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La principal ruptura que hemos tenido en la sociedad colombiana, producto de la violencia y de la guerra, es la pérdida de confianza. Lo primero que pierde un campesino con las minas es la confianza en su territorio, afirma Álvaro Jiménez, director de la Campaña Colombiana Contra Minas, #TrendingLíder360º de esta semana. 

Álvaro Jiménez #TrendingLíder360º - Red Líder

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REFLEXIONES

Entorno del líder

Todo liderazgo surge de unas influencias en la vida: personales, intelectuales, vivenciales, de todo tipo. ¿Cuáles diría usted que son esas influencias que han determinado su estilo y sus motivaciones de liderazgo?

Mi abuelo materno, era un hombre que siempre tenía historias y hablaba de cómo había sido su proceso de vida. A él le tocó la Guerra de los Mil Días, era un referente positivo, porque nunca quiso ir a la guerra. Su abuelo decidió que ni él ni sus hermanos debían ir, así que los escondió, pero los encontraron. A unos les pasaron cosas terribles, pero mi abuelo logró escaparse de esa vida de guerra y trabajó hasta los 95 años.

Es un gran referente, porque crecí viéndolo, el sitio donde trabajaba, su casa. Lo vi discutir mucho con su mejor amigo, que era un profesor de colegio en Tuluá, el profesor Izquierdo, y eran dos mundos distintos, porque mi abuelo era conservador y su mejor amigo era liberal gaitanista.

Cuando yo iba creciendo veía a mi abuelo sentado leyendo El Siglo y leía la columna “El tábano”, de Berta Hernández de Ospina, donde decía que todos lo liberales debían morir y opinaba sobre el país. Mi abuelo leía esa columna y sentía como un fresco, y a un metro, sentado en otra silla, estaba el profesor Izquierdo que tenía un ejemplar de El Espectador. Eran los mejores amigos, era una amistad muy civilizada.

No conocí a mi abuelo paterno, pero su presencia siempre estuvo muy viva en mi vida. Era un hombre liberal que tenía unas tierras en el Valle del Cauca, en la zona de Tuluá, y en el momento en que matan a Gaitán, sale de sus fincas y termina viviendo en el pueblo, como le tocó a mucha gente, con una sola suerte, que a sus hijos no los mataran.

Viví en el barrio Victoria, un barrio popular, de trabajadores, mezcla de negros, mestizos y desplazados. Había mucha discusión política y muchas historias. Mientras los grandes hablaban, los pequeños jugábamos, pero a uno le llegan cosas, uno las apropiaba y aprendía.

De esa época recuerdo todas las historias de lo que pasaba. Se hablaba de la guerrilla, del cura Camilo Torres, cosas asociadas al General Rojas Pinilla.

Cuando había pedreas en el colegio, que quedaba como a 10 cuadras de la casa, todos los muchachos del barrio se metían y había una pelea siempre. La policía era más o menos odiada por nuestra generación, porque era muy brusca con nosotros.

Hice el bachillerato en el Valle de Cauca, en un colegio que se llama Gimnasio del Pacífico. Un colegio público de izquierda era muy fuerte, influencia del partido comunista, maoísta, del MOIR. Había gran influencia de sectores cercanos al M-19, de sectores muy independientes. 

Recuerdo que en una de las manifestaciones que hicimos llegó el ejército desde Buga y nos dio bala. Éramos muchachos de quince años. Eso a uno le va dando formación. Hirieron a una compañera que dejaron paralítica.

No necesité mucho discurso. No me tenían que hablar de la represión porque yo la vivía. No necesitaba saber de la vulgaridad del uso de la fuerza por parte del ejército y de la policía, porque la vivía.

Muy rápido estaba militando en la izquierda, en el M-19. Me tuve que ir de la universidad y me fui a vivir los azares típicos de la vida clandestina.

Trabajé como Secretario de Bienestar Social del municipio de Medellín entre 1992 y 1995. Ese ejercicio de ser administrador público, en una alcaldía importante, me permitió aprender las dificultades para hacer cosas dentro del Estado, pero también las oportunidades que uno tiene para hacerlas dentro del Estado. Es contradictorio, pero es real.

La confianza en sí mismo es fundamental para el liderazgo. ¿De dónde proviene su confianza en sí mismo?

De mi infancia, rodeado de tanta gente, y del miedo. El susto también te obliga a ser fuerte.

Cerca de donde vivía y estudiaba, había un río y todos los muchachos decían que fuéramos a tirarnos de una piedra, a mi me daba susto, yo era el más pequeño. Me presionaban para que me tirara, entonces, o me tiraba o me jodía toda la vida, por flojo. Eso ayuda a construirse. Siempre tengo la imagen de esa experiencia, eso le va dando confianza a uno.

Es una suma de experiencias, nada es mágico, todo es un proceso.

Las adversidades ayudan a formar el carácter y la personalidad del líder. ¿Qué adversidades ha tenido que superar?

Muchísimas, pero todas han sido útiles. Las adversidades ayudan mucho, pero también pueden aniquilar. Soy un sobreviviente.

¿Cuáles fueron sus primeros rasgos, actos, o insinuaciones de liderazgo?

Fundé un periódico que se llamaba “El Estudiante” y sentí que eso funcionaba, que yo podía hacer un periódico y que eso era bueno. Delegaba y decía “usted vende, usted escribe, usted busca fotografías”. Era muy divertido y productivo al mismo tiempo.

¿Cuál es el origen regional de su familia?

Vallecaucana y paisa.

¿Qué habilidades han facilitado su liderazgo?

Me gusta mucho hablar, contar y oír historias con la gente, eso me fascina. Por donde voy es como si conociera a todo el mundo. Me queda muy fácil hablar con cualquier persona.

¿Considera que maneja bien las emociones y la inteligencia emocional?

Estoy aprendiendo, como todo el mundo. Eso es un mejoramiento continuo, es una cosa nunca acabada. 

Álvaro Jiménez #TrendingLíder360º - Red Líder

Visión de liderazgo

Una visión de liderazgo tiene un diagnóstico de la situación a intervenir, una meta hacía a dónde ir y una fórmula para lograrlo.

El diagnóstico era simple, tenemos un país lleno de minas.

Nuestra meta es que Colombia sea un país libre de minas, seguro para todos, y eso es un esfuerzo que sólo podemos hacer con todos. Con el ejército, las FARC, el ELN, hasta con las Bacrim que están usando minas, con los gobernadores, los alcaldes, los ministros cansones, los ministros serios, el gobierno que no cumple, con las deficiencias, la Unidad de Víctimas. Todos somos necesarios para acabar con el problema de las minas.

Esa ha sido nuestra estrategia, trabajar con todos. El diagnóstico, un país cada vez más inundado de minas, 688 municipios afectados en sus territorios, un número de víctimas de los más altos del mundo en los últimos 10 años ¿Cuál es la meta? Una Colombia libre de minas, ¿para eso qué hay que hacer? Procedimientos de concientización, aprendizaje para tener capacidad, conocimientos serios y rigurosos, poner en conocimiento de las autoridades, concretar con hechos, ser veraces en la información y entender que esto es un esfuerzo colectivo.

Por eso cuando todo el mundo nos decía que no se podía hacer negociaciones, lo que hicimos fue sumarle todos las herramientas al diagnóstico y a la visión, más una cosa que es vital, la persistencia. Lo que hay que hacer es transformar eso en más posibilidades.

Lo que ha hecho el equipo de la Campaña es transformar en el Cauca, en Caquetá y en Putumayo. Tenemos un joven en Caquetá, un sobreviviente, que no sabía ni leer ni escribir, ahora va a la gobernación y da la pelea. Esa es mi ganancia como persona, y como país, es hacer visible a los invisibles. Darle poder a la gente que ha sido golpeada por el conflicto para que se conviertan en desarrollo y superar un problema grave que afecta la vida de todos.

¿A qué personas de la vida pública le reconoce usted liderazgo? Y mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿cuál le atrae?

Tuve cercanía y pude conocer a Jaime Bateman, era un líder impresionante, a Carlos Pizarro también, a Bernardo Jaramillo que tenía gran capacidad, energía y fuerza. Son gente que marcó unas generaciones de manera muy fuerte.

Hay un hombre que quisiera mencionar, fue un profesor de español, se llamaba Escolástico Escobar. Era un maestro impresionante, todos los muchachos nos íbamos del colegio caminando con él hasta la casa porque contaba historias, era una persona  impresionante. Le decíamos Don Paco, realmente todo el mundo lo conocía así, ese es otro tipo de liderazgo. 

Luis Carlos Galán fue un personaje que también generó buenas dinámicas, importantes. Conocí a Héctor Abad Gómez, era una persona que tenía una fuerza muy bonita, Leonardo Betancourt también, Gabriel Jaime Santamaría.

En general, mucha gente, pero los hemos matado a todos.

Me gusta más el liderazgo de gente que ha hecho cosas de la nada.

Dentro de 20 años unos historiadores deciden estudiar este momento de la vida del país, a través de cinco líderes emblemáticos. ¿Qué cinco líderes escogería usted para estudiar?

Humberto De la Calle sería un hombre importante, por presidir la delegación que hace la paz con las FARC y seguramente va a ser el depositario de esa historia. Incluso más que el presidente Santos. Puedo estar equivocado, equivocado he estado toda la vida. Siento que de alguna manera, él es un poco el jefe de la tribu y me parece que tiene más capacidad de comunicación que la que tiene Santos. Evidentemente eso ayuda y sería una referencia.

Creo que indiscutiblemente, desde un ángulo distinto, Álvaro Uribe va a ser una referencia en 20 años, para bien o para mal, lo va a ser. Eso no tiene discusión.

Desafortunadamente creo que nadie más, por una razón simple, porque el eje fundamental de la vida de una sociedad que se ha matado hace 50 años, es salir de la pendejada. Si en 20 años alguien piensa en los científicos colombianos, como Rodolfo Llinás, que bueno, pero desafortunadamente no es el que firmó la paz.

Hablemos de la cultura de liderazgo en el país. ¿Usted cómo describiría la cultura de liderazgo del país?

Funesta. Primero, porque matamos a los líderes ¿Cómo no va a ser funesta una cultura de liderazgo donde al que no me gusta lo mato? Es una cultura terrible.

Eso es lo que yo he vivido. La mejor gente de mi generación, que yo conocí, está muerta.

No quiero decir con eso que no hay esfuerzos o cosas buenas, sí. Pero si a mí me hacen esa pregunta, tengo que decir que en términos generales es funesta, hemos ametrallado a la mayoría de dirigentes públicos que podían haber transformado buena parte de nuestra cultura. Eso son los conocidos.

Hemos desaparecido, torturado, violado, matado a la mayoría de la dirigencia social campesina e indígena de este país. Hoy tenemos un movimiento social que no es ni la sombra de lo que era el movimiento social campesino de los 70. ¿Por qué? Porque los matamos a todos. Y los matamos entre todos. Si uno no reconoce eso, es muy difícil arrancar. 

Álvaro Jiménez #TrendingLíder360º - Red Líder

Iniciativa de liderazgo

¿En qué consiste su iniciativa de liderazgo?

Lo más importante que hemos hecho nosotros es ser persistentes, porque creo que el liderazgo no es magia, el liderazgo es trabajo. El líder o el liderazgo, es trabajo, teniendo claros los objetivos y armando equipos.

Recuerdo cuando empezamos a hablar de la necesidad de hacer acuerdos para que los actores armados no estatales, limpiaran de minas un pedazo de tierra de este país.

En el 2003, con la comunidad de Micoahumado, hicimos un acompañamiento para que el ELN dejara de usar minas en un tramo de carretera y quitara las minas que había sembrado. Eso demostró que sí se podía.

Desde esa época venimos diciendo que hay que hacer acuerdos sobre minas con las guerrillas y todo el mundo nos ha dicho que no, hasta que ahora, en el proceso de paz con las FARC, dijeron que sí.

Había un obstáculo, la decisión política del gobierno, pero de que se puede, se puede. Aún hoy se puede hacer más. Lo que se demostró en Antioquia es que si se quiere, por parte del gobierno, hay disposición para hacerlo. Porque debo decir, con toda tranquilidad, que las FARC y el ELN siempre han tenido voluntad para avanzar procesos relacionados con minas en las comunidades. Y llevamos insistiendo desde 2003 en la necesidad de los acuerdos.

La razón justa era haber hecho estos acuerdos para evitar muchas muertes. Que bueno que lo estamos haciendo ahora.

¿De dónde surge o qué lo llevó a iniciarla?

El conocimiento de la situación del país y la idea de transformarla. Ahora acabamos de lograr que se firme la convención de las bombas cluster de racimo.

¿Qué es lo distintivo de su iniciativa?

La novedad y la suma de muchos esfuerzos.

¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido que superar para desarrollar la iniciativa?

La decisión política del gobierno.

¿Cuáles han sido los principales aciertos?

Demostrar que sí se podían hacer acuerdos con las guerrillas para desminar el país.

¿Cuáles han sido los principales aliados?

La gente de las regiones. Tenemos 400 voluntarios en veredas, porque nuestro trabajo es fundamentalmente con gente de veredas, ellos son nuestros principales aliados porque están en el territorio, son los que sufren los problemas de la guerra. Sin ellos no seríamos nada.

Hay varias organizaciones, como UNICEF, el gobierno de Noruega, el gobierno de Estados Unidos, el gobierno de España en su época, en un momento el gobierno Suizo, la Pastoral Social Colombiana, Handicap Internacional, la Cruz Roja Internacional, la Cruz Roja Colombiana, la fundación Restrepo Barco, que han sido aliados de nuestros procesos.

Nuestro trabajo es la suma de muchos esfuerzos.

¿Qué representan las minas anti persona en la vida y la cultura de Colombia?

Representan dos cosas. Por un lado, el nivel de crudeza de la guerra que hemos tenido, es una guerra que ha tenido todos los desarrollos más dramáticos de cualquier guerra.

Las minas son parte de una escenario de crueldad y dolor en el que hemos vivido los colombianos. Tuvimos una planta de producción de minas en las Fuerzas Militares, eso denota cuál es el espíritu de esta sociedad. No creo ni en los buenos, ni en los malos.

¿Qué representan? No. Las minas son parte de una representación. ¿Una representación de qué? De la circunstancia degradada de una guerra que no ha hecho sino producir dolor y daño a la mayoría de los colombianos, en un número de generaciones que ya va como por tres o cuatro.

¿Cómo explicaría la significación ética, militar y social del problema de las minas antipersona en Colombia y el mundo? Y la evolución histórica del tema?

La lucha contra las minas se profundiza en la década de los 90. Prohibir las minas es un avance cualitativo de la sociedad y de los seres humanos, como lo es luchar contra la tortura o decir que hay que tener una política de inclusión. Hay una progresión en la construcción de derechos y una ética humana.

El tema de las minas es un referente importante en la construcción, y los avances por tener una ética humana mucho más elevada y una ética mucho más responsable frente a los desarrollos más avanzados de los que la humanidad quisiera.

En Colombia lograr un consenso social de que las minas son malas, implica un nivel de humanización de la sociedad colombiana. A nivel global hay países que no la tienen, entran en una discusión ética por mejorar los estándares de calidad de los derechos humanos, pero aquí es como ganar niveles de humanidad en la sociedad para comprender que eso no debe seguir más. Es como el nivel de humanidad que ganan las generaciones más jóvenes al oír que se hacen falsos positivos y se horrorizan. Mi generación no se horrorizaba porque era lo cotidiano, el ejército ha matado campesinos toda la vida y los viste de guerrilleros.

Hay un salto cualitativo, en términos de humanismo, cuando esos temas se empiezan a apropiar por parte de la sociedad. En términos militares, lo que pasa es que denotar las minas como un arma inútil, que produce más daño a la población no combatiente, significa ir generando una política de desarme.

¿Cómo se compara el conflicto interno colombiano con otros conflictos en materia de minas anti persona?

Las medidas siempre son en números de víctimas, en ese sentido tenemos muchas víctimas nuevas que no son el presente de otros conflictos.

Algo muy particular que hay desde el punto de vista técnico, es que la mayoría de minas antipersona en Colombia, son minas elaboradas artesanalmente en los campamentos de las guerrillas. Como la mayoría son así, eso hace que técnicamente, el tratamiento tenga que ser diferente.

Eso puede dar unas ventajas, por ejemplo, las minas colombianas no van a tener tan larga duración como las minas industriales. Tenemos que identificar rápidamente ese tema para que podamos sentar un diálogo constructivo con militares, ex guerrilleros y ciudadanos que trabajamos en el tema, para identificar posibles reducciones de tiempos y costos.

Yo aspiro a que eso se dé y que se dé en un ambiente de confianza, porque considero que la mayor pérdida que hemos tenido en este conflicto es la confianza. Hay una disociación muy fuerte en la sociedad colombiana y el gran reto de los colombianos hoy, es construir confianza hacia el futuro.

Cuando yo digo que fui parte del M-19 todo el mundo me mira distinto, cuando digo que voté por Petro, la gente siente distinto, por eso hay que ser muy cuidadosos y no estar juzgando todo el tiempo.

La principal ruptura que hemos tenido en la sociedad colombiana, producto de la violencia y de la guerra, es la pérdida de confianza. La convierto en un símbolo, porque lo primero que pierde un campesino con las minas, es la confianza en su territorio. No hay peor desconfianza que no saber si por donde uno camina, puede activar una mina.

Esas maneras de valoración de la sociedad se rompen un poco cuando la confianza se va construyendo, pero es difícil, muy difícil. Por eso, hay que acabar la guerra, porque es como un ácido que cae en una tela, separarla es fácil, pero volverla a unir es difícil.

¿Cómo califica el manejo que le ha dado el Estado al problema de las minas anti persona?

Este es un Estado disociado de la realidad, las políticas generales se escriben bien pero la práctica es muy diferente a la letra de la ley.

Hemos avanzado, pero pudimos haber avanzado muchísimo, ahorrado muchos recursos, pudimos haber aprovechado mejor la cooperación, pero llorar sobre mojado no tiene sentido. Lo importante ahora, es mirar qué hacer hacia delante.

Lo que estamos haciendo es correcto, los acuerdos especiales sobre minas son importantes, por eso hay que ponerle fin a esta guerra, otro punto importante es crear un centro nacional de acción contra minas, es una propuesta que hemos hecho hace más de 10 años y nunca ha habido poder que lo permita.

Yo aspiraría a que ahora se entienda la necesidad de hacerlo. Que se entienda la necesidad de ver las minas como un tema humanitario y no de seguridad, ese es el reto más importante que tenemos.

¿Cómo califico el manejo del Estado? Como puede uno calificar al Estado colombiano, como una herramienta importante, necesaria, útil y conveniente, pero muy deficiente. Pero el Estado no es una cosa ajena sino que también somos nosotros.

¿Cómo ha sido la relación de las Fuerzas Militares con la sociedad civil en materia de manejo del problema de las minas anti persona?

Tiene distintos tiempos. Cuando empezamos este trabajo, en las Fuerzas Militares se nos consideraba como unos intrusos un poco peligrosos, incluso recuerdo que en las primeras reuniones dijeron que lo que queríamos era desarmarlas porque cómo así que había que dejar de usar minas.

Las Fuerzas Militares y la sociedad estamos en un proceso de aprender a conversar y construir confianza. Lo único que tenemos claro, independiente de lo que sea, es la importancia de enseñar, y hay que mejorar.

Los seres humanos van transformándose y vamos a ver esto hasta cuándo dura, porque es muy complejo. Lo importante es que cada uno haga su rol y lo haga bien, que generemos cada vez mayores espacios de interlocución y la construcción de caminos de conversación, porque los militares y los civiles en Colombia no conversamos o lo hacemos con mucha distancia, miedo y desconfianza, de lado y lado.

Ese diálogo entre militares y sociedad civil es muy importante que se desarrolle.

¿Qué representa el acuerdo sobre minas en La Habana y el hecho de que se estén buscando conjuntamente entre Estado, guerrilla y comunidad internacional?

Demuestra que es posible. Representa una posibilidad enorme de construir confianza, de consolidar y sembrar una semilla para que comprendamos que es posible construir un mundo distinto. Un mundo donde las FARC y el ejército no se la pasen matándose toda la vida, donde los ciudadanos aprendamos a hablar de eso con un mayor criterio y donde todos produzcamos resultados en función de la comunidad.

También representa muchos riesgos, temores y dificultades. Pero representa la enorme posibilidad de aprender, aprender de todo, hasta de relaciones humanas, códigos de relacionamiento, de minas. Es una experiencia humana muy importante para el ejército, las FARC y las comunidades. 

Links de interés:

Twitter Álvaro Jiménez  @AlvaroJimenezMi

Campaña Colombiana Contra Minas

SEHLAC: Seguridad Humana en Latinoamérica y el Caribe

Álvaro Jiménez en La Silla Llena

Action On Armed Violence: Álvaro Jiménez Millán, Campaña Colombiana Contra Minas

Colombia: cómo desminar al país con más minas antipersonales de América

Colombia: Campaña contra las minas antipersonales  

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