Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Mayo 21 de 2016, abrió sus puertas la Casa de la Dignidad, en el barrio de Mejoras Públicas de Bucaramanga, una zona de clase media, residencial que tiene un gran parque, hoy algo privatizado porque cambiaron las canchas de fútbol por el golf, unos bares, y en una parte ahora toca pagar.
Uno[1]
“Ganó la decencia, ganó la honradez, y hemos abierto un camino, para que de aquí en adelante, ustedes y quien les habla, no aflojemos, porque esto no era una simple elección, esto es una causa, la causa por todos ustedes, por todos los santandereanos. Desde el comienzo dije que esto no terminaba el 25 de octubre, que aquí comenzaba[2].” Así terminó el 25 de octubre de 2015, fueron las palabras finales de Leonidas Gomez, ese día fui jurado de votación, y había apostado dos hamburguesas del Corral con un amigo de Barbosa, una, que ganaba Rodolfo Hernandez en Bucaramanga y la segunda, que si no ganaba Leonidas, quedaba de segundo y le ganaba a los Aguilar, y que Didier no iba a romperla como creían los rojos.
Mi amigo de Barbosa me dijo: “No sea loco, eso no va a pasar, mucha maquinaria de los otros, es más, ¿por qué cree que Leonidas va a quedar de segundo?”. Le dije, “si Santander es el milagro económico y social que tanto dicen, ese día va a salir a votar la clase media y los ricos en Bucaramanga, y su área metropolitana que en teoría deben ser muchos y ahí van a ganar los dos; y en Barrancabermeja no va a ganar Leónidas sólo porque va a ganar Darío, y Darío es rojo, que se parece más al rojo de Anibal Gaviria en Medellín, que al rojo de Bohorquez que tanto odian allá en Bucaramanga, pero en mi tierra va a quedar de segundo Leónidas”.
8:00 pm, no tenía ni idea de lo que había pasado, mi celular como siempre descargado, desde las 5:00pm incomunicado, estaba en Bogotá, y en mi mesa de votación donde andaba de jurado todos celebraban la victoria de Peñalosa.
Dos
9:00 pm, logré prender el celular, como 50 mensajes, Rodolfo le había ganado a la joyita de Alvernia y a la continuidad que representaba Ibáñez, claramente no pensé en las hamburguesas, le dije a mi esposa, “se salvó Bucaramanga y sonreí”. Seguí leyendo mensajes, ahora de Barrancabermeja, “ganamos, ganó Darío, no más Elkin Bueno”, escribí de vuelta con una sonrisa, “esperemos que Darío se parezca más a Anibal Gaviria en Medellín, y no al desastre de Bohorquez en Bucaramanga, mire como dejaron esa ciudad”; hasta el momento Darío ha cumplido. Pero faltaba algo, y Leónidas qué, un mensaje decía, “Perdimos pero la sacamos”, y me fui a buscar mi IPad.
En todos los medios santandereanos sólo se hablaba de Leonidas, pero el ganador había sido Didier, pero ¿qué pasó? Que por Leónidas votaron 231 mil santandereanos, eso representó el 23,3% de la votación, y arrasó con toda el área metropolitana, lo de Bucaramanga fue colosal, 101 mil votos la mejor. No la creía, miraba la cifra y seguía impactado, escribí en Facebook al ratico: “borrado el clan Aguilar, chao, a robar a otra parte, le ganamos a la cofradía del Cristo de Floridablanca.”
Tres
Un debate por el Canal TRO fue el punto de quiebre, en pleno momento de fatiga de la campaña, alguien escribía, y me pareció el mejor resumen, “Finalizó el debate del Canal TRO dejando: dos candidatos enfurecidos, un tercero quemado y el cuarto beneficiado: Leónidas Gómez.”
Ese día Leonidas dejó claro que era un tipo transparente, sin guion. Cuando preguntaron en el debate quiénes los respaldaban, la competencia de la Dignidad Santandereana no sabía que decir, era obvio, dos candidatos eran respaldados por el clan Aguilar, el otro venía de allá también, imagínense, tres candidatos tenía esa familia. Leonidas sólo dijo “detrás de mí tengo a los santandereanos”. No había un paramilitar ni un general acompañándolo, sólo santandereanos. Y eso es Dignidad Santandereana, un movimiento que representa la expresión de la voluntad ciudadana que quiere que la política en Santander sea honesta, que tendrá la libertad para enderezar el camino de Santander. En ese debate hubo un momento que casi le caen en gavilla a Leónidas y manifestó: “Se pueden unir los tres porque la verdad representan lo mismo, pura politiquería”.
Cuatro
Entre 2013 y 2014, empecé a reunirme con mucha gente de Santander, convencido que si queríamos un nuevo Santander teníamos que buscarlo. En esos encuentros evité a los que apoyan a los mismos y que después quedan con las mismas, y se acomodan. Fueron almuerzos, comidas, mucho café, cerveza, y nada, hasta que un día con un amigo que había conocido en los Andes logramos ponernos de acuerdo, y concretamos en un restaurante ubicado en el Centro, arribita de la 7 por donde se encuentra el edificio de Bancolombia de la 31, antes de colgar me dijo: “voy con un amigo que también es de Santander, puedo”, y yo, “claro”.
Llegué al sitio, el almuerzo costaba 8 mil pesos, y ahí estaba ese par, nos sentamos, pedimos y empezamos, nos pusimos a hablar de política santandereana. Con nuestro acento fuerte, golpeado y duro, arreglamos el departamento en esas dos horas, al final, y qué partido, ninguno tenía partido, siempre apoyamos a los que pierden, no tenemos maquinaría, yo les dije: “tranquilos, tranquilos”.
Después, lo de siempre, nos seguimos hablando, y a principio de 2015 uno de ellos me llama y me dice:
Amigo – vago, tenemos candidato
Yo – Y eso, ¿quién mano?
Amigo – un empresario, ¿ha escuchado hablar de Acuarela?
Yo – Sí, el club bonito ese de Bucaramanga que tiene como un lago pequeño, pero, ¿qué más sabe de él?
Amigo – Profesor, él es el fundador de eso, además recorrió toda Sudamérica y se ganó la vida haciendo teatro callejero en Perú, Chile, Bolivia, Argentina y más.
Yo – Mano, me está convenciendo por lo último, me reí, y pregunté, ¿está seguro que no va a resultar hampón como los Aguilar y los otros?
Amigo – Que no, créame.
Yo – Listo, meto entonces.
Cinco
“La manera como se conceptualiza el espacio es de fundamental importancia. Es relevante. Esto tiene implicaciones en la forma en que construimos los posicionamientos políticos y nos comprometemos con ellos. El espacio es una construcción social[3]”, decía la Geógrafa Doreen Massey en 2006 en la Universidad de Bonn. Mayo 21 de 2016, abrió sus puertas la Casa de la Dignidad, en el barrio de Mejoras Públicas de Bucaramanga, una zona de clase media, residencial que tiene un gran parque, hoy algo privatizado porque cambiaron las canchas de fútbol por el golf, unos bares, y en una parte ahora toca pagar.
Bueno, en ese barrio se ubica la primera casa de la Dignidad, historia que empezó con una idea y como dijo Leonidas “Esta casa abre sus puertas a todos los ciudadanos inconformes, a los que no se sienten representados por los partidos tradicionales y a los que están decididos a trabajar por renovar la cultura política nacional y de Santander, ¡#Dignidad somos todos!”. Ese es el espacio político que se va a construir.
Seis
Las últimas palabras que tuvimos Pablo y yo con Leónidas fue un almuerzo en noviembre de 2015;
Yo – Leónidas, ¿y qué sigue ahora?
Leonidas – Vamos a formar personas técnicas que les guste la política, Santander tiene que cambiar.
Yo – ¡Así es!
@asampayo
[1] Escribir UNO, DOS, TRES al principio de cada párrafo es una influencia total de Rodrigo Fresán.
[2] Discurso final-Gracias Santandereanos de Leónidas Gomez https://www.youtube.com/watch?v=KAGUbhlrOvc
[3] Massey, Doreen, (2012), Un sentido global del lugar, Icaria, Espacios Críticos, Barcelona.