Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
A este paso, veremos por los medios de comunicación un panel de desvergonzados caballeros publicitando toallas higiénicas o conversando entre ellos sobre los cólicos menstruales.
Invito a sumarse a la trenzatón contra la violencia de género, el 25 de noviembre de 2018, en varias ciudades colombianas para gritar con todos los pulmones que no acallarán las voces de las mujeres.
Hace poco tiempo circuló por las redes sociales muchos memes enunciados con indignación porque se convocó a un grupo de hombres a hablar de lactancia materna. Sólo pensarlo es ridículo pero, a lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres hemos tenido que lidiar día a día con este tipo de situaciones.
En las redes, se crearon piezas muy divertidas sobre cuanto les dolió el pezón por la lactancia, cuál era la mejor posición para que no duela la espalda, cuanto tiempo dieron de mamar a sus hijos, los menjurjes para que baje más cantidad de leche y si se lactaba a través del conducto o cómo era la cosa. Algún meme señaló la estructura de una teta para preguntar si este grupo de señores blancos y adinerados sabían de qué estaban hablando.
Hubo otra serie de fotos y comentarios preguntando que si además de experiencias placenteras con las puchecas en su actos íntimos conocían algo más sobre las mamas que les diera soporte a la conversación en el evento convocado.
Otro grupo de enfurecidos cibernautas, se preguntó sencillamente ¿porque invitaron a los hombres a hablar de un tema tan femenino como lactar a las crías?. ¿A quien se le ocurrió integrar un encuentro sólo con hombres a estas alturas de las discusiones de género?.
Fácil suponer, la vergüenza de los organizadores del evento ante lo sucedido porque, cada vez es más necesario que los encuentros tengan la voz de las mujeres con su propia narrativa, sin más mediación que ellas mismas. Cada vez es más importante componer paritariamente los actos públicos para no correr riesgos como el de los hombres hablando de lactancia materna.
Corre la voz que los laboratorios están pensando en campañas publicitarias con hombres que van a hablar sobre el cáncer de seno. ¿Grotesco? NO y NO. Patriarcado del más brutal.
Esos memes con toda su creatividad dan muestras de un sistema diseñado así para silenciar, validar invadir, mutilar si es del caso.
Pienso que a este paso, veremos por los medios de comunicación un panel de desvergonzados caballeros publicitando toallas higiénicas o conversando entre ellos sobre los cólicos menstruales.
Si este asunto, se piensa en gran escala encontramos a los hombres diseñando políticas de políticas de natalidad que además de privarle a las mujeres, la opción de decidir entre otros el número de hijos a tener, en no pocas oportunidades supone un riesgo para su salud. Todo ello, forma parte de lo mismo, adueñarse y controlar a los cuerpos que paradójicamente aseguran la supervivencia en una sociedad.
Imagino que ninguno de los prohombres señalados se avergonzó de hablar en nombre de las mujeres porque la misoginia hace que ellos se hagan de la vista gorda ante el clamor de las mujeres
Incluso las mujeres han tenido que saltar las barreras que ha creado el patriarcado para dividir a las mujeres en su lucha contra el sistema, a pesar de todo ello, cada vez tejen y trenzan con hilos cada vez más fuertes .
Lo más sorprendente de toda esta reflexión es que esa manera de usurpar la voz de las mujeres no escapa a ningún nivel social. No solo son machos blancos adinerados quienes despojan la narrativa femenina, no. Esa es solo la punta del iceberg.
En algunas comunidades ancestrales las mujeres no hablan en público y los hombres son quienes participan de las reuniones políticas, a veces no es un consenso comunitario, en ocasiones, es puro patriarcado.
O cómo no llamar con nombre propio que los representantes legales de los consejos comunitarios de las comunidades negras, son en su gran mayoría hombres como si las mujeres fueran invisibles en la tenencia del territorio, al punto que tuvo que legislarse sobre un porcentaje de mujeres en la composición del Consejo. Eso es patriarcado.
En las universidades es normal que sean los profesores quienes más viajan, más escriben, más publican o estén mejor escalafonados que las profesoras. Por tanto ellos y sus redes de machos, pueden exponer cualquier tema. Lo saben todo.
De hecho en otro evento, los hombres etnicos tenían tanto que decir sobre la venida al mundo de los bebes que las mujeres estaban silenciadas. Los señores hablando del alumbramiento se repartieron la voz para indicar como es parir en los territorios ancestrales.
Óigase bien, los hombres le estaban enseñando a las mujeres a parir, los hombres le explicaron a las mujeres que han parido, el porcentaje de dolor que cubre el útero cuando el cuerpo se alista para el aterrizaje de la vida. Impensable no. Es nuestro día a día.
En ese mismo espacio, continuaron los señores, conversando plácidamente entre ellos como si no hubiese en el evento quien hablara con voz propia sobre los detalles de parir desde el punto de vista de las implicadas, trataron el tema del ombligo del recién nacido y si hubieran tenido más tiempo, hubiesen compartido el proceso de cuarentena de las mujeres una vez llegó el renaciente. Que desfachatez.
Al hablar en voz baja con algún compañero sobre este particular me decía que la ancestralidad permite que las mujeres hagan su parte, así públicamente no lo detallen como si lo hacen los compañeros hombres. Hágame el favor si a esto no hay que llamarle por su nombre; patriarcado!.
Es claro que debemos reconocer a hombres solidarios e importantes aliados de la lucha antisexista, imposible dejar de nombrar esos compinches de aventuras que incluso se enfrentan a otros machos para dar la voz a las mujeres. Son pocos. Sí.
Por ello, da la impresión que puede más el sentimiento de manada alfa que los buenos propósitos en la construcción de un mundo más humano, menos limitado en su comprensión de la complementariedad entre hombres y mujeres. Por eso es más fácil eliminar a las mujeres que vivir con ellas, siempre será más fácil dañar, arrebatar, derrumbar que construir.
Y muestra de lo anterior, son las dramáticas cifras de feminicidios que denotan el rostro más virulento de este fenómeno llamado patriarcado.
Por todo lo anterior porque todas las acciones cuentan en la esperanza de un rostro más humano que, invito a sumarnos a la trenzaton contra la violencia de género, el 25 de noviembre de 2018, en varias ciudades colombianas para gritar con todos los pulmones que no acallarán las voces de las mujeres.
Va como un regalo para todos y todas, la donación del majestuoso proverbio Igbo, que lo seguimos pregonando sin rendirnos; “Hasta que las leonas tengan a sus propias historiadoras, la historia de la cacería seguirá contando la historia del león”.