Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Los candidatos indígenas, propuestos y respaldados por sus bases y avalados por los movimientos indígenas, representan una esperanza para las generaciones presentes y futuras y para la Madre Naturaleza
Se avecina la jornada de elección de congresistas, es decir senadores y representantes a la cámara que conforman el poder legislativo del país. Por disposición de la Constitución Política de 1991, dos de las ciento dos curules del senado, están reservadas para los pueblos indígenas. De igual forma la Constitución abrió el camino para que estos pueblos tengan presencia en la Cámara de Representantes, disposición que fue desarrollada por la Ley 649 de 2001, la cual estableció que habrá un representante a la Cámara por los pueblos indígenas.
En ese contexto, Colombia tiene una circunscripción especial indígena para el congreso de la República con dos senadores y un representante a la Cámara, dignidades que han estado ocupadas por indígenas de diferentes pueblos.
La evaluación sobre ventajas y desventajas de esta representación debería abarcar varios aspectos, y de igual forma la evaluación del desempeño de cada uno de los y las congresistas indígenas, por ejemplo cuando estos han votado afirmativamente por iniciativas que van en contra de los intereses de sus pueblos o de la población en general.
Sin embargo, este escrito no pretende hacer ese análisis específico, sino reconocer que la presencia en el Congreso de alguna forma ha potencializado la visibilización de los indígenas, la cual se ha logrado por la misma fortaleza organizativa y de movilización de estos pueblos. Si bien, numéricamente tres personas no van a definir las leyes, su presencia ha significado que varios temas de interés para los pueblos indígenas se visibilicen y estén en el debate público, y en efecto han sido aprobadas algunas leyes o artículos en relación con los derechos de los pueblos indígenas.
Ahora, la organización social y política de los pueblos indígenas es tan diversa como ellos mismos, de tal forma que hay varios movimientos que han estado representados en el Congreso. Hay que mencionar también que la curul de la Cámara estuvo en manos de un movimiento no indígena, situación que se corrigió hace algún tiempo.
Desde el ángulo de los electores indígenas, varias comunidades están siendo fieles a los movimientos que ellos mismos han creado, sin embargo otras comunidades o personas indígenas se apartan de los movimientos y han hecho público su apoyo a candidatos no indígenas. Algunos han optado por candidatos de movimientos alternativos y otros sorpresivamente se han alineado con partidos que compiten con sus viejas figuras políticas, ya desgatadas por sus apoyos a iniciativas antipopulares y muchos de ellos por estar inmiscuidos en escándalos de corrupción y otros delitos.
La pregunta sería ¿por qué un indígena da el apoyo a un político tradicional no indígena y no a un indígena? Una primera respuesta sería, porque todos los ciudadanos en Colombia, incluyendo los indígenas, son libres de elegir y ser elegidos. Pero, es innegable que lo que realmente está definiendo la adherencia a uno u otro candidato tradicional son las viejas tácticas politiqueras de ofrecimientos inmediatos como la ya tradicional lechona, tamal, almuerzo o mercado, hasta otros más mediatos como cargos burocráticos, favores políticos, proyectos, etc., los cuales, por supuesto, no son sufragados con recursos propios del candidato sino con dineros del Estado.
Es evidente que algunas personas indígenas se han contaminado por estas tácticas de politiqueros tradicionales, y hay algunos investigados y condenados por crímenes muy relacionados con su representación política y poder económico. Sin embargo, las comunidades, las organizaciones sociales y políticas de los pueblos tienen mecanismos de control social que pueden aplicar con éxito en estas situaciones, mientras que los no indígenas, así sean investigados por los “entes de control” o por las autoridades judiciales, siempre se salen con la suya y continúan con sus viejas mañas o prácticas delictivas para lograr el poder político y económico.
En las regiones, tanto indígenas como no indígenas, se han acercado al movimiento indígena solamente para pedir avales que respalden sus candidaturas para cargos del nivel departamental o local, pero a la hora de elegir candidatos al senado no dudan en adherir a los partidos tradicionales. Y seguramente, para las próximas elecciones volverán al movimiento indígena para pedir avales, y lo más triste es que se los darán porque justamente uno de los aspectos en los que fallan los movimientos indígenas es la falta de control y la escasa aplicación de correctivos frente a sus militantes que se desvían.
Otros indígenas, se consideran a ellos mismos líderes natos y por lo tanto si los movimientos indígenas no les dan el aval, no dudan en pedirlo en un partido tradicional, sin importar lo cuestionado que se encuentre.
Actualmente, en la Circunscripción indígena para el Senado compiten 7 movimientos con 16 candidatos, hombres y mujeres; y a la Cámara, 5 movimientos con 10 candidatos. Cada uno con sus fortalezas y sus debilidades, sus errores y sus aciertos y en todo caso con su historia y con su identidad como indígenas.
Algunos de ellos son parte de la farándula indígena, es decir que se han dedicado más a explotar una imagen personal que a fortalecer un trabajo organizativo, sin embargo también hay varios, hombres y mujeres que están respaldados por las bases, que han ejercido como autoridad, que han liderado procesos importantes de defensa de los derechos de los pueblos y que son garantía no solamente de los derechos de la gente sino también de la Naturaleza.
Si a esto se suma, el ejercicio efectivo del control al que tienen derecho las comunidades, las autoridades y sus organizaciones, la circunscripción indígena puede seguir siendo una opción válida y decente de representación en el Congreso.
Así que, si bien los indígenas no son perfectos, quienes se candidatizan en sus movimientos propios, respaldados por sus bases, siguen siendo una opción importante de representación y dignos de confianza. De ahí que los candidatos y movimientos indígenas capten incluso el voto de opinión especialmente de las grandes ciudades.
La pervivencia de los pueblos indígena no depende de la representación en el Congreso, sin embargo éste constituye un espacio más desde donde se reclame el respeto a los derechos indígenas. Con esta claridad, hay quienes seguimos teniendo esperanza en los líderes indígenas, hombres y mujeres, propuestos por sus bases, desde sus propios movimientos, y por eso daremos nuestro voto por ellos, por nosotros, por nuestros hijos, por los derechos de los demás y de la Naturaleza.