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Se llenaron de orgullo anunciando la gobernanza, se enaltecieron prometiendo la democracia, llegó el momento del cambio dijeron, y al final qué; al final, nada.

Se llenaron de orgullo anunciando la gobernanza, se enaltecieron prometiendo la democracia, llegó el momento del cambio, dijeron, y al final qué; al final, nada.
 
Qué preocupados estamos por lo que sucede en la Alcaldía de Bucaramanga. Por primera vez en los últimos años la ciudad votó en contra de la maquinaría politiquera, en contra de los corruptos y ganamos. Los ciudadanos en el ejercicio democrático empoderamos la voz del Ingeniero y nació la esperanza. Pero el sentimiento vuelve a ser confuso.
 
Hoy está en vilo la legitimidad del voto de opinión que creyó en el cambio. Estamos intranquilos porque la ciudad no arranca, la población no tiene participación y las desinfladas son ´comidilla´ de cada día.
Preguntas es lo que abunda y respuestas las que escasean, sus excusas se sumergen en un discurso demagógico que como prosa resalta el espíritu soberano, pero como solución no aporta nada: la “Gobernanza”, qué soniquete con esta palabrilla.
 
El Alcalde Rodolfo tiene una responsabilidad única, si su administración falla, entonces, los podridos habrían tenido la razón siempre. Si su mandato colapsa habremos perdido todos, y lo peor, es que su equipo no lo ayuda en nada. El Ingeniero, ingenuo o amiguero, solo ha nombrado funcionarios que pasan por el filtro de Manolo Azuero, de su hermano Gabriel y por supuesto, del suyo propio.
 
Mérito… qué, mérito nada. Nos dieron su palabra y nos aseguraron que gobernarían solo con los mejores ¡mintieron! Hernández que en campaña y aun después de ser electo manifestó que gobernaría basado en la meritocracia no ha publicado el primer concurso para seleccionar los cargos de libre nombramiento y remoción, tampoco, los asesores. Hoy solo vemos posesionados a los miembros de la Sociedad Santandereana de Ingenieros y a sus amigos personales, como si los ellos fueran los únicos honestos y lo supieran todo.
 
Incumplen incumplen incumplen: “Vamos a traer al Ministro Perry para que haga una limpieza de las finanzas y vamos a contratar al doctor Lombana para que le apague la fiesta de los corruptos”, al final, ni lo uno ni lo otro; en cambio, los resultados de su Comisión de Empalme fueron solo especulaciones y acusaciones sin sentido.La realidad es otra. Luis Francisco Bohórquez sale aireado de todas estas imputaciones imprecisas mientras que la credibilidad en el Alcalde baja y su autoridad se pone en entre dicho, inclusive, existe la incertidumbre si él es el mandatario o Manolo.
 
Manolo es Manuel Francisco Azuero Figueroa, un analista político contratado como Profesional Universitario del despacho, que solo cuenta con dos años de experiencia en la Silla Vacía pero que asume funciones del Alcalde. Prepotente, toma la vocería, debate y discute en su nombre, sabiondo de todos los temas no le da temor contradecir la opinión de los expertos e investido de autoridad desestima todos los diagnósticos.
 
¿Hacia dónde nos conduce Manolo? Hasta ahora, al atolladero; cobros por congestión a los escolares, permisibilidad con la piratería y denuncias falsas o sin soporte en contra de los Concejales, el Acueducto de Bucaramanga y los empleados de la misma Alcaldía, han propiciado cuatro ´paros´ que le han costado un dineral a la ciudad, mientras tanto ellos restringen el café y a eso lo llaman “ahorro”. No pues qué ‘gobernanza’.
Mi invitación: es para que en la administración dejen de recitar tanta poesía politiquera, contraten basados en el conocimiento de los temas y comiencen a ejecutar prontamente. Los niños ya no dan más espera, estudiar con hambre es un imposible y su salud está en riesgo.
 
Es más, el Alcalde y sus altos asesores incluido el profesional universitario con súper poderes, deberían ¡no almorzar! en este tiempo y hasta cuando no se concluya con el proceso licitatorio de los refrigerios, como muestra de solidaridad y responsabilidad con los estudiantes. Por mi lado, no les doy ni dos días trabajando de esta forma. 

Escribo sin mayores expectativas, pero, quiero hacer parte del cambio.