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En Tibú, zona veredal transitoria según el acuerdo de paz, aún confluye fenómenos de violencia e ilegalidad extrema. La realidad que recibe a las Farc es compleja y entran en un clima de paro armado regional perpetrado por el ELN.
Comercio cerrado en las principales vías de Tibú (Norte de Santander) por motivo del paro armado del ELN
Son momentos históricos para el país y mientras en una cara de la moneda el Gobierno colombiano está a puertas de la firma del acuerdo para terminar el conflicto con las Farc, en una ceremonia que se celebra a finales de septiembre en Cartagena y que será legitimada a través del plebiscito que respaldará o no, las decisiones acordadas en La Habana el 2 octubre; en la otra, el ELN anunció a finales de la semana pasada un paro armado para celebrar sus 50 años de existencia en: Arauca, Casanare, Boyacá, Santander y Norte de Santander.
La nación vive momentos intensos. Unos que conducen a la paz y otros que muestran su revés; una tensión social lamentablemente armada que evidencia una conflictividad latente, profunda e histórica en donde la población es la que sufre por la violencia. Así la democracia, economía, educación y libertades civiles se fracturan por las decisiones equivocadas de unos cuantos.
El paro armado del ELN se lleva a cabo en algunas Zonas Veredales Transitorias (ZVT) que forman parte del acuerdo para la finalización del conflicto como en Tibú. Este municipio recibe un porcentaje de los excombatientes, tras la firma del 26 de septiembre como día 0 para crear los corredores humanitarios.
Pero en Tibú aun confluyen fenómenos de violencia e ilegalidad extrema a pesar de las iniciativas de paz; hay atentados a la infraestructura petrolera, robo de combustible para el procesamiento de drogas ilícitas y contrabando. La realidad que recibe a las Farc sigue siendo compleja y por primera vez entran desarmados y sin uniforme en un clima de paro armado regional perpetrado por una de las principales guerrillas del país.
Entonces el escenario que los recibe se percibe lejos del ideal para la reinserción. Según conversaciones con un periodista del Catatumbo, que prefiere mantener su identidad en el anonimato por las evidentes razones de inseguridad, afirma que: “Prácticamente están desiertas las calles de Tibú. El comercio en su totalidad está cerrado debido al anuncio del ELN, las pérdidas son cuantiosas según el comercio tibuyano”. El alcalde del pueblo explica que los establecimientos educativos cesaron actividades y dentro de esos el colegio más importante de la zona, el Francisco José de Caldas que recibe aproximadamente unos 6000 estudiantes se encontró cerrado.
Por consiguiente, uno de los principales retos del Gobierno es buscar espacios de diálogo para la negociación con el ELN y mientras tanto apaciguar la violencia que se mantiene en el Catatumbo y otros territorios como Arauca, ya que aún es complejo el clima social en ambas regiones (las dos concentran ZVT) y se pone en vilo la seguridad de los excombatientes. Así, uno de los desafíos en la implementación de los acuerdos es garantizar una paz local para lograr una paz nacional. Además se prende una alerta sobre el vacío de poder que dejan las Farc en el Catatumbo en temas de contrabando, narcotráfico y robo de combustible ya que el ELN aún forja un discurso de afectación a la industria petrolera y secuestros.
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