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La ex Ministra de Cultura del gobierno Uribe, Paula Moreno, es la colombiana más importante en el mundo de la filantropía. Es miembro de la junta directiva de la Fundación Ford, la segunda fundación más grande del mundo después de la Fundación Bill y Melinda Gates, que tiene un fideicomiso de más de diez billones de dólares. 

La ex Ministra de Cultura del gobierno Uribe, Paula Moreno, es también miembro del Diálogo Interamericano e integrante de la recientemente creada Comisión Asesora para la Paz en el marco de la negociación entre el gobierno colombiano y las FARC.

Moreno habló con La Silla Líder acerca de su apuesta por el poder transformador del liderazgo en la región del Pacífico. Ha sido la ministra más joven en la historia de Colombia y la primera mujer afrocolombiana en ocupar esta posición. En 2014 fue seleccionada por la BBC como una de las 100 mujeres más importantes del mundo y por la revista SEMANA y la Fundación Liderazgo y Democracia, como una de las líderes más importantes del país.

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Moreno sostiene que su interés por la reivindicación de los grupos social e históricamente excluidos fue su aliciente para crear en el 2010 la Corporación Manos Visibles, con el propósito de trabajar en el desarrollo de prácticas de inclusión efectiva mediante estrategias de empoderamiento individual y colectivo.

Manos Visibles hoy integra más de 600 líderes y 300 organizaciones comunitarias en Cali, Medellín, Cartagena y 20 municipios del Pacífico colombiano. La exministra manifiesta que dentro de los programas desarrollados por Manos Visibles, resaltan el Fondo Juventud y Construcción de Paz o “Poder Pacífico”.

“Poder Pacífico” busca convocar, seleccionar, brindar apoyo, formar y promover el desarrollo integral de líderes comprometidos con la construcción de paz y el desarrollo ético, efectivo y visible del Pacífico. Con el fin de consolidar una élite que lidere procesos de desarrollo sostenible e integración del Pacífico, en esferas políticas, culturales económicas y sociales, se pretenden fortalecer las capacidades individuales y colectivas en gobernabilidad y gerencia.

Hoy, Manos Visibles, en asocio con diferentes organizaciones nacionales e internacionales, ha logrado formar a cientos de líderes a través de formación de pregrado, formación en postgrado como las Maestrías en Gobierno y Políticas Públicas; programas ejecutivos como las Escuelas de Gobierno, de Innovación Comunitaria y de Economía; y posicionar espacios de discusión como Conexión Pacífico.

A través de la Corporación Manos Visibles usted pretende empoderar a grupos sociales para que ellos guíen su desarrollo y mejoren sus condiciones de vida ¿Cuéntenos cuál es el diagnóstico y la meta detrás de la Fundación?

El diagnóstico que hicimos cuando comenzamos Manos Visibles se enfocó en dos realidades.

Primero, la falta de representatividad con incidencia de los grupos excluidos del país. No sólo las comunidades étnicas, sino líderes de diferentes contextos sociales, de la periferia, de las regiones. Esa falta de representatividad hace que tengamos un país desconectado, en donde mayormente se articulan otras voces como un favor, como un proceso de consulta o concertación, como un esfuerzo adicional, pero no como algo natural  y esencial para construir una nación, de la que también los considerados “otros” por cualquier condición o suma de diversidades, hacemos parte. Una parte importante de nuestros conflictos y de la contradicción de ser un país que avanza pero siempre con lastres y brechas muy complejas atrás, surge de la falta de participación efectiva y de mantener cerrados los espacios, sin preguntarse sobre las voces y los liderazgos que se necesitan para generar los cambios que queremos.

Le pongo un ejemplo, en Planeación Nacional o en la mayoría de los Ministerios ¿cuántos técnicos del Pacífico hay? En temas y áreas para las zonas más complejas del país, no se mira la importancia de darle espacio a una tecnocracia regional, que cómo se va a formar, si nunca se abren los espacios para que la gente adquiera experiencia y se forme, como el resto. Pero la respuesta simplista y que muestra nuestra miopía con las comunidades excluidas, es siempre decir que no hay gente preparada. Nunca buscar a los excepcionales que siempre están, pero nunca preguntarse por qué y hacer algo de fondo.

Segundo, creemos que esa representatividad debe estar marcada por la mejor formación, un cuestionamiento ético profundo para servirle al país y no servir como un tema exclusivo de ambición personal, y un proceso de integración donde no se generen liderazgos aislados. Que si bien han de alguna forma sufrido exclusión, sean propositivos, trabajen en red y generen relaciones con esa otra Colombia que aunque no se ha acercado, esta dispuesta a abrir los espacios y generar alianzas, y construir un proceso de un nosotros, más allá de un ustedes desde la orilla en la que se esté.

Uno de los principales problemas del Pacífico colombiano es que no tenemos un visión sobre esta región. Ni sus habitantes, ni el Estado ni la sociedad tiene claro cuál es el papel que el Pacífico puede y quiere cumplir en Colombia ¿Cuál es su diagnóstico de la problemática del Pacífico? ¿Cuál puede ser una visión para el Pacífico? 

No hay Paz sin Pacífico. No hay una avance de la agenda integral del país, sin que esta región de un salto visible, medible y que pase de los grandes anuncios a los hechos concretos en los problemas de fondo. Yo más allá que una gran visión, digo que la región necesita acciones concretas, básicas y que generen confianza hoy.

La gente del Pacífico no cree y tiene toda la razón. Todos los gobiernos han prometido muchas cosas, han gestionado recursos para un tema o para el otro, y la cooperación también. Sería injusto decir que no hay nada, pues siempre del esfuerzo humano queda algo. Pero es necesario ser honestos y reconocer que nos hemos equivocado en el enfoque, que no es suficiente solamente concentrarse en infraestructura y servicios básicos por ejemplo y anunciar mega inversiones, cuando no hay instituciones locales con el músculo para hacer las cosas que se necesitan y hay muchos procesos coaptados por la ilegalidad.

No es solo cuestión de recursos ni de macroproyectos, sino de tener verdadera voluntad de construir con y desde la gente del Pacífico con condiciones básicas.

Todo en el Pacífico es básico. Por ejemplo, que la recolección de basuras es un desastre en todas las ciudades, que eso con el problema del agua, el tema de un sistema de salud precario y así, pues cómo enderezar el tema de basuras.

Por ejemplo, si EPM lo maneja en Quibdó porque no comprometerse a hacerlo bien a fondo y que veamos un Quibdó sin basura, articulando a las organizaciones comunitarias e introduciendo  esquemas de reciclaje que generen empleo.

Otro ejemplo es que tenemos universidades públicas sin una gobernabilidad efectiva. Tampoco contamos con unos procesos agresivos de mejoramiento de la calidad educativa que permitan que tanto la educación del Pacífico como la del Chocó, dejen de ocupar los últimos lugares. Además, carecemos de algunos programas urgentes y pertinentes para el desarrollo en temas portuarios como en el caso de Buenaventura. ¿Cómo va usted a tener una región competitiva, con una educación superior propia si tiene problemas tan serios no sólo de calidad sino de corrupción?

Sólo le doy dos ejemplos de temas que más que anuncios por inversiones millonarias, necesitan control, orden y acciones contundentes que muestren cambios visibles a corto plazo y generen confianza.

Un ejemplo final, la mayoría de los alcaldes del Pacífico ganan de 2.000.000 a 3.500.000, los secretarios de despacho 2.000.000 y algunos incluso menos. La remuneración de los funcionarios públicos en una de las regiones más difíciles del país es precaria. Debemos mirar qué hacer para atraer al mejor talento local, que se ha ido por la falta de oportunidades, para construir otro tipo de institucionalidad pública técnica y más competente, pero además generando una motivación de una remuneración justa versus la dimensión de las tareas que esperamos que realicen.

Sin instituciones como va usted a garantizar que los grandes cambios se den, sino tienen las bases.  La verdad es que uno de los grandes problemas del Pacífico es el plan del plan -en su mayoría con consultores que planean para una ciudad europea y solo visitaron el Pacífico para construir el plan-, o los millones de los millones, pero nada concreto en hechos que muestren la voluntad, el control y el orden para generar cambios en el corazón de las instituciones locales, que son las únicas que le pueden dar sostenibilidad a cualquier esfuerzo.

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La Fundación Ford es la segunda fundación más grande del mundo, y usted es miembro de su junta directiva. Es decir, es la colombiana de mayor influencia en el mundo de la filantropía. Desde allí ¿cómo ve el papel de la sociedad civil en Colombia, de sus ONGs?

Sin duda hacer parte de esta junta directiva ha sido un privilegio inmenso y una gran escuela. Ver el análisis del mundo que una organización hace y como dispone su estructura interna para responder de forma efectiva a generar cambios en pro de la justicia social es impresionante.

Creo que esto de la sociedad civil colombiana diversa, abierta y con incidencia real, todavía sigue siendo algo que estamos aprendiendo. Creo que somos muchos con buena voluntad, algunos con recursos propios como en el caso de las fundaciones empresariales, otros apoyados en su mayoría por la cooperación internacional y algunos socios locales.

Sin embargo, que nos falta mucho para definir temas tan claros. Ahora en el marco de una posibilidad que esta en construcción de la firma de un acuerdo de paz, que va a tener todas las implicaciones, ¿cuál es el papel que las ONGs vamos a tener?  No sólo las que desde Bogotá, Cartagena o Cali realizamos acciones en las regiones, sino las ONGs locales que el país necesita para enfrentar este reto.

Los medianamente visibles no somos muchos y el nivel de diálogo y complementariedad de esfuerzos es aún muy limitado. Por darle un ejemplo, el Presidente de Ford, Darren Walker, define parte de su estrategia y prioridades respondiendo al talante y legado de Ford, pero al mismo tiempo definiendo puntos en común con Open Society Foundation, Gates Foundation y así, definen en que puntos se unen para lograr más impacto.

Siento que en Colombia nos falta mucho aprender a trabajar en red, a hacer coaliciones entre ONGs y otros sectores, y sobretodo construir confianza, algo que va a ser aún más crítico en el marco de un acuerdo de paz.

¿Realmente representan a la sociedad las ONGs colombianas, o más a las empresas y entidades estatales que las financian?

Es algo complejo, pues es un balance difícil de mantener. El tema de la autonomía en la financiación limita mucho la agenda propia e independencia de una organización. Parte del poder y profundidad de los grandes de la filantropía como Ford y otros, es que tienen “endowments”, unos fondos financieros que dan un músculo de recursos y unos mecanismos de gobierno muy rigurosos e independientes, eso permite poner una agenda.

La verdad, es que hay muy pocos donantes que dan autonomía a una ONG para intentar lo que en realidad cree que se debe hacer, no lo que el cooperante tiene en la cabeza o cree. Pero que da el espacio para que con toda la rigurosidad la ONG desarrolle su experticia en el ejercicio de la experimentación social, que le permitirá hacer su contribución. Nunca reemplazando al Estado en la provisión de lo que debería hacer con sus instituciones, sino encontrando nuevas acciones y esquemas, desarrollando los instrumentos o fortaleciendo los activos que necesita una sociedad para abordar sus desafíos más complejos.

La Fundación Ford ha estado enfocada en el tema de justicia social y por ende al apoyo de minorías raciales. Está en un proceso de cambio porque la Fundación Ford considera que debe adaptarse a los cambios de la sociedad moderna. ¿Hacía dónde van esos cambios?

En los próximos meses, el Presidente de la Fundación hará el anuncio con todos los detalles. Para todos los que hemos participado, ha sido un proceso profundo, riguroso y muy estratégico, que sin duda busca responder a los cambios que la Fundación quiere ver, como los ha hecho subsecuentemente en su historia.

Por ejemplo en toda la institucionalidad que soportó el movimiento de los derechos civiles o en todo el proceso de transición en Suráfrica, o cambiar la educación en negocios, o la creación del movimiento de microfinanzas y su escalabilidad. Ha sido un proceso apasionante ver la historia, el legado, lo que impacta la Fundación hoy y lo que se busca ayudar a generar en los próximos años .

¿Qué enseñanzas para Colombia le está dejando pertenecer al “Board” de la Fundación Ford?

Muchas. Ford es un ejemplo de la importancia de la representatividad diversa. En la junta, la diversidad se ve y se refleja, no sólo por temas de identidad de genero o étnicas, sino por los perfiles de sus miembros, de la academia, del sector corporativo, del sector cultural y así.

El Presidente es sin duda un ejemplo para mi. Es brillante y un líder de los más integrales que he conocido en mi vida, el segundo Presidente Negro de Ford, Gay, del Sur de los Estados Unidos, fruto de una cadena de superación y su inmenso talento, con una carrera de lujo en el sector financiero y decide enfocarse en la filantropía.

Ver el mundo y una institución como esta, me ha enseñado y me sigue enseñando, como se abordan tareas globales, complejas y sociales, que responden al ánimo genuino no sólo de hacer cosas de buena voluntad sino de ser crítico, asumir riesgos y comprometerse de forma ambiciosa e histórica a generar cambios, creando instituciones, apoyando individuos y todo lo que ha sido la fortaleza de Ford.

De igual forma, como toda esa agenda es consecuente con la calidad de la gente que hace posible que eso ocurra, la agenda, la calidad de la institución y su equipo directivo con sus historias de vida, causas y nivel técnico, responde a la justicia social que ha sido el eje de la Fundación.

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A través del liderazgo se transforman los entornos ¿cuál es su percepción sobre la cultura de liderazgo en Colombia? 

Nos falta mucho. Se nos olvida que la base del desarrollo es la gente y eso pasa por la ética y la calidad de los liderazgos. Creemos que sólo estamos retrasados en infraestructura física pero no reconocemos que nos falta una gran parte de la infraestructura humana que necesita el país para avanzar, y que esa infraestructura humana consiste en los individuos que tenemos que apoyar, nutrir, formar y generar las mejores condiciones para que desarrollen todo su potencial.

Los líderes se hacen y se cultivan de muchas maneras, pero sobretodo necesitan esquemas para lograr alinearlos con lo que el país necesita. Como por ejemplo sensibilidad social, capacidad de ejecución, respeto por las comunidades y reconocimiento, legalidad, ética, y así podría continuar.

Sólo los casos de personas que uno esperaría que no sólo tuvieran la capacidad técnica sino el criterio desde lo humano, pero que salen no sólo con: ¿Usted no sabe quien soy yo?; o proponiendo dividir el Cauca entre blancos-europeos, le faltó decir “civilizados”  y los indígenas y no mencionó los negros, es decir ponernos lejos a los indígenas y a los negros que somos los del problema “los salvajes” ..o más viejo aún la foto de la Directora de Fenalco en Cali con la decoración con dos mujeres negra. En fin, eso que ya cada semana se volvió normal.

Nos muestra que tenemos muchos liderazgos que viven en otro siglo, con otros valores y con una falta de respeto, que perpetúa nuestros conflictos, y más allá de la anécdota o la persona, pues si nos muestra un problema muy complejo. Sin entrar a analizar, los temas de corrupción a todos los niveles y en la considerada “élite” del país, donde uno se pregunta permanentemente si la gente esta sirviendo al país o haciendo su negocio particular o familiar, y eso como lo hemos visto no es solo en el Chocó o en Córdoba, pasa enfrente de todos en Bogotá.

En la mayoría de casos, no nos estamos preguntando la calidad ni el talante del liderazgo que el país necesita y que estamos haciendo para cultivarlo. En Manos Visibles esa ha sido una reflexión en los cinco años que vamos a cumplir, pero sin duda nuestra escala es muy pequeña y focalizada, y estamos aprendiendo.

Las elecciones presidenciales pasadas mostraron que las zonas del Pacífico y la costa Atlántica tienen prioridades y concepciones distintas a las de las zona Andina del interior del país. ¿Usted ve que esa diferenciación puede continuar produciéndose, y políticamente que puede representar eso para el Pacífico?

No sé. Creo que el Poder Caribe va mucho más avanzado y consolidado, se ve en las estructuras de poder del país, el avance, la estructura y la conciencia de sus líderes es evidente, se reúnen y cuando nombran a uno, usted sabe que se va a encargar en primer lugar de hacer algo por su región.

El Poder Pacífico es mucho más incipiente o casi inexistente, no ha habido un proceso de incubación con instituciones representativas ni muchos elementos que hacen que esto florezca como se necesita, ese Poder no pasa ni por Cali, ni Popayán, ni Pasto ni Medellín. Por eso no existe aunque muchos traten de apropiarse. El hecho que no tengamos ese poder regional, hace que el Pacífico sea siempre marginal, que se mueva más por maquinarias políticas que por voto de opinión, pero que incluso las maquinarias políticas no se preocupen porque algo suceda en la región sino en sus propios negocios.

Mi esperanza está en la generación que viene. Una nueva generación ojalá no sólo con todo el arraigo y cariño por ese Pacífico maravilloso del que quienes hemos tenido el privilegio de trabajar nos enamoramos, sino con el coraje, la ética, el pragmatismo y la formación técnica necesaria para dar saltos y mostrar hechos, no solo dar discursos. Esa generación que sea consecuente, no negocie sus votos por cualquier cosa, sino que en realidad construya una plataforma de poder para servir y erradicar una criminalidad tan compleja. No la tienen fácil.

Nosotros acompañamos pero todo depende de la gente local. Hay unos líderes excepcionales, hay  gente con potencial y capacidad, que lo único que pienso es que ojalá encuentren los espacios y el país les de la oportunidad, no siguiendo con esa visión soberbia y cerrada centralista, que ha estancando a la región tantos años.

En concreto si uno no encuentra un mecanismo financiero para apoyar las campañas de nuevos líderes políticos en la región, que tengan trayectorias de servicio a la comunidad y ganas de gobernar con transparencia y con hechos, pues va a ser muy difícil, que con la cantidad de recursos que se mueven en una campaña y la precariedad del sector privado o apoyos en la región, que muchos candidatos que podrían servirle a su municipio, a la región y al país lleguen y tengan posibilidades.

Usted es Fellow de la Universidad de Yale en este momento. ¿Qué reflexiones sobre Colombia le ha suscitado la contemplativa vida académica?

La verdad, más que en Colombia, he pensado en mí. He estado trabajando en la calidad de mi liderazgo, en el ser humano que quiero ser con un balance entre su vida personal y profesional, que hagan sostenible los esfuerzos que con un equipo y una red de apoyo de líderes nacionales e internacionales muy comprometidos, me permitan morir tranquila por lo menos con la convicción que  intenté contribuir a un bienestar mayor, pero que también hice las pausas y tomé las decisiones, que permitieran desarrollarme plenamente en otros aspectos de mi vida.

Liderazgo y poder:

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