Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La “Negra Nieves” es la terquedad de una mujer blanca-mestiza de la clase alta vallecaucana que se niega perder sus privilegios artísticos construidos sobre la base de estereotipos raciales y de no reconocer la humanidad de aquellos que demandamos su eliminación.
Con ocasión de las elecciones presidenciales 2018 que enfrentó a dos sectores políticos, la izquierda y la derecha conservadora, la caricatura creada por la vallecaucana, de clase alta y blanco-mestiza de Consuelo Lago, la “Negra Nieves”, volvió a ser motivo de indignación y rechazo para un sector intelectual del movimiento social afrocolombiano.
¿La razón?: la autora decidió producir imágenes donde la “Negra Nieves” opina sobre política y la identidad nacional. Para muchos colombianos, la Negra Nieve es una caricatura inofensiva; una expresión de humor; o la creatividad de Consuelo Lagos.
Para afrocolombianos como yo, la Negra Nieves no es más que la expresión de un humor saturado de racismo (Camacho, 1999) que ha hecho carrera en los medios de comunicación masivos.
Así, lo que tienen en común “La Negra Nieves” de Consuelo lagos; los personajes de Sábados Felices tales como el “Negrito del arbolito” del descontinuado show “Operación Ja ja”; “El Soldado Micolta” y “La Negra Colombia” de los siameses; el Negro Palomino, Tarcila de Omar Murillo; y, por otro lado, “Emilio y Belarmina” de Martin de Francisco y Santiago Moure de reproducción en Youtube, y la película del director Dago García llamada “Coco”, no son otra cosa que la reproducción de prácticas racistas como el minstrel show y/o el black face que se ha producido en norte americano: bamboozled.
Estos son expresiones racistas porque con el contenido de chistes y expresiones de humor se burlan, humillan y ridiculizan a las comunidades negras. Así, crean humor asociando personas negras con la pereza, la irresponsabilidad, la ignorancia, la estupidez, la ingenuidad, la sumisión, la poligamia, y la falta de ganas de trabajar.
Asimismo, al igual que telenovelas como “los Colores de la fama”; “Luzbel está de visita”; “La pesuña del Diablo”; “Azúcar”; “La marquesa de Yolombó”; “Bolivar”; “Ay, cosita linda mamá”; “Betty la fea”; “El joe, la leyenda”; “Por qué diablos”; “El cartel de los zapos”; “Escobar, el patrón del mal”; “El farzán”; “El Cuento del Domingo”; “Fercho y compañita”; “La sucursal del cielo”; “La selección”; “Niche”, “La Mamá del 10”; entre otras, los afrocolombianos son asociados a roles relacionados con la brujería, el futbol, el boxeo, el baile, lo diabólico, la lujuria sexual; el folclore, la música; mujeres con muchos hijos (más de 7) abandonadas por padres irresponsables y mujeriegos.
De esta forma, estas representaciones distorsionadas de las comunidades negras se vuelven problemáticas dado que reproducen imaginarios sociales, dichos y expresiones tales como “el negro si no la embarra a la entrada la embarra a la salida”, “que suerte negra”, “parece negro”, “se viste y habla como negro”; “ah!, es que todos los negros se parecen”, “los negros son buenos pa’ bailar”, “negro tenía que ser”, “los negros son perezosos y abandonados” de ahí que “La plata que uno le mete al Chocó es como meterle perfume a un bollo.”, como expresó, en el 2012, el diputado antioqueño Rodrigo Mesa.
Lo que nos genera mayor indignación es la actitud que asumen colombianos cuando cuestionamos estos programas o caricaturas con contenido racista. Nos dicen resentidos y acomplejados (brutos por) que no somos capaces de entender el contenido humorístico de dichos programas y caricaturas.
Por el contrario, dicen, deberíamos de sentirnos orgullosos ya que a través de estos programas y caricaturas Colombia y el mundo puede conocer de nuestra cultura; de nuestra “idiosincrasia” y “forma de ser”; como si la cultura negra fuera simplemente música, danza, baile y deporte; características culturales que, al ser utilizadas por el humor saturado de racismo, son seriamente distorsionadas y ridiculizadas.
El problema con estas representaciones es que mientras visibilizan realidades distorsionadas de las comunidades negras ocultan otras. Entonces, es difícil encontrar programas televisivos, o caricaturas donde se muestran o hablen de poetas, novelistas, y ensayistas virtuosos tales como Arnoldo Palacios, Juan y Manuel Zapata Olivella, Arturo Truque, Jorge Artel, Candelario Obeso; o la participación política y militar de Mulatos como José Prudencio Padilla, Pedro Romero, los macheteros del Cauca, entre otros, que contribuyeron en la independencia de Colombia.
No hay novelas, programas televisivos o caricaturas que muestren afrocolombianos o afrocolombianas desempeñando roles protagónicos como empresarios, médicos, universitarios, intelectuales, científicos, profesoros, etc. Por lo anterior, estas caricaturas y programas televisivos constituyen un linchamiento moral (Alberto Angulo, 1999) que busca destruir la auto-estima de los afrocolombianos a través del estereotipo racial.
Para nosotros, caricaturas como la Negra Nieves y programas televisivos como los anteriores presentan un problema moral, ético y político. Ellos reproducen imágenes que están bien para sus creadores (y para muchos colombianos), pero que son racistas para nosotros.
La Negra Nieves, por ejemplo, es lo que Consuelo Lagos ve en las afrocolombianas migrantes de la región del Pacifico a trabajar como empleadas domésticas. Nieves opina de lo que su creadora observa es lo correcto o incorrecto de la sociedad colombiana.
Así, entre chiste y chiste la Negra Nieves opina, “coqueta e impertinente”, sobre cultura, arte, economía, política, etc.: “Bobo, acuérdate que los ricos son los que te dan trabajo.” (Como lo muestra la imagen de abajo).

Sin embargo, a pesar que, paradójicamente, la Negra Nieves tiene la plataforma de comunicación que ningún afrocolombiano ha podido tener jamás en la historia de Colombia, ella nunca opina de las condiciones de exclusión de las comunidades negras; del desplazamiento forzado; del asesinato y desaparición de líderes y lideresas afrocolombianas; del racismo y la discriminación social, cultural y política en contra de las comunidades negras; ni siquiera habla de las condiciones de explotación que padecen las mujeres negras trabajadoras domésticas de la cual Nieves fue creada.
Es decir, de los bajos salarios; del cuarto asignado para su descanso donde no cabe, literalmente, una cama; o de las largas jornadas de trabajo que incluyen altas horas de la noche y fines de semana; de los malos tratos y humillaciones denunciados ampliamente por las organizaciones de mujeres trabajadoras domésticas.
En este sentido, los afrocolombianos llevamos siglos de lucha por el reconocimiento de nuestra humanidad perdida en la esclavización de africanos y objetualizada como “piezas de indias”.
El término afrocolombiano busca precisamente tal reconocimiento. Somos herederos de civilizaciones y reinos africanos que fueron destruidos y ocultados por las sociedades occidentales. Sin embargo, Consuelo Lagos pretende borrar de un brochazo la lucha y derechos ganadas cuando su Negra Nieves afirma que “Somos colombianas. Ni euro colombianas, ni afrocolombianas. Vos y yo somos colombianas”.
Así, se expresa la Colombia de Consuelo Lagos; una Colombia cuyos “ricos (…) que te dan [el] trabajo” buscan destruir los derechos laborales, se apropian de tierras expropiadas por paramilitares; privatizan la salud, la educación, los servicios públicos; algunos apoyaron paramilitares; y otros perpetúan la corrupción política y económica en el Estado. Es decir, un país supremamente racista, clasista, inequitativo y excluyente.
Por eso consideramos que la Negra Nieves representa la manera como algunos blancos-mestizos nos pueden aceptar. No como realmente somos; con nuestras diversidades y complejidades; como seres humanos.
Lo que nos preguntamos es a quien beneficia finalmente la producción de personajes y caricaturas como las mencionadas anteriormente. No tengo noticias de acciones, realizadas por estos programas televisivos o la misma Consuelo Lagos, en favor de las comunidades negras.
Por el contrario, al igual que el estado, la élite y los políticos colombianos, Consuelo Lagos y su caricatura la “Negra Nieves” ignoran las condiciones de empobrecimiento, exclusión y marginalización de estas comunidades negras. Mientras tanto, Consuelo Lagos, y demás, ganan rating, reconocimiento, prestigio, bienestar económico y premios nacionales e internacionales acosta de las humillaciones y el racismo que sus personajes y caricaturas generan.
Lo anterior no es un capricho o una terquedad de las comunidades negras. Académicos y expertos sobre el tema de racismo han probado y demostrado todo lo anteriormente expresado.
Para el lector curioso y con deseos de ilustrarse y conocer cómo opera el racismo a la colombiana en caricaturas como la Negra Nieves, proveo una lista de fuentes bibliográficas en las que pueden corroborar, científicamente, esa vieja práctica del humor saturado de racismo que se niega a desaparecer.
Bibliografía
ANGULO Q., Alberto A. (1999). Moros en la Costa. Vivencia afrocolombiana en la cultura colectiva. Docentes editores. Colombia.
CAMACHO, H. Eusebio, (1999). El Negro en el contexto social. Editores del Pacífico. Colombia.
Cunin, Elizabeth (2003). “La ‘Negra Nieves’ ou le racisme á fleur de peau. Regards sur une caricature” (La “Negra Nieves” o el racismo a flor de piel. Miradas cruzadas sobre la aricatura”). Bulletin de l’Institut français d’études andines (32): 237-262.
MOSQUERA, Claudia y RODRIQUEZ, M., Margarita (2009). Hablar de racismos y discriminación racial: elementos para cuestionar la ideología de la igualdad racial en Colombia.
VALDERRAMA, Carlos y PORTOCARRERO, Claritza, (2007). “Representaciones racializadas y estereotipadas de las mujeres afrocolombianas. Un caso de discriminación múltiple”. En: Red Nacional de Mujeres Afrocolombianas Kambiri (Ed.). Ser mujer afro en Cali. Vivencias, Convivencias Y Resistencias. Cali: Publicaciones Ébano.
VALENCIA, Luis Ernesto (2007). Detrás del lenguaje. Revista Cununo. Universidad del Valle. Dpto Historia.
ZAPATA, C. Catalina (2014). Representaciones de lo negro en tres casos de medios de comunicación en Colombia. Trabajo de Maestría de la cultura y análisis cultural. Instituto de Altos Estudios Sociales. Universidad Nacional General San Martín. Buenos Aires.