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Ayer se conoció la sentencia del Tribunal Administrativo de Bolívar del 31 de julio de 2020 que anula el título colectivo de la comunidad de La Boquilla en Cartagena con argumentos falaces y desconociendo la ancestralidad de los afro en esas tierras.
Ayer se conoció la sentencia del Tribunal Administrativo de Bolívar del 31 de julio de 20201, en donde los magistrados Roberto Mario Chavarro Colpas, José Rafael Guerrero Leal y Luis Miguel Villalobos Álvarez, decidieron anular el título que concede la propiedad colectiva a la comunidad afro de La Boquilla, en la playa y sector más exclusivo de Cartagena donde se elevan fastuosos condominios y hoteles. La razón de estos magistrados: que el título se había concedido en zona urbana y no rural, haciendo una interpretación formal y arbitraria de la ley – una leguleyada, canallada más bien-, desconociendo el carácter ancestral de la ocupación afro de estos territorios que se remonta a más de 300 años.
Para estos magistrados es lógico que un plan de ordenamiento urbano, el cual valga decir lo acomodan a la medida de los intereses económicos representados por los políticos de turno, pues ya son notorios los niveles de falta de planeación urbana de Cartagena, tumba la ancestralidad del territorio afro de la comunidad de La Boquilla y con ello todas las protecciones que tratados internacionales de derechos humanos, la Constitución Política y la ley otorgan a este tipo de propiedades colectivas como bienes imprescriptibles, inembargables e inajenables, pues pertenecen a las comunidades y sólo a ellas por su ocupación histórica, y una vez titulados por el Estado no pueden ser desconocidas ni afectadas por actos jurídicos entre particulares, ni judiciales.
No escribo este artículo porque me parezca que esta decisión sienta un precedente negativo para las comunidades afro del país, pues considero que este fallo por su irracionalidad jurídica no resiste un análisis de constitucionalidad y en la práctica es una vía de hecho que no tendrá mayor trascendencia, sino porque duele la manera como se discrimina a la población afro en Cartagena, la burla a los territorios colectivos y su valor socio cultural y ambiental, la negación de los estándares de protección constitucional de los afro y sus territorios, el beneficio a los interés económicos por encima de todo y la actitud omisiva dolosa de la entidad agraria del país, Agencia Nacional de Tierras, que ni siquiera contestó a la demanda que desencadenó en la nulidad a pesar de ser la llamada a defender el título de La Boquilla.
Estuve ahí para contarlo…
Pese a que el Caribe fue la región por donde desembarcaron los esclavos afro a nuestro país, la región en donde se encuentra San Basilio de Palenque, primer pueblo libre de América, y a la alta tasa demográfica afrodescendiente de su población, la implementación de la Ley 70 de 1993, que permite la titulación de territorios colectivos a comunidades afro, no había sido posible en el Caribe hasta ese día de abril de 2012, cuando se entregaron los títulos colectivos a las comunidades afro del palenque libre 250 años antes que el resto de la república de Colombia y a los pescadores de La Boquilla.
A mí me consta que el título de La Boquilla se entregó a las comunidades contra viento y marea, en el sector más lujoso y de expansión hotelera del Corralito de Piedra, corralito hecho sobre el sacrificio afro, contra presiones de gente pesada y “dañando la vista” y acceso al mar de los condominios de esa zona. En esos últimos meses de 2011 y primeros de 2012, Miguel Vasquez Luna (q.e.p.d.) Subgerente de Asuntos Étnicos del Incoder trabajó duro por lograr otros títulos colectivos en la Costa Caribe, pues como dije, era la primera vez que se intentaba en esta región desde la aprobación de la Ley 70, la cual estaba reservada a la abandonada y empobrecida Costa Pacífica. Específicamente en Cartagena: Tierra Bomba, Isla Grande, en Islas del Rosario, sus comunidades obtuvieron momentáneamente respuesta a sus luchas. Así también logró respuestas San Basilio de Palenque, comunidad que esperó desde 1600 hasta el 2012 por los títulos sobre sus tierras.
Fui testigo del trabajo de las comunidades guerreras, lideresas y líderes incansables y perseverantes, especialmente de Benjamín Luna (líder de La Boquilla). Acompañé a Vasquez y su grupo de gente valiente y comprometida, a diferencia de otros casos donde entre la Subgerencia de Asuntos Étnicos y la mía (la Subgerencia de Tierras Rurales del Incoder) teníamos enormes diferencias y problemas. En este caso fluyó una buena sintonía entre sus avances en la reivindicación de los territorios afro, y mis peleas contra los poderosos de la sociedad cartagenera (y colombiana), políticos y empresarios, “gente de bien” y hasta la Armada, que se habían adueñado de las mejores playas y de las Islas.
Todos a los que “jodimos” (junto con las decenas de profesionales comprometidos que tuve el privilegio de tener en mi equipo) aplicando la ley 160 de 1994 (Ley de Reforma Agraria) y normas ambientales que protegían los baldíos para la Nación y la protección de playas, islas y ciénagas, recuperando las Islas del Rosario y San Bernardo. Policivos, desalojos, imposición de multas y pagos de arriendo, sanciones ambientales en llavería con Parques Nacionales Naturales-PNN, clarificación para la recuperación de los baldíos en Tierra Bomba, incluyendo la pelea con el proyecto de la base naval, y deslinde para la recuperación de la Ciénaga de la Virgen que limita al otro lado de la vía que conduce de Cartagena a Barranquilla, en donde junto al Hotel Las Américas se ubica La Boquilla.
Hicimos un matrimonio fuerte e incorruptible entre Asuntos Étnicos y Tierras en el Incoder, PNN, la Delegada Agraria y Ambiental de la Procuraduría General de la Nación y valga decirlo, el Ministro Juan Camilo Restrepo Salazar para estas tareas. Las presiones que recibimos fueron muchas, desde riesgos jurídicos, reputacionales y de corrupción.
Y pese a eso, ahí estuvimos ese día en la Plaza Santo Domingo: la noche en que más importante que ver a Obama, vi a Don Benjamín, y a los afros pescadores, gentes humildes de La Boquilla, recibir el título colectivo de su territorio de manos del presidente del país más poderoso del mundo (y afro como ellos).