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A Tumaco ya le llegó la cuenta de cobro de la acumulación de la desigualdad: Racismo estructural, coronavirus y desigualdad social.
Hace algunos días se confirmó el primer caso de coronavirus en la perla del Pacífico colombiano, y la llegada de la pandemia a la isla solo denota la ya obvia desigualdad social acumulada en la región desde la época colonial. Afectaciones a su deteriorado (o nulo) sistema de salud, sus condiciones geopolíticas fronterizas con Ecuador y la situación socioeconómica y cultural de la gente tumaqueña en el marco de la pandemia mundial serán los temas abordados en esta columna de reflexión.
Hablar de una pandemia de impacto mundial implica tener en cuenta muchas aristas para su análisis, que van desde la información científica que ofrece la biología y la epidemiología, como también los análisis económicos y políticos junto con las medidas sociales. Sin embargo, estos análisis no han dimensionado a cabalidad los estudios sobre la clasificación racial e interseccionalidad los cuales considero importantes en un país como Colombia que se reconoce por su diversidad cultural y étnico-racial.
Yo no pretendo en esta columna hacer el análisis exhaustivo sobre tal situación, pero intentaré recoger algunas cuestiones que me parecen importantes para dar más visibilidad sobre cómo puede verse afectado particularmente el municipio de Tumaco-Nariño en esta preocupante situación mundial ocasionada por la pandemia del coronavirus. Hablaré desde mis profesiones en curso, la geografía y la historia. También hablaré desde mi sentir como una persona tumaqueña que reside en Cali, que tiene a toda su familia viviendo en Tumaco y que siente como su alma se carcome con cada minuto que pasa.
He visto en medios y en redes sociales la preocupación por el primer paciente infectado por covid-19 en Tumaco, esta situación inmediatamente generó pánico entre la población tumaqueña y las razones son muchas. La persona infectada se trata de un bebé de 6 meses de vida quien, según informa la alcaldesa del municipio Emilsen Angulo, fue contagiado por su abuela quien llegó al territorio alrededor desde el país vecino Ecuador (quien al momento de este escrito afronta un momento bastante complejo en relación al virus, pues según afirman expertos, el país vecino podría convertirse en foco de la pandemia de la región latinoamericana).
Esto generó preocupación en un territorio históricamente abandonado por el Estado, víctima de la corrupción por parte de los políticos de turno, donde prima la economía informal como método tradicional de subsistencia y carente de un sistema de salud digno, además de sistemas de acueducto deficientes o inexistentes junto con la falta de otras necesidades básicas como el agua potable.
El bebé fue trasladado a Pasto, la capital del departamento, donde se encuentra estable y aislado en cuarentena junto con su madre según afirma Jhon Rojas, gobernador del departamento de Nariño. Sin embargo, atender y aislar al menor y a su madre no es más que el menor de los problemas que ahora debe resolver el municipio. En el comunicado del 31 de marzo de la alcaldesa Emilsen Ángulo se informó que la abuela del bebé, llegó al municipio con la intención de asistir a un funeral por lo que existe la posibilidad de que otras personas estén infectadas junto con los familiares de la señora y del bebé.
Aún no se han confirmado más casos en el pueblo puesto que no han llegado las pruebas y tests necesarios para identificar a otras personas infectadas. Esto pone a Tumaco en una situación de alta vulnerabilidad. Las medidas de cuarentena dictadas por las autoridades locales no están siendo acatadas del todo por la comunidad. Esto, sumando al débil sistema de salud en el territorio, incapaz de abordar la muy probable propagación del virus en el municipio revela una tragedia inminente.
En Tumaco no hay respiradores, no hay camillas, no hay sistema de salud
El municipio no cuenta con el equipamiento primordial para atender a la población vulnerable, pues si bien la OMS ha confirmado que el virus no es mortal en la gran mayoría de los casos y que la mayoría de la gente que muere a causa del coronavirus son personas mayores de 70 años, es más que necesario tener los elementos indispensables para atender a la población vulnerable que puede entrar en etapas críticas del virus.
En Tumaco no hay respiradores, el cual es un equipo necesario para tratar una enfermedad respiratoria altamente contagiosa. Estos son caros y la utilización de este requiere de una técnica extremadamente cuidadosa que no todo profesional en salud está en capacidad de implementar. Además, el municipio no cuenta con salas de cuidados intensivos ni tampoco de cuidados intermedios, los cuales son espacios necesarios para tratar a los casos más complicados. Recordemos que Tumaco cuenta con una población de más de 200.000 mil habitantes y es el segundo municipio más importante del departamento después de Pasto, su capital.
Según me comentaba mi papá, el señor Juan Carlos Macuace, residente de la isla, en Tumaco solo hay dos hospitales, el hospital San Andrés de Tumaco de nivel dos y el hospital Divino Niño de nivel uno. Eeste último intervenido por el gobierno hace algunos años a causa de su inminente quiebre a manos de la corrupción. Ambos hospitales no cuentan ni con el personal médico necesario y mucho menos con el equipamiento médico necesario. Mi papá también me comenta que existen dos clínicas privadas, las clínicas Puente del Medio 1 y 2, las cuales no dan abasto ni siquiera en una situación de salud “normal”. Actualmente la alcaldía se encuentra oportunamente adecuando las instalaciones de la antigua clínica Caprecom, que lleva algunos años abandonada.
La administración municipal es consciente del impacto que el virus puede tener en la población por sus condiciones de vulnerabilidad, por lo que, a mi parecer, muy acertadamente han decidido ampliar el cementerio con 500 nuevas bodegas en conjunto con la gestión de la Cruz Roja. Una decisión radical y hasta innecesaria para algunos y algunas personas del pueblo, pero bastante realista si tenemos en cuenta las condiciones estructurales de Tumaco. Según la BBC Mundo, en países como Alemania, uno de los más afectados por el coronavirus en el mundo, cuenta con 8.3 camas de hospital por cada 1000 personas, mientras que en Italia, otro de los países más afectados del mundo por el virus y el segundo con más infectados al momento, cuenta con 3,2 camas por cada 1000 personas, pero en Latinoamérica (no hay informe por país, solo de la región), se cuenta con solo 2 camas por cada 1000 habitantes.
Otro dato alarmante es que en Alemania las camillas de cuidados intensivos corresponden a 6 por cada 1000 personas, en Italia 2,6 por cada 1000 personas, en Estados Unidos 2,4 y en Inglaterra 2,1; por lo que volviendo a Tumaco, no es para nada descabellada la decisión de Emilsen Ángulo de expandir el cementerio, pues aunque suene cruel la decisión, es, como dije antes, una decisión acorde a la realidad del contexto, pues si en países potencias como los antes mencionados, que además poseen uno de los mejores sistemas de salud del mundo (como lo es el caso de Alemania e Italia) la situación es y se ve compleja, un país como Colombia y en particular un municipio como Tumaco, corren un riesgo incalculable.
¿Cuarentena, una medida que le quedó grande al pueblo tumaqueño?
Después de que se anunció la medida preventiva de cuarentena por parte del gobierno nacional, la administración local de Tumaco en cabeza de su alcaldesa se ha dado a la difícil tarea de implementar la medida. Sin embargo a pesar de gestión y trabajo sin descanso, ha sido complicado lograr que la población en su totalidad se acoja a la cuarentena, aunque en su gran mayoría la población si ha acatado las órdenes de las autoridades locales, un porcentaje importante que no ha querido/podido acatar la orden de cuarentena. Esto se debe, según puedo inferir, a dos razones.
La primera razón se la atribuyó a la coyuntura nacional y la forma en que las medidas se han implementado, pues a pesar de que según un informe de Noticias Uno que recolectó información de un estudio comparativo sobre las medidas de cuarentena en varios países del mundo, Colombia ha hecho un trabajo relativamente bueno, no es el mejor en comparación a países como Corea del sur, pero es muy bueno en comparación a otros países de la región como México, Chile, Brasil y Ecuador. En nuestro país muchas medidas tales como el cierre de fronteras y aeropuertos, la suspensión de clases en colegios y universidades e incluso la prohibición de grupos grandes de personas se dieron relativamente a tiempo.
Sin embargo, hubo muchas tareas que no se hicieron como me lo comentaba mi compañero geógrafo Juan Pablo Botache, quien me hizo caer en cuenta de que no se hizo una pedagogía adecuada y anticipada sobre la cuarenta antes de su implementación, cosa que es crucial toda la pedagogía necesaria para evitar el pánico, desinformación o nula participación de algunas personas. La pedagogía previa a la cuarentena era primordial para garantizar una participación consciente, informada y organizada de la cuarentena.
Otra tarea primordial que me recordó mi compañero geógrafo que no se hizo y que aún se hace de manera muy precaria, es la preparación de pruebas y tests para detectar a personas infectadas porque el número de personas infectadas en un país no demuestra las cifras reales de personas con coronavirus, sino el número de pruebas y tests realizadas. La preparación de dichas pruebas debieron realizarse antes de que se reportara casos de infección o si quiera antes de que se reportara los primeros 100 casos, así se hizo en Corea del sur, donde se aplicaron aproximadamente 100.000 mil pruebas semanales antes de que el virus fuese reportado en el país, siendo ejemplo de muchos países e inspiración para Alemania, quien según la BBC Mundo, al día de hoy realiza 300.000 mil pruebas semanales y van en aumento, lo que ayudado a que el país reporte menos muertes (solo el 0,8 por ciento de las personas infectadas han muerto, mucho menos que en China con 3,4 por ciento) al hacer un seguimiento riguroso de las personas con el virus.
La segunda razón, se la atribuyo a las precarias condiciones sociales y económicas, para nadie es un secreto que Tumaco es un territorio empobrecido, donde priman las economías informales como el mototaxismo (Tumaco cuenta con cerca de 4000 mototaxistas), la venta de pescado, concha, cangrejo o camarón en plazas de mercado, la recolección de piangua y la pesca, la venta de chontaduros, platanitos o maduritos en las playas o espacios públicos, negocios de venta ropa, construcción, entre otras actividades económicas que sostienen una forma de vida “del día a día”. Aunque no toda la población ejerce esas labores, sí lo hace un porcentaje importante de la gente, que además pertenece a grupos en condiciones de pobreza y extrema pobreza y que viven en barrios donde la conectividad del acueducto aún no tiene cobertura, además el municipio aún no cuenta con agua potable y son muy altos los índices de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI).
Tumaco es un pueblo que no cuenta con el mejor aparataje educativo en ninguno de sus niveles por el abandono estatal, por lo que la movilidad social es muy limitada y generalmente se da solo si las personas entran en las redes de microtráfico o cultivos ilícitos a falta de oportunidades. Estas problemáticas estructurales que se han acumulado por años se ven más agraviadas en el contexto de la pandemia. Si las personas entran en cuarentena no tendrán de otra más que sobrevivir con las ayudas sociales del gobierno, quien al no poder resolver el problema genera políticas asistencialistas, y en este momento las ayudas son insuficientes pero igualmente necesarias por las urgencias alimentarias de la población, pero al reclamar las ayudas, según me reporta mi tía Sally Adriana Torres, se generan grandes aglomeraciones de personas en bancos y otros lugares donde las personas reciben las ayudas, y esto puede afectar las medidas de distanciamiento social que pueden ayudar a propagar aún más el virus. Además, puede suceder que las ayudas sean tan insuficientes, que impulsen a la población a tener protestas sociales que, aunque justas por las necesidades, pueden agudizar aún más el riesgo de contagio por la aglomeración de personas.
Ecuador, un vecino “tóxico”: La geopolítica de una geografía de la salud y/o de la muerte
Como soy una persona estudiosa de la geografía, es imposible para mi pensar un territorio sin tener en cuenta el espacio mayor que lo contiene, como bien nos dijo el profesor Rodolfo Espinosa en alguna clase hace algún tiempo. En ese sentido, no podemos explicar a Tumaco en el marco de la pandemia sin tener en cuenta el departamento de Nariño, la región del suroccidente colombiano, o en este caso, a nuestro país vecino y colindante del sur, Ecuador.
Si bien el coronavirus puede impactar significativamente a los pueblos indígenas, campesinos y afros del país es, a mi parecer, de especial análisis el Pacífico colombiano y ecuatoriano, el Pacífico sur en Colombia y el Pacífico norte en Ecuador, la frontera. Tumaco a diferencia de otros municipios del Pacífico, comparte la frontera con el país vecino, y teniendo en cuenta la situación actual en salud de Ecuador, es casi imposible afirmar que lo que allí sucede no afecte significativamente a Tumaco, nada más recordemos que el virus llegó a al municipio por una paciente infectada ecuatoriana. Actualmente el país vecino se encuentra con su sistema de salud colapsado y en estado de excepción (es decir que se eliminaron los mecanismos de consulta democrática para agilizar decisiones de emergencia.
Todas estas situaciones antes descritas, pueden ser estudiadas y reflexionadas desde distintos marcos analíticos, pero el racismo estructural no ha sido uno de ellos. Necesitamos desesperadamente en estos difíciles momentos, marcos analíticos que permitan comprender la interseccionalidad e historicidad en la que nuestros territorios negros son estructuralmente atravesados, no solo para una mejor comprensión, sino también para el diseño de políticas públicas que tengan en cuenta las particulturalidades pertinentes que se han configurado históricamente en lugares negros, donde el único recuerdo del estado es la falta de su presencia, y que ya está pasando factura de cobro, y que al parecer, la única forma de pago es con las vidas de la gente negra.
Puede que suene muy desolador todas mis palabras, pero pienso que con la visibilización de estas problemáticas, podemos volver a Tumaco el foco de atención para ayudas humanitarias internacionales y así esperar mitigar un poco el impacto que se viene a mi amado Tumaco. Puede que las condiciones no me permitan más que estar en casa preocupado por el bienestar de mi familia, de mi territorio, pero siempre he pensado que alzando la voz podemos generar un cambio, por pequeño sea, porque creo firmemente que la gente negra, merece más, mucho más. Y el silencio no es una opción.