Las estrategias de seguridad ciudadana y la responsabilidad política

En esta última entrega estaremos abordando la responsabilidad política, un posible análisis de las estrategias en cuanto a la seguridad ciudadana, y algunas conclusiones y propuestas que permitan abordar de manera integral los fenómenos de la inseguridad poscuarentena en la ciudad de Barranquilla y su área metropolitana.

Una pregunta inicial, frente al debate ciudadano sobre la inseguridad en Barranquilla y los efectos de esta: ¿en qué o quién recae la responsabilidad política sobre la inseguridad en Barranquilla?

De acuerdo a lo planteado con anterioridad (primera y segunda parte), es posible afirmar que el fenómeno de la inseguridad en Barranquilla obedece a una crisis estructural, determinada en gran medida por necesidades básicas insatisfechas. Así mismo, esta crisis va de la mano de una política social restringida, con un sistema penitenciario y de justicia con poca capacidad institucional y de resocialización, con jóvenes sin trabajo y sin estudios, y con grupos criminales con estructuras logísticas incrustadas en las dinámicas de la sociedad barranquillera.

Es válido, entonces, preguntarse: ¿por qué a pesar de la hegemonía de más de una década de un grupo político con continuidad en líneas de política pública, programas y proyectos, la ciudad se encuentra en esta aguda situación social? Quizá, podría esgrimirse como argumento que el proyecto político hegemónico postergó los problemas sociales de la ciudad, dándoles  paso a obras e infraestructuras en el marco de lo urbano que, si bien mejoró la imagen estética de la ciudad, no trabajó en los profundos problemas de desigualdad y pobreza de Barranquilla.

A propósito de la responsabilidad política

La ciudadanía ha sentido tales consecuencias. En las encuestas de los últimos tres trimestres, en donde se mide la aprobación y desaprobación de la gestión de varios alcaldes del país, el alcalde de la ciudad se destacaba entre los primeros lugares de aprobación, contando casi siempre con cifras por encima del 70 %. En contraste con el último sondeo publicado por Invamer de los últimos días de octubre de 2021, la aprobación de la gestión del alcalde de Barranquilla bajó al 57 %.

Una hipótesis posible que podemos plantear es que, en Barranquilla, el detrimento de la seguridad ciudadana y los altos índices de delincuencia son directamente proporcional a la caída en las encuestas del alcalde. La seguridad, en otras palabras, es un problema fundamental para la ciudadanía barranquillera, y el cual cobran caro en lo político.

Frente a la grave situación, la respuesta institucional ha sido negar los hechos. La administración ha afirmado que solo hay dos o tres bandas criminales en la ciudad, o que la respuesta de la Policía ha mantenido a tales organizaciones fuera de la ciudad o, simplemente, que la inseguridad se debe al mejorado poder adquisitivo de los barranquilleros. Sin embargo, el Sistema de Alerta Temprana de la Defensoría del Pueblo ha dicho lo contrario.

En la Alerta Temprana 037-2020, la Defensoría del Pueblo revela la presencia de organizaciones armadas con impacto regional, quienes intimidan a la ciudadanía de los municipios del Atlántico. Esta alerta temprana anuncia la presencia de estructuras criminales como los Rastrojos, Los Costeños, Los Papalopez, el Bloque Central Renacer y Los Vega. En particular vulnerabilidad, según la Defensoría del Pueblo, se encuentran los barrios aledaños al río, quienes han sido más afectados por las disputas territoriales del crimen organizado.

Breve análisis crítico a las estrategias de seguridad

Es necesario señalar que la respuesta institucional a la crisis de seguridad ciudadana no se encuentra mediada por un diálogo ciudadano amplio, abierto y participativo. Esto en gran medida, podría explicar por qué la mayoría de las medidas apuntan fundamentalmente a fortalecer el aparato represivo. Algunas de las estrategias emanadas de la política pública para mitigar el fenómeno de la crisis de la seguridad ciudadanas son:

  • Grupo Élite de Intervención Urbana Reacción Caribe de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Recar.
  • Policía del Vecindario.
  • Estrategia de drones.
  • Mi Cuadra Segura.
  • Plan Blindaje.
  • Aumento del número de efectivos de la fuerza pública.

Respecto a estas estrategias el alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, mencionó: “Este es uno de los pilares fundamentales de la estrategia que estamos aportando contra el delito del hurto y del homicidio. Es un trabajo conjunto entre la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación, para apoyar a la Policía Nacional”. En este mismo sentido el jefe de la Oficina para Seguridad y Convivencia Ciudadana de Barranquilla, Nelson Patrón, señaló: “Continuaremos aunando esfuerzos para poner la tecnología al servicio de la seguridad ciudadana, con estrategia drónica, alarmas comunitarias, sistemas de reconocimiento facial, el fortalecimiento del 123 e instalación de cámaras de vigilancia”.

Esto es una evidencia empírica más de cómo la respuesta a la inseguridad poscuarentena no encuentra soluciones integrales ni holísticas, en tanto que las estrategias en mención, asumen a la seguridad desde lógicas policivas y punitivas. Estas estrategias no han resultado efectivas. De acuerdo con el Sistema de Información Estadístico, Delincuencial, Contravencional y Operativo de la Policía Nacional (Siedco), durante los seis primeros meses del presente año, se presentaron 27 homicidios. Es decir 19 % más que el primer semestre del 2020. El 52,6 % de homicidios derivaron del sicariato, un 10,5 % de ellos provinieron de riñas, al tiempo que un 8,8 % de ellos se originaron a partir de atracos.

De acuerdo a la misma entidad, durante los últimos 8 meses del año en curso se han registrado 238 homicidios, mientras que durante el mismo periodo del 2020 se registraron 197. En cuanto a los hurtos, durante 2021 se han evidenciado 5.877 casos, mientras que en 2020 la cifra registrada fue de 5.517.

A modo de conclusiones, recomendaciones y propuestas

Resulta clave reconocer que el problema de la seguridad en Barranquilla es complejo, y la respuesta requiere ser integral, en diferentes frentes, y con toda la disponibilidad de las instituciones. Reconocer el problema y trabajar en este son un primer paso para construir un proyecto de ciudad incluyente. La seguridad es un tema clave, que desafortunadamente ha sido relegado durante varios años, y la administración local debe tomar responsabilidad frente a este tema.

La inseguridad no es un problema externo, es la ciudad misma gritando por la desigualdad, la pobreza, y el abandono. El negacionismo y la narrativa institucional y política frente a la seguridad ciudadana, vislumbra consecuencias como:

  • Robustecimiento de las estructuras del crimen organizado.
  • Cierra la posibilidad de una política sobre la seguridad ciudadana sólida y participativa.
  • Abre paso a la impunidad.
  • Apunta a mejorar la percepción sobre la seguridad.

Más aún, la política pública en lo referente a la seguridad ciudadana, carece de enfoques diferenciales (derechos humanos, étnico, género, territorial), estudios o análisis institucionales que expliquen las causas y razones estructurales de la desigualdad, pobreza y del crimen organizado. Un diagnóstico acertado y congruente, podría ser útil al momento de tomar decisiones en el plano institucional. Es aquí donde el aporte de la sociedad civil resulta fundamental.

A modo de conclusión, es significativo darles importancia a las iniciativas académicas y ciudadanas, que con datos, planes y estrategias, podrían aportar al abordaje de la seguridad de una manera integral y congruente con la realidad de la ciudad. 

Docente, investigador. Universidad Libre , Seccional Barranquilla. Facultad de Derecho y Ciencias sociales.