Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El texto pretende relacionar algunas subjetividades cinematográficas con los conflictos en el uso del suelo, sus impactos ambientales y propuestas de mejoramiento productivo a la ganadería extensiva en la Orinoquía.
Por: Carlos Duarte & Manuel Felipe Ochoa
Línea de Investigación en Desarrollo Rural y Ordenamiento Territorial del Instituto de Estudios Interculturales – Universidad Javeriana de Cali.
En el marco del V Foro de Tierras Reforma Rural Integral: ¿Cómo avanzar en una convivencia pacífica, democrática y productiva en el posconflicto?, organizado por la Universidad de los Andes el día 2 de Mayo, se nos invito a participar en el Panel ¿Ganadería extensiva y postconflicto?. En dicho marco, nos dimos a la tarea de organizar nuestra experiencia en el diseño de sistemas productivos rurales, con el fin de elaborar el siguiente texto, donde se pretende relacionar subjetividades cinematográficas, los conflictos en el uso del suelo, los impactos ambientales y el mejoramiento productivo con respecto a la ganadería extensiva en la Orinoquía.
Existe un conflicto entre la vocación y el uso de nuestra tierra que parecería oponer la ganadería a la agricultura
De acuerdo con la UPRA de 114 millones de hectáreas con las que cuenta el país, 22 millones tienen vocación del suelo para uso agrícola, de estas tierras solo se utilizan 5,3 millones de hectáreas para dicho cometido. De los suelos netamente agrícolas, que son 11,3 millones de hectáreas, solo se aprovecha el 35 por ciento. En contraste, hay 15 millones de hectáreas con vocación ganadera y a las actividades de pastoreo (traslado del ganado de un lado a otro), pero en realidad se usan 34 millones de hectáreas para dicho fin.


La información anterior invita a pensar que en Colombia las vacas tienen más hectáreas para pastar de lo que tiene un campesino para cultivar. Estos datos, significan que en Colombia cada vaca tendría cerca de 1 hectárea para su alimentación. Sin embargo, es necesario mirar las anteriores cifras con mayor detenimiento, para no caer en estigmatizaciones fáciles o en soluciones unilineales a un problema que como veremos es largamente más complejo.
¿Todo aquel que tiene una vaca es un acaparador de tierras o un depredador ambiental?
El esplendido documental “Antes que sea tarde” (2016), co-producido y presentado por el carismático Leonardo Di Caprio, tiene una gran capacidad performativa: uno queda con la sensación que es necesario volverse vegetariano y subsiguientemente eliminar todas las vacas de la faz de la tierra. Y bueno, quizás sea así (lo del vegetarianismo), a nivel de nuestra civilización. Pero antes de emitir un veredicto para el caso colombiano, revisemos los argumentos principales. En síntesis: la cría de animales para el consumo humano está acabando con los bosques, con los recursos hídricos y provocará conflictos bélicos por la comida. Uno de los aspectos nodales de la poderosa critica documental, es que la ganadería emite un alto contenido de gases efecto invernadero; específicamente, las vaquitas producen emisiones de metano, que tiene 200 veces más poder calórico en la atmósfera que el dióxido de carbono. Los bovinos producen del 15 a 20 % del metano en el planeta (58 millones de ton/año). Además de la deforestación, este es el gas por el cual está siendo más atacada la industria ganadera. Sin embargo, el metano está en la fermentación de los rumiantes, es decir, eso no se puede cambiar porque esta atado a la fisiología propia del animal.
De otra parte, como podemos observar en la siguiente cartografía realizada con los datos del Censo Nacional Agropecuario – CNA (2014) y el Censo Pecuario Nacional – CPN (2017), el 80,2% de las fincas ganaderas y el 91% de los Departamentos, tienen en su mayoría, pequeños hatos compuestos por menos de 50 cabezas de ganado. Es decir, son vacas de medianos y pequeños propietarios, que se encuentran a lo largo de la zona andina. De igual modo, es posible advertir que la mayoría de los hatos más grandes del país están en la Costa Atlántica y la Orinoquía, donde se encuentran concentrados el 1% de las fincas que poseen más de 500 cabezas.
De esta manera, habría que tener cuidado de no estigmatizar la actividad ganadera en si misma, ya que más de la mitad de las vacas del país, están pastando en minifundios y microfundios, destinados a la producción de leche, la cual es vital para la seguridad alimentaria y para el ahorro rural del pequeño propietario campesino. Por lo tanto: la real oposición no es entre ganaderia y agricultura, sino entre ganaderia extensiva y agricultura familiar.

¿Cómo es extensiva la ganadería?
Ahora intentemos aproximarnos a la ganadería extensiva en nuestro país. Para dicho cometido se elaboró la segunda cartografía (abajo), que al igual que la anterior también toma como referencia el CNA (2014) y el CPN (2017). Allí, es posible evidenciar los Departamentos donde se presenta una baja eficiencia del uso del suelo por ganadería. Como lo habíamos dicho anteriormente el promedio nacional es de una (1) o menos de una (1) hectárea por cabeza de ganado. En esta representación, el 15% de los deptos (básicamente en la Orinoquía y Amazonía), tiene un promedio de 1 cabeza cada 2 hectáreas. Es decir, son las regiones menos eficientes en cuanto al uso del suelo para el manejo bovino. Al otro lado del espectro, encontrariamos un 15% de los Departamentos que poseen 2 cabezas de ganado por hectarea, especificamente la Costa Atlántica y notablemente el eje cafetero. Se presume, que en la región cafetera es donde se realiza una explotación ganadera con mayor grado de tecnificación y de eficiencia del suelo por hectarea.
Así mismo, merece una optica particular el caso de la región atlantica. Allí Los grandes hatos se ven reflejados en su población bovina. Esta región (6 departamentos) posee 5.711.261 cabezas (el 24% de la población bovina del país). Lo anterior, en un área de 2.774.221 ha (11% del área en pasturas del país). Sin embargo, en esta área, el Departamento de Córdoba tiene 1.008.130 ha en pasturas (el 36% de toda el área en pasturas de la región). El caso de la costa Atlantica, nos hace pensar que no necesariamente a mayor carga, más eficiencia, ya que simplemente se puede aumentar la población bovina en la misma unidad de área, lo cual acarrea iguales o peores consecuencias ambientales y productivas que con el sistema extensivo. Seguramente en dicha ganadería extensiva, que acapara tierras fértiles con vocación agraria, se encuentren las extensas fincas en los alrededores de Montería (Córdoba), donde se disponen de 50 o 100 vacas en la totalidad del predio.

Un estudio de caso regional: el modelo de ganadería extensiva en la Orinoquia
La ganadería es la principal actividad agropecuaria de esta región, no solo por su generación de ingresos sino por que hace parte de la lógica cultural llanera. Los departamentos del Meta, Casanare, Arauca y Vichada concentran el 21% del inventario bovino del país y el 47% del suelo, destinado para esta actividad a nivel nacional. Por lo tanto debido a sus características de clima (cerca de 5 meses de invierno) y paisaje (suelos con baja capacidad de carga), el tipo de sistema predominante es el extensivo. Desde este punto de vista, podramos aventurar las siguiente definición de ganaderia extensiva para el caso colombiano: esta tiene lugar cuando se necesitan más de dos hectareas por vaca, normalmente asociada a conflictos territoriales entre el uso y la vocación del suelo; así mismo, este sistema productivo tiene lugar cuando su combinación con otros sitemas productivos, al igual que su tenificación es baja.
Desde el anterior panorama, los siguientes factores tienden a convertir la ganadería extensiva en una actividad insostenible: i) degradación de suelos debido principalmente a la compactación; ii) ampliación de su frontera en detrimento de las áreas boscosas y agrícolas; iii) bajas tasas reproductivas causadas por el poco control del hato en extensiones tan amplias; y iv) baja producción debido al limitado manejo nutricional sin dietas balanceadas con pasturas y forrajes de baja calidad.
Efecto Di Caprio: la optimización socio-ambiental de la ganaderia y los sistemas silvo pastoriles.
Anteriormente habiamos mencionado que la emisión de gas metano es propia de la fisiología animal y eso no se puede alterar. Sin embargo, de acuerdo con los trabajos de Alonso (2011) para el caso cubano, así como los de Carmona, Bolívar y Giraldo (2005) para Colombia, si se puede reducir el volumen de su emisión, llegando a niveles de entre 30 al 50 % de emisiones de metano por animal y por tonelada de leche o de carne, de acuerdo a la calidad de alimento (forraje) que reciben los animales. Lo anterior, se puede hacer con un manejo balanceado de la nutrición e incluyendo variedad de especies forrajeras en la dieta. Es decir, por medio de la implementación de sistemas silvopastoriles o diferentes arreglos agroforestales aplicados a la ganadería. Con los sistemas silvopastoriles se reducen las emisiones de dióxido de carbono, porque se consume menos combustible, se transporta menos y se retiene más en los suelos y en las biomasas. Además, el dióxido de nitrógeno, que es todavía mucho más agresivo que el metano, se reduce al mínimo, porque no se utilizan concentrados alimentarios de síntesis industrial (existe una amplia variedad, pero nos referimos que aquellos que le son accesibles al ganadero promedio colombiano). Por el contrario, la fijación natural de las plantas leguminosas, que se asocian a las bacterias rhizobium, hacen que el nitrógeno que necesitan las plantas provenga del aire, y no de la industria.
A este respecto, dos estrategias absolutamente necesarias para intervenir la agricultura extensiva de la Orinoquia son las siguientes: i) la tecnificación económico-productiva a partir del manejo bovino; y ii) mejorar la cobertura vegetal de los pastos como respuesta al cambio climático.
Para desarrollar la primera de las estrategias propuestas, es fundamental trabajar en los siguientes elementos: i) Fortalecer el manejo de registros productivos y reproductivos como forma de control contable; ii) Mejorar el control sanitario cumpliendo planes de vacunación y otros manejos preventivos; iii) Dietas con pastos y forrajes de calidad, de acuerdo a las necesidades de los animales y a la oferta regional de especies vegetales y materias primas; iv) Utilización del patrimonio genético bovino local adaptado; v) Mejorar el control y manejo de la reproducción para disminuir días abiertos (es decir, la contabilización que mide los días entre el parto y la nueva concepción – preñez); y vi) fortalecer la capacidad de comercialización y transformación de los productos ganaderos y de sus contrapartes agrícolas que se desprenden de los modelos duales ganaderos-silvo pastoriles.
Mientras tanto, en la última de las estrategias propuestas, se plantea como condicionante inamovible el incremento de la capacidad carga en los suelos, lo cual además permitiría detener el aumento de la frontera agrícola en áreas con vocación forestal de protección y/o producción. Así mismo, es necesario el mejoramiento de la conectividad funcional a través de un paisaje ganadero con especies forestales nativas y adaptadas. Lo anterior coadyudaría a crear un microclima favorable para el bienestar animal. Los elementos anteriores significarian a largo plazo la restauración ecológica gracias al aumento de la biodiversidad de fauna, flora local y la protección de las cuencas. En últimas, estariamos hablando de la posibilidad de disminuir las emisiones de gases con efecto invernadero y prestación de diferentes servicios ambientales, debido al manejo en potreros con mejor calidad de pasturas y por ende: vacas mejor alimentadas y proteinas más limpias.
Así las cosas, luego de múltiples experiencias en el diseño de sistemas productivos y de retomar la literatura especializada al respecto valdría la pena señalar dos diseños productivos que podrían ser de utilidad en la focalización de la política pública para el caso de la Orinoquía, sobre todo con un enfoque de reconversión productiva, de producción de carnes limpias y de sustitución de cultivos ilícitos:
Propuesta 1. sistema productivo sostenible de Sabana inundable
Las sabanas de la Orinoquia deben enfrentar cerca de 5 meses con el 60% de la sabana inundada. El principio para este sistema esta sustentado en: 1. Integrar al sistema especies forestales y arbustivas nativas y/o adaptadas que sirvan de forraje y presten otros servicios ambientales y puedan generar otros ingresos. Las especies aquí mencionadas son algunas de las que se adaptan a dichos ecosistemas, pero pueden haber más. 2. Se incluye un sistema silvo-agrícola como complemento a la ganadería, para diversificar las actividades generadoras de ingresos y fortalecer la seguridad alimentaria de la familia campesina.

El esquema es de carácter ilustrativo y no corresponde con la proporción de plantas real para una hectárea
El anterior diseño se realizo a partir de especies nativas resistentes a la inundación para una carga animal de 1 cabeza/ha. y aporte a la seguridad alimentaria de la familia. Como puede observarse en la grafica (arriba) esta compuesto por: un subsistema silvopastoril (pastos, acacia y caña fistula); y un subsistema silvoagrícola: frutales, fríjol, maíz y yuca. Adicionalmente, como innovación para el caso de las sabanas inundables, se propone la implementación de “silvotermiteros” para mitigar el efecto de la inundación, tecnología que fue diseñada por la fundación CIPAV (Centro para la Investigación en Sistemas Sostenibles de Producción Agropecuaria).
Propuesta 2. sistema productivo sostenible altillanura

El esquema es de carácter ilustrativo y no corresponde con la proporción de plantas real para una hectárea
Para este sistema productivo se propone el empleo de especies nativas y adaptadas para una carga animal de 1 cabeza/ha. y diversificación de actividades generadoras de ingresos. Compuesto por un subsistema silvopastoril: pastos, botón de oro, nacedero y cacai. Así mismo se plantea complementar el anterior diseño con un subsistema silvoagrícola: frutales, plátano, yuca, maíz y frijol.
A modo de conclusión
Luego de este sucinto panorama al complejo mundo de la ganadería vacuna colombiana, nos atrevemos a proponer las siguientes tres ideas fuerza al respecto:
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La ganadería extensiva en Colombia es insostenible desde el punto de vista ambiental y económico. No obstante, tal y como lo ilustro el profesor Jaime Forero, en el evento de la Universidad de los Andes: “[…] no es lo mismo elevar ganado para producir carne que para producir leche. La carne es sustituible en la dieta o puede ser disminuido su aporte a la soberanía alimentaria nacional; mientras que la leche es fundamental sobre todo para el correcto crecimiento de nuestra niñez”.
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Así mismo, pero directamente relacionado con el punto anterior, la producción de leche y el ganado de microfundio significa el sustento, ahorro y la tradición cultural de miles de familias campesinas se encuentra en la crianza de bovinos para carne y leche. No habría que confundir la ganadería extensiva con el ganado de pequeñas unidades de producción familiar.
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Más allá de estigmatizar a todo aquel que “posee una vaca”, es necesario optimizar los sistemas de pastoreo mediante el aumento de la biomasa forrajera en diferentes estratos funcionales, con lo cual se podría pasar de un modelo ganadero extractivo y contaminante, a uno con el que Leonardo Di Caprio podría quizás tolerar…. Es decir, un modelo de ganadería que permita aumentar la rentabilidad del sistema, al mismo tiempo que mitigue los impactos del cambio climático y genere servicios ambientales.
<Adéndum: En el debate de UniAndes se manifestó un temor de los ganaderos con respecto al proceso de paz. Lo anterior porque según versiones promovidas por el señor José Félix Lafourie, la implementación del Punto No 1 del Acuerdo de Paz, significaría la expropiación de sus predios y la extinción de dominio por no cumplir con la función social de la propiedad. A este respecto, tal y como lo manifesté en el evento, quisiera decir que el Acuerdo 902 y el Fondo de Tierras no prevé en su diseño, ninguna herramienta agresiva de prescripción administrativa de dominio. Entre otras cosas, porque el paradigma redistributivo de la Reforma Agraria (Ley 135 – Ley 160) fue cambiado hacia uno distributivo (Ley 902). Y porque además, lo que hizo el fastrack, fue volver el procedimiento de prescripción administrativa de dominio, una instancia judicial de difícil, por no decir, que de imposible aplicación. Por lo tanto, dichos temores parecen ser absolutamente infundados. Otra cosa, me imagino yo (en consonancia con la Ley vigente), serán las políticas de recuperación de baldíos indebidamente adjudicados o indebidamente apropiados…