John Freddy Caicedo

El viaje es una de las formas en que la cultura atraviesa el mundo. Las creaciones de la humanidad van de un lugar a otro instalando en las nuevas tierras lo que crearon en los territorios de origen. Entre los viajes están los que las personas hacen porque quieren y pueden y los que son forzados por el poder de otros o por las circunstancias de pobreza, miseria y violencia.

Entre los siglos XVI y XIX millones de personas fueron secuestradas en los territorios occidentales del África y llevadas a través del Atlántico para ser traficadas como mercancías en las colonias europeas en América. Las condiciones de la captura, el cautiverio, el transporte y la posterior esclavización tienen en el terreno de la infamia un lugar de deshonor para las sociedades europeas autodenominadas blancas, cristianas, ilustradas, civilizadas y desarrolladas.

Pero las mujeres y hombres que fueron tratadas con crueldad y menosprecio absoluto durante cuatrocientos años llevaron a través de ese viaje trasatlántico sus conocimientos, sabidurías y principios. En toda América reinventaron y recrearon el mundo a partir de la cultura propia y de lo que trenzaron con las culturas de los nuevos territorios y de Europa. Incluso tomaron aquello que les fue impuesto como forma de dominación para revertirles en sus luchas emancipatorias.

El Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez que se realiza en Santiago de Cali es una síntesis de la resistencia. En sus 23 años de historia ha propiciado el conocimiento y reconocimiento del universo creado y recreado por el pueblo afrocolombiano del Pacífico de Colombia. Son los nietos y nietas, los hijos e hijas de la gente que decidió sobrevivir a la trata trasatlántica y a la esclavización.

Entre el 10 y el 15 de agosto durante la versión XXVI del año 2022 se vivieron las músicas, los bailes, las comidas, las bebidas tradicionales y los saberes propios del mundo afrocolombiano del Pacífico chocoano, vallecaucano, caucano, nariñense y de otras territorialidades de Colombia.

Uno de los espacios denominado Quilombo Pedagógico construyó una propuesta educativa sobre música, narrativa, tradición, colonias del pacífico, oralidad, poesía, violines, cantos, percusión, negocios, artes, curadurías, marimba, cuentos, folclor, escritura, DJs, alumbrados, partería, diáspora, cantadoras, chirimía, africanía, antirracismo y paz.

Las gargantas fueron atravesadas por bebidas relacionadas con la partería, la salud sexual y reproductiva, la coctelería, la medicina ancestral y tradicional y el paisaje cultural vichero. Los paladares disfrutaron de la cocina del monte, la patrimonial, la del archipiélago, la del pacífico y la bahiana. Y en el marco de lo alimentario se abordó lo afro del Brasil, la soberanía del territorio, la relación con el manglar, los huertos y las fincas. Y los cuerpos conocieron de la barbería, la peluquería, el vestuario, la joyería y las artesanías negras, raizales y palenqueras.

Pero en Cali está también la memoria de otros hijos de los mayores y las mayoras que lucharon por la libertad hasta forjarla. Lo que pasa es que a veces esa memoria es imperceptible o invisibilizada. Por ejemplo cuando se trata de dos músicos: Pinkney Anderson y Floyd Council. Ambos hicieron de la música su forma de resistir.

Anderson con voz y guitarra hizo blues. Sobrevivió acudiendo a su virtuosa voz y a su fuerza mental y física. Entre los años veinte y 30 grabó su música. Y la historia cuenta que en los años sesenta apareció en la película The Bluesman. A sus 74 años murió sin las más mínimas condiciones de vida digna.

Council también hizo blues en Estados Unidos. Nació en Carolina del Norte en septiembre de 1911 y murió el 9 de mayo de 1976 de un ataque al corazón. Hizo música en los años veinte con sus hermanos Leo y Thomas. En los sesenta quedó paralizado parcialmente.

Aquí en esta ciudad de pobres corazones, como escribieron por ahí, se canta a todo pulmón durante el Petronio. Y también están quienes revientan ventanas sonando a Barret, Mason, Waters y Wright.

Paradójicamente algunos piensan que una es música para negros y la otra música para blancos. Así es el racismo, ignorante y discriminador.

Lo bonito e interesante es que fue Syd Barret quien, uniendo los nombres de dos músicos negros, Pinkney Anderson y Floyd Council, bautizó a una banda de músicos blancos: Pink Floyd. Es decir que la música de una de las bandas de rock europeo más importantes de la historia tiene en sus raíces más profundas el blues negro de América.

Santiago de Cali es la capital mundial de la salsa. Su música y su estilo son únicos como defienden académicos y apasionados. Ahora mismo es Patrimonio Cultural Inmaterial de Colombia. Con Tumaco inventó la salsa choque. Cali es la ciudad con mayor población afrodescendiente de Colombia y la “segunda de América Latina, después de Salvador Bahía, en Brasil”. Y es una ciudad donde se ama la música negra de Pinkney, de Floyd y de Pink Floyd.

Es el director de la especialización en eduación en derechos humanos de la Universidad Católica de Cali y es integrante de la fundación Guagua - galería de la memoria Tiberio Fernández Mafla.