Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Estuve en Buenaventura rural ocho días después del triunfo de “Francia y Petro”, como dicen allá. Francia siempre va de primeras porque como lo dijeron varios líderes, Francia “es una de las nuestras”.
En Buenaventura, el 86 % de los votos fue para Francia y Petro, y la alegría que se siente es realmente contagiosa: “Amanecimos celebrando”, fue lo que todo el mundo me contó en un Consejo Comunitario. En el Pacífico, yo nunca había visto esta ilusión por un nuevo Gobierno.
Hay muchas expectativas sobre lo que puede hacer el nuevo Gobierno: la paz en sus territorios que hoy se encuentran confinados, la protección de sus vidas, educación de calidad para los jóvenes quienes hoy tienen que salir del territorio porque no hay donde estudiar, puestos de salud con dotación, entre muchas otras. La verdad, no es distinto a lo que sueñan en cualquier comunidad rural de Colombia.
Pero en el Pacífico, además, esperan que por fin se reglamente la Ley 70, que hasta ahora se limitó a definir los derechos de propiedad colectiva, lo cual no es menor, pero tampoco es suficiente. También esperan apoyo para sus emprendimientos colectivos y sus planes étnico-territoriales. “Ya tenemos el territorio planificado, pensado, ahora lo que necesitamos es financiación”. Este es otro de los pendientes de le Ley 70: los Consejos Comunitarios de Comunidades Negras son autoridad en su territorio (más de 6 millones de hectáreas tituladas colectivamente) pero no reciben transferencias de la Nación ni están articulados con las autoridades ambientales regionales o municipales. Son autoridad ambiental, pero sin recursos.
Se espera mucho del nuevo gobierno de Francia y Petro, y no será fácil pasar de resistir a gobernar. Pero lo cierto es que Francia ya ha hecho un montón de cosas. Ha hecho pedagogía, en el centro (geográfico, pero también político) y también en la periferia, el Pacífico.
Al centro le explicó qué es eso de vivir sabroso, de vivir con dignidad, de vivir por la defensa del territorio. Francia resignificó los conceptos del Buen Vivir latinoamericano y lo presenta como una “oportunidad para construir colectivamente nuevas formas de vida”, como lo decía Alberto Acosta. Las propuestas de Francia como la del Buen Vivir “invitan a romper de raíz con varios conceptos asumidos como indiscutibles”.
Al centro también le explicó sobre las brechas pendientes en educación, salud, empleo, entre otros, producto del racismo estructural que no quieren reconocer y que impide la igualdad de oportunidades. Al centro le explicó que más del 30 % del país son territorios colectivos de comunidades étnicas y que sus lógicas y visiones de desarrollo son distintas. La inclusión entonces implica respetar esta autonomía, estas visiones alternativas y diversas. Al centro le contó de las amenazas sistemáticas contra la vida de los líderes sociales y ambientales, y especialmente las amenazas contra líderes afro que, como ella, no hacen otra cosa que defender su territorio, su comunidad.
En la periferia, en las comunidades del Pacífico, la pedagogía ha sido otra. Aquí la pedagogía ha sido una no menos importante: sentirse representados, pero también empoderados e inspirados. Francia les ha mostrado a jóvenes, líderes y mujeres negras “que aquí cualquiera puede ser ministro (a), es cuestión de disciplina”. Eso lo decía Santiago, líder de un Consejo Comunitario, en la escuela de formación de líderes en el Consejo Comunitario de La Plata, Bahía Málaga, donde tuve el privilegio de participar. Y esto no es menor. Jóvenes que no han tenido oportunidades en educación, por ejemplo, pueden subestimar sus capacidades, luego ejemplos a seguir como el de Francia tienen efectos muy importantes para cambiar sus aspiraciones y sus modelos mentales. Esto está ampliamente documentado. A Francia, que a su vez siguió las enseñanzas de sus mayores, la seguirán como ejemplo. Solo hay que ir a un Consejo Comunitario de Comunidades Negras para entender el concepto de “Soy porque Somos”. Esto es más que un slogan político, es realmente una forma de entender la vida en comunidad.
Esta vez estuve en el Pacífico para mi curso de Territorios Colectivos: Gobernanza y Desarrollo con estudiantes de economía. Fue una semana intensa y de pedagogía cruzada. El curso de estudiantes de economía ocurría en paralelo a la escuela de líderes “Siempre viva”. Esto fue planeado con los líderes del Consejo. La idea era tener sesiones conjuntas para debatir desde perspectivas diferentes. Fue maravilloso el microcosmos de esta experiencia, casi como un paralelo de lo que está ocurriendo en la política nacional. Solo que aquí, líderes y estudiantes aún tienen la capacidad de cambiar de opinión, de revisar sus creencias, al menos de dudar sobre lo que pensaban que era el camino.
En cada discusión, de manera casi inevitable, llegaba de nuevo Francia. Y cómo no… la vicepresidenta ya hizo la pedagogía más efectiva al dar ejemplo y pasar de la resistencia al poder, al explicar, siempre con calma, pero enfática, las preguntas necias y mal intencionadas de los medios. Nos enseña a todos y a todas solo con su presencia, pues para estar allí ha logrado sortear muchas barreras.
Y lo mejor, Francia seguirá enseñando, poniendo en la agenda nacional los temas que solo nos han importado a unos pocos: el asesinato de líderes sociales, la formalización de la minería artesanal, los riesgos de la minería ilegal y de la gran minería, la lucha por la propiedad colectiva y las demandas de los pueblos étnicos, la protección de los bosques y ríos, la igualdad e inclusión para las minorías y población vulnerable.
Ya veremos si todas las promesas se logran materializar, si al menos se deja el camino abonado para un cambio real. Pero independiente de lo que pase en los próximos cuatro años, lo cierto es que Francia ya ha hecho mucho, y su triunfo aquí y allá ya fue transformador.