En julio ocurrió lo que tiende a pasar en el sector arrocero al comenzar el segundo semestre del año: preocupación, protestas y demanda de soluciones debido a la caída del precio del “paddy verde” (grano de arroz justo después de su recolección). 

Esta vez la protesta más importante se dio en Casanare, donde los campesinos bloquearon la vía Únete-Aguazul para demandarle al gobierno nacional una solución inmediata por el bajo precio del arroz.

El precio se desplomó principalmente por la sobreoferta de la producción en los llanos (la zona con mayor producción arrocera de Colombia), y esa sobreoferta ocurre por una simple razón: dado que no hay riego los productores primarios siembran en las mismas semanas, pues dependen de la temporada de lluvias, y en consecuencia la cosecha la recogen al mismo tiempo.

Adicionalmente, como el “paddy verde” es perecedero, y dado que los productores no cuentan con infraestructura de secamiento y almacenamiento, se ven forzados a venderlo cuanto antes, así los precios sean bajos.

Ante este escenario, los productores arroceros demandan la intervención del gobierno nacional. Sin muchas opciones, el gobierno colombiano se ve presionado a realizar una intervención coyuntural para elevar el precio del “paddy verde”.

Lo hace a través del “incentivo al almacenamiento”, donde le pagan al comprador de arroz por cada tonelada/mes almacenada durante un periodo de tiempo determinado, a cambio de que se comprometa a no comprar el arroz por un precio menor al fijado por el programa.

La cuestión es que esta solución coyuntural, que lleva alrededor de veinte años, se sigue extendiendo todos los años sin que haya una solución de fondo, como son los distritos de riego, pues esto en gran parte evitaría la estacionalidad.

El problema es que en Colombia la infraestructura de riego es incipiente. La paradoja de la agricultura colombiana es que tenemos agua sin riego. Colombia es el séptimo país más lluvioso del mundo con 2.862 milimetros de agua lluvia por año (Fuente: Aquastat). 

Además, su nivel de estrés hídrico es uno de los más bajos de la región. Sin embargo, el rezago en la infraestructura de riego en Colombia es preocupante, solo el 6% de los territorios aptos para tener riego cuentan con esta infraestructura, muy por debajo de otros pares de la región como México (66 %), Chile (44 %) y Perú (40%) (Datos tomados de Conpes 3926 de 2018).

Adicionalmente, el riego, aparte de evitar la estacionalidad, es determinante para mejorar la productividad.

Por ejemplo, el Dane estimó que para el segundo semestre de 2021 el rendimiento promedio de arroz (con riego) fue de 6,8 toneladas por hectárea, y el de arroz secano (sin riego) de 5 toneladas por hectárea, una diferencia de +36% en productividad.

La diferencia de productividad en otras cadenas es incluso más robusta: cebolla cabezona +86%, tomate +85%, frijol verde +75%, maíz amarillo +44%, papa +10%. Esto al comparar los rendimientos medios entre un sistema productivo con riego y otro sin riego. (Datos basados en el gráfico 1 del Conpes 3926 de 2018)

Lo preocupante es que no se ve la luz al final del túnel. En los últimos 30 años no se han concluido grandes proyectos de riego. Todavía se espera la terminación de los tres grandes proyectos de riego inconclusos: Ranchería, Triángulo del Norte y Tesalia-Paicol.

Adicionalmente, no se han diseñado ni contratado de nuevos proyectos de distritos de riego. Algo que es fundamental que se realice en varias zonas del país, pero en particular en la Altillanura.

Como la cuesta siempre puede estar más inclinada, hay un cuello de botella normativo que limita la construcción de infraestructura de riego por medio de las Alianzas Público Privadas (APP). El país no cuenta con una normatividad que especifique reglas de juego y genere incentivos para atraer inversión privada y fomentar las APP.

Volviendo a la cadena de arroz, lo preocupante del tema es que parece que desde la política pública no se le está poniendo atención al tema de riego. En Colombia siempre se ha dicho que por atender lo urgente olvidamos lo importante.

La tendencia es que pasen otros veinte años en los cuales cada año haya protestas, y que para detenerlas se ofrezca una solución coyuntural, el incentivo de almacenamiento, a un problema estructural: ausencia de infraestructura de riego y de sistemas de secado y almacenamiento. 

Es consultor indenpendiente para organismos multilaterales, sector público y sector privado. Estudió ciencia política en la Universidad de los Andes y una maestría en econompia internacional en la Universidad John Hopkins. Sus áreas de interés son el desarrollo del sector agroindustrial y competitividad...