Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La dimensión territorial aparece en el Acuerdo como un eje central para concretar la paz, sin embargo en lo corrido de la implementación no existe ni un mecanismo de medición de este factor ni mayor implementación en el territorio.
Las partes suscribientes del Acuerdo de paz designaron al Instituto KROC de la Universidad de Notre Dame (Indiana, USA) para realizar el monitoreo y la evaluación del mismo.
El Instituto ha presentado dos informes (noviembre de 2017 y Agosto de 2018), estos revisten importancia porque los presenta una institución avalada por las partes suscribientes del Acuerdo y, especialmente, porque el diseño metodológico utilizado intenta aborda el conjunto de los compromisos en los cuales la paz toma contenido: 578 disposiciones, agregadas en 70 subtemas, 18 temas y los 6 puntos.
Sin menospreciar la importancia de los informes, llaman la atención dos aspectos: primero, sorprendentemente ambos informes carecen de información georreferenciada que permita mostrar el estado de la implementación de la paz en los territorios priorizados.
Sobre esta situación, Kroc advierte en el segundo informe que “está en proceso de elaboración de una sub-matriz que permita medir los niveles de implementación a nivel territorial”. El ejercicio preliminar que anuncia el Instituto efectivamente es muy preliminar, de allí la advertencia según la cual 309 medidas, de las 578 que componen el Acuerdo, deben implementarse a nivel territorial.
Según el informe de esas 309 medidas el 8% de compromisos territoriales fue implementado completamente, el 9% alcanza un nivel intermedio, el 40% ha sido implementado mínimamente y el 43% no han iniciado. O sea que, mal contado, el 83% está por hacerse.
Este panorama conduce a Kroc a la siguiente conclusión: “esta mirada general muestra que, si bien hay avances, aún falta mucho por implementar a nivel territorial”. No deja de causar inquietud la fuente de estos datos porque, por un lado, el Instituto dice que está pendiente de hacer una sub-matriz que permita hacer seguimiento a la implementación territorial y, del otro lado, ofrece datos referidos al territorio (¿?).
La paz territorial que aparece como uno de los ejes transversales del Acuerdo no tiene medición en el sistema de monitoreo y evaluación de la implementación. Si lo territorial es un eje transversal del Acuerdo este debería estar incorporado desde el principio en el sistema de seguimiento, pero no fue así.
De hecho, los dos informes de Kroc no ofrecen información georreferenciada territorialmente sobre el proceso de concentración, dejación de armas y reincorporación social, económica y política de los miembros FARC. A pesar que el segundo informe Kroc afirma “muchas de las disposiciones completas en el nivel territorial a mayo 2018 están relacionadas con el cese al fuego, la concentración de combatientes de las FARC y la dejación de armas”.
Sin embargo, como ya se anotó, no hay en los informes datos territoriales de este tipo. Esta situación, que Kroc espera resolver con una sub-matriz, no solo es indicativa de un eventual “descuido” en el seguimiento territorial de la paz, también muestra la muy baja implementación de la paz territorial. La explicación que ofrece Kroc sobre esta baja implementación es el segundo aspecto llamativo del informe.
La casi nula implementación del Acuerdo en el territorio es una situación que el informe Kroc intenta explicar con dos argumentos: el carácter centralista del Estado colombiano y el diseño mismo del Acuerdo. La argumentación sugiere o permite inferir problemas de tipo técnico y de estructura institucional.
Sin embargo, existen otros problemas con mayor incidencia que han impedido el avance de la implementación del Acuerdo de paz en los territorios y sobre los cuales no hace mención el informe. Por ejemplo: la constante campaña de sabotaje del Acuerdo por los opositores al proceso de paz, proceder a la implementación legislativa del Acuerdo en medio de una campaña política para el Congreso y la Presidencia de la República y la reticencia de mandatarios locales y regionales para construir participativamente la paz territorial.
Al considerar estos otros aspectos intervinientes en la implementación territorial de la paz y las mismas cifras presentadas por el Instituto puede debatirse la conclusión a la cual llega Kroc: “Hasta este punto se observa una territorialización parcial de la implementación del Acuerdo”.
Calificar la implementación territorial de “parcial” resulta generoso ante los mismos datos reportados por Kroc que indicarían la necesidad de implementar el 83% de los compromisos territoriales. Y por supuesto la conclusión es más problemática porque sin mecanismo de medición territorial no hay datos en terreno que la respalden. La falta notoria de datos sobre la situación en los territorios complementan el escenario de la implementación de la paz territorial: una tarea por hacer.