Este artículo fue escrito y publicado inicialmente en el mes de mayo de 2020 durante el período de pandemia que atravesaba la humanidad, y la información estadística empleada fue la data obtenida en la Encuesta de Cultura Ciudadana de Santiago de Cali, implementada por la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Santiago de Cali en el mes de noviembre de 2019.

Entendiendo la realidad vivida en los cuatro años de gobierno local, donde las acciones de la gestión pública tuvieron una opinión común en donde la definen como deficitaria en el ejercicio de liderazgo político, además de la carrera electoral del 2023, es oportuno poner en discusión algunos temas que superan la coyuntura. 

Y que demandan un abordaje urgente en la agenda pública, tal y como lo es la forma de afrontar la desigualdad creciente que vive la ciudad, especialmente en sus grupos étnico-raciales.

Teniendo en cuenta lo anterior, se podrían anticipar algunos discursos que ubicarían a Santiago de Cali como la capital de la región pacífica, y también se podrían predecir las implicaciones de esta semántica en el desarrollo económico y social para el territorio.

Sin embargo, más allá de la discusión, lo cierto es que la ciudad se ha convertido en uno de los territorios preferidos para su migración, bien por asuntos relacionados con más oportunidades o por los fenómenos devastadores del desplazamiento forzado.

Sin importar la motivación, la presencia de las gentes del pacífico ha marcado la historia de la ciudad. No solo desde su crecimiento demográfico, sino también desde la constitución de hábitat y cultura desde mediados de la década de los sesenta del siglo XX.

Como resultado de esta travesía, la ciudad y su institucionalidad han tenido que entender que los hombres y mujeres del pacífico llegaron para quedarse, y hoy en la ciudad residen no solo personas nacidas en la Región Pacífica, sino que además ya cuentan con al menos dos generaciones.

Según la última encuesta del Dane hoy la población afrocolombiana es cercana al 25 por ciento, por tanto, ha sido inevitable que el “ser caleño” se haya visto transformado desde el ineludible sincretismo cultural. Como no reconocer los cambios vividos en temas cotidianos como la culinaria, las artes y sus diferentes expresiones, el baile, dichos, la economía, entre otros.

Basados en los datos recopilados en la Encuesta de Cultura Ciudadana (realizada en 2019 por la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Santiago de Cali), se hará una breve descripción de algunas variables relacionadas con la dimensión económica y social que evidencien, de manera puntual, cuáles buscan describir las condiciones de vida de esta población versus aquellos que no tienen autorreconocimiento.

Y que mejor excusa para hacerlo sino en el mes de la afrocolombianidad.

Cabe recordar que las cifras socioeconómicas de Santiago de Cali señalan que la ciudad cuenta con una población con bajos niveles de ingreso y escolaridad, los cuales fueron ya descritos en el artículo anterior, sin embargo, los mismos tienden a ser más complejos al cruzarlos con la variable de autorreconocimiento étnico-racial.

Autorreconocimiento vs. Ingresos

Para hacer el análisis de este cruce se tomaron las cifras que describen el comportamiento de las diferentes opciones de los grupos de autorreconocimiento, con el objeto de identificar como cada uno de ellos está frente a los ingresos.

La primera tarea es describir quienes son los grupos de personas que obtienen ingresos inferiores a “Un Salario Mínimo Legal Vigente” (Smvl), es decir $828.116. Los resultados advierten que los que tienen mayor tendencia son los que se auto reconocen como “Ninguno de los Anteriores” (28.1%), esta es una categoría asociada más a las personas que no se consideran mestizas y por tanto consideran que no hacen parte de grupos de auto referenciación, seguidos de los “Negro/Mulato/Afrocolombiano”(28%) y “Mestizo” (26.5%) (Ver Anexo 1).

En cuanto al ingreso que oscila entre $828.116 y $1.200.000 los datos advierten a la población “Raizal/Palenquero” (30.4%) y “Negro/Mulato /Afrocolombiano” (26.2%) como las de mayor tendencia, versus los grupos de población sin autorreconocimiento, que para el caso de “Mestizo” es 18% y “Ninguno de los Anteriores” 17%.

Importante reseñar que esta será única variable en la cual las poblaciones afro e indígena tendrán mejor comportamiento sobre las poblaciones sin autorreconocimiento (Ver Anexo 2).

De aquí en adelante los grupos poblaciones sin autorreconocimiento (Mestizo y Ninguno de los Anteriores) obtienen mejores tendencias en los ingresos que oscilan entre $1.200.001 y $2.000.000, $2.000.001 y $2.800.000 y $2.800.001 y $3.600.000 (Ver Anexos 3,4,5,6 y 7).

Llama la atención que para los ingresos que superan los $3.600.000 la población con autorreconocimiento afro es exigua, dado que “Negro/Mulato/Afrocolombiano” solo alcanza el 1.1% y “Raizal/Palenquero” no tienen ninguna versus el 6.4% de la “Mestiza” y el 8% de la “Ninguno de los Anteriores” (Ver gráfica 1).

En resumen, en materia de ingreso es evidente que la variable étnica racial tiene incidencia, exceptuando los ingresos que fluctúan ente “1 Smvl” y el rango de $828.117 y $1.200.000, en todos los demás la población con autorreconocimiento está por debajo de aquella sin autorreconocimiento.

Autorreconocimiento vs. Tipo de trabajo u ocupación

En cuanto a las condiciones de trabajo, igual que el anterior, cada variable que describe cómo se auto reconoce las personas se toma como un universo.

En cuanto a las condiciones laborales de personas “empleados mano de obra no calificada” los datos señalan que la mayor tendencia se ubica en la población “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (16.5%), seguido por “Raizal/Palenquero” (11.1%), “Ninguno de los Anteriores” (10.2%) y “Mestiza” (9.6%).

Ya en la variable “empleados mano de obra calificada” las tendencias se invierten y es “Ninguno de los Anteriores” (17.3%) el de mejor tendencia, seguida por “Raizal/Palenquero” (14.8%) y “Mestiza” (14.3%).

Respecto a las relaciones laborales regidas por contratos por prestación de servicios y similares, la categoría “independiente no profesionales” da cuenta que los grupos donde más se presenta estas formas de relación laboral son los “Indígena” (26.8%), “Raizal/Palenquero” (22.2%) y “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (18.5%), así como “Mestiza” (17.4%) y “Ninguno de los Anteriores” (11.2%), los de menor participación.

En cuanto a la categoría de “independiente profesional” la mayor tendencia la logra “Raizal/Palenquero” (18.5%), seguido distantemente por “Ninguno de los anteriores” (11.5%) y “Mestizo” (11.1%). Se resalta que para el grupo “Negro/Mulato/Afrocolombiano” solo se obtiene el 5.8%.

De otra parte, bajo la modalidad de “contratistas” los grupos que mayor tendencia evidencian son aquellos sin autorreconocimiento: “Mestiza” (7.6%) y “Ninguno de los Anteriores” (7.1%).Mientras, los grupos con autorreconocimiento afro “Negro/Mulato/Afrocolombiano” solo tienen el 3.8% y “Raizal/Palenquero” el 3.7%.

Finalmente, en el caso de la tasa de “desempleo” los grupos con autorreconocimiento son los que peores cifras tienen, siendo los “Indígenas” los del valor más alto (14.6%), seguido por “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (11.8%) y “Raizal/Palenquero” (7.4%). Cabe resaltar que para las categorías sin autorreconocimiento ninguna de sus cifras alcanza dos dígitos, siendo “Mestizo”, el más alto tiene 9.9% y “Ninguno de los anteriores”, el más bajo, tiene 7.1% (ver tabla 1).

Se puede concluir que las condiciones laborales están influenciadas por la variable étnico racial. Al menos, los datos dan pista de como las condiciones de informalidad están más dadas para los grupos con autorreconocimiento, al igual que los trabajos especializados (mano de obra calificada) están más favorecidas para la población sin autorreconocimiento.

Incluso, es interesante observar que dentro de los grupos con autorreconocimiento afro y sin autorreconocimiento hay diferencias que conducen a que unos cuenten con mejores condiciones de contratación.

Para el caso de las personas con autorreconocimiento afro, aquellas que se autodefinen como “Raizal/Palenquero” en términos generales obtienen mejores resultados que aquellas que lo hacen como “Negro/Mulato/Afrocolombiano”. Igual acontece con la población sin autorreconocimiento, donde las personas que se auto reconocen como “Ninguno de los Anteriores” cuentan con mejores condiciones de contratación “Mestizo”.

Autorreconocimiento vs. Escolaridad

Como se ha presentado en los títulos anteriores, cada variable que describe grupos poblacionales se toma como un universo, para con base en ello comparar el comportamiento de cada uno frente a las diferentes variables, en este caso, grados de escolaridad.

Respecto a las cifras de escolaridad, en la variable “educación secundaria completa” los grupos que mejor resultado presentaron fueron “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (29.8%) y “Mestizo” (28.1%), seguido de cerca por “Indígena” (27.8%) y un poco rezagados se encuentran “Ninguno de los anteriores” (24.8%) y “Raizal/Palenquero” (22.2%).

En formación “técnica/tecnológica” el grupo con mayor tendencia fue “Raizal/Palenquero” (22.2%), seguido un poco distante por “Ninguno de los anteriores” (18.5%), “Mestizo” (16.1%) y “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (15.4%).

Interesante es encontrar como a partir del nivel profesional la escolaridad empieza a tomar un factor diferencial entre los grupos poblacionales.

Ejemplo de esto es que la tendencia se concentra en grupos sin autorreconocimiento, siendo “Ninguno de los Anteriores” en de mayor logro (19.1%), seguido de cerca por “Mestizo” (17.7%) y, distanciados de los grupos sin autorreconocimiento afro, “Raizal/Palenquero” (11.1%) y “Negro/Mulato/Afrocolombiano” (10.4%). Igualmente es importante reseñar que los Iindígenas son los de peor logro (5.6%).

Ya en niveles de estudios de posgrado la brecha se hace más grande, en el caso del nivel de “Especialización” los grupos sin autorreconocimiento obtienen los mejores porcentajes “Ninguno de los anteriores” (6.9%) y “Mestizo” (4.1%).

Ya para grados de “Maestría/Doctorado” la población con autorreconocimiento afro desaparece, obteniendo los mayores valores “Ninguno de los anteriores” (3.6%) y “Mestizo” (2.3%). Igualmente se hace interesante anotar que aquí la población “Indígena” tiene una participación de 1.6%.

Ahora bien, si se toman los estudios superiores como un universo, los datos dicen que del 100% de los que se graduaron de estos el 49.1% son “Mestizos” y un 20.7% son “Ninguno de los anteriores”, es decir que el grupo de la población sin autorreconocimiento suma el 70.6% de las personas con estudios superiores y sólo el 19.3% de las personas con autorreconocimiento afro advierten este logro.

Las cifras dan clara evidencia de cómo se van consolidando las brechas poblacionales en la ciudad y sus implicaciones en los ingresos de las personas. 

Los datos dejan ver como los grupos sociales con autorreconocimiento, particularmente a los que este artículo hace referencia, tienen unas condiciones adversas para enfrentar procesos de movilidad social que impliquen mejor calidad de vida y bienestar.

El sistema pareciese que estuviese diseñado para que sus posibilidades de desarrollo basado en nivel de escolaridad llegasen hasta los estudios técnicos, que para el caso de Colombia son subvalorados y usualmente mal remunerados.

Más preocupante es encontrar que en estudios de posgrados los grupos poblacionales con autorreconocimiento afro no existen como tendencia.

A modo de conclusión

Es evidente y está lejos de cualquier discusión que la población afrocolombiana que habita Santiago de Cali viene enfrentándose a una ciudad que impone reglas de desigualdad por fuera de su gobernabilidad.

Las condiciones de marginalidad, pobreza y exclusión no son un imaginario, ni un supuesto, ni un grito histérico de organizaciones de Derechos Humanos, sino una realidad que ha perdurado en el tiempo, cubierta de techos de cristal que animan a sus integrantes a esforzarse bajo el supuesto de que su sola motivación les será suficiente para cumplir con el sueño prometido de la movilidad social.

Solo con haber cruzado el componente de autorreconocimiento con tres variables asociadas a nivel de escolaridad, ingresos y tipo de ocupación se hace evidente la desigualdad social que enfrenta esta población. La pregunta es: ¿Cuáles son las mejores estrategias que permiten avanzar en el cierre de brechas sociales atravesadas por componentes étnico-raciales?

Hay soluciones inmediatas para aplicar por corto tiempo, tales como implementar de manera voluntaria una “cuota de participación” por medio de pactos sociales, en donde la variable étnica-racial sea un componente, pero no el único.

Es importante comprender que este tipo de medidas no sean extiendas en el tiempo, dado que algunas evaluaciones han evidenciado que terminan por generar efectos contrarios a sus propósitos.

Alternamente se deben generar recursos específicos que financien la educación superior en sus diferentes niveles, dando prioridad a los grupos más vulnerables, entendiendo que proporcionalmente la población afro al lado de la indígena evidencia los peores ingresos y condiciones laborales, lo cual conduce a que la posibilidad de financiación de los estudios sea menos probable.

Por ejemplo, el recurso que estaba pensando el gobierno municipal para una nueva universidad, buena parte de este podría convertirse en un fondo de becas municipal para que las dos universidades públicas que están en el municipio puedan ampliar sus cupos.

Luego, entender a Santiago de Cali como un actor protagónico de la Región Pacífica debe atravesar procesos de reconocer a los hombres y mujeres negras como parte de su activo social, cultural y económico.

Por ende, es una oportunidad única para que los caleños, el sector productivo y el gobierno comprendan el lugar histórico que deben ocupar con respecto a los grupos étnico-raciales.

Las acciones sugeridas u otras que hagan parte de la agenda deben tener indicadores claros de cierre efectivo de brechas sociales que permitan que la ciudad pueda convertirse en un centro de desarrollo incluyente de la Región Pacífica.

Anexos 1 y 2: 

Anexos 3 y 4: 

Anexos 5 y 6: 

Anexo 7: 

Trabajador social, Magister en Política Pública y tesista en la Maestría en Administración. Con experiencia en cargos de coordinación y dirección en el sector social, cultural, político y económico adscritos a ONG sociales y empresariales de orden regional y nacional, así como para el sector...