Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
A partir de múltiples historias de actores y procesos políticos contemporáneos, se ofrece una comprensión del poder en Santander, históricamente marcado por tramas socioculturales de pragmatismo, silencios, violencia, intolerancia, ilegalidad y exclusión social.
“La fuerza de la apariencia constituye parte integrante de la fuerza de los gobernantes” G. Balandier
“Va a tener que encuellar a ese hijueputa. Quiero ver la casta suya, porque como fue capaz de ponerle los votos, mire a ver, si va a ser capaz de hacer que nos cumpla”, le dijo, retándola, Cesar Guzmán, su amigo de toda la vida, a Yidis Medina, después de meses, decepcionados y rabiosos, tratando sin éxito de hablar con Iván Díaz, para que les cumpliera el acuerdo político y ella pudiera ir al congreso.[1]
Esa “acuarela”, recurrente entre los políticos, trasluce para profanos e iniciados, la presencia histórica de la confrontación en el ejercicio normal de la política entre ciudadanos y partidos en Santander. Malcon Deas, ha señalado esa fama violenta de la política, que siempre actúa en los cambios de gobiernos locales, parcializados y partidistas, en los domingos de elecciones, la intromisión del clero, en la familiaridad de las gentes con las armas y con ilegales y de “mucha política” en nuestra vida común.[2]
No es una fama mal ganada, es una verdad tozuda que cargamos hasta la tumba, la avistamos diariamente pero nunca “la cogemos por los cachos”, menos la comprendemos. La política, en filigrana, se alimenta de la vida social, nuestros imaginarios y comportamientos y es el catalizador de las tragedias e ilusiones personales. Ser bravos, poco comunicativos y obrar en función de “honores, famas y vergüenzas”, nos pesa como toneladas en la nuca. La energía social colectiva, que se canaliza hacia mejores tasas económicas, alimenta antagónicamente, una sociedad muy jerarquizada, con nuevas estéticas, roles y exclusiones sociales, centrada en el honor del varón conflictivo y agresivo.[3]
Produce perplejidad y burla, la anécdota, de unas chicas santandereanas en el éxtasis de sus hormonas sobre la admiración sin límites por Pablo Escobar. En la Catedral recibió miles de cartas de remitentes irredentos, pero hubo una de talla mundial que el capo se la mostraba a la mujer de su vida: unas jóvenes universitarias de Bucaramanga, le ofrecían como un honor su sexo virgen”.[4]
Esa calentura adolescente, es un “auto de fe” de nuestros hábitos socioculturales frente al poder y la violencia, que nos rinde y deslumbra. No tanto el individualismo como la soledad nos ha formado así: poco comunicativos, de espirito solitario, como lo advirtió Tomás Vargas Osorio, quien encontró entre nosotros, una “rara profundidad filosófica cuyos temas han sido el dolor y la muerte, como algo natural y propio, inseparables en la existencia. El santandereano se aísla espiritualmente”, escribió. “La soledad es el acento predominante de este paisaje. Acaso resida aquí la causa del peculiar modo de ser y de conducirse en su vida.”[5]
Un paisano y maestro en Los Andes, Enrique Ogliastri, ha estudiado como nadie nuestra mentalidad económica y de negocios: somos la región con mayores problemas de negociación, cuando regateamos precios ofrecemos muy poco, nos va mal vendiendo, creamos poco valor y por ser tan defensivos y cautos en las negociaciones obtenemos resultados por debajo de otros: solo ahí abrimos el corazón y mostramos los dientes. Manejamos excesivamente el secreto, no compartimos información personal ni sabemos la del otro, somos muy pragmáticos, tenemos fama de bruscos, directos y rígidamente rectos, lo que nos cierra espacios.[6]
“En la política es casi igual, sucede lo mismo”, pareció concluir en la Corte, nuestra “desparpajada” Yidis Medina, atestiguando contra Gil y Riaño: “cuando alguien quiere ingresar a Convergencia Ciudadana, Gil les pregunta: ¿qué tan deshonesto es usted?”[7]. Un testigo paramilitar confesó que “a ciencia cierta a Riaño lo único que le faltaba era ponerse el uniforme”.[8]El pragmatismo que justifica la mentira, trampa, violencia, el lucro personal o la cooperación, conviven juntos como concubinos, en ocasiones para recrear la vida o recurrir a la muerte, cual travesía de malabarista por la cuerda arriba del abismo.
El Club del Comercio es fruto del consenso en medio de las balas. En 1872, los notables se integran en el Club de Soto para promover la cultura literaria entre ellos. En las asonadas de los artesanos de la “Culebra Pico de Oro”, en 1879, cumplió su función unificadora al ser escogido por los comerciantes como cuartel general, al igual que entre 1910 y 1930, cuando de los 25 pudientes que ocuparon la presidencia, 17 eran liberales y 7 conservadores, en plena hegemonía conservadora. En 1923, los exportadores crearon paritariamente el Comité De Salvación Publica con socios y ricos del Club para coordinar la respuesta a la negativa central de seguir financiando el ferrocarril de Wilches. La identidad común de la elite promovida por la institución fue movilizada para defender sus intereses económicos por encima de sus diferencias políticas.[9]
Ese pragmatismo, se ha vulgarizado con el manido dicho utilizado siempre: “la política es dinámica”, que al igual que la religión, justifica y permite todo como la “moral de los ladrones”. 87 años después, el día de Brujas de 2010, esa misma convicción vital acompañaba en Nueva York a eso de las 8 de la noche, a Ramón Ballesteros, en el piso 13 del Hotel Pensilvania, sobre la Séptima Avenida de Manhattan al frente del Madison Square Garden.
“Ramoncito” Ballesteros, una promesa del derecho y secretario personal de Serpa, otrora feroz adversario de Gil, no tuvo límite alguno para defender a los parapolíticos santandereanos ante la Corte y enterrar de un tajo su carrera, sobornando por encargo a un ex paramilitar protegido por la DEA, lo que le valió la cárcel y una tragedia de por vida. Lo había hecho con Yidis Medina,[10]pero gratis, sugiriéndole acogerse a sentencia anticipada.[11]
David Hernández confesó en la Corte que se encontró con Ballesteros para rubricar un documento de cesión de derechos pero éste le mostro un escrito donde se retractaba “de todas las acusaciones que yo hice contra los Senadores Gil Castillo, Riaño, Reyes y Ciro Ramírez”. Desconcertado, le reclamó a Ballesteros y este lo reconvino amenazante: “vea David si vos no firmás eso “Julián” va a arremeter contra tu familia. David no te estoy amenazando simplemente te estoy diciendo lo que Julián te mandó decir, además te mandan estos cien mil dólares, (había una maleta sobre el piso, la subió sobre una mesa), solo necesitamos que tu firmes este documento, vamos mañana al consulado, validamos tu firma, hacemos todo y te llevas el dinero, David, colabórenos David”.
Hernández abandonó el recinto, reafirmándole que no se retractaba y regresó a Washington con su esposa.[12]32 meses después, un mediodía caluroso, fue asesinado con un escopetazo en la vía a Pamplona, supuestamente en una pelea vecinal, con una “hechiza” calibre 16, debajo de una cerca de alambre de púas.[13]
A veces el poder movido por vacuos orgullos de clase, prefiere la distancia política perenne. En 1976, Norberto Morales, después de der su director, libraba contra Vanguardia, una enconada batalla política. En sus memorias, pagadas por Hugo Aguilar, cuenta su respuesta a las acusaciones “aupadas por Rodolfo González y Eduardo Mestre”, entonces adversarios: “la tolerancia se acabó, empieza la batalla para demostrar públicamente quienes son los verdaderos corrompidos“. Luego de las demandas la pelea se enfrió y todo quedó en los juzgados.[14]Para Norberto, el diario representaba “una aristocracia de circo, una burguesía de opereta”. Desde entonces, jamás se volvería a recuperar la amistad, dañada además por razones que pocos adivinan.
Paradójica era la vida del insigne senador, Hugo Serrano Gómez. Poseía un helicóptero con el cual se desplazaba fácilmente, “mientras tanto a nosotros nos tocaba en un fatigante y agotador Nissan”, relata Norberto, a la vez que rememora como Serrano utilizaba el dinero para “voltear” los líderes. Luis Serrano en Piedecuesta, un buen día le hizo a Norberto la pregunta más existencial de la política: “pero bueno y para mí qué?, como usted ha sido tan bueno con nosotros, si me obsequia los 300 mil que me dio el Doctor Hugo, se los devuelvo y acabo satisfecho”. Dice Norberto que no asintió porque ese dinero era una millonada, el valor de toda una campaña. Sabrán los dioses quien obraba con sinceridad.[15]
Un confidente del senador energético, me contó que Serrano se volvió millonario, después que llegó solo de Estados Unidos, fue nombrado gerente de la Electrificadora, compró su “avioncito” y vivía en una suite del Bucarica. Él lo acompañó a Panamá a depositar fajos de dólares al Banco Nacional, mientras “sufrían” en un lujoso hotel de 5 estrellas libando chorros de whisky y jugando en el casino. Hugo Serrano, hizo parte de los pocos congresistas clientelistas que tenían voto de opinión; con Víctor Renán pertenecieron a esa élite exclusiva que hacían el trabajo legislativo más riguroso. El inolvidable Carlos Gaviria, contó alguna vez que el 90% de los congresistas solo iban al capitolio a hacer negocios y lucrarse.
Un vástago de la rancia oligarquía local, Gonzalo García Valdivieso,[16] “homosexual desde que me reconocí con pene”, con una lucidez espeluznante, ha revelado desde adentro la pequeñez de nuestras elites; graduado de antropólogo en Los Andes con una investigación sobre la clase dirigente y máster en la Universidad de Durham (Inglaterra). De padres, abuelos y bisabuelos santandereanos, “comerciantes, obsesivos por la billetera sin ascendientes campesinos, todos racistas, discriminábamos con insolencia y petulancia. Godos rezanderos y prepotentes por parte de madre, y godos avergonzados, llamados liberales, por parte de padre”.
En 1952, cuanto tenía 8 años, su familia se trasladó a Bogotá a una exclusiva casa señorial del norte, de estilo neoclásico, encargada por su padre, Gabriel García, acaudalado industrial de mallas de acero, a la firma Noguera Santander, la cual imitaba una fachada clásica con cuatro monumentales columnas corintias según los planos originales traídos desde Francia y diseñada en sus interiores por el ruso Kaskov. Hoy es una edificación de conservación arquitectónica que alberga la sede de los egresados UniAndinos.[17
Gonzalo provenía de sagas conservadoras de poder. Por su madre, de Humberto Silva Valdivieso, y por su padre, de Jaime García Parra. Según Raúl Pacheco Blanco, el malagueño Silva Valdivieso, “se inspiraba en el falangismo español de Primo de Rivera”. Congresista y embajador en Uruguay, el momento culmen de su carrera fue siendo gobernador, donde amasó mucho poder, capaz incluso de “darse en la jeta”, con los estudiantes de la UIS en plena calle. Aunque no era orador ni escritor era un fanático partidista, protector y beneficiario del bandolero Efraín González.[18]“Fue el último de los grandes jefes que hubo en Santander”.[19]
Jaime García Parra ha sido uno de los santandereanos más brillantes en el servicio público. Se ha dicho siempre que lo único que le faltó fue ser presidente. Era un conservador de principios férreos, senador solo una vez y cosechó una imagen de honestidad. Abogado de la Javeriana y La Gran Colombia, se especializó en Nueva York y en el London School of Economics. Fue Juez municipal, ministro de Comunicaciones y Minas y Energía con López y de Hacienda con Turbay, así como embajador en Washington con Gaviria y en el sector privado, vicepresidente de Avianca y presidente de Paz del Río.[20]
El padre de Gonzalo, era un homofóbico y machista que admiraba a Hitler, “todas las máquinas de su industria eran alemanas”. “Mi familia me hizo lo inimaginable y maltrataron psicológicamente, condenando siempre mis tendencias. Desde que nací tuve un papá como enemigo, que se dio cuenta que yo era homosexual”, escribió. Relata sin miramientos las aventuras eróticas del “mundo arribista santandereano” y devela la falsedad de la sociedad pueblerina de Bucaramanga.[21]“Tuve sexo con muchos amigos de mi papá y de gente prestante que tenían hijos y que figuraban como los grandes machos. Un ministro, amiguísimo de mi casa, fue el que me enseñó a manejar: me sentaba encima de la verga y así yo aprendí. Y después llegaba a mi casa a hablar de moral”.[22]
Una anécdota reveladora le sucedió en el famoso bar gay El Arlequín en Bogotá, donde frecuentaban los poderes. Se encontró allí un Ex presidente de la república que lo sacó a bailar al acorde de “La matica de Mafafa”, la canción tropical de moda. Por las anécdotas privadas que involucra a miembros de la familia Penagos, confiesa, con una carcajada delirante, que ellos agotaron sus libros en Bucaramanga, “los mandaron a recoger comprándolos todos, por vergüenza”.
Esa mezcla, compleja y real, entre poder, intolerancia, negocios, trampa y violencia, no fue la excepción en la izquierda. El más grande gestor de negociación de mafiosos con EEUU, se incubó por aquí. Baruch Vega, cotizado fotógrafo de moda que trabajó para Victoria Secret, Christian Dior y Gucci, llego a esta ciudad “pequeña y chismosa” en 1962, de la mano de su padre quien venía a trabajar como músico. Estudiando Sistemas en la UIS, termino viviendo con un gringo profesor de inglés miembro de la CIA, Alan Folkways, y trabajaba a la vez en la célebre discoteca La Tijuana, arriba del parque Bolívar, donde tejió estrechas relaciones sociales y confluían “guerrilleros principiantes y oligarcas felices”. Le toco “volarse”, luego de los insostenibles “líos de faldas” en que se había metido y sus encuentros clandestinos con guerrilleros.
El gringo le había propuesto trabajar en el exterior con un grupo auspiciado por el gobierno americano. Al ser torturado por agentes encubiertos, logro viajar a Cúcuta, se contactó con Folkways y termino en San Cristóbal donde se vinculó a la CIA y se involucró en acciones encubiertas[23]en Venezuela, la Chile de Allende, Centroamérica, la Argentina de las dictaduras, Bolivia y Angola. Logró que más de 100 mafiosos colombianos fueran a las cortes de La Florida, entregaran cada uno el 42% de su fortuna y quedaran libres y felices allí.[24]
En los ochenta, en cocteles de ilegalidad, astucia, dinero y violencia, se tejió también el futuro de líderes alternativos. Los computadores hallados en el bombardeo a “Raúl Reyes”, descubrieron al vocero de la poderosa “Comisión Internacional de las FARC” en Europa, el bumangués Omar Arturo Zabala, alias “Lucas Gualdròn”.
Zabala, incluido en la lista Clinton, pedido en extradición y buscado por la Interpol, según la inteligencia militar, reside en Suiza desde 1993, representa la guerrilla en eventos, trafica armas, recluta, maneja finanzas y apoyos políticos, medió en la liberación de los secuestrados políticos y funge como profesor de filosofía y literatura.[25] Se inició en las filas de la emblemática Juventud Comunista en 1983 en el barrio Gaitán, donde integraba en las cuadras de la calle 16 entre carreras 12 y 13, un numeroso grupo juvenil que hacía trabajo social y se preocupaba por organizar a los jóvenes y prevenirlos de las drogas.
En la zona operaba también un comando de asalto del M-19, que robaba joyerías e intentaba sonsacar a los jóvenes comunistas liderados junto a Zabala, por Mary Luz Herrán, una “joven de pelo ensortijado nacida en Barrancabermeja”[26], que luego sería esposa durante 15 años de Gustavo Petro, el “Comandante Andrés”. El ex alcalde había reactivado su trabajo político con el M-19 y coordinaba sus acciones en la región después de purgar una pena de 18 meses. Mary Luz, con 17 años, lo había conocido a través de sus compañeros del barrio. “La Leona” como la llamaban, terminó de asesora de Hugo Chávez, de los constituyentes del 91 y vive hoy con sus hijos en Cajicà. Zabala, excesivamente metódico y enigmático, podría ser uno de los protagonistas de las FARC haciendo política y buscando votos.
[1] Alejandro Villegas. Yidis Medina. Confieso. De rodillas en el baño presidencial. Bogotá, Ediciones B, 2010. pág. 85.
[2] Malcolm Deas. Fernando Gaitán Daza. Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia. Bogotá. FONADE, 1995, 415 págs.
[3] María Mercedes Cuellar. Valores, Instituciones y capital social. Bogotá, 2000.
[4] Alonso Salazar. La parábola de Pablo. Auge y caída de un gran capo del narcotráfico. Bogotá, 2001, Planeta, pág. 21.
[5] Tomas Vargas Osorio. Obras. Bucaramanga. Imprenta Departamental. 1990. Tomo II. Págs. 11-13. Segunda edición.
[6] Enrique Oglistri. Como negocian los colombianos. Bogotá. Edición Revista Cambio. 2001.
[7] CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. Luís Alberto Gil Castillo y Alfonso Riaño. Única Instancia 32.764. Aprobado acta No. 07. Bogotá, enero 18 2012, pág. 53.
[8] Ibíd., pág. 60.
[9] JAVIER ALONSO CASTRO. Becoming a Patrician: Alejandro Galvis Galvis and the Liberal Party in Santander, 1915-1931. The Catholic University of America. Dissertation Ph.D. of Philosophy. Washington. Mayo de 2014.
[10] Yidis Medina. Confieso. De rodillas en el baño presidencial. Ediciones B, Bogotá, 2010. págs. 20-21
[11] Yidis, pág. 122.
[12] CORTE SUPREMA, Luis A. Gil, págs. 98-99/ CORTE SUPREMA. Oscar J. Reyes Cárdenas. Acta #07. Bogotá, Enero 18 de 2012. Única Instancia 27408.
[13] Vanguardia Liberal, Sábado 29 de Junio de 2013. Además: http://www.verdadabierta.com/component/content/article/63-nacional/4650-asesinado-david-hernandez-testigo-de-la-parapolitica-en-santander/
[14] NORBERTO MORALES. Quiénes son los malos? Bucaramanga, Armonía Impresores, Junio de 2006, págs. 163-165/ Editorial de El Liberal, 15 de agosto de 1976.
[15] Ibíd., págs. 195 y 216.
[16] Los Putos Castos. Memorias inconfesables de un doble discurso. Bogotá, Banana Rosa, 2010, 194 p.
[17] http://aso.uniandinos.org.co/sede_nacional_resena.php. Situada en la Calle 92 No. 16-11.
[18] Pedro Claver Téllez, el más autorizado y riguroso biógrafo de González, documenta que Silva junto con María Eugenia Rojas, Hernando Sorzano González, Humberto Darío Marín Venegas y Samuel Moreno Díaz, protegieron al bandolero y se beneficiaron políticamente de sus acciones criminales. Ver: EFRAIN GONZALEZ. Pedro Claver Téllez. Bogotá, Planeta, 1993.
[19] http://www.vanguardia.com/opinion/columnistas/raul-pacheco/raul-pacheco/169293-humberto-silva-valdivieso. Sus hijas, Alicia Eugenia, fue “el poder detrás” de Mockus en la alcaldía, y Martha Juliana, egresada de Harvard es esposa del ex viceministro Miguel Ricaurte Lombana.
[21] https://elbuscadordelibros.wordpress.com/2011/06/30/los-putos-castos-memorias-de-un-burgues-homosexual-colombiano/
[22] http://masalladelomediatico.blogspot.com.co/2012/05/gonzalo-garcia-valdivieso-una-historia.html
[24] Gerardo Reyes. Nuestro hombre en la DEA. Bogotá, Planeta, 2007. págs. 60-74/ Ver también Revista de El Espectador, No.140, 23 de marzo de 2003.
[25] El Tiempo. 27 de agosto de 2015/ 14 de Julio de 2010. El Espectador, abril 1 de 2011. Zabala sale de la ciudad luego que el ejército allanó un campamento del frente 12 de las FARC en San Vicente y encontró fotografías suyas vestido de camuflado.