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Hoy el poke es un plato muy popular, pero cuando Isabella Fernández y su esposo abrieron el primer local, nadie sabía ni cómo pronunciar la palabra. Esta es la historia de cómo una venezolana y un plato hawaiano revolucionaron la escena gastronómica de Bogotá.
Red Líder: Cuéntenos un poco de su historia. ¿De dónde es? ¿Cómo llegó a Colombia?
Isabella Fernández: Soy venezolana, nací y crecí en Caracas hasta que, en el 2002, cuando tenía catorce años, toda mi familia se mudó a Estados Unidos. Allá terminé el colegio y fui a la universidad donde estudié comercio de modas. Cuando me gradué, mi papá estaba buscando oportunidades de negocio en Latinoamérica, pues como no pudo ejercer como ingeniero civil en Estados Unidos, estaba un poco atascado en su vida profesional. En ese momento decide que Colombia es la mejor opción, invierte aquí y me invita a venir a que conozca. Y aquí me quedé.
R.L: ¿Qué hizo al llegar a Colombia?
I.F: Lo primero que hicimos al llegar fue estructurar un modelo de negocios con mi papá, en donde importábamos telas. Monté una marca de jeans premium que se llamaba Jean & Tonic, que le permitía al consumidor personalizar sus jeans en cinco pasos por medio de una página web. Los confeccionábamos acá, pero vendía muchísimo por fuera.
R.L: ¿Qué fue lo más difícil de llegar a nuestro país?
I.F: Yo llegué a Colombia en diciembre del 2011, donde había pocos venezolanos y no se veía la crisis tan fuerte como se ve hoy en día. El país no estaba preparado para los inmigrantes. Como yo no tenía historial crediticio, era imposible acceder a servicios financieros. Adquirir una línea pospago era imposible. Me tocaba poner todo a nombre de mi esposo, que en ese momento era mi novio.
R.L: ¿En qué momento nace Poke?
I.F: Hace dos años, mi esposo y yo fuimos a Nueva York y descubrimos el concepto del Poke, que allá estaba en furor. El Poke es un plato típico hawaiano que se empezó a regar por Estados Unidos hasta convertirse en un plato muy popular. En ese momento era un formato muy novedoso que nos encantó. Cuando volvimos de ese viaje nos dimos cuenta que la escena gastronómica de Bogotá carecía de espacios saludables, convenientes, a precios razonables, y que había una gran oportunidad en el mercado. Y aunque ninguno de los dos tenía experiencia en restaurantes, los dos éramos emprendedores y decidimos meternos en este mundo. A los cuatro meses ya teníamos el primer local. Hoy en día todo el mundo conoce Poke, pero cuando nosotros empezamos nadie sabía ni qué era ni cómo pronunciar la palabra.
Aunque hay pokes en todas partes del mundo, nuestra versión fue muy original, pues lo que hicimos fue que además de ofrecer esta receta tradicional, quisimos ofrecer sabores locales con ingredientes locales. Por eso añadimos plátano, arroz con coco, quinoa, pollo a la plancha y pescado frito. Es muy importante conectar nuestra comida con el paladar local. Y siempre estamos tratando de innovar.
R.L: ¿Qué gana una sociedad que acoge a los inmigrantes?
I.F: La mezcla de culturas enriquece. Eso nutre las sociedades. Que llegue un inmigrante te aporta nuevas perspectivas, te enseña. Por ejemplo, aproximadamente el 30% de nuestros empleados son venezolanos. Y ellos han llegado a crear un vínculo muy cercano con los otros empleados colombianos. Se han vuelto como familia, y han sacado adelante varias iniciativas para ayudar a los venezolanos en Bogotá. Han recogido ropa, y hace unas semanas se juntaron todos para cocinar un caldo y llevarlo a la terminal en donde hay un campamento de venezolanos. Creo que eso es muy valioso.
R.L: ¿Cuál es el futuro de Poke? ¿Se ve viviendo en Colombia a futuro?
I.F: Yo llegué a Colombia y me enamoré de este país. Hoy en día puedo decir que Colombia me ha dado todo lo que tengo. Agradezco mucho haberme encontrado con gente tan amable y trabajadora. La verdad me veo quedándome aquí mucho tiempo más. El plan es que Poke crezca a un paso muy veloz, que siga creciendo por Colombia y que eventualmente salga a otros países de Latinoamérica.