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Pascual Gaviria, periodista y miembro del programa radial la Luciérnaga, programa emblemático de Caracol Radio, resultó preso por poner en cuestión la labor de un policía en el parque el Periodista de Medellín. Lo capturó el policía “comparendo”.

Pascual Gaviria, periodista y miembro del programa radial la Luciérnaga, programa emblemático de Caracol Radio, resultó preso por poner en cuestión la labor de un policía en el parque el Periodista de Medellín.

Según narra el periodista en su columna publicada el 20 de marzo en el periódico el Espectador, él estaba en ese parque y vio a un policía que “Pretendía imponer una multa a una joven simplemente porque estaba al lado de alguien que se estaba fumando un bareto. Infracción de lesa cercanía a ese humo maldito. Los insultos se repetían para la pareja. Cuando buscaba en el piso con su linterna, esculcando cuscas como si fueran tesoros, le pregunté que si había encontrado un cargamento”.

De acuerdo con Gaviria, su comentario desató una tempestad policial porque el agente “Inmediatamente prometió una multa por mi osadía y me pidió la cédula con la arrogancia de quien sabe que impondrá su capricho a manera de ley”. Y agrega: “Cuando le entregué la cédula luego de varias amenazas vino una nueva retahíla de insultos y la promesa de dos nuevas multas. “Lo voy a clavar”, me aseguró. Desesperado frente al atropello le quité mi cédula. Vino entonces el asalto de al menos seis agentes”.

Así terminó Pascual Gaviria en un Centro de Traslado por Protección del cual salió gracias a la intermediación de un amigo que puso el caso en conocimiento del comandante de la Policía Metropolitana. Al mediar poderes superiores, entonces el policía que arrestó al periodista le dijo a modo de disculpa soterrada que “tenía que mejorar, que ese sitio era complicado, pero que él incluso tenía amigos allá, que sus compañeros lo llamaban “comparendo” y a veces se le iba la mano”.

La situación que vivió el periodista no es nueva en ese parque ni en la mayoría de los parques del país. Lo nuevo es que la víctima es una persona con prestigio. La cruzada prohibicionista contra el consumo de drogas cuenta con policías “comparendo” que obran de forma violenta y que se exaltan más cuando los ciudadanos ponen en cuestión su labor.

¿Por qué el policía que arrestó a Pascual Gaviria se sintió ofendido? ¿en qué radica el irrespeto a la autoridad por decirle al policía “encontró un cargamento”? ¿Lo hizo ver ridículo o efectivamente es ridículo que un policía busque en medio de colillas la prueba “reina” para un comparendo?

Al parecer el problema radicó, como el cuento “el traje nuevo del emperador”, en gritarle a la autoridad que su traje nuevo no está hecho con finas telas y que, por el contrario, en realidad el emperador está desnudo.

Mientras el agente “comparendo”, por mandato del Código de policía, anda en labores poco enaltecedoras del uniforme, como buscar entre colillas de cigarrillos una “pata” de marihuana para tener una prueba para ponerle un comparendo a un consumidor, en Medellín, en particular, y en Colombia, en general, la extorsión, el homicidio y el hurto siguen figurando entre los principales problemas que afectan la percepción de seguridad de los ciudadanos.

De hecho, los alcaldes suelen solicitar aumento de los miembros de la policía para combatir a las organizaciones criminales artífices de dichos delitos. Con casos como el de Pascual Gaviria cabe preguntar ¿falta policía o la policía está haciendo labores inapropiadas? ¿acabarán con el narcotráfico apunta de comparendos?

Es comprensible que el policía “comparendo” se haya sentido ridículo, él sabe que no tiene forma de acabar con el narcotráfico encontrando restos de cigarrillos de marihuana entre la basura y multando consumidores. Pero el artífice de ese sentimiento de ridiculez no es el periodista con su comentario, ese sentimiento proviene del actual gobierno nacional que sigue la política de la prohibición y de la guerra contra las drogas que, un siglo después, persiste en terminar con el consumo apelando a la represión, poniendo a la policía a perseguir marihuaneros. Camino que las estadísticas muestran fracasado.

Gracias al prestigio del que goza Gaviria su historia terminó con final “feliz”: regresó al parque “en la patrulla abullonada de un mayor que intentaba aquietarlo todo”. Sin duda un final excepcional porque la regla, denunciada por distintos ciudadanos, es que impera el abuso policial. Regla que estaba padeciendo Gaviria hasta cuando la Luciérnaga con su luz fosforescente lo alumbró en el calabozo y lo retornó en vehículo policial a su ambiente de Periodista.

Es investigador y docente en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia en Medellín. Allí coordina la línea de investigación en gobernabilidad, fuentes de riqueza y territorios. Es profesional en trabajo social, estudió una maestría en ciencia politíca y se doctoró en...