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Atrás quedaron las mañanas en las que los hogares despertaban con el olor del primer café. Hoy despiertan con el sonido que produce juntar unas pocas monedas, completando para los gastos inaplazables de la jornada. Esta es la realidad a la que se enfrentan las madres santandereanas. Esta es la crisis que el gobierno nacional sigue negando.

Atrás quedaron las mañanas en las que los hogares colombianos despertaban con el olor del primer café. Hoy esas familias despiertan con el sonido que produce juntar unas pocas monedas, completando lo necesario para los gastos inaplazables de la jornada. Esto que puede sonar trágico, es la realidad a la que se enfrentan las madres santandereanas, a una crisis económica que el gobierno nacional sigue negando.

Mientras la firma JP Morgan afirmó que Colombia está entre las 5 economías más vulnerables en medio de la crisis internacional, es el sentido común el que les indica a las madres, que cumplir con la responsabilidad de sostener sus hogares es cada vez más complejo. Pocas se atreverían a decir que la situación económica está mejor que antes.

En la actualidad, esas madres –o padres que cumplen la función de madres- que hacen mercado, sostienen un hogar y se preocupan por orientar de manera responsable la vida de sus hijos; reconocen la pérdida de su poder adquisitivo y relatan las maromas que hacen para estirar los pocos pesos que llegan. Piruetas como estar a la vanguardia de las ofertas, comprar más fruta y/o productos en cosecha, consumir más granos, sacando de la dieta las carnes y otras proteínas. No porque asuman el veganismo como su nueva tendencia, sino porque realmente es para lo único que alcanza. Solo por mencionar un caso, el año pasado el precio del huevo aumentó 9% y el pollo 10%.[1]

La economista de la UIS Sonia Torres explica de forma sencilla que “una crisis económica se presenta cuando se producen cambios negativos en las variables económicas”. En Santander esas variables se han afectado, el principal hueco es la quiebra de la economía de Barrancabermeja, que representa el 80.5% del PIB industrial de Santander.[2] Con el agravante, que el gobierno de Santos incumplió con el Proyecto de Modernización de la Refinería de Barrancabermeja y aún no ha declarado la necesaria emergencia social y económica del puerto petrolero.

Por supuesto, esta contracción que enfrenta Santander y Colombia es consecuencia de la crisis económica internacional que se originó en el 2008, a raíz de la especulación financiera. Sobre el tema, existe diversa literatura, en especial de economistas como Joseph Stiglitz y Eduardo Sarmiento, asimismo, el libro de Aurelio Suarez “Confianza Inversionista” permite profundizar en esta idea.

Es relevante aclarar que Santander no es un actor aislado en la tormenta económica internacional.[3] Como lo ilustra el economista Héctor Mantilla,  en el futuro no hablaremos de la crisis del 2008 (especulación inmobiliaria) y la del 2014-15 (especulación del precio del petróleo), probablemente  estudiemos el periodo de los 10 años, en que la especulación generó grandes dificultades en el sector real de la economía.

Sí, la situación es alarmante, pero no podemos quedarnos cruzados de brazos haciendo diagnósticos. ¿Qué podemos hacer? Siempre se ha hablado que en los momentos de crisis existen dos salidas, la de la destrucción total (continuidad) o la salida de la profunda transformación (cambio).        

Sugiero que se debe aprovechar la vocación industrial que tiene Santander y sobretodo del Área Metropolitana de Bucaramanga, además, del más relevante centro de producción científica de la región, la Universidad Industrial de Santander. Es posible enfocar el desarrollo del departamento “Hacia la principal fuente de generación de riquezas que ha generado la humanidad: La industria”,[4] porque produce trabajo digno y genera un desarrollo integral. Tal vez, es la única fórmula para superar los niveles de informalidad del 56% del Área metropolitana de Bucaramanga.

Ese cambio, podría ser el mejor regalo para nuestras madres, porque ya no tendrían que juntar monedas a las cinco de la mañana, y por el contrario,  contarían con una economía sólida, que les de la confianza de volver a consumir lo necesario para llevar una vida digna.

@CLunaCha

Foto tomada de C7 Jalisco.

 


[1] Presentación “Política Para El Empleo Digno” de Manuel Martínez Agosto de 2015.

[2] Observatorio de Competitividad de la Cámara de Comercio de Bucaramanga. (2015)

[3] Manuel Martínez, economista de la Escuela Colombiana de Ingenieros.

[4] Mario Valencia vocero de la red por la Justicia Tributaria, autor del libro: “La Industria” (2016).

Politólogo de la Universidad del Rosario