir varias amenazas, desplazamientos forzados y una viacrucis por defender el territorio colectivo de Alto Mira y Frontera.
Recuerdo el desplazamiento de 2008 junto a los demás miembros de la Junta del Consejo, en el cual desde la Defensoría del Pueblo se alertó en su momento la grave situación que se vivía en esa región y los enormes riesgos hacia la vida de los líderes del consejo comunitario.
Ante el retorno y férrea resistencia a la ocupación de colonos, respaldados por las Farc, su amigo, compañero de lucha y presidente de la Junta del Consejo Comunitario, Genaro García, fue asesinado vilmente por las Farc, caso reconocido por este grupo y que fue tal vez el último asesinato político de la extinta guerrilla.
Pero esto no bastó. La aguerrida joven, desde el exilio en la ciudad de Cali, continuó denunciado lo que pasaba en su comunidad, el acoso que los colonos ligados a la siembra de coca y protegidos por los miembros de las Farc en esa región ejercían sobre las comunidades del consejo y sobre la junta de la autoridad étnica. Fueron muchas las reuniones con agentes del estado, con embajadas y muchos los viajes, algunos al exterior, que realizó en tareas de incidencia para lograr que el Estado colombiano a actuar en favor de los derechos de sus comunidades.
El año pasado, luego de cerca de cuatro años de destierro había regresado a dar la pelea desde el territorio, pero el asesinato de otro miembro del consejo comunitario, Jair Cortés, la obligó a abandonar su tierra nuevamente. Y como esto lo logró socavar la voluntad de lucha esta aguerrida mujer, hoy los organismos de seguridad del Estado la señalan de ser miembro de las guerrillas del ELN. Por esta razón se encuentra detenida junto a su madre en una prisión de alta seguridad en la ciudad de Jamundí.
¿Qué hacer?
“Dure lo que dure y cueste lo que cueste”, se ha convertido en un mensaje literal. La defensa de la vida en los territorios ancestrales ha sido larga y costosa. Ya no podemos contar los líderes y lideresas caídas en esta batalla. Y para que “el pueblo no se rinda carajo” se debe brindar protección a los hombres y mujeres que están en la primera línea de fuego.
No se puede permitir que Sara, su madre y otros líderes sigan sufriendo el encarcelamiento en este país donde los creadores de grupos de narcoterroristas, conocidos como paramilitares, se pavonean en el congreso. No se puede permitir el acoso que están sufriendo los miembros del comité de paro cívico en Buenaventura, “Yo le creo a Victor Vidal y no me dejo desinformar”.
Si mañana mis hij@s me reclaman por lo que no hicimos por el pacífico, por Colombia y por el planeta les diré que hice lo que debía y podía, que yo no me quedé en la comodidad del “centro”, que yo no preferí hacerme el ciego a cambio de una limosna (contrato u otro pequeña cuota de privilegio), que yo alcé mi voz y voté por una Colombia responsable con los problemas reales de la gente y del planeta.
Les podré decir que procuré por un país más equitativo, ejemplo en la defensora de los derechos de las comunidades negras e indígenas, por una Colombia que reconoce el derecho de las mujeres a acceder a las mismas posiciones que los hombre en igualdad de condiciones. Que decidí por una Colombia que protege el derecho de los campesinos a la tierra productiva y a las herramientas para la hacerla producir. Una Colombia que promueve el derecho a la opción sexual, que privilegia la educación a la militarización, en fin.