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Ana María Ibáñez, decana de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes es la #TrendingLíder de esta semana en La Silla Líder. Se ha desatacado como líder pública desde la academia, logrando que sus investigaciones sobre desplazamiento forzado y conflicto armado tengan impacto en las políticas públicas a nivel nacional.



Líder en video
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Sobre su entorno, visión e iniciativa de liderazgo
Entorno del líder
Todo liderazgo surge de unas influencias en la vida: personales, intelectuales, vivenciales, de todo tipo. ¿Cuáles diría usted que son esas influencias que han determinado su estilo y sus motivaciones de liderazgo?
Mi formación no ha estado encaminada a ser líder. Mi propósito durante mis últimos 15 años ha sido formarme como académica, es decir como investigadora y profesora. En este proceso he tenido influencias importantes.
El colegio fue supremamente importante, tuve muy buenos profesores. Era una formación muy completa: buenos profesores de matemáticas y ciencias y unos maravillosos en literatura e historia. La lectura, que me inculcaron en el colegio, es una muy buena fuente de aprendizaje, por ejemplo.
Hacer el doctorado también fue importante. Tuve un asesor de tesis que era una persona maravillosa, un investigador muy reputado en lo que hacía, pero era una persona supremamente humana y buena con las personas con las que trabajaba. Algo que considero esencial después de ver su ejemplo. Nunca olvidaré ese rasgo de mi asesor. Aprendí que se puede hacer bien el trabajo en términos profesionales pero, además humanamente.
Después, ver a gente trabajando y el cómo trabajan también te influencia mucho. Por ejemplo, Juan Carlos Echeverry fue decano de la Facultad de Economía de los Andes y es un muy buen ejecutor. Tiene un estilo de liderazgo que llena mucho de energía a la gente y de compromiso. O José Rafael Toro, Vicerrector Académico de la Universidad de los Andes hasta hace poco, riguroso, profundo y de una calidad humana inigualable.
La confianza en sí mismo es fundamental para el liderazgo. ¿De dónde proviene su confianza en sí mismo?
De estudiar. Del conocimiento.
Las adversidades ayudan a formar el carácter y la personalidad del líder. ¿Qué adversidades ha tenido que superar?
Situaciones personales que me han fortalecido.
¿Cuál es el origen regional de su familia?
Mi papá es de Barranquilla y mi mamá es de Pereira, pero vivió en Cali.
¿Cree que eso formó su personalidad o carácter?
Sin duda. Hasta los 20 años no pasé mis primeras vacaciones en Bogotá. Todas mis vacaciones eran en casa de mis abuelos en Cali y en Barranquilla. Son dos ciudades que me marcaron mucho. Siempre las miro con mucho cariño. Entender que Colombia es un país con regiones muy fuertes y diversas ha sido fundamental para poder entender un poco Colombia. Tener padres que no son de Bogotá contribuyó mucho en esto.
¿Cuáles fueron sus primeros rasgos, actos, o insinuaciones de liderazgo?
Siempre me ha gustado coordinar gente y organizar para alcanzar un objetivo concreto.
Pero ante todo trabajo, y trabajo muchísimo. Soy muy comprometida con el trabajo y además me fascina lo que hago.
La vida me ha puesto además mentores que me han impulsado a ejercer posiciones que requieren liderazgo.
¿Cuáles habilidades han facilitado su liderazgo?
Soy una persona que escucha. Me gusta discutir con la gente y me gusta generar consensos. No me gusta el tipo de liderazgo que impone sus posiciones sobre las personas. Creo mucho en la discusión, en el disenso.
Además un buen grupo de trabajo no puede ser un grupo monolítico donde todos piensen lo mismo, sino que debe tener diversidad de opiniones. Esto torna el liderazgo más difícil, porque uno tiene que justificar, discutir y sentar posiciones bien estructuradas. Sin embargo, al final se toman mejores decisiones y se compromete todo el grupo de trabajo en un objetivo común.
¿Considera que maneja bien las emociones y la inteligencia emocional?
Si, pero a veces cuento hasta diez para controlar mis emociones. Soy muy racional.
Visión de liderazgo
¿A qué personas de la vida pública le reconoce usted liderazgo? Y mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿cuál le atrae?
Hay mujeres que tienen liderazgos muy interesantes. Claudia López ahora está haciendo un trabajo muy bueno en el Senado, Cecilia López que ha ejercido un liderazgo un tanto contestatario en el sector público y Sylvia Escobar desde el sector privado.
Alberto Lleras y Carlos Lleras fueron presidentes con liderazgos y gobiernos interesantes. Ojalá nuestros políticos actuales intentarán emularlos un poco.
Una visión de liderazgo tiene un diagnóstico de la situación a intervenir, una meta hacía a dónde ir y una fórmula para lograrlo. ¿Cuál diría usted que es su diagnóstico, fórmula y meta?
Colombia es un país supremamente complejo y es casi imposible hacer el diagnóstico completo de la situación. Sería simplista e irresponsable. He dedicado mi investigación a intentar entender el conflicto armado y, sobre todo, qué implicaciones ha tenido para el país en las dimensiones económicas.
El conflicto ha sido un lastre muy grande para el país. Hemos estado 50 años metidos en una guerra que no tiene sentido. Eso ha hecho primero, que las instituciones y los gobiernos, tanto nacionales como locales, hayan concentrado muchos de sus esfuerzos y de su espacio mental en tratar de resolver el conflicto y hayan aplazado políticas fundamentales para el país.
Además, el conflicto ha dejado una huella muy profunda en las personas. Además de tener unos costos económicos y sociales enormes. Su legado más negativo, a mi juicio es la desconfianza de la gente, el susto, la agresividad, la polarización. Va a ser difícil superar esto. Los costos económicos se reducen con políticas programas e inversiones. La dimensión humana tomará más tiempo y necesitará un liderazgo decidido y claro. En los procesos de posconflicto y de reconciliación, los líderes son muy importantes. Un ejemplo interesante es Nelson Mandela.
Solucionarlo nos va a tomar décadas, pero el primer paso es terminar el conflicto. Terminar la negociación con las FARC y lograr que el ELN empiece un proceso de negociación. Después tendremos que reconstruir el país y eso tomará muchas décadas.
Nuestra meta debe ser un país reconciliado, sin conflicto. Esa es la meta de corto plazo. La meta de largo plazo es reducir la violencia a niveles tolerables y lograr un desarrollo económico para el cual Colombia tiene un potencial enorme, pero no ha podido lograr.
¿Cuál es el ejemplo que usted le da a sus seguidores? Y ¿Cómo encarna con su ejemplo los valores de su
Desde hace un tiempo, cada vez que me invitan a hablar sobre el conflicto y los costos del conflicto y la reconciliación, asisto y presento con el objetivo de generar buenas discusiones y debates. Es una labor pedagógica. En todos siempre hay una o más personas que no están de acuerdo, que son agresivos. Pero he decidido que si quiero contribuir a la reconciliación debo contestar a cada persona de una manera que no sea agresiva, pausada, y explicando argumentos y no acudiendo a sentimientos o descalificaciones personales. En el país debemos aprender a disentir y a discutir para alcanzar consensos.
Considero que mi labor como académica y como profesora, formadora, es esa.
Poder responder con argumentos y no con sentimientos es una habilidad ¿cree que eso se lo ha dado la academia?
Claro, la academia es eso. Es la cotidianidad de un académico. No es una habilidad mía, sino de los que somos profesores y somos académicos.
Le he dado clases a por lo menos 600 personas, estudiantes de 19 años que todo el día te están poniendo a prueba. Algunos hacen preguntas interesantes, otros hacen preguntas difíciles y otros preguntas desafiantes. Son habilidades que se adquieren con la academia y con ser profesor.
¿Cuáles son sus principales resultados en materia de liderazgo?
Una satisfacción importante para mi es la trascendencia de mis investigaciones más allá de los muros que tenemos en la academia. Tener influencia para que esos temas se discutan públicamente, para generar debate público y para contribuir en el diseño de políticas públicas ha sido muy gratificante.
Hablemos de la cultura de liderazgo en el país. ¿Usted cómo describiría la cultura de liderazgo del país?
Nos falta mucho para tener líderes que den ejemplo de civilidad, de tolerancia, de su capacidad para discutir temas y no recurrir a recriminaciones personales.
Creo que los primeros que tienen que dar ejemplo en este país, en un proceso de reconciliación, son los líderes que en este momento no lo están dando. Nuestros políticos no son capaces de sentarse a discutir un tema sin que haya polarizaciones y sin que haya agresiones.
El liderazgo público en Colombia, con contadas excepciones, en este momento está muy deteriorado.
¿Cómo ve el liderazgo público desde la academia?
La academia en Colombia ha crecido mucho. El liderazgo público desde la academia es fundamental. Los académicos tenemos tiempo para pensar y afinar argumentos y para contribuir en temas que, quienes están imbuidos en los afanes de la cotidianidad, no han considerado todavía. Los académicos contribuimos en dos dimensiones importantes: con investigación que puede ser importante para el país y con la formación de las generaciones y líderes futuros. Eso un impacto invisible pero poderoso.
Dentro de 20 años unos historiadores deciden estudiar este momento de la vida del país, a través de cinco líderes emblemáticos. ¿Qué cinco líderes escogería usted para estudiar?
Por el proceso de paz que estamos viviendo tendrían que estudiar al presidente Santos y al presidente Uribe. Un líder que me gusta mucho, César Gaviria, que logra ser una persona mas balanceada. Por último entender a las víctimas, los actores del conflicto y las Fuerzas Armadas.
Pero ante todo los pondría a leer los libros de la Comisión de Memoria Histórica y de académicos serios.

Iniciativa de liderazgo
¿En qué consiste su iniciativa de liderazgo?
Entender las consecuencias del conflicto armado sobre la población civil.
¿De dónde surge o qué lo llevó a iniciarla?
Cuando estaba haciendo el doctorado, mi tesis era calcular los costos económicos de la contaminación. Sin embargo, cuando estás en un país en guerra, me pareció mucho más importante aplicar el mismo análisis para entender cuales eran los costos económicos del conflicto armado.
Por eso, el primer estudio que hice sobre desplazados aplicó técnicas de economía ambiental, de economía del bienestar, para entender qué implicaba en costos económicos, ser una persona desplazada.
¿Qué es lo distintivo de su iniciativa?
Se distinguió en su momento porque puse cifras a los estudios de víctimas. Ya muchos científicos sociales y la Iglesia habían analizado y evidenciado el tema de las víctimas en Colombia. Ya existían estudios muy importantes. Mi contribución, por ser economista, fue ponerle cifras a esa realidad.
Fue importante porque las cifras son muy poderosas. Las cifras dan cuenta de las magnitudes del drama y lo que ha sido el desplazamiento.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido que superar para desarrollar la iniciativa?
No he tenido obstáculos. He tenido la financiación para hacerlo y toda la libertad que me ha dado la Universidad de los Andes para hacer mi investigación.
¿Cuáles han sido los principales aciertos?
Considero que los principales aciertos han sido la rigurosidad y comunicar los resultados en un lenguaje asequible.
¿Cuáles han sido los principales aliados?
Las personas con las que he trabajado: otros profesores de la facultad y mis asistentes de investigación. Ellos han sido fundamentales.
¿Cuál ha sido el principal aporte?
Haberle puesto cifras a la crisis humanitaria que tenía el país en su momento. Alguna gente se molestó porque decían que era una tragedia muy grande y que no se podía cuantificar, pero considero que era importante hacerlo.
Ronald Heifetz sostiene que liderar es vivir peligrosamente. Porque el liderazgo tiene un lado no glamuroso, del que poco se habla: genera que otros se opongan a la iniciativa de liderazgo llegando incluso a buscar detener al líder. Esto ocurre porque el liderazgo transformador genera cambios y “pérdidas” para la gente al desequilibrando el statu quo. ¿Ha tenido opositores a la hora de desarrollar su investigación?
En la academia tu discutes todo el día, entonces eso para mi no es un obstáculo. Es parte del enriquecimiento. Los debates académicos son constructivos porque te ponen a afinar tus argumentos, lo cual es fundamental.
¿Diría que su trabajo principal está enfocado en el desarrollo rural?
No. Diría que mi trabajo principal está enfocado en el tema del conflicto armado en Colombia, lo que pasa es que el conflicto armado en Colombia sucede en las áreas rurales. Por eso terminé estudiando temas rurales, pero mi eje conductor es conflicto armado y el impacto sobre la población.
Estamos cumpliendo cuatro años de la ley de víctimas y restitución de tierras, ¿qué evaluación haría sobre esa ley?
Colombia ha sido uno de los países mas progresistas en estos temas, desde el 97 cuando se hizo la primera ley de desplazados, para atender a la población víctima del conflicto. Atender a la población víctima del conflicto dentro de un conflicto es muy difícil, los países siempre esperan a que el conflicto se termine para atender a las víctimas.
Tanto la Ley 387 del 1997 como la nueva Ley de Víctimas son muy progresistas y son muy buenas, lo que pasa es que, como todo en Colombia, son un poco maximalistas. Parte de la dificultad para aplicar la Ley es que se está tratando de lograr cosas que tal vez no sean posibles. Se debe rediseñar la Ley de Víctimas y llevarla a unas proporciones acordes con nuestra capacidad. Pero la Ley está muy bien diseñada, aborda los temas que son importantes de la victimización en Colombia, sin duda alguna.