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Manuel Rodríguez Becerra, director del Foro Nacional Ambiental, profesor de la Universidad de los Andes y exministro de Medio Ambiente, es el #TrendingLíder360º de esta semana en La Silla Líder. Su liderazgo se ha concentrado en el ámbito académico y el medio ambiental. Es la voz crítica más escuchada en materia ambiental.



La visión de Manuel Rodríguez Becerra 360º
Sobre su entorno, visión e iniciativa de liderazgo
Entorno del líder
Todo liderazgo surge de unas influencias en la vida: personales, intelectuales, vivenciales, de todo tipo. ¿Cuáles diría usted que son esas influencias que han determinado su estilo y sus motivaciones de liderazgo?
A uno a veces le pasan cosas en la vida, y muchas de ellas son al azar.
Me dieron responsabilidades desde muy temprano en la vida. Cuando me nombraron Secretario General de la Universidad de los Andes me acababa de graduar de ingeniero industrial. Fue una responsabilidad grandísima, entre otras, porque mi antecesor era un hombre que tenía un altísimo perfil en la Universidad, muy respetado, Fernando Cepeda Ulloa.
Siendo Secretario General me nombraron Director Administrativo encargado de la Universidad durante un tiempo. Me fui a Oxford, regresé, y seguí durante 17 años más en puestos de responsabilidad de la Universidad de los Andes.
Después me fui al INDERENA y después al Ministerio de Medio Ambiente.
Quedé condenado en la vida, sistémicamente a ocupar unos cargos de mucha responsabilidad en los que uno aprende a hacer muchas cosas, entre muchas, a liderar grupos. Tenía habilidad para esas cosas.
Antes, en la misma Universidad, había sido director de una actividad estudiantil llamada “Acción Comunal”, para el desarrollo de la comunidad. En esa época, se estaban fundando en el mundo las juntas de acción comunal cómo una cuestión de autoayuda de las comunidades más pobres. Los Andes tenía un grupo de acción comunal de estudiantes que iban a las ciénagas de Lorica, Córdoba, a casas de campesinos a hacer procesos de autoayuda, una experiencia formativa extraordinaria.
La confianza en sí mismo es fundamental para el liderazgo. ¿De dónde proviene su confianza en sí mismo?
Todos tenemos nuestras inseguridades, no hay una persona que no tenga inseguridades. El momento de toma de decisiones puede ser un acto de confianza, pero en sí mismo también puede ser un acto de irresponsabilidad.
Mi padre murió muy joven, pero yo tenía un abuelo materno y una mamá muy seguros de sí mismos. Mi mamá era echada para delante y alegre, pero muy estricta y con profunda confianza. Seguramente por ahí viene la cosa.
¿Cuál es el origen regional de su familia?
Antioqueña y valluna. Mi mamá de Palmira y mi papá de Medellín.
Las adversidades ayudan a formar el carácter y la personalidad del líder. ¿Qué adversidades ha tenido que superar?
En la vida he sido una persona afortunada, no he tenido tantas adversidades como otras personas que se han formado como líderes.
Adversidades propiamente, cuando empecé a trabajar en la universidad. Eso me formó mucho.
En ese momento había un conflicto universitario en Colombia enorme, y los Andes también entró en ese conflicto. Había huelgas, paros, y los movimientos de izquierda eran los que manejaban y lideraban todo eso. Cuando entré de Secretario General se desató un debate político, incluso personas muy amigas mías me retiraron el saludo porque consideraban que yo era un tipo que representaba el statu quo.
Para mí tan joven fue difícil ejercer una Secretaría en un momento tremendamente conflictivo. Había muchos dilemas, mucha tensión. Fui Secretario General, en tres años, de cuatro rectores. La Universidad era muy pequeña, en la rectoría sólo estaba el rector, el vicerrector, el secretario general y las secretarias, y no había mucho staff.
Hubo todo tipo de cosas difíciles, en un momento tuvimos que cerrar la Universidad. Siendo Secretario General tuve que firmar la sanción de 60 estudiantes que habían sido investigados, fue una cuestión muy dura. Esos tres años fueron bastante intensos y me formaron en tratar de lidiar con situaciones difíciles y complejas sentimentalmente, porque mis amigos estaban en las huelgas.
Me probé en tener la capacidad de aconsejar a un rector en situaciones difíciles, de opinar, o escribir un documento clave de política sobre por qué la Universidad era una institución meritocrática y no democrática.
Fue un momento muy especial en mi vida y me marcó mucho, no cabe duda. Por eso, después me nombraron Decano de Arte y Ciencias cuando regresé de Oxford. En ese momento tenía 30 años y la Facultad de Arte y Ciencias era la mitad de la Universidad.
Ahí tuve que ser un líder porque mi nombramiento fue muy sorpresivo para mucha gente con mucho mérito y trayectoria que consideraban que era un joven al que ese cargo le iba a quedar grande porque no sabía nada de ese campo.
Cuando me nombraron decano, el reto para mí fue muy grande porque tenía que demostrar que sí podía. A los seis meses probé que tenía la capacidad para hacerlo.
¿Cuáles fueron sus primeros rasgos, actos, o insinuaciones de liderazgo?
La Acción Comunal y la Secretaría General de la Universidad lo fueron de alguna manera. Mi primer reto de liderazgo fue la decanatura de la Facultad de Artes y Ciencias.
En el colegio era muy buen estudiante pero no era un líder. Mis amigos me respetaban mucho, pero no era un líder en el sentido de organizar cosas. Me dedicaba mucho al estudio, me aburría el deporte porque tenía un problema asmático.
Estudie en el Gimnasio Moderno, que entre otras cosas, es un colegio de deporte. Parte del liderazgo en un colegio se ejerce en el deporte. Si uno no era muy bueno para el fútbol, en un colegio que tiene tres canchas de fútbol pues está en problemas. Los tipos duros eran los buenos jugadores de fútbol.
¿Cuáles habilidades han facilitado su liderazgo?
Básicamente tengo una gran capacidad de delegar en la gente.
Me gusta conseguir gente excelente para que colabore conmigo, en lo posible mejor que yo, en el sentido de que tengan más formación. En cambio, hay mucha gente que tiene problema con eso, en nombrar a alguien mejor profesionalmente.
Estando en la universidad ese entendimiento es fácil para uno. Siempre he tenido gente a mi lado que me ha colaborado fuertemente. Cuando ejercí funciones de autoridad anteriormente mencionadas, siempre tuve la capacidad de tener gente muy buena cerca de mí. Hoy en día hago lo mismo.
El punto es que uno tiene que ganarse la autoridad, y desde ahí ejercer el liderazgo. Hay personas que llegan a posiciones de mando y utilizan su autoridad formal para imponer su punto de vista. Hay gente que puede llegar a ser muy autoritaria en eso. Si me preguntan por qué, pues no lo sé, pero desde muy temprano he tenido claro que la autoridad hay que ganársela.
Por otro lado, si uno está seguro que la persona que está al lado suyo no funciona cuando se le han dado las oportunidades para que funcione, lo mejor es pedirle a la persona que no trabaje con uno. Sino la relación se torna muy conflictiva y eso termina siendo perjudicial para la organización. Uno encuentra en muchas organizaciones, personas que entran en conflicto con su subalterno, y ese tipo de relaciones no funcionan.
Sé trabajar con la gente, ese es un punto clave.
Tengo claro también que cuando la gente tiene buenas iniciativas hay que darles todo el apoyo y todo lo que requieran para realizar el proyecto. Eso es exactamente lo que he hecho en puestos de mando, en el Ministerio de Medio Ambiente y en el INDERENA. Hay que buscar el consenso.
Cuando tu tienes el poder y no hay consenso, hay que tomar decisiones y seguramente golpear a alguien con esa decisión, pero uno siempre debe buscar el acuerdo.
¿Considera que maneja bien las emociones y la inteligencia emocional?
Si, considero que sí. Pero auto juzgarse es muy difícil.
Digamos que no he tenido conflictos emocionales con nadie que haya trabajado conmigo.

Visión de liderazgo
¿A qué personas de la vida pública le reconoce usted liderazgo? Y mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿cuál le atrae?
Considero que Mario Laserna Pinzón fue un gran líder. La Universidad de los Andes no existiría si no fuera por él. Realmente fue una persona que tuvo una visión de fundar una universidad y que acertó en sus colaboradores para armar ese proyecto. Fue directamente responsable de contratar los primeros profesores, traer profesores del exterior. A él lo admiro mucho, tuve una muy buena relación con él. Era un hombre contradictorio en sí mismo, una persona muy especial.
Ejerció un liderazgo muy interesante, ya que cuando fundó la universidad estuvo unos años ahí, pero nunca regresó a reclamar o a resolver algún problema. La esposa tiene una anécdota maravillosa: poco tiempo después de fundar la universidad Mario le dijo que se iban al exterior, ella le dijo que acababa de fundar la Universidad de los Andes y todavía tenía que hacer cosas, él le dijo: “no, si la Universidad de los Andes no funciona sin que yo esté ahí quiere decir que la fundé mal”. Eso es el buen liderazgo, el no creer que uno es indispensable sino tener la capacidad de hacer las cosas bien y si la gente que se seleccionó es la correcta no se tiene por qué necesitar de uno.
Una visión de liderazgo tiene un diagnóstico de la situación a intervenir, una meta hacía a dónde ir y una fórmula para lograrlo. ¿Cuál diría usted que es su diagnóstico, fórmula y meta?
No tengo ni fórmula, ni diagnóstico, ni meta, ni nada. Eso es intuitivo. Hay gente que utiliza metodologías pero yo no lo hago. Es una cuestión de intuición, de consultar gente.
Un tema que no se conoce tanto y que es de lo que más aprecio en la vida es de lo que he hablado, haber ejercido algún liderazgo sobre la Universidad de los Andes. La Universidad de los Andes es el producto del trabajo de mucha gente, pero en un momento dado de mi vida aporté muchísimo a su creación cómo también lo hizo otra gente. Lo interesante es que hoy en día sigo aportando a la construcción de los Andes en el campo del medio ambiente sin cargo alguno formal.
Tomé una decisión muy consciente de regresar a los Andes, y fue en incorporar el tema ambiental a la Facultad de Administración, ahí se forma parte de la élite administrativa de este país y me parece que si algún campo puede incidir sobre un mejor manejo ambiental es el campo de la administración y de la gestión.
He liderado académicamente para crear un área de sostenibilidad social y ambiental dentro de la facultad, que cuenta actualmente con 20 profesores de tiempo completo. Me siento muy orgulloso de haber sido un contribuyente fundamental en ese proceso. Hoy en día puedo irme de ahí y no pasa nada.
En un proceso de acreditación nos dijeron que uno de los puntos más distintivos de la facultad, a nivel internacional, es que tuviera un área de sostenibilidad social y ambiental, eso lo tienen pocas facultades en el mundo.
Para distinguir dos épocas en las que he ejercido liderazgo en la Facultad de Administración son, ahora de profesor y una época en la que tuve el cargo formal de decano. Recibí esa facultad en 1984 con cinco profesores de planta, eso era todo. Cuando salí seis años después, la entregué con edificio y con 25 profesores de planta. El momento en el que estuve allí sacamos la facultad adelante en equipo.
En el liderazgo uno tiene que ser muy cuidadoso porque la Facultad de Administración creció y se volvió muy exitosa; pero de todas maneras, independientemente de que hubiera sido decano o no, en la actualidad sería una facultad importante.
La dinámica misma de la universidad llevaba a que hubiera una facultad fuerte, por eso, considero que hay cuestiones de carácter sistémico en las que si se reconocen los esfuerzos y contribuciones, pero si yo no hubiera estado seguro en algún momento, seguramente alguien hubiera generado las condiciones para que la facultad saliera adelante. Ha habido decanos muy exitosos: Jorge Hernán Cárdenas, Javier Serrano, María Lorena Gutiérrez, entre otros.
Hay que ser muy consciente de que la cuestión sistémica funciona, pero eso no quiere decir que no se aporten cosas. En cierto momento, la formación de la facultad como una facultad multidisciplinaria fue una responsabilidad mía.
¿Cuál es el ejemplo que usted le da a sus seguidores? Y ¿Cómo encarna con su ejemplo los valores de su visión?
Me gustan muchas cosas que he hecho en la vida, teniendo cargos de responsabilidad o liderazgo de las que en esta época la gente ni se acuerda que pude haber estado ahí. Por ejemplo, cuando era Decano de la Facultad de Artes y Ciencias, el Vicerrector y yo nos pusimos de acuerdo para crear una opción en música con los pocos recursos que teníamos. Si tu vas al Departamento de Música y preguntas si Manuel Rodríguez tuvo algo que ver con el departamento, no tienen ni la más mínima idea.
Esos pequeños momentos y formas de liderazgo cuando uno tiene la oportunidad de crear algo, y además de hacerlo silenciosamente, me encantan. Me encantan esos momentos cuando creaste algo, pasó el tiempo, y todavía eso sigue ahí.
Otro gran momento fue cuando era Decano de Ciencias, no era ambientalista para ese entonces, pero siempre he tenido muchos intereses en muchas cosas, acordé con el director y con Mario Laserna crear un área de ecología en los Andes. Traje cinco profesores de ecología al Departamento de Biología para eso.
Años después, cuando estuve en el INDERENA, algunos de los egresados de ese programa eran discípulos de esos profesores. Nuevamente nadie se acordaba del Departamento de Biología en la época en la que tuve que ver con eso, pero trabajé muchos días tratando de entender ese tema y buscando profesores.
Como era una universidad pobre, el Decano tenía que mirar cómo contrataba nuevos profesores, y por lo tanto, hice jubilar a algunos profesores que ya llevaban mucho tiempo ahí, dando oportunidad para reemplazarlos. Esa es otra pequeña satisfacción que tengo en la vida y que después se conectó, al azar, con mi vida y es que contribuí a formar gente que después trabajó conmigo.
No se imaginan lo pobre que era la Universidad de los Andes, ésta cambió de suerte económica con Rudolf Hommes de Rector, pero antes de eso era una universidad con muy pocos recursos y hacer algo costaba mucho trabajo.
La universidad siempre ha tenido la preocupación de ser una universidad de excelencia, eso está en el ADN de los Andes, es la fuerza interna de la universidad. Sin embargo, siempre existía la preocupación de cómo hacerla accesible para diferentes grupos sociales. En el año 1968 se inventaron la matrícula progresiva donde de acuerdo a la declaración de renta de los padres, se pagaba una matrícula que podría estar en uno de seis niveles. La mínima era la matrícula equivalente a una universidad de categoría básica en Bogotá, era muy módico realmente.
La universidad, entre otras cosas, no tenía plata porque muy a la colombiana los ricos comenzaron a estafar a la universidad. Esa fue la causa de la pobreza de los Andes. La gente que tenía plata buscaba pagar menos de lo que les tocaba de acuerdo a la declaración de renta. Literalmente comenzaron a estafar a la universidad.
Había una época en la que uno podía presentar una declaración de renta y a los dos meses corregirla sin ningún problema. Se hacia una declaración de renta donde decían que no tenían nada y luego se presentaba una donde tenían alguito. Iban padres con sus hijos a los Andes, se parqueaban en su BMW en la puerta de la universidad, se bajaban los dos e iban con un certificado del notario que decía que padre e hijo habían peleado hacía un tiempo y que el hijo no dependía económicamente del papá, sino que se auto sostenía. Cuando se tienen 200 casos de esos, y además de familias tan tradicionales en Colombia donde todavía los hijos están en la falda de la mamá y el papá, uno dice aquí hay algo raro.
Era una situación económica muy precaria. Rudy Hommes entró de Rector y reunió a los estudiantes en la plazoleta de ingeniería apenas salió de la posesión y siendo muy frentero, dijo: “voy a subir la matrícula, la voy a subir durísimo. Si ustedes quieren buena educación tienen que pagarla”. Lo que hizo Rudy fue poner todas las matrículas en la máxima, una medida muy dura y que ningún otro rector se había atrevido a hacer.
¿Entonces su liderazgo ha sido más desde lo académico?
He tenido varias reencarnaciones. He hablado de la parte académica porque de ella se conoce muy poco. Realmente me conocen por estar dando lora ambiental por todas partes.
Entré a lo ambiental porque tenía una formación que durante muchos años me permitió mirar muchas áreas y al país. A través de la creación de un curso que se llamaba Colombia Hoy en los Andes, que dicté el curso varias veces junto con profesores de diferentes áreas, mirando al país a través de todos los lentes.
Cuando César Gaviria entró a la Presidencia, yo quería irme de los Andes porque quería ir a la acción. Quería tener experiencia práctica. Había participado en la campaña de Gaviria haciendo un memorando sobre educación y lo primero que me ofreció fue ser Director del ICFES; tanto que fue a mi oficina el Ministro de Educación, Alfonso Valdivieso a ofrecerme la dirección del ICFES e inmediatamente le contesté que no. Valdivieso me dijo que nunca le habían dicho tan rápido que no.
Después un día Gaviria me llamó y me dijo: “le ofrezco el INDERENA”, inmediatamente le dije que sí. Le pregunté si sabía por qué no le había aceptado el ICFES, me dijo que sí, que en el memorando que había escrito dije que lo único que había que hacer con el ICFES era cerrarlo y reemplazarlo por otras cosas.
Me nombró en el INDERENA, yo no era ambientalista, había flirteado con el tema pero intelectualmente. Desde ese día quedé engranado en el tema ambiental y Gaviria, antes de la conferencia de Rio 92, me dijo: “mire, antes de posesionarme fui a visitar a varios presidentes, y todos me hablaron de dos temas: apertura económica, o la internacionalización de la economía colombiana, y el medio ambiente. Yo quiero crear una institucionalidad ambiental”. Le pregunté que por qué me nombraba en el INDERENA y me dijo: “porque usted fue decano de ciencias, y los profesionales que hay en el INDERENA son igualitos a los que hay allá. Usted sabe manejar ese grupo de personas y usted sabe del tema de administración pública y quiero mirar si se crea una institución y que me ayude a identificar primero, el tipo de institución, y segundo, que colabore en su creación”.
El azar de la vida me dio una oportunidad única que era al mismo tiempo estar participando en las conferencias y negociaciones más importantes que ha habido en la historia sobre la cuestión ambiental. Participar desde el gobierno en la nueva constitución, y liderar conjuntamente con Planeación Nacional la identificación y coordinación de una nueva institucionalidad. Se me apareció la virgen cómo dicen.
Hice bien la tarea, y después el Presidente Gaviria me nombró Ministro de Medio Ambiente. Duró poco porque ya era el final del gobierno pero en el INDERENA había sido la autoridad ambiental nacional. Por la coordinación que se hizo, de nuevo sistémica, Colombia terminó creando una institución grande, poderosa y en su momento fue muy bien comentada en América Latina. Colombia terminó creando un señor aparato institucional. Al estar al frente de eso, quedé matriculado en el campo ambiental.
¿Cómo estamos hoy en Colombia en materia ambiental?
El tema es que en Colombia la destrucción ambiental está desbocada. El Estado colombiano perdió el control del tema ambiental.
En Colombia están sucediendo todo tipo de cosas debajo de las narices de todo el mundo; en Barranquilla incendian el Parque Isla Salamanca, seguramente para urbanizar en el futuro, en Santa Marta drenan mil hectáreas de la Ciénaga Grande lo que tiene una gravedad enorme, en Orinoquia se están destruyendo morichales, matas de monte, humedales. Por eso digo que el tema ambiental se salió de madre.
De alguna manera uno tiene que decir que la institucionalidad ambiental que se creó no ha funcionado adecuadamente. Es muy difícil juzgar el funcionamiento porque la institucionalidad ambiental, de todas maneras, sufrió un golpe gravísimo durante el gobierno de Alvaro Uribe, fue tremendamente debilitada, y las corporaciones autónomas regionales también. De eso no se han recuperado.
Simultáneamente, el país creció económicamente en los últimos 20 años. De cuando creamos el Ministerio de Medio Ambiente a hoy, este es un país totalmente distinto. Es un país con una economía media, y es distinto, entre otras cosas, porque ha habido una intensificación de la industria extractiva, de la minería, y la expansión de la industria agrícola en la Orinoquia que se está haciendo mal. Simultáneamente, en el crecimiento del país, hay unas actividades económicas que tienen un impacto grande en el medio ambiente. Para que eso no ocurriera se tenía que haber fortalecido tremendamente el Ministerio de Medio Ambiente, y no hacer lo contrario.
El Ministerio se debilitó en un momento en el que el país comenzaba a crecer económicamente de forma muy fuerte.
¿En este momento qué se puede hacer para remediar esa situación?
El tema es muy complejo, pero no es que no sea solucionable. El problema es que el futuro del medio ambiente está ligado fuertemente a las políticas sectoriales.
Colombia tiene una gran oportunidad de aumentar su producción agrícola, no cabe duda, y ojalá tome esa oportunidad. La agricultura mal hecha puede conllevar a desastres para el medio ambiente, pero se puede hacer un tipo de agricultura que sea muy rentable y que simultáneamente sea amigable con el medio ambiente.
En el caso de la Orinoquia, primero, hay que cumplir con la ley. Está prohibido tumbar morichales, pero los tumban, está prohíbido drenar humedales que son bienes públicos, y los drenan, está prohibido tumbar matas de monte que son bienes públicos y las tumban. Los tumban muchas veces, incluso, empresas muy importantes, no cualquier empresa, así como cualquier persona también lo hace. Es una mezcla de factores muy complicados.
En cierto momento la empresa Manuelita, que es una empresa con gran tradición en la agricultura en Colombia, fue a drenar humedales para sembrar palma de aceite. Se denunció en su momento, se hizo un escándalo, y la familia me invitó a Cali para que le hablara a la junta directiva de lo que estaba sucediendo.
En Colombia se salieron el orden público y el manejo ambiental de madre. Habría que generar un proceso en muy diversos frentes, incluyendo el sector privado, en cuanto a unos acuerdos sobre la paz con el medio ambiente, porque se salió de madre la cosa.
Iniciativa de liderazgo
¿Cuáles han sido los principales aciertos?
El Ministerio se creó, pero en la Universidad de los Andes hubo muchos más.
Hago énfasis en la Universidad de los Andes porque considero que he contribuido a crear esa universidad, no he sido el personaje principal, somos muchas las personas que hemos contribuido a la creación de la universidad. Ahí tuve muchos aciertos, y en los últimos 12 años tuve el gran acierto al vincularme medio tiempo con un curso, actualmente tenemos ocho promociones del Magister en Gerencia Ambiental, cuatro promociones de un programa internacional que se llama MDP (Maestría en Gerencia y Práctica del Desarrollo).
Pertenecer al MDP lo conseguimos por un concurso internacional que se hizo entre la Universidad de Columbia y la Fundación MacArthur para incluir a 23 universidades que fundaran el programa. Nosotros presentamos una propuesta y entre más de 200 universidades ganamos un puesto, nos daban un millón de dólares para fundar el programa.
Hoy en día en la Facultad de Administración existe el curso básico de Sostenibilidad Ambiental en el pregrado y el curso de Límite de los Ecosistemas, tanto para pregrado como postgrado. Lo más interesante es que en la misión de la facultad existe el desarrollo sostenible, es bastante exótico para una facultad de administración.
Esos han sido aciertos, pero debo decir que la Universidad de los Andes no tiene que estar agradecida conmigo, yo debo estar agradecido con la Universidad de los Andes porque me ha dado unas oportunidades extraordinarias. Además, tiene una ventaja y es que a los profesores que funcionan, como a las cometas, se les da toda la piola.
Por otro lado, en el campo ambiental lo primero, sin duda, fue la creación del Sistema Nacional Ambiental. Esa ley no fue fácil de sacar, el proyecto estuvo hundido cinco veces en el Congreso porque había un ataque muy fuerte del sector minero, y otros sectores, con gente pagada, para que no se creara el Ministerio de Medio Ambiente. Le conté a Gaviria cuales eran los problemas que había, y a la semana me llamo a decirme que ya estaba todo arreglado. Fue difícil, pero se sacó el proyecto y salió un gran proyecto.
Participé en el tema constitucional para crear el Ministerio de Medio Ambiente, y también para la obtención de recursos económicos para el Ministerio. Se hizo todo un programa de obtención de recursos desde el primer día que entré al INDERENA con recursos internacionales y créditos del BID y del BM. De eso me siento muy orgulloso.
Una vez Antanas Mockus me preguntó que de que me sentía orgulloso, y le dije que de haber cambiado de profesión porque yo no era ambientalista y cambié totalmente mi vida, a los cuarenta y tantos años.
Después del Ministerio ejercí liderazgo sin cargo alguno, que eso es más interesante aún. Es ejercer liderazgo sin tener ningún poder presupuestal o de mando.
Entré a la Facultad de Administración a crear este programa y hoy en día tenemos un área de sostenibilidad social y ambiental, y además no soy la autoridad, pero fui un líder en buena parte del proceso.
Después de que salí del Ministerio de Medio Ambiente, creamos el Foro Nacional Ambiental como un espacio de discusión pública de la política ambiental. Eso ha funcionado bastante bien y hemos armado bastantes líos desde el Foro Nacional Ambiental.
La política del Foro Nacional Ambiental es, diría Mockus, con la fuerza del argumento. Una vez Mockus me llamó y me dijo que fuera candidato al Senado junto a él. Fracasamos completamente, fue un fracaso total. Yo no conocía a Mockus cuando me llamó, lo había visto pero no era amigo mío, y le pregunté por qué me había llamado a mí, me dijo que admiraba que yo usaba la fuerza del argumento.
Eso es lo que hemos tratado de hacer en el Foro Nacional Ambiental. Cada que hay un tema que nos interesa, lo que hacemos es preparar documentos muy robustos.
En este momento estamos tratando la navegabilidad del río Magdalena. Ya hubo un foro en Bogotá que causó bastantes ronchas en el Gobierno porque hicimos unas preguntas, a partir de ocho documentos, que ni el Gobierno, ni Navelena, ni Cormagdalena pudieron responder. Ahora vamos a hacer otro foro en Barranquilla para seguir agitando el tema, después otro en Honda. Ese es el proceso, de alguna manera se busca tener una incidencia en la política pública, que es muy difícil.
Uno de mis intereses, desde que me reincorporé a la universidad, es hacer ese tipo de actividad académica dentro de la universidad, que sea relevante para la política pública. No me interesa otro tipo de actividad. Toda mi actividad intelectual va hacia allá y siendo profesor escribo cosas para entender mejor los temas.
En este momento estoy escribiendo cuatro capítulos de cuatro libros que indican mucho en qué he estado en estos años. Un capítulo es de un tema que siempre me ha interesado, la historia. En este caso, es la historia de la gestión ambiental en Colombia en los sectores minero, ganadero y de la palma de aceite. Otro capítulo para un libro que estoy liderando en la Facultad de Administración que se llama Gerencia del Desarrollo Sostenible, en el cual hay 22 profesores colaborando y cuya idea es hacer un seminario académico para discutirlo y entender el desarrollo sostenible desde diferentes áreas de la gestión.
Participo en un tercer libro que está liderado por la Escuela de Gobierno y por César Gaviria, que es sobre el gobierno de Gaviria 25 años después. Voy a hacer un capítulo sobre cómo veo en retrospectiva y a futuro el tema de la política ambiental. El cuarto capítulo es sobre un tema que siempre me ha interesado; las relaciones internacionales ambientales.
Recién pasó la conferencia de Rio 92, escribí un libro que se llama Relaciones Internacionales y Crisis Ambiental. Lo escribí estando de gerente en el INDERENA, era mi testimonio personal, y académico, sobre cómo había sido la conferencia de Rio.
Después de la Conferencia de Rio seguí participando en asuntos internacionales. En Rio no hubo éxito en las negociaciones sobre bosques, pero se continuaron después en las Naciones Unidas para tratar de hacer una convención sobre bosques.
Durante cuatro años copresidí esas negociaciones en las que al final fracasamos. Le invertí mucho tiempo a las relaciones internacionales, pero un día dije “no más”. Cómo dice el Papa en su encíclica: los acuerdos internacionales han fracasado. Estoy de acuerdo, pero académicamente me han interesado.
Curiosamente, estoy escribiendo capítulos simultáneamente sobre los temas que académicamente siempre me han interesado que son: política internacional ambiental, política nacional ambiental, historia ambiental en Colombia y gerencia del desarrollo sostenible. Esos intereses académicos los logro expresar en el Foro Nacional Ambiental, y en toda la lora que doy por Twitter.
¿Por qué ha habido un cambio en el discurso para pasar de hablar de Objetivos del Milenio a Objetivos del Desarrollo Sostenible?
Para muchos de nosotros lo raro fue que se hicieran objetivos del milenio y no objetivos del desarrollo sostenible. Lo razonable en el año 2000 hubiera sido que fueran objetivos del desarrollo sostenible, pero no se hizo así. ¿Por qué? de nuevo, por cuestiones de política.
Hay una historia muy interesante, y es que Paula Caballero, abogada que desde hace mucho tiempo ha trabajado en el tema de medio ambiente, estando en la Cancillería y en las negociaciones de Rio + 20 se le ocurrió que una buena idea era hacer unos objetivos del desarrollo sostenible para sustituir los Objetivos del Milenio.
Ella es una hormiguita, es una persona súper trabajadora. Se le metió a esa cosa y convenció a la Ministra de Relaciones Exteriores de que eso era una buena iniciativa, ella le dio todo el apoyo. Consiguió, además, a Guatemala de aliado para que hicieran un documento presentando la iniciativa de los objetivos del desarrollo sostenible. En su momento fue casi un hazme reír, uno hablaba con gente y decían “no, eso no vuela”.
Paula comenzó a trabajar, a hacer foros, seminarios, y en la medida en la que se enredó la negociación de Rio + 20, cuya gran bandera era la economía verde, los objetivos del desarrollo sostenible fueron cogiendo fuerza gracias a una persona con visión, con capacidad de liderazgo y con obsesión. Fue tanto así que una fundación internacional la premió con 250.000 dólares, que se premie a un funcionario por cumplir con sus funciones es una cosa completamente exótica.
A su vez, Jeffrey Sachs ya lo tenía en su cabeza, pensaba que la cosa podía ir por ahí. Ahora hubo en Ecuador una reunión para establecer The Andean Sustainable Developement Solution Network, una iniciativa del Secretario de Naciones Unidas bajo el liderazgo de Sachs. En una reunión Jeffrey Sachs dijo que Colombia fue absolutamente clave para lograr los objetivos del desarrollo sostenible.
Usted es crítico de la política ambiental de los últimos gobiernos. Si volviera a ser Ministro de Ambiente, ¿qué políticas implementaría que fueran viables con el modelo de desarrollo actual?
No volvería a ser Ministro de Medio Ambiente porque no existen las condiciones. Porque, entre otras cosas, el Presidente Santos planteó fortalecer el Ministerio de Medio Ambiente presupuestalmente, y no lo ha hecho. Si sabes que no tienes el apoyo de un presidente para hacer unas cosas, ¿para qué entras a un cargo si sabes que no va a pasar nada?
Por ejemplo, nuestros parques nacionales tienen el presupuesto más bajo de América Latina. Sería muy difícil, porque de todas maneras se requiere un Ministerio de Medio Ambiente muy fuerte, entre otras cosas, para poder incidir en otros sectores. Si no existe la garantía de tener un Ministerio de Medio Ambiente fuerte, no sería nunca Ministro de Medio Ambiente. Las garantías implican fortalecer presupuestalmente al Ministerio, y entrar con un gobierno que esté en la posición de hacer una reforma a fondo de las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR).
Habría que reformarlas porque hay problemas muy serios con las corporaciones. Eso implica un compromiso de un presidente. Cuando Gaviria me ofreció el Ministerio de Medio Ambiente me dio todo su apoyo. Se requerirían unas condiciones de un presidente que se la juegue a fondo, que entre otras significa que esté dispuesto a gastar un capital político en sacar adelante una reforma, por ejemplo, de las corporaciones. Eso es la decisión de un presidente, entonces uno no puede contestar en abstracto.
¿Qué haría? Reformar las CAR a fondo, que requiere un aumento sustancial del presupuesto desde el Ministerio de Medio Ambiente. Ese es el tema del Ministerio.
Dentro del actual modelo económico hay muchas restricciones, pero si un ministerio de medio ambiente es lo suficientemente fuerte se puede buscar que se hagan cosas que hoy en día no se hacen. Por ejemplo, si el ministerio y el ministro son fuertes, se haría un análisis beneficio-costo como condición para aprobar todo proyecto minero, además de un ordenamiento territorial, una legislación y una licencia ambiental. Ese tipo de cosas muy concretas requieren de la visión de un presidente que esté dispuesto a hacerlas.
Dentro de un mismo modelo hay campo para hacer cosas, en el caso de la Orinoquía, por ejemplo, es una gran oportunidad agrícola. En la Orinoquía cabe la gran empresa agroindustrial, pero también debe abarcar los grupos campesinos. Las tierras de la Orinoquía son en su mayoría propiedad del Estado, son baldíos. Si se van a entregar 20.000 hectáreas, se puede hacer un levantamiento base de las 20.000 hectáreas e identificar las zonas que por ley no se pueden tocar, y darle a las personas un área de uso, de conservación y protección. Lo anterior, es totalmente factible y sería una maravilla que eso se pudiera hacer, y así no habría ningún problema.
Por eso la pregunta no hay que contestarla en abstracto, sino en concreto, y ahí estoy hablando de un modelo neoliberal. Es posible aprovechar toda una región, como la Orinoquía, y hacerla completamente rentable. Una vez le hice este planteamiento durante tres horas a Alejandro Santo Domingo, y estuvo de acuerdo en que no había ninguna razón por la que no fuera absolutamente rentable. Entre otras cosas, de ahí salió la iniciativa de Santo Domingo, que es un empresario moderno, de apoyar a la World Conservation Society para hacer un proyecto de protección en la Orinoquía.
Dentro del modelo vigente uno puede manejar sustancialmente mejor el tema ambiental, y lo penoso hoy en día es que dentro del modelo económico vigente lo estamos manejando con las patas.
Otra cosa es el planteamiento de si el mundo va a ser sostenible. El Papa dice que no y yo estoy de acuerdo con él. Si alguien va a ser Ministro de Medio Ambiente en un período de transición, no puede cambiar el mundo de la noche a la mañana.
Dentro del modelo es posible hacerlo mejor, o hacerlo con las patas. Lo estamos haciendo con las patas.

¿Admira la política ambiental de un país de desarrollo comparable al de Colombia que pueda servir de ejemplo?
En algunos momentos sí.
Por ejemplo, lo que hizo Marina Silva en Brasil me parece admirable. Tomó unas medidas de tal tamaño que redujo en el 80% la deforestación de la región amazónica, es decir, demostró que con medidas del gobierno se puede lograr. Cuando Marina salió, muchas de las medida fueron flexibilizadas. Sin embargo, la disminución no volvió a los niveles que había antes.
Lo más probable es que si fuera otra vez Ministro de Medio Ambiente, me pasaría lo de Marina Silva. Saldría de pelea con el presidente.
Ahora que se desaceleró la locomotora minera por la caída de los precios del petróleo, ¿las condiciones son más o menos favorables para tomar medidas de fondo en materia ambiental para la minería?
Lo que me parece muy preocupante es que el Gobierno está flexibilizando aún más la minería. Cómo quien dice: como está frenada la cosa con el petróleo, flexibilicemos más la minería para que vengan al país. La cosa la veo complicada.
Claro, habría un respiro para hacer unas cosas. Por ejemplo, en el caso de la Orinoquía que es minería, petróleo y agricultura, hay un respiro para crear unos parques nacionales que se requieren. Se pueden tomar medidas en esa dirección porque se paró la inversión en la región por el lío de las tierras porque, de todas maneras, la agricultura va a seguir recibiendo inversión en el mundo. El mundo tiene que duplicar la producción agrícola de aquí a 40 años, Colombia es una de las fronteras donde eso se puede hacer.
El caso de la ganadería, por ejemplo, es un caso concreto de lo que se puede hacer. Hay una cuestión maravillosa en Colombia y son los sistemas silvopastoriles intensivos desarrollados por un centro de investigación colombiano que ha trabajado de la mano del sector privado. Es toda una tecnología para hacer la ganadería más eficaz, eficiente y amigable con el medio ambiente.
¿Cuál es el problema de Colombia con la ganadería? Que se deforestan al año unas 150.000 hectáreas para ganadería, no para otra cosa. En Colombia hay 39 millones de hectáreas dedicadas a la ganadería, según FEDEGAN si ellos fueran eficaces y eficientes, podrían liberar 12 millones de hectáreas para otros usos. Qué quiere decir eso, que se han deforestado innecesariamente 12 millones de hectáreas, podrían incluso liberarse hasta 16 o 18 millones de hectáreas. Se sigue deforestando terreno que tiene una carga por hectárea de 0,6 cabezas, que es una vergüenza. La gente tiene mucha de esa tierra para fines de especulación, no para fines de ganadería. Es un tema muy complejo.
En Colombia la tecnología está desarrollada, y llamó tanto la atención que el Banco Mundial dio un crédito para que se transformen 50.000 hectáreas con esa tecnología, y está en marcha bajo FEDEGAN y la asesoría de CIPAV.
José Felix Lafaurie, presidente de Fedegán, por ejemplo, fue a visitar las fincas que usan el modelo de silvopastoriles intensivos, y al ver las estadísticas de productividad implementó el modelo en su finca. Cogió sus tierras que habían sido algodoneras y se habían afectado negativamente de insecticidas y pesticidas, y transformó su finca. Aumentó la productividad en el 400%.
Hay una tecnología muy precisa para diferentes ecosistemas que fue desarrollada por CIPAV. En Colombia nos gusta reconocer todos los desastres pero no las buenas noticias, ahora que hubo un congreso mundial de ganadería en Cali se consideró que uno de los países más avanzados en ganadería sostenible, era Colombia en cuanto a tecnología. Esa es una oportunidad extraordinaria. Si yo fuera Ministro de Medio Ambiente, buscaría por todos los medios que el Gobierno generara unos sistemas crediticios y de asistencia técnica para escalar para que en unos años sean dos o tres millones de hectáreas transformadas, lo cual sería una mejora extraordinaria de los ecosistemas. Ese es otro ejemplo de cosas que se pueden hacer.
¿Cuáles son esas tres cosas que usted resaltaría de la encíclica papal?
Ante todo, que es un mensaje ético.
Todo se resuelve en la ética. El Papa describe claramente cómo hay un deterioro ético en el mundo y que está muy relacionado con todo lo que está pasando. De alguna forma llegamos a la codicia, a la corrupción, etc. Y eso está teniendo consecuencias sociales y ambientales muy negativas.
El Papa critica fuertemente el modelo económico, y por eso le están dando palo y preguntándole que entonces cuál es el modelo económico. Ese es un punto a resaltar que es clave.
Otro punto, es que la encíclica está basada en la mejor ciencia disponible y realmente todo su diagnóstico, lo hace con la mejor ciencia disponible.
La tercer característica que me encanta, es la sencillez con que es escrita la encíclica, tratándose de un tema tan complicado y complejo. Naturalmente es, a mi juicio, el documento más importante que ha salido sobre desarrollo sostenible, no hay nada más importante. De hecho, el Papa adopta el término desarrollo sostenible y lo redefine en la encíclica.
¿No le parece que la encíclica se quedó en la crítica al modelo de desarrollo y no mostró salidas?
Realmente el Papa lo que está implicando en su encíclica es que hay que construir paulatinamente. Me parece una posición modesta la del Papa decir que no tiene la fórmula, pero que hay que ponerse de acuerdo con el problema.
Uno no puede buscar soluciones si no hay un consenso en el diagnóstico, el Papa apunta muy fuertemente al campo del diagnóstico señalando que hay problemas inmediatos que hay que resolver.
En cómo resolver el tema del cambio climático, el Papa se apega a que hay que hacer lo que dicen los científicos, sobre eso si hay soluciones. El Papa nos lleva a entender que algo está mal, y pedirle, además, que diga cómo resolver el problema desborda su capacidad.
Links de interés:
120 Mejores Líderes de Colombia
Quién es Quién – La Silla Vacía
Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, profesores de planta
“Este es un gobierno extractivista, no de medio ambiente”: ex Ministro Manuel Rodríguez