Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Realizar una llamada en algunos municipios de la costa Pacífica se ha convertido en un martirio. Enviar un mensaje por Whatsapp es tedioso y colma la paciencia de los usuarios en ciertas comunidades.
La inestabilidad de la señal de los operadores de telefonía móvil se ha vuelto natural en la región. Llamadas que no conectan, problemas para escuchar de manera clara al interlocutor y dificultad para navegar en cualquier página de internet son el pan de cada día.
Hay que reconocer que en esta zona del país se ha avanzado en las comunicaciones con el paso del tiempo, aunque de manera muy lenta. Hace 10 años era imposible hacer una llamada en la mayoría de las localidades.
Hasta la década de los 90 funcionaba Telecom en las cabeceras municipales, los radioteléfonos en la zona rural y, en el inicio del nuevo milenio, funcionaba la telefonía satelital con Compartel, un sistema instalado por el gobierno nacional en las poblaciones periféricas, con un costo de $ 1.000 por minuto. Eran momentos muy complejos cuando tocaba llamar por estas plataformas.
Después de no poder contar con estos medios, era signo de esperanza para la región, dado que la única forma de comunicarse con los familiares en el interior del país era de forma escrita (cartas), con demoras hasta de 8 días para llegar a su destino.
En las cabeceras municipales de la costa caucana comenzó a llegar la telefonía móvil en los inicios de la primera década del siglo XXI. Eran destellos de desarrollo en estas comunidades que habían padecido extremadamente la posibilidad de comunicarse. Hoy, después de dos décadas y con tantos avances tecnológicos, estas poblaciones se han devuelto a épocas anteriores. Se sufre constantemente por el mal servicio que prestan los operadores de Movistar, Claro y Tigo. Llamar es todo un caos.
Algunas antenas que se instalaron en esta zona del país aún continúan con tecnología 2G (segunda generación). Persisten equipos viejos que no dejan que los usuarios tengan acceso a llamadas y datos de una manera fluida. En ocasiones las llamadas no conectan o se interrumpen constantemente. Muchas veces se dificulta escuchar al interlocutor o se produce un diálogo entrecortado que hace imposible sostener una conversación estable.
Y esto es paradójico: cada vez se instalan más antenas, pero el servicio no mejora de una manera considerable. Las más recientes cuentan con tecnología 4G, pero sus fallas son persistentes y no se logra estabilidad en la comunicación.

Ha llegado a esta zona del país oportunidades que generan bienestar y progreso, pero de manera limitada y mediocre. Se ofrecen servicios a las comunidades, pero los usuarios no son compensados satisfactoriamente por lo que pagan. Los planes de telefonía móvil, en algunas comunidades, solo sirven para voz, porque es imposible navegar. Es un dinero que los usuarios pierden, porque no tienen cómo hacer uso de ello. Muchas personas se ven obligadas a pagar planes de internet alternativos (wifi satelital) para acceder a las redes sociales y/o demás plataformas.
En las instituciones educativas se sufre demasiado porque los estudiantes no tienen cómo investigar o construir su aprendizaje con las herramientas que ofrece internet.
En la costa pacífica se ha padecido mucho en el tema de las comunicaciones. Se ha gestionado y anhelado la presencia de los operadores en el territorio para favorecer la comunicación, pero su servicio no ha sido eficiente. Algunas comunidades rurales están con antenas de telefonía móvil, pero la conectividad que están ofreciendo no es muy buena. Faltan muchas más por el servicio, pero se espera que cuando operen, funcionen de manera apropiada.
En las cabeceras municipales como Guapi, López de Micay, Iscuandé, Timbiquí, las fallas son constantes. Por un lado su cobertura abarca muy poco y por otro, se están presentando muchos inconvenientes tanto en voz como en datos.
La gente padece para enviar un mensaje de whatsapp o para revisar el correo electrónico. Hay días, y hasta semanas, en que se hace imposible la comunicación por estos medios.
En ocasiones son daños por descargas eléctricas o fallas técnicas, lo cual es entendible y natural. Pero, lo que pasa es que hay demoras en la reparación de los daños y la tendencia a no mejorar un servicio que viene funcionando mal desde hace varios años.
Las comunidades están bastante molestas y han buscado respuestas certeras y soluciones concretas, pero no han adquirido mejoría al respecto.
Es triste que lleguen los medios que generan progreso, bienestar y conexión con el mundo, pero que su operatividad sea limitada y mediocre. No es justo que los usuarios tengan que pagar un producto del cual no se benefician proporcionalmente. Muchas actividades se paralizan cuando el servicio de telefonía no funciona como debe.
Este es un problema que lleva más de cuatro años en las cabeceras municipales y no se evidencian mejoras. En las zonas rurales donde con el paso del tiempo se han venido instalando antenas, la señal es intermitente y se sufre mucho por esta situación.
Con la ayuda del gobierno nacional se siguen ubicando nuevas antenas en algunas comunidades. Se espera que no se siga cometiendo el mismo error y que ofrezcan algo que verdaderamente funcione bien.