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En La Red Líder hablamos con un experto en historia afrocolombiana. Entre otras cosas, dice que clanes políticos como el Sánchez Montes de Oca “nos convirtieron en la vergüenza nacional haciendo parte de los problemas y no de las soluciones que el Chocó requería.”

La Red Líder: ¿Qué tanto racismo hay en Colombia?
Sergio Mosquera: En este país al igual que en Estados Unidos y Suráfrica el racismo siempre ha existido.
En otros países se trató el racismo explícitamente plasmado en leyes, en nuestro país hay un racismo encubierto, plasmado en códigos ocultos. Los países latinoamericanos, incluido Colombia, se consolidaron a través de la idea de que la raza fue un pilar de la colonialidad del ser y del poder. El momento fundacional del Estado colombiano entre 1810 y 1819 trató una guerra por el poder entre los blancos criollos contra los blancos españoles.
LRL: ¿Qué se entiende por diáspora africana?
SM: El concepto se utiliza para referirnos a los hijos de África que nos dispersamos por el mundo.
LRL: Usted afirma que el mayor crimen de la historia fue el de la esclavitud, ¿cuál es la historia corta de la llegada de los esclavos a Colombia?
SM: La captura, la trata negrera y la esclavización. Tres procesos inseparables que constituyen el mayor crimen en la historia de la humanidad. Ni siquiera el juicio injusto seguido a Nuestro Señor Jesucristo, ni lo que hicieron los Nazis con los judíos, es comparable con lo que hicieron las potencias europeas y Estados Unidos durante casi cuatro siglos con los africanos y sus descendientes cuyas consecuencias no han desaparecido.
La llegada forzada de los secuestrados y prisioneros africanos traídos al Nuevo Mundo y a Colombia se resume como la historia del trabajo forzado para construir una nación y el sistema capitalista con mano de obra y conocimientos afro.
LRL: ¿Cuál es la historia corta de la esclavitud en Colombia hasta 1851 y como ésta afectó la historia de Colombia?
SM: Afectó la construcción de una Nación. No hubo, ni ha habido trabajo en donde los descendientes africanos no hayamos estado. Las murallas de Cartagena, la navegación por el Magdalena y el trabajo en las minas y haciendas son testigos mudos y elocuentes de eso.
La presencia africana antes de 1851 contribuyó a diseñar el perfil histórico, poblacional y cultural de este país. “Sin negro no hay guaguancó”, así lo dice aquella canción.
Somos el único pueblo de Colombia que no ha recurrido a la violencia.
LRL: Se podría decir que el mapa político colombiano tiene unos rasgos raciales. El comportamiento en las últimas elecciones es muy diferente entre el centro del país y las dos costas, y en estas hay una presencia masiva de afrocolombianos. ¿Cree que hay una interpretación racial de este comportamiento?
SM: Hay dos casos ilustrativos. El primero, en 1970 la gente negra del Chocó eligió o por lo menos contribuyó significativamente para elegir a Misael Pastrana como presidente de la República. Desde entonces se acuñó el término “chocorazo” para hablar de un fraude electoral, porque hasta los muertos del Chocó salieron a votar.
El segundo, es el presidente Juan Manuel Santos fue elegido con los votos de la costa Atlántica y Pacífica. Él ganó las elecciones con los votos de la población afrocolombiana. Esto demuestra que tenemos capacidad electoral para aspirar por lo menos a una vicepresidencia pero se requiere organizar y direccionar ese caudal electoral con autonomía.
LRL: ¿Cómo ve la contribución de los afros a la cultura colombiana?
SM: Hemos contribuido a la cultura colombiana no solo desde la música, los deportes, la religiosidad, la culinaria sino mucho más, porque somos más que eso, somos una cultura de paz.
Tenemos una cosmovisión diferente al resto del país que nos permite vivir en paz con la naturaleza y con todos los seres vivos. Somos el único pueblo de Colombia que no ha recurrido a la violencia para la solución de sus diferencias. Por eso los pueblos habitados por personas negras son pueblos de familia, algo que la mentalidad mestiza desconoce y no comprende. En estos momentos del postconflicto eso es muy importante para reconstruir el tejido social en nuestras comunidades.
LRL: ¿Como se compara el nivel de participación e influencia de los afros en Colombia con otros países de la región?
SM: Después de Estados Unidos y Brasil, Colombia es el tercer país de América con la mayor cantidad de afrodescendientes, y es el país de habla hispana del continente que alberga la mayor población afro. Con respecto a Estados Unidos y Brasil la participación e influencia afro en el Estado es débil, casi nula. En ocasiones hemos tenido que recurrir a la bancada de congresistas afroamericanos para que el Estado colombiano nos escuche.
LRL: ¿Cuál diría que es el estado de los afros en Colombia?
SM: La situación de los afrocolombianos es lamentable. Cuando se comparan los indicadores de salud, vivienda, educación, empleo, vías e infraestructura, estamos por debajo de la media nacional.
LRL: ¿Cómo describiría la intervención de los afros en política? ¿Han tenido alguna tendencia partidista?
SM: Desde 1936, cuando se nos dio la ciudadanía y aún desde antes hemos participado en la política nacional dentro de los partidos de la burguesía. Es una característica a resaltar porque aprendimos a ejercer la participación y el voto dentro de los partidos de los antiguos amos e igualmente votamos por ellos y sus descendientes.
No hemos aprendido a usar poder del voto como un mecanismo para ampliar nuestra participación e influencia en las decisiones del Estado. Debemos aprender que tenemos potencial y capacidad política para más de dos curules en la Cámara de Representantes y para más de diez en el Senado de la República.
Desde que surgieron los partidos liberal y conservador, la tendencia partidista afrocolombiana mayoritaria ha sido del Partido Liberal. Esto fue influenciado por un discurso ligado a la abolición de la esclavitud, se dijo que los conservadores querían que los negros permanecieran como esclavos. La abolición se logró gracias a que en el Partido Liberal militaron afrocolombianos destacados como Juan José Nieto Gil, Luís Antonio (el negro) Robles, José Cinecio Mina, Diego Luís Córdoba.
La influencia afro en el Estado es casi nula.
LRL: ¿Cuál cree que debe ser una visión de desarrollo del Pacífico colombiano, copiar el modelo del centro del país o uno diferenciado?
SM: El Estado colombiano ha fracasado debido a la imposición de un imaginario que no corresponde con nuestra realidad. Los que somos del Pacífico no hemos fracasado en la gestión de nuestro desarrollo, es el Estado el que ha fallado por la tendencia homogenizante de los planes de desarrollo, que no se adaptan a la realidad de un país multicultural.
Desde Bogotá no puede seguir planeándose el Pacífico. Creemos en un modelo de desarrollo que integre las cosmovisiones, el territorio y los recursos, como una solución a los problemas de la comunidad donde no impere la lógica mercantilista.
LRL: La relación de los afro con la propiedad de la tierra es distinta a los indígenas. ¿Por qué y cómo puede incidir esto en el desarrollo económico de las comunidades afro?
SM: Tenemos cosmovisiones diferentes derivadas de nuestros ancestros. Nuestra visión del territorio va más allá de la ocupación y explotación de la tierra. El territorio es un espacio sagrado donde entramos en comunicación con nuestros antepasados. En la tierra están las energías, los recuerdos de quienes lo habitaron antes que nosotros y donde nos dejan sus conocimientos.
Para pensar en el desarrollo hay que contemplar lo anterior, con una ética del aprovechamiento que tenga en cuenta a las generaciones futuras. Esto no niega la comercialización de los productos de la tierra pero es distinto a la mercantilización sin valor espiritual.
LRL: ¿Es cierta la percepción de que la violencia le llegó tarde a las comunidades afros?
SM: Ni tarde, ni temprano. La violencia nunca debió llegarnos porque somos gente de paz. La violencia nos llegó por la poca presencia del Estado en nuestros territorios, es más, el Estado aún no ha llegado.
Ese vacío lo llenaron los grupos armados por las condiciones geoestratégicas de nuestros territorios para el comercio de armas, la siembra, el cultivo y el transporte de narcóticos.
Los efectos de la violencia han sido devastadores, cabe mencionar los desalojos, desplazamientos, masacres, desarticulación de las unidades familiares y los daños psicológicos que empobrecieron y pauperizaron a la población. Así mismo, ahuyentó toda posibilidad de inversión pública o privada en las regiones.
LRL: La película “Chocó” tiene una visión crítica del hombre chocoano frente a la mujer, ¿qué opina de la película y ese enfoque?
SM: No encuentro ninguna visión crítica en la película “Chocó”. Por el contrario, en ella se reproducen los estereotipos e imaginarios negativos sobre el hombre y la mujer chocoana.
Esos imaginarios nos han hecho mucho daño. Es una película que no ayuda a liberar la mentalidad colonial, no tiene compromiso político con el dominado o el colonizado. Parece más la visión del colonizador porque ayuda a perpetuar el discurso dominante sobre las personas negras independiente de que sean afrochocoanas.
LRL: ¿Qué opina de la tesis de que los afros son una raza superior en materia deportiva?
SM: No somos una “raza superior” en el deporte. Es innegable que tenemos un fenotipo innato que favorece la práctica de ciertas disciplinas deportivas, las cuales hacen que en las condiciones más adversas de infraestructura surjan deportistas. Hay un ambiente psicológico donde muchos afrocolombianos ven en el deporte la ventana para salir de la pobreza, es la vía al éxito que cambia la vida individual y familiar.
LRL: ¿Cuáles son las influencias o legados de la esclavitud colombiana?
SM: De distintos órdenes y muy profundas. El año anterior publiqué un libro titulado “Traumas Psicosociales post-esclavización”, donde estudio cómo afectó la esclavización las mentes de las víctimas, y como esos trastornos son evidentes en la población afrocolombiana. Este año publicaré otro libro en esa dirección. Son aspectos que no habían sido analizados -o muy poco- y son legados que afectan el comportamiento de los descendientes de las víctimas y victimarios.
LRL: Usted admira mucho a Zabulón Córdoba Garcés, qué liderazgo le reconoce como afro?
SM: Perteneció a lo que he llamado el “Clan de los Córdoba”. También pertenecen Diego Luís Córdoba, Piedad Córdoba, Luís Alberto Moore Perea, Esteban Caicedo, Nino Caicedo y Darío Córdoba Rincón entre otros.
Sus antepasados se levantaron de la esclavitud y sus descendientes lograron descollar en el concierto regional y nacional. Zabulón Córdoba fue un eminente sociólogo con una mirada optimista sobre el Chocó, creía firmemente en la superación de su gente.
LRL: ¿Qué representa el Chocó en la vida colombiana?
SM: Es la región por donde entró la cultura occidental al nuevo mundo a través de Santa María la Antigua del Darién. Además, durante toda la historia le hemos aportado nuestras riquezas y grandes mentes para la edificación del país. Hoy representamos la apertura al Pacífico -el mar del siglo XXI- con un inmenso potencial biodiverso y geoestratégico.
LRL: ¿Cómo evalúa el efecto sobre el racismo en el mundo con la llegada de Obama a la presidencia de Estados Unidos? ¿Siente desengaño o cree que hubo avances reales de los afro del mundo?
SM: La llegada a la presidencia de Barack Obama tuvo un efecto desacelerador del racismo a nivel de Estados Unidos y del mundo. Fue un aviso que el mundo estaba cambiando hacia la aceptación, el respeto por las diferencias y el diálogo intercultural. Fue un mensaje para combatir la supuesta inferioridad racial, tuvo repercusiones positivas.
En países como Colombia hubo un cambio en la mirada hacia nosotros. Su paso por la presidencia norteamericana abrió una nueva era en las concepciones sobre los afro descendientes y de otras supuestas minorías étnicas.
LRL: ¿Ve alguna relación u oportunidad para un cambio frente al racismo en nuestro país con el proceso de paz?
SM: En ese aspecto soy muy pesimista porque la sociedad colombiana sigue siendo hipócrita en este tema. Sigue manteniendo en la práctica un racismo estructural que en teoría lo niega. Ese tema debió ser abordado como parte del marco de entendimiento del nuevo Estado porque el racismo es causante de la exclusión, de las injusticias y la marginación.
LRL: ¿Considera que las comunidades negras e indígenas fueron o van a tener un rol importante en el proceso de paz?
SM: No tendrán un rol importante. La participación en los diálogos de La Habana fue bastante marginal, no fuimos un tema prioritario.
Para poder ser escuchados fue necesaria la intermediación del Black Caucus del Congreso de Estado Unidos. Este fue como el cuarto momento de refundación del Estado y estuvimos ausentes al igual que en 1819, 1863, 1886, 1991 y ahora.
LRL: ¿Ve algunos paralelos entre las luchas contra el racismo y el feminismo?
SM: Los movimientos feministas son la expresión de la lucha contra el machismo y la exclusión. Pero el feminismo negro -a diferencia del feminismo blanco- es parte de la lucha contra el racismo y contra todo pensamiento hegemónico. La situación de la mujer negra es diferente a la de la mujer blanca, y las feministas durante mucho tiempo no se ocuparon de las mujeres negras.
LRL: ¿Cuáles son las alternativas del Chocó para lograr el desarrollo?
SM: En primer lugar debemos tener claras nuestras metas para hacer uso de los medios. Saber a qué tipo de avance o desarrollo nos referimos para poder escoger la alternativa. Definir si es la deforestación, el dragado, las industrias de la chimenea, los kilómetros de vías pavimentados, los hospitales o la electrificación entre otros. Escoger entre un desarrollo sostenible o un desarrollo sostenido. Hasta que no tengamos todo eso, no podremos definir nuestras metas. Todavía estamos dando vueltas en un círculo vicioso sin poder arrancar. Lo tenemos casi todo, recursos naturales, biogenéticos, recurso humano con buena formación, sólo nos faltan capitales.
LRL: ¿Qué piensa sobre los clanes políticos que mencionó en el Chocó y su responsabilidad en el atraso de la región?
SM: Por clan político se entiende la concentración del poder político administrativo en manos de una familia. Se utiliza en beneficio propio y para mantener una red clientelar que le permita permanecer en el poder. Este sistema genera corrupción, clientelismo, dependencia y exclusión.
En la historia del Chocó han existido cuatro clanes políticos: Clan de los Ferrer, constituido por una familia blanca esclavista de origen español que desde el siglo XIX y hasta la segunda mitad del siglo XX se mantuvo en el poder a través de una serie de matrimonios o alianzas de sangre, su fundador fue Carlos Ferrer y Xiques. El Clan de los Lozano, iniciado por Ramón Lozano Garcés y continuado por sus hijos Jorge Tadeo e Iván. El Clan de los Córdoba o Clan de Neguá, su fundador fue Diego Luís Córdoba. El Clan de los Sánchez, iniciado por Rafael Sánchez Hinestroza, antiguo militante del Clan Lozano, y mantenido por sus hijos Patrocinio, Odín y Astrid.
LRL: ¿Y cómo incidieron en la clase política?
SM: En la década de los treinta del siglo pasado irrumpe por primera vez una clase política afrochocoana representada por Diego Luís Córdoba, quien llegó a ser codirector nacional del Partido Liberal, Adán Arriaga Andrade, ex ministro de Estado, Ramón Mosquera Garcés, ex ministro de Estado, Ricardo Rodríguez Astie, ex presidente del Senado de la República y Aureliano Perea Aluma, brillante parlamentario quien fue uno de los artífices de los debates que casi tumban al presidente Carlos Lleras Restrepo por el escándalo de Fadul Peñaloza.
Sin embargo, ellos no lograron conquistar la administración pública local y departamental, que estaba en manos de la clase blanca tradicional heredera de privilegios coloniales. Solo en 1967, bajo el gobierno de Lleras Restrepo, es nombrado Ramón Mosquera Rivas como gobernador del Chocó, convirtiéndose en el primer afrochocoano en regir los destinos departamentales. A partir de ahí llegamos a la administración pública, sin experiencia en el manejo del sector público.
Los llamados clanes políticos, herederos de esta clase, secuestraron la política y la administración pública. Nos convirtieron en la vergüenza nacional haciendo parte de los problemas y no de las soluciones que el Chocó requería.
Hoy se vislumbra una nueva esperanza en los liderazgos de personas como Luís Gilberto Murillo, actual Ministro de Ambiente y Zulia Mena García, Viceministra de Cultura. Ellos han tenido que soportar ataques de quienes se sienten huérfanos del poder y hacen todo tipo de acuerdos por secuestrar nuevamente la administración y la política para llevarnos de regreso a épocas que creemos superadas.
Estamos atravesando un momento importante en el que el país político nos está dando un voto de confianza y no podemos responder con otra desilusión y frustración.

La Red Líder: ¿Cuáles considera que son esas influencias que han determinado su estilo y motivaciones de liderazgo?
Sergio Mosquera: Si es preciso hablar de liderazgo en mi caso personal, creo este es de índole académico e intelectual y es en el tema de los afro descendientes, por las investigaciones y publicaciones. Pero sobre todo por la iniciativa de construir el Centro de Memoria Afrodiaspórica Muntú-Bantú, también conocido como Museo Muntú-Bantú, el cual es único en Colombia y ya es un referente nacional e internacional.
Creo que este trabajo evidencia un liderazgo que puede inspirar a muchas personas y organizaciones afro descendientes y no afro descendientes para comprometerse con la diáspora africana.
La mayor influencia para comprometer mi vida en esta causa, y dedicarme a ella, vino de mi ambiente familiar por vía materna. Fue mi madre, María Graciela Mosquera, quien desde muy niño despertó en mí el interés por la gente negra, por su cultura, su religiosidad y su historia, al transmitirme conocimientos que ella había heredado de su madre, abuela y otros miembros de su comunidad.
LRL: ¿Qué lo llevó a crear el Centro de Memoria Afrodiaspórica Muntú-Bantú?
SM: A lo largo de muchos viajes por varias partes del mundo, siempre busqué sitios o museos donde se narrara la memoria histórica de los afro descendientes pero no los encontré. Colombia no tiene un centro de memoria o museo donde se narre la historia de los afro colombianos. Ni siquiera en el museo Nacional. Este país todavía no vive la multiculturalidad y la interculturalidad. Seguimos siendo un país mono cultural. Las visiones y las miradas de los otros no están.
Me di cuenta que el Estado no tenía interés en hacer un museo sobre nuestra historia afro descendiente y decidí hacerlo yo mismo. Me dediqué gastarme la plata de mis cesantías, a endeudarme en bancos y adquirí un lote de terrenos y empecé a construir el espacio. Levanté un edificio de cuatro pisos y empecé a llenarlo de contenido, a narrar la historia, en forma visual a través de pinturas y de estatuas.
LRL: ¿Cómo es el museo?
SM: Está inspirado en un libro que había publicado y a partir del libro, empezamos a armar las salas. Cada una de las salas está inspirado en varios aspectos: la etnografía ‘Afro chocoanos y troncos familiares’ –narra la historia negra como proceso de esclavitud y prisioneros-. Sobre la religión, la sala se inspiró en un libro que se llama ‘Visiones de la espiritualidad afro colombiana’.
Está la sala de los guerreros, la sala de teatro, de minería y pacillos políticos con personajes como Martin Luther King, Malcom X, Candelario Obeso, haitianos, Juan José Rondón, Padilla, Juan José Nieto, Paula Marcela Moreno, el general Mur, Alfonso Gómez Méndez y Piedad Córdoba.
LRL: ¿Cuáles cree que fueron sus primeros rasgos de liderazgo?
SM: En la escuela empezaron a aflorar ciertas cualidades de consagración y dedicación al estudio para buscar respuesta a fenómenos sociales desconocidos e incomprendidos.
LRL: ¿Cómo cree que maneja la inteligencia emocional?
SM: Los seres humanos somos pasionales y racionales. En los líderes se da un fenómeno muy importante donde la pasión y la fuerza que le imprimen a sus convicciones sobresale y eso es una especie de imán que atrae seguidores. Pero esa pasión es una fuerza, una energía espiritual, un ímpetu que no nubla la razón.
Por el contrario, esa pasión hace ver gran parte de sus razones. A la razón hay que imprimirle mucha pasión. La inteligencia emocional procuro manejarla utilizando las argumentaciones justas sin dejarme llevar por la emotividad. Por la pasión porque es un área demasiado sensible en la que despliego mi inteligencia y es necesario que el consciente -lugar donde se aloja la inteligencia y la razón- no se deje dominar por el inconsciente.
LRL: ¿Qué adversidades ha tenido que superar?
SM: ‘Descubrirme’ como afrodescendiente al llegar a Bogotá y afrontar lo que significa ser una persona negra en un país racista. No se trata del color ni de raza, al fin y al cabo todos pertenecemos a la misma raza, la raza humana.
Se trata de superar el racismo, eso te ayuda a forjar el carácter y a que te miren y mires a los demás, por lo menos en tu círculo, por otras características de la personalidad.
LRL: ¿Cómo ha sido el liderazgo colectivo en su experiencia?
SM: En calidad de docente, investigador y escritor siempre estoy orientando con el ejemplo a mis estudiantes y demás en las aulas de clases y grupos de investigación. No es una tarea fácil por cuanto somos un pueblo de mucha tradición oral y pasar al ejercicio de la escritura nos cuesta mucho. Sin embargo, ha habido bastante progreso con algunos de ellos.
De otro lado, propiciar un cambio en la mirada, y en los temas epistémicos, ha sido aún más difícil porque nos formaron para mirarnos en y con la óptica del colonizador, del dominador, asumirnos como sujetos, y no como objetos de investigación requiere un largo proceso para producir nuestro propio discurso científico y político.
LRL: ¿Cree en el liderazgo colectivo, cómo lo entiende?
SM: Sí. Las posiciones mesiánicas nos han llevado al fracaso y a la desilusión. Los Zapatistas nos dieron el ejemplo: mandar obedeciendo. Es una concepción otra del poder y de la práctica política donde el líder no está por encima de la voluntad popular sino que obedece a ella, cumple un mandato.
LRL: ¿En que áreas de la vida colombiana ve liderazgo colectivo?
SM: En los procesos organizativos de las comunidades negras e indígenas.
LRL: ¿Cómo describe a un líder?
SM: Es una persona visionaria. Ve más allá del de lo que otros no ven, es una persona que se imagina como será ese horizonte. Es una persona que con capacidad de comunicación y persuasión, puede expresar y exponer con claridad sus ideas para poder convencer.
Es comprometido con sus principios, con lo que hace y con lo que propone. Puede influenciar a otras personas, para que lo sigan porque sabe cuál es el horizonte, el futuro. Un líder debe buscar el poder para cumplir los sueños, los objetivos, y poner en práctica sus ideas que son las de la comunidad.
LRL: ¿De acuerdo a una encuesta del Centro de Liderazgo Público de la Universidad de los Andes hay una crisis de liderazgo, cree que eso es así?
SM: Totalmente de acuerdo. Ha habido un desencanto del pueblo por diferentes frustraciones: primero, asesinatos de líderes comprometidos con una causa. Segundo, traición o abandono a los principios e ideas que algunos líderes prometían defender. Tercero, ciertos liderazgos evidencian ausencia de claridad e interpretación de los anhelos, sueños y aspiraciones del pueblo. Es decir, el pueblo no escucha lo que quiere oír por eso no hay a quien seguir.
LRL: ¿Cómo describiría la cultura de liderazgo del país?
SM: Colombia ha sido un país carente de líderes que encarnen el sentimiento del país nacional. Han existido muchos dirigentes demagogos y populistas que no han podido, ni sabido interpretar, canalizar y dirigir el pueblo. Les ha faltado compromiso y empatía con las masas para poder movilizar todo el potencial popular.
LRL: ¿Qué le aconseja a los líderes jóvenes?
SM: Con y a partir de la Constitución Política de 1991 se produjeron unos cambios, un nuevo ambiente político, que han facilitado la emergencia, participación y expresión de una juventud que estaba dormida y amordazada. Los jóvenes de hoy tienen que seguir ejerciendo su liderazgo con mucha preparación y conocimiento de causa. Solo eso les podrá dar independencia moral e intelectual a la hora de defender sus principios luchando por erradicar la injusticia, desigualdad e inequidad.
LRL: ¿A qué personas en la actualidad le reconoce liderazgo público?
SM: Álvaro Uribe Vélez, Antanas Mockus, Sergio Fajardo, Maurice Armitage y Alejandro Char.
LRL: Mirando hacia atrás, pensando en líderes colombianos ¿cuál le atrae?
SM: Definitivamente Jorge Eliecer Gaitán.
LRL: Ronald Heifetz sostiene que liderar es vivir peligrosamente. Porque el liderazgo tiene un lado no glamuroso, del que poco se habla: genera que otros se opongan a la iniciativa de liderazgo llegando incluso a buscar detener al líder. Esto ocurre porque el liderazgo transformador genera cambios y “pérdidas” para la gente desequilibrando el statu quo. ¿Qué opina usted de esto?
SM: Totalmente de acuerdo. Un liderazgo transformador tiene que enfrentarse a las prácticas establecidas precisamente porque actúan como talanqueras o frenos que limitan el acceso de la gran mayoría a una vida digna, al buen vivir, al bienestar.
Por eso desde las esferas del confort, de los privilegios, se proponen atajar ese tipo de liderazgos, no dejarlos avanzar, porque rompen el statu quo. Un líder que no genere oposición por parte de los privilegiados no puede ser un verdadero líder, un líder no se acomoda, no persigue la adulación personal, inclusive debe estar dispuesto a perder su capital de simpatía porque no se trata de que lo quieran o no, sino de hacer prevalecer la causa a la cual se entrega.
Un líder aprende a convivir con todo tipo de riesgos.
LRL: ¿Cree que dado el contexto apropiado, cualquiera puede ser líder?
SM: Un líder además de tener unas condiciones innatas, necesita del contexto apropiado. Aunque el contexto se dé, se necesita de la personalidad para incidir en el curso de los acontecimientos. Por eso no cualquiera puede ser líder. Es decir, se necesitan cualidades diferentes en circunstancias diferentes.
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