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Hace apenas pocos años que la periferia o lugares apartados del centro del país empezaron a tener importancia, pues para nuestro país el centro ha sido desde siempre el epicentro de todo, allí durante décadas se han tomado las decisiones mas trascendentales del país y esas decisiones han sido las que han marcado el presente y futuro de los lugares mas apartados, pero poco a poco las voces de la periferia empezaron a tener eco y a llegar a los recintos donde desde siempre se decidía sin tener en cuenta a quienes aun en la distancia también son Colombia.

Son muchas las cosas que ocurren en la periferia, muchas las vidas que se pierden en el día a día, algunas las matan las balas, otras las matan de a poco las realidades del territorio, el centro del país quizás no puede vivir tan de cerca estas realidades ni muchas veces entenderlas, al punto que informarlas se hace desde el pleno desconocimiento del contexto territorial o sencillamente a través de quienes ven la coyuntura pero desconocen el trasfondo de la realidad.

Pero, justo quienes tenemos la oportunidad de escribir sobre lo que acá ocurre basadas en lo que vemos, en lo que vivimos y en lo que viven nuestros territorios, debemos asumir esa responsabilidad de contarlo, no para dejar mal a la ciudad, ni dañar su imagen, sino para generar el ruido, para contarle al mundo que nos están exterminando lentamente, para exigirle al estado que nos brinde las garantías constitucionales que merecemos, nos toca a quienes podemos escribir y dar el grito, hacerlo, dar el grito por encima de cualquier cosa que otros puedan pensar, pues nuestro grito es por la vida, por la vida de nuestra niñez y de nuestros adolescentes y jóvenes, por la vida de todos, hay veces en las que no quisiera hablar, no obstante, creo que no puede uno ver correr la sangre y guardar silencio, no puede ver uno la ciudad sumergida en crisis y quedarse callado, hacerlo seria fallar a esa responsabilidad ancestral y consecuente que tenemos con el territorio pero también con nuestro presente.

Basta con recorrer las calles para ver los diversos rostros, rostros de gente trabajadora que se levanta todos los días a luchar, pero que lamentablemente parte de su lucha termina en los bolsillos  de extorsionistas, unos muchos desde la ilegalidad y otros casos, pocos pero existentes desde la fuerza publica, quien debería ser garantía de protección. Nuestro grito no es cualquier grito, es un grito de presente que quiere hoy mover conciencias para que las generaciones que crecen y las que nacerán, no tengan que vivir alrededor de la guerra y verla como parte de su cotidianidad; esa no puede ser la herencia, ese grito, precisamente  quiere exigir aquello que por acuerdo social y constitucional nos merecemos: UNA VIDA DIGNA.

Seguimos dando el grito, seguiremos haciéndolo mientras se pueda, porque no es justo que una población que le aporta tanto al país, vea pasar la riqueza mientras el 80% vivimos en la pobreza, vemos en los grandes hoteles hospedados trabajadores de otros territorios que llegan a ocupar los mejores cargos, además de excelentes sueldos en Buenaventura, mientras su población vive entre el 62% de desempleo aproximadamente.

Ojala este país pueda reflexionar, pueda quitarnos de encima esos pesos a los negros y las negras, en general a los pobres de este territorio, ojala el peso de la esclavización moderna, esclavización de gente libre pero sin reconocimientos plenos ni garantías plenas de derecho, que sigue mostrando que el control de todo lo tienen personas no negras que al final terminan definiendo hacia donde debe ir  este país, en que espacios si y en que espacios no debe reconocerse el negro o debe participar el negro, ojala los trabajos complejos que hace nuestra gente deje de pagarse con sueldos de esclavos, ojala el racismo estructural y el abandono estatal desaparezcan y pueda Buenaventura vencer la esclavización moderna, una que es producto de la colonización de la mente, para mantenernos atados a la pobreza y la colonización del territorio para hacernos creer que esta tierra no es para nada nuestra, que somos solo sujetos que pueden ser desterrados porque asocian nuestra existencia en este territorio a un premio entregado en su momento, premio donde no existe el merecimiento, pues para este país lo que recibimos y tenemos es regalado porque lo negro para muchos no tiene  valor y no merece mucho.

Ojala un día nos permitan gozar en plenitud del derecho a educarnos bajo las mejores condiciones, acceder a un sistema de salud que nos ayude a estar en pleno bienestar y no nos condene a morir, ojala nos dejen gozar del derecho a vivir. Quisiéramos que un día pudieran pasearse por nuestros territorios candidatos dignos de representar la voz de todos y de todas, ojala no tengamos que seguir siendo testigos de como algunos candidatos se abrezan con la ilegalidad para asegurarse el asiento en el poder, para después no tener poder ni autoridad para velar por la seguridad y garantizar la paz, este pueblo, nuestro pueblo deberá ponerse de frente a esta realidad y entender que tiene en sus manos la oportunidad histórica de cambiarle el rumbo a esta historia de pobreza, miseria, violencia, desempleo y abandono

-Líder Social - Activista por los Derechos Humanos - Artista - Estudiante de Psicología.