Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Sorpresivos han resultado los anuncios del nuevo presidente electo Gustavo Petro. Desde que se conocieron los resultados finales el día de las elecciones, las noticias políticas de su eventual gestión y gobierno han dejado desubicados a muchos y muchas; comenzando por las derechas que no salen del estupor y parecen fracturadas, con poca cohesión, dando bandazos y palos de ciego.
Petro logró sentar a Uribe y a muchos sectores con los cuales era impensable siquiera abrir un diálogo hace unos meses atrás. Lo que parecía una transición política desorganizada, sin acuerdos políticos definidos y una fuerte fragmentación política, parece estar reorganizándose.
Una confluencia que empezó a consolidarse después de la segunda vuelta, y que ya va en un gran acuerdo nacional. Cambios políticos que, así como suponen la viabilidad de importantes temas, también generan algunas dudas. ¿Cuál es la agenda de país con la que se está conversando con las diferentes fuerzas políticas y cómo se conecta eso con la ciudadanía?
El triunfo del Pacto Histórico estaba en vilo y la entrada de nuevos apoyos fue determinante. Se cambió una inercia confusa enredada por los “Petrovideos” y por el ascenso inusitado de Hernández. Los nuevos apoyos activaron el voto indeciso y gran parte de los abstencionistas, que ayudaron a consolidar un triunfo que por poco se escapa.
Esta necesaria movida hacia el centro de Petro también es generada por lo apretado de los resultados (3,1%), los segundos más cerrados desde la Constitución del 91, solo superados por la campaña de 1998 (2,1%).
Lo que fue un acuerdo inicialmente empujado por fuerzas del centro político ya va en unas nuevas mayorías construidas con otras fuerzas, como el Partido Liberal, que van consolidando una sólida confluencia para las reformas que necesita el país.
A pesar de algunas voces críticas y algunas inconformidades en la izquierda, al final el mensaje de unidad y diálogo ha sido fundamental para garantizar la estabilidad democrática.
Una gran gobernabilidad que garantiza acuerdos dentro del Congreso y con fuerzas políticas, pero que está por verse si garantiza gobernanza que debe expresarse en acciones de consensos efectivos con la ciudadanía en los territorios.
¿Qué significado tiene y cuál es la expresión efectiva para la ciudadanía del posible acuerdo del nuevo presidente con el Partido Liberal después de la reunión con César Gaviria en Italia?
En medio de un país dividido, con graves problemas económicos y con un conflicto social latente, que la gente vea solución a sus problemas en medio de las heterogeneidades y conflictividades es el verdadero reto. Pasar de la gobernabilidad a la gobernanza.
No va a ser fácil, los encargados y encargadas de las políticas deben tener un talante de concertación y de construcción colectiva de acuerdos. Buscar intereses comunes en medio de la necesaria garantía de los cambios que está esperando la ciudadanía.
Es necesario construir una agenda democrática que permita transitar hacia la superación del clientelismo y el monopolio de los clanes políticos hegemónicos. Romper a través de pactos ciudadanos, la intermediación de la clase política tradicional y la jerárquica relación con el Gobierno central. No podemos seguir en lo mismo fortaleciendo el modelo clientelar tradicional.
Un nuevo modelo de gestión pública que responda a las demandas y expectativas de la Colombia profunda, expresada en las costas y territorios periféricos que le dieron el triunfo a Petro.
¿Serán los diálogos territoriales vinculantes anunciados por el presidente electo en su posesión ese espacio de discusión?
Esta gobernanza expresada en una fuerte conexión ciudadana debe convertirse en el contrapeso para que los arreglos políticos no se conviertan en el principal escollo para el cambio que necesita el país, y que los políticos desde adentro bloqueen el cambio para que todo siga igual.