Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El 28 de abril cientos de miles de personas, en cerca de la mitad de los municipios del país y en todas las capitales, salieron a protestar contra la reforma tributaria que presentó el Gobierno de Iván Duque.
Las manifestaciones iniciadas desde entonces dieron vida un paro nacional contra una reforma tributaria que luego se convirtió en una protesta generalizada y una demostración de hastío que sienten cada vez más personas frente al Gobierno, los partidos tradicionales, la situación de la economía y buena parte de las instituciones.
Esto, además, se explica por las consecuencias sociales y económicas que ha traído la pandemia. De acuerdo con el Departamento Nacional de Estadística (Dane), el Producto Interno Bruto se contrajo un 6,8 por ciento en 2020, el número de desempleados a enero de 2021 llegó a 4 millones 100 mil, y se perdieron 509 mil microempresas. Además, 4 millones 600 mil personas se encuentran en condiciones de pobreza extrema, otros 8 millones y medio en pobreza moderada y más de 7 millones 900 mil están dentro de la población catalogada como vulnerable.
El repertorio de las movilizaciones encontró como aliado al arte. Músicos, dramaturgos, artistas callejeros, entre otros, les dieron un color particular a las jornadas y su resistencia captó la atención, como también las arbitrariedades y abusos de la Fuerza Pública contra la población civil y contra los mismos artistas.
“El arte es una inyección de resistencia”: Susana Boreal
Susana Boreal es conocida por su participación en el cacerolazo sinfónico realizado en Medellín el 5 de mayo en el Parque de los Deseos (o Parque de la Resistencia). Se convirtió en una de las caras visibles de las manifestaciones y, en particular, del sector artístico que participa de ellas.
“Ser artista en Colombia es muy difícil y con la pandemia todo se puso muchísimo peor; ya ni siquiera conciertos: los que trabajan por ahí tocando en matrimonios, en eventos. Entonces a esto se le suman las reformas y el descontento social. Todos teníamos que salir a marchar y manifestarnos y se viralizó y, gracias a esa visibilidad, se les ha dado un nuevo color a las manifestaciones a través del arte. Los artistas salimos a manifestarnos, no a amenizar las marchas. Salimos a luchar por nuestros derechos, por nuestras propias dificultades”, señala.
¿Cuál ha sido el valor que agrega el arte a esas jornadas y cómo sienten que lo percibe la gente?
Las personas pueden valerse del arte para expresar aquello que no pueden decir. Se pueden expresar por medio de imágenes, de palabras, de sonidos, y, a través del arte, el mensaje viaja muchísimo más rápido. El arte no es una sola voz, no es de individuos, sino que se manifiesta a través de los artistas, pero siempre está ahí porque es hijo de su tiempo y es el contexto en el que vivimos. Y además sana.
La música ha participado de lo social como pieza de propaganda, como símbolo de rupturas y medio de reivindicaciones, y también como expresión de contracultura. ¿Hay una perspectiva social en el arte, en la música, que explica esa interacción de música y política?
Nos faltaba algo así para que empezáramos a replantearnos la música desde una perspectiva política y de gestión. Por lo que ha pasado se empieza a hablar de las políticas que nos afectan como músicos. Antes eran unos pocos que se ponían en la tarea, pero ahora hay un despertar colectivo en los músicos. Ya empiezan a salir representantes, y se está logrando ganar espacio. Tenemos que hablar de lo que nos pasa. El arte es supremamente importante, pero somos los últimos en una cadena de prioridades de presupuesto en el país. Tenemos que mostrarle a la gente lo difícil que es vivir de ser músico aquí, sin oportunidades, sin presupuesto, sin nada.
¿Cuál puede considerarse su aporte en una coyuntura tan exigente como esta, sobre todo en condiciones tan adversas para la movilización y también para el sector artístico?
El arte permite que las personas se sientan acogidas y apoyadas. Es una inyección de resistencia, pero también de denuncia. Somos músicos y somos ciudadanos y tenemos las mismas dificultades que todo el mundo. Pagamos impuestos, arriendo, y tenemos una herramienta muy poderosa de la que otras personas también se pueden valer.
Hay quienes afirman que el arte puede contribuir a la reconstrucción de las historias de vida, a la dignificación de quienes sufren, a la reparación simbólica. ¿Cómo ve esa óptica reivindicativa en las expresiones artísticas?
El arte cumple un papel político muy importante. Si la música no tiene un trasfondo social y político es vacía. Le falta la carga emocional, social. Si no tiene un fin no le veo sentido. Pero es respetable. Pero si te pones a ver, las canciones del consumo se van muy rápido. No permanecen en la memoria colectiva y se van muy pronto. El arte que tiene un trasfondo siempre permanece. La historia es cíclica, los contextos son parecidos. Así que también podemos decir que se toman las obras de arte, la música, sin saber por qué fueron escritas o compuestas. Es importante escuchar la música, explicarla, saber cuál es el contexto en el que se hizo.
“El artista tiene que hablar de políticas culturales”: Álvaro Herrera
Álvaro Herrera es músico, intérprete del corno francés, y fue víctima de un falso positivo judicial. Quisieron imputarle cargos de vandalismo por empleo o lanzamiento de sustancias el pasado 28 de mayo en Cali, cuando se conmemoraba un mes del inicio de las manifestaciones. Ese mismo día en que la ciudad registró entre 13 y 14 homicidios. Lo torturaron para que mintiera.
“Cuando empezó la situación estábamos haciendo el concierto en total tranquilidad. Todas las movilizaciones fueron pacíficas. A las 3:20 de la tarde empiezan a llegar los primeros heridos por impacto de bala por las manifestaciones que se presentaban en la zona. Los chicos de primera línea avisan al personal del cacerolazo que, en caso de que la situación se agravara, debía terminarse el concierto, lo que ocurrió a las 3:30 de la tarde. Me fui caminando hasta mi casa por la calle 16 y el sector de la Universidad del Valle y el centro comercial Jardín Plaza”, dice que ocurrió antes de ser atacado por civiles y Fuerza Pública.
En ese momento, al llegar al cruce de la calle 16 y la carrera 100 (sector donde se encuentran el centro comercial Jardín Plaza, y la vía que comunica a Cali con Jamundí) escucha ráfagas de disparo. Saca su cámara y empieza a grabar.
“En ese momento, a las 4 de la tarde, empieza una arremetida con armas cortas y largas por parte de civiles armados, visibles incluso para la Policía, como se vio en las imágenes que demuestran la complicidad de policías con civiles armados. Cuando me encontraba grabando uno de los pistoleros ‘para’, me ve y me apunta. En señal de defensa cogí una piedra y lo enfrenté. Pero una persona me doblega por mi izquierda y me ahorca”, dice cuando narra lo ocurrido antes de que esos civiles lo entregaran a la Policía.
Lo trasladan a la estación de Policía de La María. Antes de iniciar el recorrido escucha preguntar, por parte de una de las personas que lo retiene, por qué no mejor desaparecerlo. Una vez trasladado a la URI es torturado físicamente por la Policía, lo que lo lleva a incriminarse, como se escucha en el video que se viralizó al ser publicado por los mismos policías y la exdiputada del Valle Juanita Cataño.
En el video se ve que mira a la cámara que lo graba, esposado, tirado en el suelo y sangrando, mientras dice el número de una cédula que no es la suya. Lo hizo, dice, para protegerse.
“La fiscal 111 municipal de Cali determina que la captura fue ilegal debido a que el mismo proceso de captura fue ilegal, porque no fue la Policía, como lo dice el comandante entre nervios, que afirma que me capturaron in fraganti cometiendo actos de vandalismo de los cuales no tiene prueba. Por eso la fiscal determina que mi captura y de los otros cuatro fueron ilegales porque no se cumplió con el protocolo de captura definidos por el Código de Policía y las normas penales. Al día siguiente, a las 4:30 de la tarde, después de dar las declaraciones, la fiscal decide liberarnos”, agrega.
Álvaro insiste en que antes de ser artistas también son ciudadanos a los que los afectan las políticas económicas del gobierno nacional. Las presentaciones en las que ha participado se han llevado a cabo en los puntos de resistencia que existen en la ciudad, como la Loma de la Dignidad, el sector de Siloé y Puerto Resistencia.
“A raíz de la pandemia el sector artístico fue uno de los más afectados porque el paro que hubo en el sector artístico fue casi de un 100 por ciento. El Gobierno empieza a gastar dinero público en cosas que no son importantes ni prioritarias. Y los artistas, al sentirse ignorados, salen a las calles”, dice Álvaro.
¿Qué relación ve entre el arte y la política, en particular en este contexto?
El arte en estos momentos no tiene tinte político. La población se ha dado cuenta de que los políticos tanto de derecha como de izquierda han cometido cagadas… Desafortunadamente no se sienten representados por ningún partido político. El artista como tal no es solo artista. Tiene que hablar de políticas culturales que han sido desfinanciadas por el Estado, como el Plan Nacional de Música y las salas concertadas.
¿Qué pasará con el paro?
La pelota está en la cancha del Gobierno. Lo que pase con el paro depende de la voluntad política de empezar una negociación e implementar políticas que materialicen los derechos fundamentales y el acuerdo de paz.
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El presidente Iván Duque fue elegido con una bandera particular: la economía naranja. En esta definición se recogen a las denominadas industrias creativas y el sector cultural. Se anunciaron medidas dirigidas a fortalecer los sectores de las artes escénicas, las artes visuales, el diseño, la publicidad y servicios de tecnologías de la información. Sin embargo, el balance que hacen los artistas se aleja de lo anunciado por el Gobierno en sus primeros meses y que con el tiempo se desdibujó de la agenda y del presupuesto.
La ONG Temblores y el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), han documentado cerca de 3.500 casos de violencia policial durante el Paro nacional. Estos casos se recogen en conductas cometidas por la Policía y que atentan contra los derechos humanos.
Entre ellas, la violencia sexual, el uso por fuera del reglamento del armamento conocido como Venom, lanzador múltiple de proyectiles, el uso de armas de fuego contra los manifestantes, armas de letalidad reducida y de gases y aturdidoras contra viviendas. Además, han sido documentadas situaciones en que los agentes no portan identificación o la ocultan y casos de desaparición forzada de personas conducidas a sitios de detención no regulados. Así mismo, más de 300 organizaciones de derechos humanos han denunciado 83 homicidios en el marco del paro entre 28 de abril y el 28 de junio. Así mismo, 320 personas fueron reportadas desaparecidas para esa fecha.
Human Rights Watch recogió su propio saldo del Paro. De acuerdo con la organización, la Policía mató a 16 personas con armas de fuego y pidió reabrir el debate de su separación del Ministerio de Defensa. Además, señaló que hubo dispersión arbitraria de personas e irrupción del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), en las manifestaciones pacíficas.
El Grupo Independiente de Expertos Forenses del Consejo Internacional para la Rehabilitación de Torturas señaló que la Policía ha utilizado munición real, y que las muertes ocurridas en el contexto de las protestas incluyen entre sus causas heridas en órganos vitales como el tórax y cabeza, todas cometidas con la intención de matar. Además, que las armas para controlar disturbios, que son de letalidad reducida, “se están utilizando indebidamente, causando la muerte” y lesiones graves, como traumatismo cerrado en los ojos, que les ha causado a muchos pérdida de la visión.
Con corte al 28 de junio de 2021 Indepaz registró 75 víctimas de homicidio en el marco de las manifestaciones, dos tercios ocurridos en el departamento del Valle y, de estos, la mayoría en Cali. Entre los presuntos victimarios que identifica la organización se encuentran la Policía y el Grupo Operativo Especial de Seguridad del Cuerpo Nacional de esta institución, el Escuadrón Móvil Antidisturbios, el CTI de la Fiscalía y civiles que han arremetido contra manifestantes.
El domingo 13 de junio fue asesinado en Cali Junior Jein, cantante de música urbana, reguetonero y pionero de la salsa choke, quien participó en el paro de 2017 en Buenaventura y, ahora, en las manifestaciones de Cali. Entre los móviles que investiga la Fiscalía se encuentran una extorsión que le estarían haciendo por 300 millones de pesos y su papel como líder artístico en el Paro nacional. Dos personas, quienes le habrían disparado, fueron capturadas poco tiempo después.
Por su parte, el Comité del Paro anunció la suspensión temporal de las manifestaciones que se realizan cada miércoles y que cuentan con su orientación. Entre las razones aducidas por los voceros de esa instancia, se encuentran la poca disposición del Gobierno a negociar el pliego de exigencias y la falta de garantías para los manifestantes.