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19 años después de una de las peores tomas guerrilleras, recorrimos sus calles y hablamos con sus habitantes. Esto es lo que ellos piensan sobre su pueblo y las razones por las cuales Granada, es un ejemplo de resiliencia para Colombia.

Esta historia hace parte del especial Granada: Relato de un perdón, una producción audiovisual realizada por Armadillo: New Media & Films y el CrossmediaLab de la Universidad Jorge Tadeo Lozano con el apoyo de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz (Unipep).

Texto: Óscar Durán – Fotografías: Alejandro Ceballos – Producción: Alejandro Ángel. 

El 6 y 7 de diciembre del año 2000, los frentes 9, 34 y 47 de las Farc, como retaliación por la masacre paramilitar perpetuada el 3 de noviembre de ese mismo año, en la que fueron asesinadas 20 personas en Granada, Antioquia; efectuaron un ataque que dejó parcialmente destruido el casco urbano del municipio. La toma armada, comandada por alias “Karina” y Jhon Darío Jaramillo, alias “Santiago”, duró 20 horas. La incursión dejó 19 personas fallecidas, 21 heridos y 200 inmuebles devastados.

“Granada, desde mediados de los años ochenta, fue escenario de una cruenta disputa por el control de un territorio estratégico para la expansión militar, de la puja por la humanización del conflicto armado y la realización de diálogos de paz regional; y del despliegue militar que acompañó la política de Seguridad Democrática. Gracias a estas dinámicas, Granada fue un territorio, casi literalmente, devastado por la guerra”, dice el informe Granada: Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica.

El pueblo y sus voces

Granada es un pequeño municipio del oriente antioqueño con una extensión aproximada de 195 km2. Cuenta con 9.859 habitantes según el último Anuario Estadístico de Antioquia. Se encuentra localizado en la cordillera central de los Andes. El municipio posee alturas que varían entre los 900 y 2.500 metros sobre el nivel del mar, lo que permite toda clase de cultivos. Es un pueblo con mucha historia y trayectoria, el 31 de enero de 2019 cumplió 212 años de vida municipal. Fue fundado, aproximadamente, en 1807 por colonos de Marinilla y El Santuario. Su fundador fue Juan de Dios Gómez de Castro. En 1807 había 800 habitantes en esta zona, más adelante se fundó una capilla y comenzó a funcionar como pueblo. En esa época no se llamaba Granada, su nombre, según registros, era Baos. En 1904 la Asamblea Departamental, por iniciativa de algunos feligreses de la parroquia, cambiaron al nombre de Granada. 

“Ha sido un pueblo muy tradicionalista y conservador que ha estado bajo la tutela de la Iglesia Católica por mucho tiempo. Los párrocos han durado muchísimo. Quien más ha durado estuvo por 62 años en el cargo y tuvo que refundar el pueblo; trajo la educación, la agricultura, el café, la caña de azúcar y las ferias del ganado. Todo eso se le debe a él. Otro padre se encargó del tema de la educación y fundó las instituciones educativas del municipio. Es un pueblo que, hasta 1990, tuvo dos normales: masculina y femenina. De aquí salieron muchos maestros y se surtió de docentes a Colombia”, recuerda el historiador y académico Mario Gómez Aristizábal, oriundo de Granada.  

Es un pueblo rodeado de vegetación y montañas. Se le conoce también como la cuna del cooperativismo colombiano, pues fue donde nació Francisco Luis Jiménez, quien fuera el padre del cooperativismo en Colombia. Salvo los miércoles, todos los demás días hay movimiento de mercancía y abarrotes en la mayoría de sus calles. Los granadinos son personas aguerridas, amables, cálidas y sonrientes. Un pueblo unido por las adversidades que ha sabido luchar con honor y coraje para no dejarse derrotar. 

Al recorrer sus diferentes calles, muchas de ellas angostas, empinadas y pavimentadas, se pueden observar construcciones antiguas mezcladas con algunas modernas y tradicionales. Hay edificios altos, de casi siete pisos, combinados con casonas de una sola planta pero que ocupan, en muchos casos, una cuadra completa. En casi todas las esquinas se escucha música y algarabía. Su calle principal, la que sufrió con más vehemencia el ataque del año 2000, sigue siendo la calle más concurrida, transitada y ruidosa de todo el pueblo. 

Hoy en esta zona hay dos cicatrices que recuerdan a simple vista aquella trágica mañana de diciembre, cuando sus habitantes se preparaban para el Día de las Velitas, que da el inicio a las festividades de la Navidad. Una es un pequeño deprimido – como se le llama al terreno que está situado más abajo o más hundido que las partes que lo rodean – ubicado al frente de una tienda de comestibles en donde estalló el carro bomba que había rodado la guerrilla desde una parte alta de la calle. La segunda cicatriz es la apariencia de todas las construcciones nuevas que se levantaron después de la Marcha del Ladrillo – una manifestación pública de resistencia hecha por los granadinos dos días después de la toma – que trajo como particularidad que las edificaciones se vean iguales en su diseño y arquitectura, todas, sin excepción, están hechas con el mismo ladrillo, sin pintar y sin modificar. 

Hoy Granada es un lugar de paz y reconciliación. “El tejido social granadino es un factor que caracteriza a Granada, y es, además, fundamental para entender el impacto y la capacidad de respuesta de la sociedad local a los estragos de la guerra”, dice el texto Granada: Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción, realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica. Y en eso tiene razón, sus habitantes conocen muy bien el significado de la palabra reconstruir, saben perfectamente lo que ha costado levantar su pueblo. En sus caras se aprecia el valor de la constancia y el sacrificio, muchos de ellos admiten algún malestar por ser recordados por aquellos hechos, pero sienten que son un ejemplo para un sinnúmero de colombianos que también se encontraron de frente con el rostro de la guerra.  

19 años después de esa toma guerrillea, recorrimos sus calles y hablamos con sus habitantes. Esto es lo que ellos piensan sobre su pueblo y las razones por las cuales Granada es un ejemplo para Colombia

 

Es periodista y docente en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Ha trabajado para diversos medios e instituciones como periodista y gestor de comunicaciones. Estudió una maestría en educación en la Universidad del Norte.