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En Colombia el inicio de la pandemia fue una oportunidad para el gobierno Duque, gracias a ella paró la tendencia al bajón en las encuestas y tuvo una remontada, pero eso fue momentáneo, la tendencia a la baja popularidad ha retornado.
En las teorías de gobierno es común la metáfora del capitán del barco: el gobernante es como el timonel, su responsabilidad es llevar el barco al destino trazado. La grandeza del timonel aparece en los momentos difíciles, en las tormentas, es allí cuando sabemos de la calidad del barco, los tripulantes y especialmente del capitán.
La metáfora supone a la tormenta exógena, algo que viene de afuera, un ataque, un problema, que debe sortearse de la mejor manera, sin naufragar. El timonel, por tanto, debería tener la destreza para sortear las posibles tormentas y demás problemas que aparecerán en el camino sin mayores alteraciones del rumbo.
El gobernante cuando asume las tareas de gobierno tiene entre sus cuentas los problemas habidos y por haber, tiene que estar preparado para las tormentas a pesar de los pronósticos de buen tiempo. Esta interpretación de la metáfora hace que la tarea de gobierno considere como los mayores obstáculos los provenientes del “afuera”: la oposición al gobierno, los enemigos políticos, una guerra mundial, un cambio internacional de política económica, una pandemia, etc.
El timonel Duque está en altamar, a mitad del mandato presidencial, y con el covid-19 como uno de los problemas que conforman su tormenta. La pandemia puso en un nivel más alto de exigencia lo que de hecho era un compromiso de gobierno: reactivación económica (economía naranja), bajar las cifras de desempleo y avanzar en la formalización laboral.
La fórmula aplicada hasta el momento parece operar sobre el mayor endeudamiento privado posible y el menor para el Estado. De allí, que hasta la fecha son más los préstamos que las personas buscan en la banca que los empréstitos estatales liderados por el ministro de Hacienda.
El manejo del covid también ha puesto en debate la estructura del sistema de salud, sector cuyos mayores cambios los han liderado miembros del partido de gobierno, motivo por el cual la oposición les endilga responsabilidad en la situación actual. Además, las tensiones y choques entre las directrices presidenciales y las tomadas por algunos gobernadores y alcaldes para controlar la pandemia.
Como un problema externo también podría considerarse Venezuela, uno de los objetivos principales de la política diplomática colombiana. Sobre la idea de llevar nuevamente la democracia al vecino país, el gobierno ha encabezado en la región, en estrecho lazo con el gobierno Trump, la riesgosa estrategia del golpe de Estado, y últimamente la incursión mercenaria con fines de reclamar recompensas. El régimen venezolano ha demostrado que las horas de vida sentenciadas por Duque se cuentan en años. Duque por sus errores recurrentes logró desplazar a Maduro, pero en las secciones de humor político del país.
La citada metáfora del timonel, a pesar del uso corriente para señalar los problemas de gobierno como asuntos externos, también permite comprender que, si bien las tormentas son exógenas, el timonel debe a la vez capotear con los problemas internos: su barco, la tripulación y él mismo.
Duque no es ajeno a esta situación. Su propuesta de gobierno ya anunciaba la tormenta, empezó con la reforma al Acuerdo de Paz, la cual no prosperó por fallo de la Corte Constitucional. Esto a la vez permitió ver las discrepancias internas del partido de gobierno, acabar el Acuerdo o hacerle modificaciones.
Situación ahora intensificada con la captura del jefe político del presidente Duque. Los copartidarios, unidos por la defensa de su líder, concibieron contradictorias formas: unos convocaron marchas, protestas en rechazo del fallo y las instituciones mismas, otros proponen reforma constitucional para cambiar el sistema de justicia. Otros tantos dijeron respetar el fallo, pero controvierten a la institución que lo emite, la Corte Suprema de Justicia.
Ese fue el camino elegido por el presidente teniendo como principal argumento su confianza en la inocencia y honorabilidad del imputado. Y otros, al parecer minoritarios, incitaron a la reserva activa del Ejército para que desobedeciera el fallo, es decir, hicieron un llamado a un golpe de Estado contra Duque.
Gracias a las declaraciones del presidente una parte del país lo descalifica porque él sobrepuso ante sus funciones presidenciales su vínculo personal con el capturado senador. Y, para otra parte, especialmente sus copartidarios, lo descalifican por tibio, por darle la espalda a quien lo llevó a la presidencia.
El manejo de la pandemia ha posicionado a unos mandatarios y castigado a otros. En situaciones como esas, los ciudadanos conocen prontamente la talla del mandatario. En Colombia el inicio de la pandemia fue una oportunidad para el gobierno Duque, gracias a ella paró la tendencia al bajón en las encuestas y tuvo una remontada, pero eso fue momentáneo, desde julio la tendencia a la baja popularidad ha retornado, lo cual parece mostrar que la tormenta del gobierno es interna y la desata el mismo presidente. Así conmemoró en agosto sus dos años de gobierno.