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En momentos donde las cifras de inmigrantes venezolanos se asemejan a la de los refugiados sirios, hablamos con Laura Gil, internacionalista y columnista de El Tiempo sobre cómo podemos trabajar con los inmigrantes venezolanos para construir un mejor país.

María José Andrade: ¿Cuál es la dimensión de los venezolanos en Colombia?
Laura Gil: Es una inmigración que está creciendo cada día y que ha cambiado su perfil. Migración Colombia calcula que han venido mas o menos 500.000 venezolanos a quedarse. Pero ha cambiado el perfil: antes era muy claro que Colombia era solamente un país de tránsito, hoy en día hay venezolanos que vienen a quedarse. Además, aquellos que están en tránsito están en tránsitos mucho más prolongados que antes. Antes venían dos o tres días y seguían su camino, hoy en día están quedándose meses para tratar de recoger el dinero que necesitan para seguir su camino. El tercer punto es que la primera ola de la migración fue sobre todo de colombo-venezolanos, es decir, de hijos de colombianos que habían nacido en Venezuela o de colombianos que se habían ido. Hoy en día hay muchos venezolanos que están buscando Colombia como país para refugiarse.
M.J.A: ¿Qué implica para estos venezolanos dejar atrás todo en su país?
L.G: Pues lo que implica para cualquier refugiado. Tenemos que tener en cuenta que las cifras hoy en día son similares a la inmigración siria a través del mediterráneo. Estamos hablando del mismo tipo de cifras, la misma magnitud. Implica lo que implica para todos los refugiados, aquí o en Europa, y es iniciar una nueva vida desde cero.
M.J.A: ¿Cuál es el futuro de estos inmigrantes en Colombia? ¿Cómo los podemos ayudar?
L.G: Colombia tiene una política vacilante en el sentido de que no tiene experiencia con estas olas migratorias. Colombia ha sido un país relativamente cerrado y tiene normatividad en papel que no se operativiza fácilmente. Entonces está sufriendo las dificultades que tienen todos los países que están bajo este tipo de presión cuando no hay historia de inmigración. ¿Cómo ayudarlos? Yo creo que Colombia y la región tienen un deber con los venezolanos de recibirlos, porque no hay solución a corto o a mediano plazo para Venezuela. Esto va a seguir creciendo y toca ver como se reciben. Toca ver como se acomodan las necesidades de venezolanos y colombianos en el campo laboral, hay que ir creando espacios para recibir estos venezolanos.
¿A qué me refiero que es vacilante? A que Colombia entiende que tiene una obligación con los venezolanos, pero al mismo tiempo el gobierno nacional está bajo una enorme presión de los gobiernos locales para cerrar la puerta, pues hay ciudades desbordadas. Entonces hay que encontrar un punto para poder recibirlos y poder garantizarles los derechos.
M.J.A: ¿Estos venezolanos presentan alguna amenaza para los colombianos?
L.G: No son ninguna amenaza. Colombia tiene que hacer dos cosas. Uno, asumir el liderazgo en la región de buscar que los demás países también ayuden en la recepción de venezolanos, porque este es un tema regional. Y dos, creo que lo que hay que hacer son programas de trabajo dirigido. En todos los países hay nichos de empleo que los nacionales no quieren hacer. Aquí por ejemplo el tema de las flores, es difícil buscar recolectores de flores, como puede haber muchos otros trabaos. Hay que buscar espacios y programas donde uno pueda recibir a los venezolanos y ofrecerles trabajo en nichos que no están siendo cubiertos.
M.J.A: ¿Cómo hacer de este proceso de inmigración algo positivo tanto para colombianos como para venezolanos?
Es algo positivo, porque la inmigración puede dinamizar la economía si se hace bien. A través de estos tipos de programas, si los gobiernos se sentaran a pensar cómo recibir una ola, podrían dinamizar la economía y abrir las puertas a nuevas formas de hacer negocios, abre la mente. Acá en Colombia tenemos una deuda con todos los venezolanos que recibieron a tantos colombianos durante el conflicto armado.