Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El poder nacional se ríe porque la movilización regional no afecta sus entrañas, divide y vencerás ha sido siempre su lema, con esa trampa terminan firmándose cientos de acuerdos que desde el comienzo se incumple.
Era 16 de noviembre de 1890 cuando el Congreso de Colombia promulgaba en Bogotá la “Ley 89 de 1890, Por la cual se determina la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada”, norma aún vigente y con la que el Estado ha contribuido al exterminio de las formas de gobierno que tenían los pueblos indígenas desde sus propias historias.
“Salvajes” es la palabra que el dominante encontró para llamar a quienes no hablan español, no son hijos de Dios y por ende no hacen parte del mundo de los civilizados, concepción con la cual se impuso la figura colonial de Gobernador y Cabildo como autoridad legal de x o y comunidad, fraccionaron a los pueblos indígenas e introdujeron formas de corrupción que los gobiernos occidentales ya padecían; de esa manera, las poblaciones originarias pasaron de estar libres disfrutando sus territorios a ser secuestrados colectivamente en resguardos donde a duras penas pudieron sobrevivir gracias a estrategias y conocimientos tradicionales que día a día se han ido debilitando pero no muerto, a nivel nacional 36 pueblos indígenas topan el borde del exterminio físico y cultural según la Corte Constitucional.
El panorama indica que a estas poblaciones se les trata peor que a menores de edad y se les considera estorbo para el desarrollo; los asesinatos de sus autoridades, líderes y comuneros son vistos como hechos aislados, de ellos puede haber cientos de muertos y nada va a cambiar mientras el corazón del poder siga latiendo indiferente y sectores de la población mayoritaria defiendan intereses de sangre azul.
En 1991 se promulgó la nueva Constitución, una de las Cartas más progresivas en América, pero los avances en los pueblos indígenas y la ruralidad son mínimos. ¿Por qué?, porque los campesinos en atención a sus particularidades no son sujetos de derecho y las reivindicaciones constitucionales para los indígenas quedaron muy bien escritas en papel, pero para su materialización han debido activar las vías jurídicas, políticas y de hecho como las que ahora tienen al Departamento de Nariño aislado y al borde del colapso sin gasolina y gas, no es de extrañar que también se termine el papel higiénico, a la fecha transcurren más de 20 días de la Minga en Cauca y para el poder central no pasa nada.
El Macizo colombiano, donde se moviliza la Minga en el suroccidente del país, según Conpes 3915 de 2018 que trata sobre Lineamientos de Política y Estrategias para el Desarrollo de esa región, cubre una extensión de 4,8 millones de hectáreas, que representan el 4,3 por ciento del área continental de Colombia, tiene 3.345.182 habitantes, de los cuales el 56 por ciento (1.883.687 habitantes) se ubica en zonas urbanas y el 44 por ciento en zonas rurales (1.461.495 habitantes), el 83 por ciento de población es campesina y mestiza, los resguardos (propiedad colectiva de los pueblos indígenas) cubren una extensión de 217.000 hectáreas que corresponden al 4,5 por ciento del total de la ecorregión (en 500 años, 13 pueblos indígenas que allí resisten han perdido el 94,5 por ciento de su territorio ancestral).
Según cifras de 2015, los ecosistemas boscosos cubren una extensión aproximada de 1.732.368 hectáreas, equivalentes al 35 por ciento de esta ecorregión; no obstante, en 1990 su extensión era superior a 2.100.000 hectáreas, lo que significa que entre ese año y 2015 se redujo cerca de 400 mil hectáreas. La pobreza no solo se vive en Venezuela, en el Macizo los niveles de este flagelo son extremos, para el año 2015, en el departamento del Cauca la incidencia de la pobreza moderada por ingresos fue del 51,6 por ciento y la incidencia de la pobreza extrema alcanzó un nivel de 24 por ciento, en la región se presentan índices de pobreza por encima del promedio nacional. El índice de pobreza multidimensional (IPM) en 2015 registra una incidencia alta al alcanzar 56,6 por ciento; en la zona rural la pobreza alcanzó 78 por ciento y en la zona urbana ascendió a 40 por ciento.
Dentro de las variables con peor desempeño, el empleo informal tuvo mayor incidencia con el 91 por ciento, el bajo logro educativo alcanzó el 73 por ciento, mientras que la falta de aseguramiento en salud fue del 32 por ciento y el rezago escolar de 28 por ciento. Las mayores privaciones según el IPM-A (DNP, 2015) se ven en las condiciones de vivienda y el acceso a agua y alcantarillado; los departamentos con mayor incidencia del IPM-A, son Nariño y Caquetá (con 34 por ciento, respectivamente) y Cauca (31 por ciento), el 64 por ciento de los municipios del Macizo colombiano deben realizar un esfuerzo alto y medio alto para cerrar brechas en cobertura de educación media, vivienda cualitativa y servicio de acueducto.
En la región se registra 636.857 víctimas del conflicto armado, en su mayoría desplazados internos.
La lucha por sobrevivir no solo es de los pueblos indígenas, también es de campesinos, afrodescendientes, hombres y mujeres a quienes el poder político y económico nacional ha marginado, humillado, empobrecido y desplazado sea mediante leyes, guerra, narcotráfico o discriminación.
Al poder que está en pocas manos, no le importa nada mientras no se afecte su confort, mientras sus ingresos son superiores a 20 salarios mínimos legales mensuales vigentes, más de $ 16.000.000 o USD 5.700, en la Minga caminan miles de hombres y mujeres que conforman familias compuestas por un mínimo de 5 personas que viven con ingresos de $ 5.000 o USD 1.90 diarios, unos $ 150.000 o USD 50 mensuales y no gozan de salud ni educación pertinentes y menos de calidad.
En Bogotá debaten y aprueban normas para el desarrollo y también para envenenar con glifosato el campo colombiano. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito-Unodc, para 2018 en los territorios donde los indígenas o campesinos cultivan amapola (planta de la que se extrae la morfina y heroína) el 27 por ciento de las mujeres campesinas fue madre antes de los 18 años y los ingresos fueron hasta $ 509.000 mensuales o USD 182, ni siquiera un salario mínimo pero suficientes para que el establecimiento les trate como “peligrosos”; paradójicamente, los recursos que resultan del narcotráfico engrosan las arcas de la Dian y empresas productoras de licor y alimentos procesados que los pobladores rurales incorporan en sus dietas pero jamás han servido para realizar avance social, cultural, económico o ambiental.
Se escuchan voces estigmatizando a los indígenas como perezosos, aliados de grupos ilegales, terroristas de izquierda unos, de derecha otros. Les acusan de terratenientes y no ven que los territorios ocupados por estas poblaciones en su gran mayoría son sagrados, ahí están los páramos, las lagunas, la selva, la montaña, los nacimientos de los ríos como el Putumayo, Caquetá o Patía defendidos por indios salvajes y algunas comunidades locales. Si los recursos naturales mueren, también se acaba la vida de poblaciones civilizadas y de seres no humanos como el Cóndor, la Danta, el Oso, la Boa, el Jaguar y la Tierra. ¿Es necesario reaccionar sólo cuando no haya agua?, bueno, hay gente que busca estar en otro planeta para no sufrir las consecuencias de sus actos aquí, pero ¿la gran mayoría de colombianos tiene esa oportunidad?
¿Vale la pena que por reclamar derechos haya más muertos en las periferias?, o hay que cambiar de estrategia. Si los “salvajes” y otros pobladores del Macizo y la Amazonía (campesinos, afro, estudiantes, mujeres y mayores) discriminados por el Estado y distintos gobiernos, un día despiertan unidos desde la diversidad y se movilizan para ocupar Bogotá, probablemente su voz sea mejor escuchada por el poder y se realicen transformaciones profundas para el país.
El poder nacional se ríe porque la movilización regional no afecta sus entrañas, divide y vencerás ha sido siempre su lema, con esa trampa terminan firmándose cientos de acuerdos que desde el comienzo se incumple. Pero nada es para siempre, desde las estrellas cientos de ancestros están despertando para retornar y Agualongo junto a Nariño al frente irán.