Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Ramiro Osorio, Director del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo es #TrendingLíder360º de esta semana. Su liderazgo se ha visto reflejado en posicionar el Teatro Mayor como uno de los mejores cinco en América Latina. Ha logrado que la culturta de alto nivel nacional e internacional sea accesible a cualquier público.




Entorno del líder
Todo liderazgo surge de unas influencias en la vida: personales, intelectuales, vivenciales, de todo tipo. ¿Cuáles diría usted que son esas influencias que han determinado su estilo y sus motivaciones de liderazgo?
Dos muy importantes: mis papás.
Mi padre era científico y además santandereano. Era un hombre muy riguroso. Mi mamá era contabilista y una mujer muy bondadosa. Ambos tuvieron una relación muy armónica.
Tuve una educación, por un lado, muy exigente y rigurosa. Por otro lado, todo el amor y la bondad.
También he tenido la fortuna de poder trabajar con personas que me han enseñado mucho y que admiro. En materia cultural, especialmente una persona, don Víctor Sandoval, un gran poeta mexicano y uno de los más grandes gestores culturales que haya conocido en mi vida. Con él trabajé en diferentes ocasiones.
Hay varias personas más, por ejemplo, Enrique Iglesias, ex Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y ex Secretario General Iberoamericano, con el que trabajé y de quien aprendí y sigo aprendiendo mucho.
Trabajé con dos presidentes de Colombia, a los cuales respeto y de quienes he aprendido, porque me parece que fueron en su momento dos líderes importantes: César Gaviria y Ernesto Samper.
En fin, he trabajado con grandes artistas del mundo a los que admiro, uno de ellos es Eugenio Barba, el director del Teatro de Dinamarca, para mí, uno de los artistas más extraordinarios del Siglo XX y del Siglo XXI.
La confianza en sí mismo es fundamental para el liderazgo. ¿De dónde proviene la suya?
Cuando tenía 8 años actué en el Teatro Colón, en una comedia de una obra de mi colegio, San Bartolomé La Merced. En ese momento decidí que me iba a dedicar al teatro.
Entré muy joven a los talleres del Teatro La Mama. Hice todo el recorrido, desde los oficios más sencillos, como limpiar el teatro, lavar los pisos, encargarme de la ropa, hacer taquilla, hasta actuar durante 20 años, dirigir decenas de espectáculos. Esa es una de mis fortalezas, que conozco todo el proceso de la creación artística.
Para poder llevar a cabo mis espectáculos, entendí desde muy joven que tenía que ser capaz de todo, no sólo de actuar y dirigir, sino de conseguir los recursos. De aprender a promocionar, de atraer al público, de conseguir una sala, de lograr difusión, y eso me da una gran fortaleza, cuando le pido a un colaborador algo, es algo que yo ya hice.
Las adversidades ayudan a formar el carácter y la personalidad del líder. ¿Qué adversidades ha tenido que superar?
Muchas, porque los que hemos estado dedicados toda la vida a los temas culturales sabemos que es una lucha sin cesar. Todos los días hay que construir, hay que conseguir los recursos para sacar los proyectos adelante.
A mí me ha tocado también el paso por la política cultural, he llegado al cargo de Ministro de Cultura, sin dejar nunca de ser un artista y un gestor cultural; pero en materia de responsabilidades políticas, la pelea por darle al sector de la cultura en Colombia una posición importante, de conseguir los recursos, es tremenda, porque es una lucha contra los ministros de hacienda, es hacer entender a los dirigentes que la cultura es un eje transversal de todas las políticas públicas.
¿Cuál es el origen regional de su familia?
Mi papá era santandereano y mi mamá bogotana.
Imagínese esa mezcla cultural. Mi padre además era científico y comunista, y mi mamá, pues era una señora de Bogotá, profundísimamente católica, era una cosa muy singular la casa.
¿Cuáles fueron sus primeros rasgos, actos, o insinuaciones de liderazgo?
La experiencia en el colegio y después en los 3 colegios en los que estudié, yo siempre dirigí el grupo de teatro, la banda de guerra, ganaba los concursos de literatura, de recitación.
¿Qué habilidades han facilitado su liderazgo?
Por un lado, soy capaz de materializar los sueños.
Por otro, que no me detengo frente a las adversidades, si hay algo que me propongo, lo saco adelante como sea, pero nunca dejo nada a la mitad. Por lo tanto, nunca acepto nada que no pueda cumplir.
¿Considera que maneja bien las emociones y la inteligencia emocional?
Sí, y ha sido un proceso de construcción de muchos años. Al principio, por ejemplo, me dolían mucho las traiciones, hasta que comprendí que forma parte de la esencia de los seres humanos. Aprendí a hacer las cosas sin esperar nada a cambio, todo lo que uno recibe es bondad y lo que no, forma parte de la naturaleza humana.

Visión de liderazgo
¿A qué personas de la vida pública le reconoce usted liderazgo? Y mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿quién le atrae?
Me atraen Bolívar, el expresidente López Pumarejo, César Gaviria, Luis Carlos Galán, Jaime Bateman, Camilo Torres.
Son personajes que me atraen. En esta trágica historia de nuestro país, algunos personajes que acabo de nombrar nunca pudieron concluir su obra, nunca pudieron materializar sus ideales, es una historia de liderazgo inconclusa, que es permanente en nuestro país.
Hay unos líderes que admiro mucho en el sector privado, uno es Carlos Raúl Yepes, presidente de Bancolombia y, aunque no lo conocí personalmente, siempre admiré a Julio Mario Santo Domingo.
Una visión de liderazgo tiene un diagnóstico de la situación a intervenir, una meta hacía a dónde ir y una fórmula para lograrlo. ¿Cuál diría usted que es su diagnóstico, fórmula y meta?
Cuando a mí me invitan a dirigir esta maravillosa infraestructura, el diagnóstico era que Bogotá necesitaba recuperar el espacio para que los más grandes artistas del mundo quisieran venir a este país.
Lo que teníamos que hacer era un teatro excelente, con un modelo de gestión público-privada, un teatro público que le perteneciera a la ciudad, y ahí el reto era lograr, desde lo público, un modelo eficiente, que en el marco de la corresponsabilidad pudiera tener dinero de lo público y de lo privado. Pero también había que entender la manera de incorporar al público, cómo hacerle entender a la gente que si compran entradas para este teatro se les va a enriquecer su vida, que lo que les estamos ofreciendo vale la pena porque el encuentro con las manifestaciones artísticas es un acto único e irrepetible, que cambia la vida de los seres humanos, que combate la mediocridad de la vida diaria, que combate la monotonía. Eso fue lo que me propuse, esa era mi visión.
Tenemos varias cosas en contra, estamos un poco lejos del público normal de la ciudad, pero la estrategia es tener una oferta permanente. Vamos a ser lo mejor de las artes escénicas nacionales e internacionales, sin cejar, hasta que logremos consolidar un público.
Vamos a hacer apuestas. Una apuesta decidida de este teatro es la danza. El sector artístico más atrasado en Colombia es la danza. Vamos a crear un público para la danza y este teatro en cinco años tendrá una programación absolutamente extraordinaria en danza.
Acabamos de crear un taller para formar diez bailarines profesionales, que se nutran de toda la experiencia de las compañías que vienen.
¿Qué podemos hacer para dinamizar el lanzamiento de las nuevas músicas en Colombia? Lanzamos los mejores productos de los músicos jóvenes cada año, los mejores discos, videos, en fin.
Este es un teatro que busca formar nuevas audiencias, nuevos públicos. Tenemos un programa que se llama “Cien mil niños al Mayor” donde cada año 100.000 niños de las escuelas distritales vienen a este teatro a ver los mejores espectáculos, es una escuela de formación de públicos a donde viene gente que no tiene para pagar una boleta.
Desde que comenzamos el programa en el 2013 han venido 170.000 niños al teatro. Nos han robado cuatro numeritos de las sillas, nos han rayado cinco sillas. Es una cosa civilizadora.
Estamos creando marcas, por ejemplo, el Festival de Música de Bogotá. Está el que hicimos dedicado a Beethoven y este año a Mozart, donde estamos hablando de decenas de miles de personas que vienen durante cuatro días a 15 teatros en Bogotá a encontrarse con un repertorio.
¿Qué falta? Cuando me invita el expresidente Gaviria a ser Director de Colcultura en 1991, yo llevaba muchos años viviendo fuera del país, desde el año 74 estaba en México porque quería ser actor y director de teatro y lo que había en ese momento en Colombia no daba. No había buenas escuelas.
Hablamos con el expresidente Gaviria varios meses antes de regresar, estudié el presupuesto nacional y me di cuenta que el tema de la cultura era insignificante en la política y presupuestalmente en el país. Ese reto me fascinó y entendí que el expresidente Gaviria, a quien conozco desde antes de ser presidente y de quién me consta su compromiso con la cultura, iba a apoyar un gran cambio.
Hicimos un gran cambio que después se volvió la Ley General de Cultura. Después se creó el Ministerio de Cultura.
¿Cuáles son sus principales resultados en materia de liderazgo?
En el caso personal, mis principales resultados son, primero, que la gente me cree. Este último es uno de los puntos de convocatoria de este teatro. Este teatro tiene un Director que la gente conoce, al que la gente le cree y cree en lo que está haciendo.
Segundo, en cuanto a las responsabilidades públicas, cuando llegué a ser Director de Colcultura dije que iba a hacer todo para que los artistas colombianos no tuvieran que pasar por lo que a mí me tocó, porque así no se puede hacer creación artística. Cuando desde el Estado hay algo tan adverso que no reconoce la importancia de la cultura y que no tiene recursos para ella.
En los dos momentos en los que estuve al frente de Colcultura y cuando fui Ministro de Cultura, realmente el sector de la cultura veía un líder del sector en ese cargo, no a un político al que le habían dado el cargo. Veían un líder de su sector que luchaba por éste, que lo conocía profundamente.
Hablemos de la cultura de liderazgo en el país. ¿Cómo describiría la cultura de liderazgo del país?
Colombia es uno de los países, por lo menos en los que he vivido, en los que me asombra el liderazgo que hay.
Primero, este es un país donde cuesta mucho trabajo todo. Cuesta trabajo estudiar, es un país muy competitivo, hay que preparase. El día a día es duro, los temas de diferencia social son tenaces. Es un país donde salir adelante cuesta mucho trabajo.
Esa propia naturaleza del colombiano, de ser luchador, rebuscador, hace tener una capacidad de emprendimiento absolutamente extraordinaria. El sector de la cultura es el mejor ejemplo. Salas de teatro en Colombia, la mayoría son de iniciativa individual o de un grupo, las instituciones culturales más solidas en Colombia, casi todas provienen de iniciativas de la sociedad.
La capacidad organizacional de la gente en el país, es algo que nunca he visto por fuera en esa dimensión. Me parece que a los colombianos nos toca duro en todas partes, a mí me tocó muy duro porque he vivido más de la mitad de mi vida adulta en el extranjero. Me ha tocado tener logros como extranjero en México, en España, en Costa Rica, en Francia. Nos toca tener logros como extranjeros.
¿Cómo considera la escena cultural en Colombia en este momento?
Muy rica, muy diversa. La gran fortaleza de este país es su gran diversidad cultural y la capacidad de emprendimiento de creadores y gestores culturales.
La gran tragedia es que no reparamos lo suficiente en eso.
¿Considera que nos podemos comparar con algún país en materia de cultura?
Con Francia, con México. Porque somos países diversos culturalmente, pluriétnicos y multiculturales. Tenemos una gran riqueza en nuestra historia cultural, todavía hoy somos de una diversidad tan rica.
Por ejemplo hoy, en este momento del país, en el que se está haciendo todo el proceso de paz, todavía no hemos entendido cual es el rol del sector de la cultura.
¿Cómo ve esa transformación de la cultura desde que fue Ministro a hoy en día?
Digo que cada vez se van fortaleciendo más las instituciones culturales.
El Ministerio de Cultura, con sus altibajos, ha sido un ministerio transparente, que nunca ha tenido una acusación de malversación de fondos, que va a cumplir 20 años en el 2017. Es un ministerio que tiene unas líneas de política y que tiene unos programas que cada vez enriquecen más la vida del país, que cada vez fortalecen más el desarrollo de las regiones en materia cultural, que les permiten conocer más la riqueza y la diversidad que nos caracteriza a los colombianos.
Dentro de 20 años unos historiadores deciden estudiar este momento de la vida del país, a través de cinco líderes emblemáticos. ¿Qué cinco líderes escogería usted para estudiar?
Camilo Torres, César Gaviria, Carlos Raúl Yepes, Luis Carlos Galán, Doris Salcedo.

Iniciativa de liderazgo
¿En qué consiste su iniciativa de liderazgo?
Hacer comprender, en este país en el que vivo y del que soy, que la cultura es uno de los motores más importantes para el desarrollo, para la construcción de nuevas ciudadanías, para el perdón, para el diálogo, para construir un país que sea participativo, democrático, generoso, plural, incluyente y permisivo.
¿De dónde surge o qué lo llevó a iniciarla?
Mi convicción y conocimiento profundo sobre este sector de la cultura. Porque los líderes culturales de Colombia son respetados en todo el territorio. Cada pueblo y cada ciudad tienen un líder cultural al que respetan.
En este proceso de posconflicto, de reconstrucción del país, si vemos estratégicamente quién va a convocar a la gente para hablar de una manera diferente, es la gente que ha sido generosa, ejemplar, respetuosa, incluyente: esos son los líderes culturales del país.
¿Qué es lo distintivo de su iniciativa?
Por lo menos hasta ahora no he oído ni visto, en el tema de las conversaciones de paz, una mesa que se haya propuesto darle la relevancia a estos líderes y estos espacios de lo cultural.
Nosotros tenemos una gran fortaleza como país, no somos un país que tenga grandes diferencias culturales. Por ejemplo, en España están los andaluces, los gallegos, los vascos, los catalanes y se quieren independizar de España. Tienen lenguas diferentes, propósitos diferentes. Nosotros no, realmente como colombianos nos sentimos en todas la regiones del país.
Eso es un factor cultural de unidad absolutamente extraordinario. Es a eso a lo que hay que apelar, identificar qué nos une, qué nos identifica, aquí el tema es que todos los días reiteramos lo que nos divide y los líderes actuales nuestros están empeñados en eso, en enseñar qué nos divide.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido que superar para desarrollar la iniciativa?
Un desconocimiento de que la cultura y sus líderes y también sus gestores son fundamentales para el presente y el futuro de este país. Una clase política, en ese sentido, que ha sido muy insensible, muy ignorante.
¿Cuáles han sido los principales aciertos?
Los aciertos se dan todos los días.
Las instituciones culturales son más sólidas hoy en Colombia que hace 20 años, hay muchas mejores formas para crear escuelas, centros de formación artística. Hay una naciente, pero ya relevante, consciencia en el sector privado de que su apoyo es fundamental para el desarrollo de las instituciones culturales. Hoy los artistas colombianos tienen muchas mejores posibilidades de ser artistas de excelencia que antes.
Lo que hacemos aquí todos los días, en esta casa, por la que han pasado ya más de un millón de personas en cinco años. Lo que veo todos los días es que la gente, cuando se encuentra con la creación artística de excelencia en condiciones favorables, donde todo funciona, sale otro ser humano diferente al que entró, al que llegó rápido, al que venía en el tráfico. Por eso la gente vuelve.
¿Cómo ve el rol del sector público y el sector privado en la financiación del teatro y en las actividades del teatro?
El rol no está únicamente en lo público, ni únicamente en lo privado en materia cultural. Las instituciones culturales, yo las veo, en el presente y en el futuro, las que lo van a lograr son las que están sostenidas por la sociedad en su conjunto, a partir del concepto de la coresponsabilidad.
No es el Estado el único responsable por la cultura y su desarrollo, ni es la iniciativa privada, ni los ciudadanos solos. Todos somos responsables.
¿Cuál es el futuro del Teatro Mayor?
Queremos ser el mejor teatro de América Latina, queremos serlo dentro de cinco años. Ya somos uno de los 3 ó 4 mejores teatros de América Latina.
¿En qué queremos ser los mejores? En una programación de excelencia, así como la hemos logrado diseñar, que sea incluyente, plural, contemporánea, abierta a todos los géneros y tendencias y con un modelo de sostenimiento y de gestión sostenible en el mediano y largo plazo.
¿Qué está creciendo más: la música, la danza o el teatro?
Nosotros somos un país donde por la propia naturaleza, por la diversidad y por la herencia que tenemos, el tema musical es una barbaridad.
Este país musicalmente es muy, muy impresionante. Somos uno de los países, musicalmente, más extraordinarios que hay en el mundo.
Bogotá fue reconocida en 2012 por la UNESCO como “Ciudad creativa”. Solo hay seis ciudades en el mundo que la UNESCO ha reconocido así, somos la primera de América Latina.
¿Qué reconoce eso? Que esta es una ciudad donde la invención en materia de música es brutal. Donde la oferta es de una diversidad verdaderamente extraordinaria, lo que está pasando en la creación de la música en Colombia es impresionante porque se junta todo, se junta el talento natural de los colombianos, que hay muy buenas escuelas de música, donde hoy de verdad se puede ser un músico de excelencia en Colombia, donde cada día más organizaciones crecen y se va haciendo un mercado más importante para la música.
De todas maneras, nosotros tenemos una especie de embudo. Una base extraordinaria de creación y una salida muy chiquita para todo lo que podríamos hacer. Igual pasa en el teatro, pero no hay proporción.
Otro aspecto importante en este país son las artes plásticas, la actividad en materia de plástica es absolutamente impresionante. ARCO, que es la feria de Madrid, se le dedicó a Colombia y fue una cosa reveladora de manera extraordinaria.
¿Cuáles han sido los principales aliados?
La Alcaldía Mayor de Bogotá, la familia Santo Domingo, el grupo Bancolombia, el grupo Energía de Bogotá, el Ministerio de Cultura.
Ronald Heifetz sostiene que liderar es vivir peligrosamente. Porque el liderazgo tiene un lado no glamuroso, del que poco se habla: genera que otros se opongan a la iniciativa de liderazgo llegando incluso a buscar detener al líder. Esto ocurre porque el liderazgo transformador genera cambios y “pérdidas” para la gente al desequilibrar el statu quo ¿Está de acuerdo?
Totalmente.
Hay una obra teatro muy famosa que se llama Woyzeck de Georg Büchner. Es una obra que marca el principio del teatro moderno, y en la primera frase dice “Boisek ¿por qué vas caminando por el mundo como si fueras caminando sobre el filo de una cuchilla de afeitar?” Eso es el liderazgo.
Por ejemplo, soy absolutamente inflexible en las cosas de calidad, en los procesos de trabajo. No permito que la gente no cumpla, no me permito a mí no cumplir.
Todo liderazgo genera adhesiones, envidia, riesgos y en un país como el nuestro, donde tenemos esa herencia de que en el fondo somos muy envidiosos, es muy difícil que la gente tenga un reconocimiento inmediato por el liderazgo, estamos buscando la forma de detenerle el camino a los demás.
La mayor virtud del liderazgo es el ser capaz, a pesar de todo, de sacar el barco hasta adelante. El que no se enreda con nada y en medio de todo esto, el que no se cansa.
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