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El filósofo y sociólogo alemán Hartmut Rosa está en estos días en Medellín. Hoy dará una conferencia en el Teatro Otraparte, en el marco de una visita académica organizada por la Universidad Eafit, donde expondrá sus elaboraciones teóricas, que analizan y diagnostican las sociedades contemporáneas.
En español se han publicado algunos de libros más importantes: “Alienación y aceleración. Hacia una teoría crítica de la temporalidad en la Modernidad tardía”, “Resonancia. Una sociología de la relación con el mundo” y “Lo indisponible”. Hartmut Rosa es un pensador cada vez más conocido e influyente, no solo en los medios académicos y universitarios, sino también en el mundo político, de las comunicaciones, en los ámbitos de la cultura y la sociedad en general.
Una de las preocupaciones centrales de su pensamiento es la pregunta ¿Qué es la vida buena y qué es lo que nos impide alcanzarla? Esta pregunta lo llevó a la investigación de los procesos modernos de aceleración.
Estos consisten en que todas las actividades humanas están determinadas por un crecimiento permanente, en consecuencia cada una, incluyendo la economía, la ciencia, la política, la universidad, etc., tiene la necesidad de expandirse de manera continua, de transformarse y de hacerse más rápida para poder preservar su estructura y su estabilidad.
De este modo, la vida en nuestras sociedades nos obliga siempre a crecer, acelerar e innovar sin término ni finalidad alguna, con el único objetivo de que cada uno pueda mantener su competitividad, puesto que ninguno de estos procesos se puede detener.
En la economía, si no se acelera la producción y el consumo, aumenta el desempleo y hay que cerrar las empresas. Lo mismo sucede con el sistema de pensiones, los hospitales, las universidades. O crecen e innovan, o todo se derrumba.
En Colombia, se da el caso de universidades que bajo el nuevo régimen de competencia y aceleración se están transformando en empresas que compiten por el poder del mercado, cierran o fusionan facultades y expulsan sus profesores. Así, la ciencia y las humanidades ya no se conciben como esferas del conocimiento por derecho propio, sino como partes de la economía.
El individuo que está en el mundo del trabajo, la ciencia, la política, la universidad o el arte no puede detenerse a descansar, parar la carrera y suponer que ha consolidado su posición.
No hay punto para el receso, porque quedarse quieto equivale a quedarse atrás. “Por eso podemos definir a la sociedad moderna, escribe Rosa, como una sociedad de aceleración en el sentido en que se caracteriza por un aumento en el ritmo de vida” (2016, p. 39).
Otra idea fundamental de Rosa es a las sociedades modernas las caracteriza que solo son capaces de estabilizarse de manera dinámica, lo que significa que siempre necesitan crecer y acelerarse para poder mantener sus estructuras particulares.
Las esferas sociales determinantes de la sociedad moderna son la economía capitalista, la política democrática, la ciencia, la educación y el arte, y actúan determinadas por la tríada crecimiento, aceleración e innovación.
La economía moderna depende estructuralmente del crecimiento económico para su estabilidad, esto quiere decir que el capitalismo tiene que expandirse sin detenerse, crecer, para poder existir y reproducir sus mecanismos de funcionamiento.
En este proceso consume y destruye gradualmente lo que necesita para su propia reproducción en el curso de la expansión de las relaciones capitalistas de mercado. Montañas, ríos, bosques, glaciares, animales salvajes y el trabajo asalariado son absorbidos para que funcione con éxito la máquina de acumulación, crecimiento y mercantilización.
Esto ha creado la paradoja de la forma moderna de organización del trabajo social que se sostiene en un constante y progresivo crecimiento, el cual a la vez socava la capacidad de autorrenovación de los recursos sociales y naturales, sin los cuales las sociedades capitalistas modernas no pueden sobrevivir. La fuerza y la eficiencia del crecimiento es dinámica y no puede detenerse.
A partir de esto, Rosa llega a una conclusión fundamental en su investigación: la estrategia de la estabilización dinámica y de la aceleración social, estructuralmente institucionalizada y culturalmente legitimada por ampliar el alcance de mundo, conduce paradójicamente a formas progresivas de pérdida de mundo y, por tanto, a un silenciamiento de los ejes de resonancia.
Ahora bien, el silenciamiento de los ejes de resonancia es consecuencia de la forma como se han estructurado las sociedades capitalistas modernas que, determinadas por la estabilización dinámica y la aceleración social, han acabado creando el fenómeno del enmudecimiento final del mundo (la catástrofe de la resonancia), que aparece no como desgracia, sino precisamente como la meta del proceso de modernización.
Las manifestaciones de pérdida del mundo y de silenciamiento de los ejes de resonancia significan cosificación, alienación, desvinculación de los otros, de la naturaleza y de la sociedad.
La consecuencia negativa que causan las dinámicas de aceleración y crecimiento para los sujetos es la crisis psicológica que se manifiesta en los trastornos de estrés, depresión, ansiedad, desgaste ocupacional. Los individuos sometidos a las dinámicas de la aceleración y el crecimiento pierden los espacios de resonancia del trabajo, la familia, la naturaleza.
Al comienzo afirmé que el problema central que plantea Rosa es ¿qué es la vida buena y qué es lo que nos impide alcanzarla? Según lo que hemos dicho, lo que impide hoy que las personas puedan alcanzar “una vida” buena es que las sociedades se aferren a la estrategia capitalista del crecimiento.
A partir de esto, Rosa concluye que las formas de vida de los habitantes de los países del centro del capitalismo no se pueden reproducir de forma general en todo el planeta debido a sus efectos destructivos en la naturaleza.
La tierra no lo puede soportar. Es necesario, detener o transformar la perspectiva de crecimiento de las sociedades capitalistas. La estrategia que Rosa propone es redefinir la relación entre la economía y el capitalismo a partir de experiencias de resonancia.
La resonancia es un tipo de relación de los seres humanos con el mundo, en la que buscan una manera no alienada de actuar en él. Esto lo plantea a partir de la idea de una transformación de nuestras concepciones del bien.
Su idea central es que “un sujeto tendrá una buena vida, si encuentra y preserva ejes de resonancia social, material y existencial que le permitan reafirmarse iterativa y periódicamente en un modo de ser resonante. La posibilidad de esa vida buena peligra si se socavan estructural o sistemáticamente las condiciones de esos ejes y del modo disposicional de resonancia por parte de los sujetos”(Rosa, 2018, p. 51).