Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El gobierno de Petro está empeñado en la redistribución de la tierra como su principal gestión en la política agropecuaria. Esto incluso se ha acentuado más con la llegada de la ministra Mojica. A pesar de que este es un problema que arrastramos desde la Colonia y que nunca se solucionó, limitar el desarrollo agropecuario exclusivamente a la distribución de la tierra resulta insuficiente.
La posesión de la tierra, aunque es un factor de producción fundamental, no garantiza por sí sola ningún tipo de bienestar. Lo que sí garantiza bienestar es el fomento de la producción competitiva de productos de alto valor, como lo es la fruta, y su comercialización en los mercados del hemisferio norte.
En este gobierno la política de fomento a productos de alto valor y la promoción de las exportaciones en el agro oscila entre incipiente e inexistente. Incluso en una columna anterior, en la que analizamos las bases del Plan Nacional de Desarrollo, señalamos con preocupación la visión errada según la cual Colombia solo debe exportar los excedentes de alimentos.
Es un error que frecuentemente se comete con el arroz. En el segundo semestre, cuando la cosecha no es del todo absorbida por el mercado nacional, se busca exportar el excedente de arroz, pero el resultado siempre es el mismo: no se exporta, pues no somos competitivos en la producción primaria.
En otras palabras, si el gobierno entiende de este modo el papel de la exportación agropecuaria, es porque no es un tema prioritario para él.
Es muy difícil que el campesino pueda dar un salto adelante si sigue vendiendo en Colombia productos de bajo valor cuando podría estar exportando frutas a los mercados de Europa y Estados Unidos.
Allá pagan muy bien estas frutas, sobre todo cuando están en invierno (porque no tienen producción propia) o cuando se trata de frutas tropicales que no siembran en el hemisferio norte. Hace poco una twittera subió una foto de un supermercado en Alemania mostrando el precio de una granadilla colombiana en 2 euros (unos 9.000 pesos).

Colombia tiene todo el potencial para convertirse en un exportador de productos de alto valor a los mercados de EE.UU., Europa e incluso Asia. Esto es algo que ya han hecho con bastante éxito Chile y Perú, pero que en Colombia no se ha terminado de consolidar. Y es preocupante que en el gobierno de Petro, con su énfasis exclusivo en la redistribución de tierras, quedemos aún más rezagados en este tema.
El negocio de la fruta es cada vez más atractivo pues, en primera medida, gracias al comercio internacional, la gente puede y quiere consumir fruta los 365 días del año, cuando antes el consumo estaba limitado a la fruta de temporada. Asimismo, la tendencia hacia una dieta más saludable ha aumentado el consumo de fruta en el mundo (recordemos el programa de la OMS de 5 frutas al día).
Colombia tiene unas ventajas comparativas para poder aprovechar estos mercados. Una de las grandes ventajas es que nuestro país tiene las condiciones climáticas para producir fruta todos los meses y, en ese sentido, puede aprovechar las ventanas de oportunidad, es decir, exportar en esos meses en los que la fruta no se produce en el hemisferio norte y que la oferta de Chile y Perú es baja —esta es la principal razón por la que acá en los últimos años han invertido en Colombia empresas chilenas y peruanas—. Un ejemplo de esto ocurre con los arándanos; mientras en Colombia se cosechan las 52 semanas, en Chile hay meses donde las matas no producen frutos.
Adicionalmente, según datos de Procolombia, tenemos ventajas logísticas importantes que son vitales en la exportación de frutas frescas para acceder en tres días al mercado de la costa este de EE.UU.
Desde el puerto de Cartagena al puerto de Everglades (Florida) son 3 días. En contraste, desde el Callao (Perú) son 12 días, o desde San Antonio (Chile) son 13 días. Estas son diferencias sobresalientes que se pueden aprovechar si los cultivos de fruta se siembran en departamentos cercanos a los puertos.
Igualmente en EE.UU. y Europa hay un mercado de fruta que no hemos aprovechado del todo. En ambos mercados hay una mayor tendencia a que los supermercados prioricen a proveedores que tienen detrás de ellos una producción ambientalmente sostenible y que, a la vez, tenga un impacto social positivo. Colombia tiene todo el potencial de aprovechar esta oportunidad si trabaja en esa dirección.
Desde acá podemos contar unas historias muy lindas de alianzas entre inversionistas y pequeños productores étnicos o incluso de excombatientes que, mediante asociatividad y una producción agroecológica, exportan fruta. Y lo cierto es que hay supermercados en Europa que priorizan a proveedores con ese tipo de historias y hay consumidores que están dispuestos a pagar un mayor precio por esta fruta.
La mejor política social en el campo es que los pequeños productores puedan insertarse en cadenas de exportación de productos de alto valor. Por ello, insisto, el Ministerio de Agricultura no se puede dedicar solo al tema de tierras.