Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La demolición del Edificio Mónaco es otro paso atrás en la relación de la Alcadía de Medellín y la ciudadanía.
El Edificio Mónaco fue derribado a las 11.50 a.m. del 22 de febrero de 2019. Con su demolición, cayó también la capacidad de la Alcaldía de Medellín para darle voz y espacio al debate, la crítica y la construcción colectiva junto a la ciudadanía.
Desde hace varias semanas, cuando comenzó a conocerse el plan de trabajo sobre el Edificio Mónaco y las proyecciones posteriores sobre este terreno, múltiples voces informadas empezaron a moverse para manifestar su inconformidad frente a la demolición. Se hicieron debates públicos en espacios como Lunes de Ciudad Medellín, en la Universidad EAFIT, pero ninguno logró tener capacidad de incidencia para contraponerse al proyecto sobre el Mónaco. ¿Por qué? Porque la Alcaldía de Medellín oye, pero no escucha. Está presente, pero es indiferente. Expone, pero no propone.
Cuando el Secretario Privado de la Alcaldía de Medellín, Manuel Villa, estaba en el foro “¿Cómo narrar la historia del narcotráfico de Medellín?”, que se llevó a cabo en la Universidad EAFIT, preguntó durante una de sus intervenciones: ¿Por qué como sociedad no hemos contado la historia como se debe, y permitimos que otros intereses de tipo comercial o audiovisual, sean los que la narren?; terminaba manifestando en esta pregunta una contradicción entre su discurso y las actuaciones mismas de la Alcaldía. ¿Por qué demoler el Edificio Mónaco? ¿Qué ejercicio de construcción de memoria se hizo alrededor de los hechos que ocurrieron allí? ¿Qué participación tuvieron las víctimas en estas discusiones? ¿De qué clase de víctimas hablamos? Hay muchísimos interrogantes alrededor de la participación ciudadana en el proceso de demolición del Edificio Mónaco que no se respondieron en el foro: ¿Por qué no derrumbar la casa de Laureles donde murió abaleado Pablo Escobar? ¿Qué tiene de especial el edificio sobre otras construcciones? En este espacio de penumbra es donde comienzan las preguntas a dejarse inconclusas. En esta misma línea, la directora de la Corporación Región, Marta Villa, expone más interrogantes: https://www.lasillavacia.com/silla-llena/red-paisa/historia/tumbar-el-monaco-no-es-tumbar-la-imagen-de-escobar-69915
No hay un argumento sólido desde la institucionalidad que hable sobre la escogencia de este espacio como símbolo de construcción de memoria para la ciudad. Hay incluso una contrapostura que resulta siendo fundamental para entender las dinámicas del conflicto que rodearon la historia del edificio: Pablo Escobar y su familia fueron víctimas del terrorismo en el Edificio Mónaco. Allí, entre los años 1986 y 1988, los dos años en que lo habitaron, hubo atentados perpetrados por el Cartel del Norte de Cali, que estremecieron a la familia y al sector. ¿Por qué no usar los recursos que se usarán en la demolición del Edificio Mónaco y el parque que allí se construirá para discutir sobre como en Medellín la violencia nos ha hecho víctimas y victimarios a niveles que seguimos intentando comprender? Tal vez se hubiera podido financiar la segunda etapa del Museo Casa de la Memoria y acoger semejante discusión, para no dejar un proyecto de esa envergadura sin continuidad.
Las preguntas sobre el Edificio Mónaco intentaron responderse desde otra perspectiva. La Secretaria de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, Lina Botero, planteó en Lunes de Ciudad, espacio de conversación que ocurre en distintas ciudades del país todos los lunes para dialogar con expertos y ciudadanos sobre temáticas de relevancia para sus habitantes; el costo de la demolición y el proyecto del parque que estará ubicado en ese espacio, son parte de la estrategia “100 Parques con Vos”, y busca incidir en el déficit de espacio público que tiene Medellín. Pero aquí, nuevamente, ocurre una contradicción. A menos de 80 metros del espacio en que se ubicaba el Edificio Mónaco, está la Casa de la Música del Poblado, rodeada por un parque, y limitando con otro, justo frente a la Iglesia de Santa María de los Ángeles. ¿Atender el déficit de 12 mts2 de espacio público por habitante que tiene Medellín en un sector que ya cuenta con mobiliario suficiente para atender su sector es la manera de actuar de la Alcaldía de Medellín en la materialización de sus deberes constitucionales y legales? ¿No es una máxima de la experiencia que hay otros sectores que requieren de manera urgente semejante presencia institucional en términos de espacio público? Según la Encuesta de Percepción Ciudadana – Medellín Cómo Vamos 2018, más del 55% de los habitantes de Medellín se sienten insatisfechos con el espacio público de la ciudad en general.
La desconexión y el desinterés de la Alcaldía de Medellín por escuchar las voces de la ciudadanía y decidir respecto a sus voluntades es evidente. Con la implosión del Edificio Mónaco surge una inconformidad sobre la participación ciudadana y su papel de incidencia dentro de la administración municipal, pero no es el único caso. En Medellín, los ciudadanos somos validadores, cifras, número de visitantes, pero no somos capital humano, influencia positiva, reguladores del gasto, receptores de la atención frente a nuestras necesidades múltiples veces manifestadas.
Puede plantearse como ejemplo la problemática de la Seguridad y la Convivencia en la ciudad, de la cual se abanderó en su momento Federico Gutiérrez cuando estaba en campaña electoral, y que está cada vez peor. A la fecha, han ocurrido 93 homicidios en Medellín, contra los 84 homicidios ocurridos en el mismo período del año pasado, siendo también más que el año antepasado, o el anterior a ese. Porque ya este es el cuarto año de la administración Gutiérrez y las cifras de homicidios continúan aumentando. Organizaciones sociales y colectivos, como Casa de las Estrategias, o #NoMatarás, han denunciado hasta la saciedad la problemática y la necesidad de un trabajo integral a nivel social y cultural para desnaturalizar el homicidio, desincentivar la ilegalidad y ofrecer a los jóvenes de la ciudad nuevas formas de habitarla con oportunidades fortalecidas que les permita distanciarse de participar en bandas criminales. Pero la respuesta de la institucionalidad está en relacionar el aumento de los homicidios con la persecución existente en contra de las estructuras criminales que ejercen control en distintos sectores de la ciudad, desde una perspectiva más securitaria y guerrerista, a una que contemple la materialización de la Política Pública de Seguridad y Convivencia de Medellín. Contemplada en el Acuerdo Municipal 021 de 2015, se establece la necesidad lógica de entender la Seguridad y la Convivencia desde una relación estrecha, donde la una y la otra son consecuencia y causa entre sí mismas. Incluso, la política pública incluyó la posibilidad de conformar el Consejo de Convivencia y Seguridad, pero aún no hay alguna propuesta para este espacio de gobernanza y participación ciudadana.
Una ciudad que no conversa es una ciudad condenada a la división. Según la Encuesta de Percepción Ciudadana – Medellín Cómo Vamos 2018, el 60% de los hogares encuestados no participó en ningún tipo de organización social, movilización, club o asociación, grupo religioso, medioambiental, de voluntariado, o cualquier actividad similar. La institucionalidad debe estar convocando a la ciudadanía informada para que participe activamente en los procesos de creación, ejecución y seguimiento de las políticas públicas que regulan su cotidianidad. El espacio de conversación no puede continuar dándose vía redes sociales, sin que se escuchen y materialicen las necesidades de los habitantes de Medellín. La participación ciudadana en Medellín recibe otra gran derrota con la demolición del Edificio Mónaco, aun cuando se activó en contra de su demolición y expresó su inconformidad ante la administración municipal, más allá de las múltiples ocasiones en que han sido rechazadas sus propuestas y reclamaciones. Pero hay una victoria valerosa y es que el interés por transformar las realidades en la ciudad, aumentó. Según la misma encuesta de Medellín Cómo Vamos, la no participación pasó de 72% en el 2017 al 60% en el 2018. “Venceréis, pero no convenceréis”, como decía Miguel de Unamuno. Y eso es algo para compartirse.

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