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Ha sido todo un fenómeno y es evidente al compararse su poder con el de presidentes de potencias mundiales. El Papa Francisco ha generado mucho más cambio y consciencia en la humanidad con sus palabras. Por esto, con su visita a los Estados Unidos el Papa confirma que su poder es toda una paradoja. 

Ha sido todo un fenómeno y es evidente al compararse su poder con el de presidentes de potencias mundiales. El Papa Francisco ha generado mucho más cambio y consciencia en la humanidad con sus palabras. Por esto, con su visita a los Estados Unidos el Papa confirma que su poder es toda una paradoja. 

Artículo “The paradox of Pope Francis’s power” en The Washington Post  

 
Papa Francisco - La Silla Líder

 

El Papa Francisco y el presidente de China, Xi Jinping llegaron a los Estados Unidos esta semana. Lo que generó un gran seguimiento para ambos y que surgieran preguntas como: ¿Qué hombre es más poderoso en el mundo?  El Papa Francisco es, sin duda la figura dominante, a pesar de la vieja broma sobre cuántas divisiones tiene el ejército del Papa, y la potencia de una China en ascenso. 

 

Esto se debe a que la naturaleza del poder ha cambiado: el Papa Francisco encarna el tipo de influencia intangible pero transformadora más importante en estos momentos en el mundo, lo que el profesor de la Universidad de Harvard Joseph Nye describió hace una década en su libro “Poder Blando”.  

 

“El poder blando se apoya en la capacidad de dar forma a las preferencias de los demás”, Nye escribió en su libro de 2004. La esencia de tal influencia, dijo, fue que “coopta a la gente en lugar coaccionarla.” Esta última década ha dejado una serie de lecciones sobre los límites de la versión militar del poder duro para lograr resultados, especialmente en Irak. ¿Por qué es el Papa Francisco una figura tan magnética? La respuesta ilustra una paradoja del poder que resuena con el mensaje cristiano. Este Papa es fuerte porque es humilde. Su mensaje resuena en un mundo complejo porque es simple. Él desdeña las trampas del poder, la pompa y fanfarria, y por lo tanto aumenta su poder real. Todas sus palabras y acciones parecen estar yendo en la misma dirección.

 

El impacto del Papa Francisco estaba claro el jueves cuando en su discurso ante una sesión conjunta del Congreso trajo un raro momento de bipartidismo al recibto de la Cámara. El Papa se refirió a cuestiones políticas – como la inmigración, el cambio climático y la santidad de la vida – pero su mensaje central era el precepto más simple de la tolerancia y la fe: la “Regla de Oro”. En el balcón del Capitolio después, incluso se acercó a los incrédulos a pedirles buenos deseos. Lo que es fascinante, viendo Xi Jinping, Obama y Putin en el mismo escenario global con el Papa Francisco, es que los líderes políticos parecen ansiar la autenticidad que el líder religioso comandar  con tan poco esfuerzo.

 

 

Obama tenía esta cualidad intangible en su primer año como presidente. Su Premio Nobel de Paz en 2009 podría haber sido prematura, pero refleja un anhelo global para su tema emblemático: la esperanza. Obama perdió ese halo cuando asumió  las cargas de comandante en jefe de guerras y ataques aéreos. Sus mensajes de poder duro y poder blando se mezclaron. El mundo comenzó a percibirlo como guerrero e inflexible, mientras que muchos estadounidenses comenzaron a verlo como flexible y débil.  

 

Un Papa es un maestro, siempre. Pero éste nos enseña acerca de la naturaleza del poder en un mundo donde las redes sociales pueden crear un vínculo íntimo incluso con la figura más grandiosa. El Obispo de Roma tiene impacto inusual porque desdeña el trono.

 

 

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